El azúcar fue la principal fuente de riqueza de Cuba en los siglos XVIII y XIX, de la que fue el mayor productor mundial.
Sancti Spiritus es una de las catorce provincias que conforman la República de Cuba desde 1976 con la nueva división política-administrativa creada. Siendo su superficie total de 6744 kilómetros cuadrados, su censo poblacional en 2021 era de 463.844 habitantes, la cuarta más baja de la isla.
En la provincia, a doce kilómetros al noroeste de la ciudad de Trinidad, se encuentra el VALLE DEL INGENIOS, denominación que se da conjuntamente a los interconectados valles de San Luis, Santa Rosa y Meyer, regados por los ríos Arimao, Caracusey y Agabama, que suman una extensión total de 225 kilómetros cuadrados.
Uno de los más grandes y productores del
país, fue desde la llegada de los españoles en el siglo XV fuente de riqueza
por el asentamiento de ganados y el cultivo de frutos primero, del cultivo de
tabaco después y finalmente por el de las grandes plantaciones y e ingenios
azucareros.
Caña introducida por los colonos españoles
en el siglo XVI viendo el potencial del territorio cubano para su explotación,
siendo el principal sector del despegue económico y de la riqueza que se amaso
en Cuba. En la segunda mitad del siglo XVIII comienza la dedicación total a la
industria azucarera, que duró prácticamente un siglo, en base a sus fértiles
tierras regadas por caudalosos ríos y cercanos puertos marinos para su envío a
Europa y América.
Plantaciones que llevaban parejos las
construcciones de ingenio para producir el azúcar a partir de la caña, y que
engloban diferentes edificios y estructuras. Las maquinas triturados, los
evaporadores concentradores de jugo, los hornos de cocción y el resto de
maquinaría para obtener del azúcar, se complementaban con los barracones para
los trabajadores, los de servicios administrativos y en muchos de la casa la
vivienda del hacendado.
Cifrándose en más de ciento cincuenta los ingenios
azucareros que llegaron a estar en funcionamiento y un censo superior a los
doce mil esclavos africanos, mano de obra barata cuya explotación fue una de
las bases de la gran rentabilidad obtenida. Y es que las plantaciones de caña,
los ingenios y la esclavitud han estado intrínsecamente ligadas. La producción
requería una gran cantidad de mano de obra, y ante la escasa existente en la
colonia española, los empresarios la obtuvieron con la adquisición de esclavos
africanos. Que eran propiedad de sus amos y obligados a trabajar de sol a sol,
con mala alimentación, viviendas insalubres y abusos físicos y de todo tipo.
El boom azucarero comenzó a languidecer a
mediados del siglo diecinueve, el agotamiento de las tierras, su limitada
disponibilidad, la enorme competencia que significo la aparición del cultivo de
la remolacha a nivel internacional, la crisis mundial de la década de los
cincuenta y la guerra de la independencia del país en 1868 fue el cenit final a
una industria que llego a ser la mayor del mundo.
Y por ende, “el oro blanco” que fue el
azúcar, convirtió a la ciudad de Trinidad en una de las de mayor florecimiento
económico y socio-cultural del país, donde vivían los hacendados adinerados con
las fortunas adquiridas de los pingües beneficios reportados por la industria
azucarera y la explotación de mano de obra esclava.
Legado industrial que en parte ha llegado
hasta nuestros días, convirtiendo el Valle de los Ingenios en un sistema
eco-cultura, donde interactúan monumentos, naturaleza y sociedad de alto valor
artístico. Las casas de los ingenios Buena Vista, Delicias, Guáimaro, Magua y
Manaca-Iznaga; las torres campanario de este y del de San Isidro de los
Destiladeros; los restos de obras hidráulicas de los de Santa Elena y San
Isidro o el núcleo rural de San Pedro, son testigos vivos de la incesante
actividad industrial del proceso agroindustrial.
En su apuesta por recuperar el patrimonio
cultural y social que fueron los ingenios, se ha rehabilitado parcialmente uno
de los considerados más importantes, el de San Isidro de los Destiladores, que
incluye un “museo de sitio” que recrea la historia de la actividad de
referencia mundial de la isla.
Ingenio de San Isidro de los Destiladeros, el museo de la industria azucarera cubana.
Por todo ello, y por reunir elementos diferenciadores
de valor universal excepcional, el 8 de diciembre de 1988 el Valle junto al
centro histórico de la ciudad de Trinidad, fueron declarados por la Unesco como
Patrimonio de la Humanidad.
Trinidad, la bella durmiente cubana.
El museo al aire libre que constituye el
Valle, con los restos de sus ingenios y haciendas constituyen el recordatorio
del esplendor que vivió y referenció mundialmente Cuba en general, y a Trinidad
en particular, pero también de la oscura historia de la esclavitud y
explotación humana.
Y que en la actualidad forman parte del reclamo turístico de la provincia y del país, con visitas y rutas, que se pueden iniciar en el Mirador de la Loma habilitado a unos siete kilómetros de Trinidad. Desde el que se divisan magníficas vistas del valle y de la sierra de Escambray que lo protege.
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reales, ofrece el más bello paisaje que pueda imaginarse. Mirado desde la
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Peris (1798-1871), economista, político y escritor español.
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