Tesoro gastronómico, enraizado en la historia, símbolo de la unidad familiar, tanto en su versión original como la derivada en cazuela.
El maíz en una plata gramínea originaria del continente americano, de la región de Mesoamérica datado de hace diez mil años, desde donde se extendió a sus regiones adyacentes y a otras culturas, incluidas elaboraciones que con él se realizaban, de la que Cuba no es una excepción.
Los aborígenes cubanos basaban su
alimentación en los frutos que obtenían del mar y de la tierra. Eran
recolectores frutícolas pero también agricultores, y entre sus plantaciones se
incluían el maíz junto con otras como la yuca, la batata o el ají. Alimentación
indocubana que permitió a los conquistadores españoles no solo sobrevivir, sino
adaptarla como suya y dadas sus propiedades y cualidades exportarla y divulgarla
en el viejo continente.
Considerado como la base de la alimentación
de las culturas precolombinas mesoamericanas y de los lugares donde se expandió,
el fruto que de él se obtiene se denomina “mazorca”. Su tallo largo cobija en
su interior granos dispuestos alrededor de su eje, con los que se hacen, en
otras elaboraciones, el denominado TAMAL. Método de realización reflejado hace
ya en el año 100 a.C. en un mural pictórico en Petén (Guatemala), según
estudios arqueológicos.
El maíz y sus elaboraciones forman parte
de la historia alimenticia y cultural cubana. Los aborígenes la desarrollaron,
los españoles se la adueñaron y los africanos la adoptaron como sustituto de la
suya. Estos, incluso realizaban platos con los que hacían ofrendas a sus diosas
orishas.
Alimento indispensable, sustento de las
hambrunas padecidas por muchos hace décadas como sustituto del arroz, es
testigo mudo de la culinaria cubana, manifestada en elaboraciones como el
tamal, majarete, atole o frituras, siendo el primero el de mayor permanencia.
Denominado también “tayuyo”, llegando hasta nuestros días como patrimonio
popular inmaterial, transmitido de generación a generación como herencia
culinaria.
Su preparación, que requiere de tiempo, es
laboriosa y cuidadosa. Su base es la mazorca verde, el llamado tierno por los
cubanos y especies. Sus hojas más grandes, limpias y suaves se reservan. Las
mazorcas se desgranan bien grano a grano o cortados o rallados. Se seleccionan
las especies, en el que va el sello particular del elaborador, las más llevan
ajo, ají y tomate junto con otras como cebolla, comino, pimienta, cilandro,
cebollino y cualquier otro deseado, junto con el ineludible limón –sustituido
en ocasiones por vinagre-. Y la grasa de cerdo o manteca.
En su elaboración se muele el grano, salvo
que este rallado, se mezcla con agua y un poco de azúcar y se filtra. Se le
añaden las especies y la manteca, y en función del gusto preferido y de las
posibilidades, chicharrones de cerdo e incluso otras carnes. Una vez mezclados
y conjuntados se coloca la masa en las hojas reservadas y se envuelve por
completo, siendo atado el conjunto con hilos sacados de las propias hojas,
hojas que ejercen de perfecto aislante y conservador del sabor, y finalmente se
cuece en abundante agua hasta que estén totalmente cocidos.
En su ingesta, aunque es perfecto solos,
es habitual acompañarlos del ineludible mojo cubano –ajo, aceite y limón-,
tostones, salsa de tomate picante, ensaladas, arroz u otros que se consideren.
Sean solos o acompañados, en los hogares cubanos siguen siendo un plato
imprescindible en celebraciones especiales, fiestas y reuniones familiares. Perfectos
para compartir y siendo aún considerado por muchos como el alma de la comida y
símbolo de la unidad familiar.
El Tamal es sabroso y delicioso al igual
que laborioso. Quizá por ello tiene una versión más sencilla, sin perder sus
connotaciones gustativas y culturales, es el denominado TAMAL EN CAZUELA.
De origen desconocido, se cree que es la
adaptación cubana del realizado en Méjico y otros países centroamericanos. En
su elaboración se prescinde de su envoltorio de las hojas de las mazorcas, siendo
la mezcla cocinada en una cazuela a fuego lento y removiendo constantemente
para que no se pegue o forme grupos, obteniendo una consistencia cremosa. Que
engloba igualmente los sabores y aromas del Tamal, transmitidos de generaciones
en generaciones de cubanos desde sus antepasados los aborígenes indocubanos.
MÁS INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. Pinchar en
enlaces.
Gastronomía.
Artículos, crónicas y recetas.
Información sobre Cuba.
Capitolio Nacional, símbolo de La Habana.
Catedral de La Habana, joya del arte sacro americano.
Catedral de Nuestra Señora de la Purísima Concepción de Cienfuegos.
Cueva del Indio, la maravilla del cubano valle de Viñales.
El Malecón el alma de los habaneros.
El Mural de la Prehistoria, el homenaje a los aborígenes cubanos.
Familia Santander, la saga referente en la artesanía trinitaria cubana.
Iglesia Mayor de la Santísima Trinidad, en Trinidad.
Las fortalezas españolas habaneras, la defensa del nuevo mundo.
Museo Romántico, palacio y lujoso museo colonial trinitario.
Palacio de Valle, el legado asturiano en la cubana Cienfuegos.
Plaza de Armas, el origen de la colonial Habana.
Plaza de la Catedral en La Habana, la expresión del barroco cubano.
Plaza de la Revolución en La Habana, el tributo a los revolucionarios.
Plaza José Martí, el kilómetro cero de Cienfuegos.
Plaza Mayor, el corazón de la colonial Trinidad cubana.
Reconocimiento a insignes escritores mundiales en La Habana.
Trinidad, la bella durmiente cubana.
Información gastronómica y coctelería.
Ajiaco, el mestizaje en la mesa cubana.
Canchánchara, el coctel trinitario mambí.
Carne de cerdo, la mayor aportación española a la culinaria cubana.
Cócteles con sabor a la colonial Trinidad cubana.
Congrí, el legado africano en la culinaria cubana.
Cubalibre versus Cubata. Los cócteles de la libertad.
Daiquiri, el coctel cubano de referencia mundial.
La dulcería cubana, enraizada en la época colonial española.
La gastronomía cubana, amalgama cultural.
Mojito, el cóctel heredero del bebedizo que salvaba a los piratas.
Ropa Vieja, el emblema gastronómico cubano de herencia española.
Saoco, el cóctel festivo que triunfa en las playas cubanas.
Yuca, la raíz con hueco propio en la gastronomía cubana.
“Te gustan los tamalitos, los tamalitos que
vende Olga. Pican no pican los tamalitos de Olga. Olga la tamalera, cocina que
se pasó. Los vende con pimienta, el que los pruebe se come dos. Olga con qué
dulzura conquista su pregón. Estamos todos bailando. La tamalera Olga se pasó.
Pican no pican los tamalitos de Olga”. Estrofas de la canción de José Antonio
Fajardo, inspirado en la historia de Olga Moré Jiménez, que una viuda para
mantener a su familia vendía tamales por las calles de La Habana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario