domingo, 8 de diciembre de 2024

Catedral de Nuestra Señora de la Purísima Concepción de Cienfuegos.

Concluida en 1881 sobre la iglesia parroquial de 1833, en ellas destacan sus espléndidas vidrieras.

Situada en el centro sur de la isla, en la península de la Majagua, a 245 kilómetros de La Habana, la provincia de Cienfuegos es la más pequeña de las catorce provincias en las que está vertebrado la actual República de Cuba. Su extensión es de 4.180 kilómetros cuadrados, el 3,77 % de la superficie total del archipiélago, siendo su población actual de 408.544 habitantes –censo 2022-.



Sus primeros colonizadores fueron taínos que le dieron el nombre de Jagua, que significa belleza. En 1494 Cristóbal Colón la descubrió en su segundo viaje al Nuevo Mundo. En 1508 por orden de los Reyes Católicos en ella se asentó Sebastián de Ocampo. Y tras los continuos ataques de piratas y corsarios en 1745 se construyó el fuerte de Nuestra Señora de los Ángeles, conocido como el castillo de Jagua, para proteger su bahía.




La fundación formal de su capital homónima data de 1819, cuenta con la peculiaridad de ser la única en Cuba fundada por colones franceses al mando del teniente coronel de infantería Juan Luis Lorenzo de Clouet Favrot, natural de Nueva Orleáns y fiel servidor de la corona española, para contrarrestar el gran número de familias negras de la provincia. Su primer nombre fue el de Fernandina de Jagua, en honor al rey Fernando VII y a la estirpe aborigen, tomando en 1829 el nombre de Cienfuegos, por el español José Cienfuegos Jovellanos –Capitán General de Cuba-, por célula real con la categoría de villa, obteniendo en 1880 el de ciudad.




La conocida como “Perla del sur” vivió su despegue económico a mediados del siglo XIX gracias a la pujante industria azucarera, lo que les permitió a los adinerados comerciantes la construcción de eclécticos edificios que rememoraban el neoclasicismo de sus antepasados franceses, con numerosas casonas y palacetes en un centro histórico urbano merecedor de ser declarado en 2005 Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.




En el emplazamiento de lo que fuera la plaza de Armas, y el lugar donde oficialmente se fundó la ciudad, se encuentra el parque José Martí, declarado Monumento Nacional, epicentro y símbolo de Cienfuegos.

La plaza José Martí, el kilómetro cero de Cienfuegos.






En su parte superior se encuentra la Catedral de Nuestra Señora de la Purísima Concepción. El templo original data de 1833 cuando se inauguró la iglesia parroquial de la ciudad bajo su advocación, sin pórtico ni torre campanario. En la que se fueron haciendo reformas y recibiendo donaciones ente los años 1850 y 1881 que se dio por terminada, bajo la dirección de Santiago Murray, quedan solamente del edificio primigenio su torre menor. Pasando a ser Catedral el 20 de febrero de 1903 con la creación de la diócesis de Cienfuegos por el Papa León XIII, siendo consagrada el 25 de noviembre de 1917.


 


Su estilo arquitectónico se enmarca en el basilical o cristiano primitivo, al estar la iglesia original diseñada con una nave central de gran altura con claristorio, con el objetivo de que la luz natural ilumina su interior. Nave orientada al presbiterio con un ábside poligonal de fondo, y con dos naves laterales anchas, más pequeñas y capillas entre los contrafuertes de marcada influencia española.




Y se inscribe en el orden dórico toscano, sin decoración interior significativa, con el sello distintivo de los colonos y como otras construcciones cubanas del siglo XIX enmarcadas en las tendencias neoclásicas. De estilo sobrio, paredes encaladas y tejas rojas, es un ejemplo de la arquitectura colonial tradicional.




Su exterior destaca por la peculiaridad que la caracteriza de tener dos torres campanarios de diferente tamaño, fruto de la duplicidad por simetría de las obras realizadas en su ampliación, siendo la menor del primer edificio y la mayor del templo final.




En su interior se encuentran diferentes capillas con tallas de diferentes procedencias y donaciones, al igual que muchos de sus materiales utilizados. Casos de los mármoles de su piso; las campanas de las torres, el reloj y el órgano; la imagen de la Purísima que procesionan cada 8 de diciembre de 1821; el altar de Santa Rita de Casia y el del Sagrado Corazón de María.




No faltando el retablo dedicado a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, para muchos cubanos Cachita, una de las advocaciones de la Virgen María y patrona de Cuba desde el año 1916.




Considerándose como el bien de más valor sus vidrieras, calificadas como las más artísticas de la isla, adquiridas en París, donde fueron realizadas por los talleres de Gaspar Gsel- Laurent con influencias del renacimiento italiano, que realizaron vidrieras para diversas Catedrales españolas, entre ellas de Oviedo. Trece vitrales, doce con la figura de los Apóstoles colocados seis a cada lado sobre la nave central a una altura de 7 metros y uno en la pared posterior del coro de Jesús Salvador del Mundo. Que lucen desde el 8 de diciembre de 1871 con motivo de la celebración de la Purísima Concepción, donados por Pedro Dorticós.



Diseñados en forma de ventanales para ser abiertos, perfectamente simétricos con una perspectiva armónica de elegantes proporciones, gran riqueza cromática, con muy buena distribución del color y la proporción de sus figuras, son considerados como uno de los conjuntos de vitrales historicistas artísticos más importantes de la época, aunque el paso del tiempo las han deteriorado mucho.





En el lado Norte, mirando desde el altar mayor están representados: San Matías con un hacha; San Pablo con la espada; San Andrés con la cruz; San Juan Tadeo con un báculo, estando rotos desde 1935 a causa de un huracán los de San Juan y Santiago el Menor. En el lado Sur están: Santo Tomás con la escuadra, San Bartolomé con el cuchillo, San Mateo con el libro, San Jacobo con el cayado y sus conchas en los hombros, San Simón con una sierra y San Pedro con las llaves.




El decimotercero es el más grande y mejor conservado, el de Jesucristo Salvador del Mundo, situado sobre la puerta principal de entrada y en la parte posterior del coro. Majestuoso inunda de luz la nave central, resaltando la enorme figura del Salvador con una paloma dibujada en el centro de luceta. En él son visibles impactos de bala que recibió el 5 de septiembre de 1957 durante el levantamiento contra Batista.




A Pedro Dorticós también se le debe la donación de otras dos vidrieras, ambas azules, para los óculos que dan al presbiterio, realizada años más tarde. Una al lado sur, con la imagen de la Santísima Virgen María, con la frase Sancta María. Y la otra en el lado norte, sin ninguna imagen ni inscripción.




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