martes, 6 de diciembre de 2016

Ciudad de Ho Chi Minh. Museo de los recuerdos de la guerra.

También conocido como el de los restos y de los vestigios de la guerra, en su apertura se denomino “museo de crímenes de guerra americanos”.


Ho Chi Minh, la antigua Saigón, llamada románticamente por los franceses como “perla o Paris del Oriente” es una ciudad viva y bulliciosa que refleja tanto el pasado como el futuro de Vietnam.
La ciudad debe sus orígenes a los jemeres, que la habitaron durante los siglos, los viet se asentaron en ella y posteriormente los señores Nguyen, hasta que en 1859 los franceses fundaron la colonia de la Cochinchina, ubicando en ella la capital con el nombre de Saigón.
Referencia del sur del Vietnam, sin la rica historia ni patrimonio de las ciudades del centro y norte del país, abarca una amplia región que se extiende por el norte hasta Cu Chi, en la provincia de Tay Ninh, y por el sur hasta el delta del Mekong.
En 1954, la ciudad fue proclamada capital de Vietnam del Sur. La posterior guerra con Estados Unidos duró hasta 1975, año en que Vietnam del Norte tomo Saigón y la rebautizó como Ciudad de Ho Chi Minh, en honor al padre de la revolución, fallecido seis años, en 1969.
La extensión de la ciudad es superior a los 2000 kilómetros cuadrados, está estructurada en catorce distritos y su censo poblacional supera los ocho millones de habitantes.
En Vietnam, muchas provincias y ciudades tienen recordatorios de la lucha contra franceses y estadounidenses en forma de museos, pero ninguno tiene tanto impacto como el existente en Ciudad Ho Chi Minh.
Ubicado en el distrito 3, en la calle Vo Van Tan, 28, en su apertura se denomino “museo de crímenes de guerra americanos”, cambiando posteriormente su nombre al de “museo de los crímenes de guerra” y finalmente al actual, quizá para no perjudicar las inversiones estadounidenses y los miles de turistas que recibe de esta nacionalidad el país, pero todavía en él aún son visibles la horripilante colección de armas, fotografías y reproducciones relativas al conflicto bélico.






Instalado en la antigua Oficina de Información de los Estados Unidos, edificio construido en hormigón recubierto de granito suspendido sobre el suelo abierto, en sus  salas y jardines se exhiben recuerdos de la contienda contra los franceses y el turbo período de los años de mandato del presidente Diem en el Sur, aunque la mayor parte de su contenido tiene que ver con las horribles consecuencias del enfrentamiento entre el Viet Cong y las fuerzas estadounidenses. Con él se pretendió que los horrores perpetrados no caigan en el olvido, constituyendo todo un recuerdo de los horrores de la guerra.  








Las fotografías, que abundan sobre otros materiales expositivos, objetos,  documentos y películas expuestos muestran las atrocidades cometidas por los soldados americanos, franceses y chinos.









El museo no es imparcial en sus representaciones de los sucesos acaecidos en el país en las décadas de 1960 y 1970, aunque los hechos relatados resultan conmovedores. Aunque sesgada y soslayando parte de la historia, las atrocidades que en él se registran son indiscutibles. Llama la atención la ausencia de menciones a la división del país durante la guerra civil y a los crímenes de guerra cometidos por el Frente de Liberación Nacional.








En el amplio patio del recinto se muestran aviones, carros de combate, piezas de artillería y algunas armas experimentales usadas. 









Estados Unidos gastó 130 billones de dólares en la guerra y abandonó materiales por valor de varios billones más, lanzando trece millones de bombas, cantidad entre tres y cuatro veces superior a las lanzadas durante la segunda guerra mundial.








Allí se puede observar varios tipos de bombas, un cañón de 1,75 metros capaz de lanzar un proyectil a una distancia de 32 kilómetros; un tanque M-48 de 48 toneladas, uno de los 370 que había en 1969, el año de mayor actividad bélica; un buldócer D7 de 40 toneladas utilizado para arrasar casas; un lanzallamas o un Huey, el helicóptero UH-1 Bell o una barcaza para andar por los ríos.









En su interior, las salas se clasifican por temas, que algebran numerosos testimonios gráficos de torturas, asesinatos y crímenes inenarrables fotografiados por corresponsales de guerra de agencias de prensa internacionales, que han dado la vuelta al mundo, mientras que otras son de los mismos marines americanos.








La más impactante está dedicada a los efectos que ha tenido en los seres humanos el napalm y el fósforo blanco, así como las relativas a las secuelas que los productos químicos y defoliantes produjeron sobre la población civil.











Imágenes que muestran las atrocidades cometidas, entre las más horribles se encuentran las de la masacre de My Lai, con 505 civiles asesinados el 16 de marzo de 1968 y la de los soldados ante los cadáveres que acababan de abatir; las que muestran los efectos de la tortura, como la de un ajusticiado atado a los pies de un carro que lo arrastra por la carretera o la del lanzamiento desde un helicóptero en pleno vuelo de un prisionero.












Siendo las más impactantes los rostros espantosamente mutilados de los bombardeos con napalm y fósforo.











Y especialmente los recipientes donde se conservan los fetos de unos bebés, unos gemelos mutantes y otro niño con la cabeza y labios enormes, nacidos en 1981 de padres que se vieron expuestos a los defoliantes químicos utilizados.









En otras salas se expone armamentos de uso individual y restos dañados de otros materiales bélicos.











Otras contienen material expositivo utilizado en los campamentos militares y por los soldados.








Ocupando la última sala pósteres, cárteles y fotografías de las protestas internacionales sobre la contienda y de solidaridad con Vietnam. Aunque el visitante echará en falta muchos testimonios sobre las protestas civiles llevadas a cabo tanto en Vietnam como en Estados Unidos y en otros puntos del planeta, contra las acciones militares.











En el exterior, hay más salas expositivas. Una alberga la exposición Réquiem, compendio de fotografías de guerra tomadas por corresponsales que murieron durante el conflicto. Y otra una reproducción de la temidas jaulas de tigre, o celdas de castigo utilizadas en la isla de Con Son durante el gobierno del presidente Diem para internar a los revolucionarios comunistas, y que posteriormente fueron utilizadas por el Viet Cong para acoger a algunos de sus prisioneros. 










El museo, aunque pueda parecer morboso, es un impactante alegato contra las guerras, es en la actualidad es el más visitado de los existentes en la antigua Saigón colonial.






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“Mientras existan ríos y montañas, mientras queden hombres, vencido el agresor yanqui construiremos un Vietnam diez veces más hermoso”. Ho Chi Minh (1890-1969) revolucionario, político y presidente de la República Democrática de Vietnam



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