Alberga parte de los edificios que han marcado los inicios de la nación cubana.
Con el nombre de San Cristóbal de la Habana se fundó la sexta villa por los españoles en Cuba en 1514, que en 1592 pasó a ser ciudad de y a ostentar la capitalidad de la nación por la decisión del rey Felipe II, cuyo germen primigenio y el que se hallaba en el interior amurallado constituye en la actualidad el barrio de la Habana Vieja.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982, en él se mezclan con armonía cuatro siglos con una gran diversidad arquitectónica y un diseño urbanístico repleto de recuerdos de su historia como nación heterogénea. En el conviven un mosaico de sólidas fortalezas, históricas y ajardinadas plazas con edificaciones desvencijados con otros reformados transmitiendo la esencia histórica y cosmopolita que la hacen única.
Abarcando una superficie de poco más de
cinco kilómetros cuadrados, con el frontal de la bahía, aún perviven restos de
las murallas que protegieron el recinto militar defensivo, acoge el mayor
número de monumentos de la ciudad. En la que las fortalezas defensivas y sus
estrechas calles cobijan plazas adoquinadas, mansiones coloniales e iglesias,
hacen de él uno de los centros urbanos coloniales más completos de América.
A diferencia de estos su desarrollo no se
hizo en torno a una plaza, sino a cuatro. La de Armas, centro militar y
defensivo; la religiosa de la Catedral; la comercial urbana plaza Vieja y la
comercial de ultramar de San Francisco de Asís.
En la plaza de Armas comenzó su historia
la ciudad, en ella en 1519 a la sombra de una ceiba se inició con una misa,
lugar de celebración cada 16 de noviembre del episodio histórico, en el que los
asistentes dan tres vueltas al árbol –el actual fue plantado en 1959- siguiendo
la leyenda que otorga el deseo solicitado.
Desde 1928 en el lugar luce el edificio de
estilo neoclásico griego del Templete, una versión a escala reducida del
Partenón griego, en el que se conservan tres grandes cuadros representativos de
la primera misa, el primer cabildo y una escenificación del acto de
inauguración y bendición del lugar.
Delante, donde se encontraba la primera
ceiba, luce desde 1758 el monumento denominado “Columna Cagigal” que lleva el
nombre del gobernador de la isla y virrey de la Nueva España, Francisco Cagigal
de la Vega que ordeno su construcción.
Junto a él se encuentra el antiguo palacio
de los condes de Santovenia, de finales del siglo XVIII, reconvertido en 1867 en
el hotel de Santa Isabel, funciones que aún cumple.
El primer asentamiento urbano y su corazón
político contienen uno de los mejores conjuntos arquitectónicos coloniales. En
su extremo norte se levanta el castillo de la Real Fuerza, el primer
amurallamiento que España levantó en el nuevo continente. Construido en 1540 y
destruido en 1555 por el pirata francés Jacques de Sores, el actual data de
1577.
Las fortalezas españolas habaneras, la defensa del nuevo mundo.
Alberga
el museo de la fortificación y de la navegación, conserva intactos el pozo y el
puente levadizo de madera, bóvedas y cañones, al igual que uno de los símbolos
capitalinos, al ser el más antiguo, la estatua en bronce de la Giraldilla que
corona la torre campanario del baluarte noroeste que le valió el calificativo
de la enamorada vigilante de la bahía. Pequeña escultura en bronce, obra de
Jerónimo Martin Pinzón, bajo el mandato del gobernador Juan de Vitrian y
Viamonte.
Y
es que la leyenda la relaciona con Inés de Bobadilla, esposa del gobernador
Hernando de Soto que partió a la conquista de la Florida, puesto que ejerció en
su ausencia y diariamente subía a ella cada tarde en la inútil espera de la
llegada de su amado abatido en combate.
El centro de la ajardinada plaza, antaño centro de la vida urbana y actos públicos, estuvo presidida por la estatua del rey español Fernando VII entre 1834 y 1955, que fue sustituida por el considerado uno de los padres de la patria, Carlos Manuel de Céspedes, héroe de la primera guerra de independencia y primer presidente de la República, esculpida por Sergio López de Mesa.
En
el lado oeste, separado por la única calle de adoquines de madera que queda de
todo el actual barrio, en el espacio que ocupó la primera iglesia parroquial
construida hacia 1550, se encuentra el palacio de estilo barroco con
reminiscencias renacentistas de los Capitanes Generales, catalogado como el más
importante en la historia de Cuba.
Mandado
construir en 1776 por el gobernador Felipe Fonsdeviela. Fue sede del gobierno
colonial y residencia de sus gobernadores, del gobierno intervencionista
americano y del Ayuntamiento desde 1920 hasta 1959 con el triunfo de la
Revolución.
Monumento
Nacional, con sus lujosos salones de los espejos, del trono y el dorado, alberga
uno de los mejores museos habaneros, el de la Ciudad, que incluye la biblioteca
municipal, la oficina del historiador de la ciudad y una exposición con
llamativos elementos coloniales.
En
su pórtico arqueado exterior se exhiben diverso mobiliario urbano, como son la
cúpula y campanas de la primera iglesia parroquial, y la escultura en memoria
de Emilio Roig de Leuchsenring primer responsable de la oficina del historiador
de la ciudad.
En
su lateral norte, en la calle Oreilly, dando continuidad al castillo, con las
esculturas del rey Carlos III y del gobernador Juan de Vitrian y Viamonte entre
ambos, se encuentra el majestuoso
palacio del Segundo Cabo, que data de la misma época y mandado construir
igualmente por el gobernador, está caracterizado igualmente por su arquitectura
elegante y fachada austera de piedra caliza local llena de oquedades e
incrustaciones calcáreas marinas.
Construido
inicialmente como cuartel general del vicegobernador, el general Segundo Cabo,
que le dio nombre. Funciono posteriormente como Real casa de correos, palacio
del Senado, del Tribunal Supremo, de la Academia Nacional de las Artes y Letras,
de la Academia de las Ciencias y en la actualidad del Instituto cubano del
libro.
En
la otra esquina, en la esquina de las calles Obispo y Oficios se encuentra en
el edificio que en la actualidad alberga el museo nacional de Historia, cuyo
contenido conforman diversas exposiciones permanentes fueron trasladadas desde
el Capitolio Nacional.
Monumental
e histórica plaza de Armas, que aúna simbolismo y patrimonio por igual, que
acoge el mayor número de museos habaneros, y que es el punto de partida más recomendable
para visitar el barrio más viejo de La Habana. Como hemos nosotros en noviembre
de 2024 con motivo de la celebración del XXV Congreso internacional de Fepet.
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