Su origen tuvo en la iglesia construida por la Compañía de Jesús en 1748, fue declarada Catedral en 1788 siendo una de las más antiguas del continente americano.
La ciudad de la Habana fue fundada por Pánfilo de Narváez en 1514, bajo las órdenes de Diego Velázquez de Cuéllar, con el nombre de San Cristóbal de la Habana, siendo la sexta villa fundada por los españoles en Cuba. Gozando del título de Ciudad desde 1592, por concesión del rey Felipe II al estar ubicada en ella el gobierno de la isla, pasando a ostentar su capitalidad.
En la actualidad es la ciudad con más
población del país, con 2.137.847 habitantes según el censo poblacional de
2022. Y entre su rico patrimonio cuenta con una de las consideradas más bellas
y sobrias iglesias del barroco americano, su Catedral bajo la advocación de la
Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. Ubicada en el corazón del
barrio de la Habana Vieja, el más antiguo de la ciudad, está declarada desde 1982
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Preside la plaza que lleva su nombre y que
se completa con las mansiones de la nobleza habanera colonial, con los palacios
del Marqués de Arcos y el Aguas Claras y
el de los condes de Casa Bayona.
Primigeniamente fue un oratorio de la
Compañía de Jesús, que comenzaron a construir su convento e iglesia por
concesión real en 1748, aunque cuando fueron expulsados del territorio
americano en 1767 por orden de Carlos III la misma no estaba terminada por
completo, aunque sí el convento.
En 1755 se consagró la incompleta capilla a
Nuestra Señora de Loreto, cuya imagen presidía el altar mayor, obra del
habanero Lorenzo Camacho. Que forma
parte de la actual Catedral, contando con una entrada independiente, estando su
cúpula por debajo de las torres laterales catedralicias.
En 1772, ante el mal estado de la iglesia
parroquial y del oratorio de San Felipe Neri se trasladó el culto en la capital
cubana a la inacaba iglesia. Que fue convertida en Catedral -una de las primeras
de América- cuando España dividió la isla en dos diócesis en 1788, una la
existente en Santiago de Cuba y otra en la Habana, por orden de su primer
obispo Felipe José de Trespalacios, cambiando la advocación a la Virgen María
de la Concepción Inmaculada, cuya imagen preside el altar mayor
Típica construcción de mediados del siglo
XVIII que atiende a la sobriedad con que la Compañía de Jesús dotaba a sus
fundaciones. De estilo barroco de la corriente toscana por sus dos torres, de
inspiración cubana, su achatamiento responde a un estilo muy típico de Cuba que
prefiere desarrollar los edificios más en anchura que en altura.
Su fachada fue diseñada por el arquitecto
italiano Francesco Borromini, dominada por dos torres desiguales, en la que la
del campanario es más maciza que la otra que flanquea la fachada principal por
contener los cuerpos de las campanas, más necesitadas de refuerzo.
El templo tiene forma de rectángulo, con
suelo de mármol blanco y negro que sustituyó al antiguo de piedras, con tres
naves prácticamente cuadradas y alberga ocho capillas laterales divididas por
gruesos pilares, que sustituyeron a los existentes al ser consagrada como
Catedral.
Capillas dedicadas a Nuestra Señora de
Loreto, de la Asunción, de Guadalupe, a la Dolorosa y a la Virgen de la Caridad
del Cobre –patrona de Cuba-, así como al Santo Calvario, a San Prudencio y San Cristóbal,
patrono de la Habana, respectivamente.
Con un papel preminente de San Cristóbal, escenificado delante del altar.
En el templo se realizaron cambios
importantes, marcando cada obispo su impronta con diferentes obras, especialmente
en los primeros años del siglo XIX. Los principales por el obispo Juan José
Díaz de Espada, que ordeno la eliminación de lo que consideraba de mal gusto,
sustituyendo las primigenias tallas jesuíticas por vulgares copias de obras
originales de Murillo, Rubens y otros artistas famosos, realizadas por el
francés Jean Baptiste Vermay, autor también de los cuadros de El Templete.
Los trabajos de escultura y orfebrería del
altar mayor, así como del tabernáculo, fueron realizados en Roma por el italiano
Bianchini en 1820, bajo la dirección del escultor español Antonio Sola.
En la parte superior del altar se
encuentran tres pinturas al fresco, entre ellas la de La Asunción, del italiano
Giuseppe Perovani. Lo que sin embargo sigue siendo un misterio es como llegó a
Cuba el cuadro “El Papa disponiéndose a decir misa”, que se conserva en el
templo y que fue pintado en el siglo XV con anterioridad al descubrimiento de
América.
En su interior también se encuentran
varias tumbas de obispos y personajes ilustres de la ciudad. Habiendo estado en
la nave central el monumento funerario con los restos de Cristóbal Colón, obra
del arquitecto español Arturo Mélida, traídos de Santo Domingo en 1795 y que
allí permanecieron hasta la independencia de España en 1898, en el que fueron
trasladados a la Catedral de Sevilla.
En toda su historia la Catedral ha tenido
un enorme significado religioso para los habitantes de La Habana porque su
dedicación a la Virgen se ha convertido, de paso, en templo santero al
identificarse la Madre de Dios con la orisha Yemayá, por lo que aún hoy en la
actualidad, no es extraño ver ofrendas santeras en su recinto e incluso en los
rincones de sus muros exteriores.
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Catedral de Nuestra Señora de la Purísima Concepción de Cienfuegos.
El Mural de la Prehistoria, en Viñales.
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Iglesia Mayor de la Santísima Trinidad, en Trinidad.
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“La
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(1904-80) escritor cubano.
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