Polígamos, los jóvenes para ser considerados
hombres deben de superar la ceremonia del “salto del toro”, en la que mujeres solicitan
ser azotadas.
La actual República Democrática Federal de
Etiopía, está dividida en tres Ciudades Autónomas y ocho Estados, entre uno de
ellos es el Estado de las Naciones, Nacionalidades y Pueblos del Sur. Su
extensión total es de 118.050 kilómetros cuadrados, equivalente al 10,41 % del
total nacional, y su capital es Awasa.
Como bien dice su nombre, al Estado se le dio
una denominación genérica para englobar una amalgama de pueblos, etnias y
tribus, en el que conviven alrededor de 45 grupos étnicos-lingüísticos, asentados
en el sur y en el suroeste etíope que limitan con Kenia y Sudán del Sur.
El río Omo, nace al suroeste de la capital
nacional, Addis Abeba, y recorre 960 kilómetros hasta desembocar en el amplio
delta fluvial del lago Turkana, lindante con Kenia. Su valle inferior, el de la
desembocadura, ha sido encrucijada durante miles de años de grupos étnicos de
diversas culturas que emigraron a esa región, muchos de ellos aún allí
asentados. Tribus semi nómadas dedicadas, por lo general, a la agricultura y al pastoreo. Considerado cuna de la humanidad al ser descubiertos en él los restos de los considerados abuelos del hombre moderno, los homínidos que ya lo habitaban hace más de 3500 años.
En el tramo final se encuentra la mayor reserva natural de Etiopía, el Parque Nacional del Omo, que complementa el Parque Nacional de monte Mago, ambos delimitados por el río. Al este del río, al sudoeste del Mago y al norte del lago Turkana, es dónde está asentada una de las tribus más tradicionales y conocidas del país, los Hamer.
En el tramo final se encuentra la mayor reserva natural de Etiopía, el Parque Nacional del Omo, que complementa el Parque Nacional de monte Mago, ambos delimitados por el río. Al este del río, al sudoeste del Mago y al norte del lago Turkana, es dónde está asentada una de las tribus más tradicionales y conocidas del país, los Hamer.
Su censo poblacional es de los más numerosos de
la región, estimado en el año 2020 es de 75.000 personas, que habitan más de 80
poblados que ocupan una extensión de poco más de 5.000 kilómetros cuadrados,
situados entre los 500 y 2000 metros de altitud.
Poblados que están asentados principalmente en
los alrededores de las pequeñas ciudades de Turmi y Dimeka, donde se celebran
sus mercados semanales en los que se reúnen y comercializan con otras tribus de
los alrededores, como los Karo y los Dassanech, con los que tienen muchos
puntos en común.
Los Hamer son polígamos, están bien vistas las
relaciones sexuales, la fidelidad estricta sólo comienza con el matrimonio, y
los matrimonios son entre miembros de su misma tribu, no estando obligados a
hacerlo de muy jóvenes, y suelen ser por elección propia. Religiosamente
compaginan sus creencias paganas tradicionales animalistas con principios del
Islam.
Sin organización social definida, cada aldea es
independiente, y las decisiones sobre las mismas recaen en los hombres casados,
que forman la “donza”, que son los encargados de tomar las decisiones en cada
momento más conveniente para todos ellos.
Semi nómadas, su economía está basada en la
agricultura y en la ganadería, tareas perfectamente diferenciadas, con menor
peso de la caza, antaño su principal sustento.
Los hombres aran, pastorean el diferente ganado,
habitualmente vacas, cabras y ovejas, y atienden las colmenas, que colocan en
las ramas de las acacias.
Las mujeres son las responsables de las casas, los niños y de la traída de agua, así como de los cultivos, siendo los más comunes los de sorgo, aunque también cultivan maíz, legumbres, verduras, tabaco y algodón. Mientras los niños ayudan en el campo y el pastoreo a partir de los ocho años.
Las mujeres son las responsables de las casas, los niños y de la traída de agua, así como de los cultivos, siendo los más comunes los de sorgo, aunque también cultivan maíz, legumbres, verduras, tabaco y algodón. Mientras los niños ayudan en el campo y el pastoreo a partir de los ocho años.
Su estética no sólo es muy cuidada, sino que los
convierten en una de las etnias más peculiares. Calificados como la tribu más
hermosa de África, los Hamer son coquetos por naturaleza. Tanto por sus marcas
corporales, como por sus coloridas pinturas, ropaje, abalorios y otros
elementos decorativos y peinados, cuyas combinaciones marcan su estatus social,
a la vez que diferencian a guerreros, cazadores o mujeres principales.
En los peinados de los hombres, es común el uso
de casquetes de cuero y barro de varios colores y plumas de animales, que
escenifican que han matado a algún enemigo o animal salvaje. Hecho este muy valorado y que todo hombre debe de hacer en algún momento de su vida.
En las mujeres es
de gran consistencia, al estar impregnado de barro ocre y rojizo, mantequilla y
otras grasas animales, fijando luego sus trenzas con resina. En el caso de
estar casadas peinan hacia delante sus trenzas, mientras que las solteras lo
hacen hacia atrás dejando despejada su frente.
Los hombres adornan sus cuerpos con
escarificaciones, que realizan con objetos punzante y que rellenan con preparados especiales de tierra y otros elementos, que dan fe de su hombría, muestra de que han acabado con la vida de algún enemigo humano o animal salvaje.
Mientras que las mujeres tienen las marcas causadas en los ritos del paso de la pubertad a la madurez, la ceremonia del salto del toro, dónde solicitan y obligan a los chicos a darles fustigarlas y darles latigazos con finas varas.
Mientras que las mujeres tienen las marcas causadas en los ritos del paso de la pubertad a la madurez, la ceremonia del salto del toro, dónde solicitan y obligan a los chicos a darles fustigarlas y darles latigazos con finas varas.
En su indumentaria los hombres usan
habitualmente en los últimos años prendas occidentales. Especialmente los más jóvenes, siendo muy habitual el uso de camisetas de equipos de fútbol de fama mundial.
Mientras que las
mujeres usan túnicas o petos de piel de animales, habitualmente de cabra, sujetos con enormes
collares que les cuelgan del cuello. El uso de coloridos abalorios y otros
similares está muy extendido, al igual que los collares.
Estos últimos informan sobre su estado civil, y
la posición que tienen en el rango como mujeres. Las solteras suelen lucir
collares y ornamentos llamativos de colores, mientras que las casadas utilizan
collares de metal, que marcan el rango familiar y que va a depender del estatus
social del marido.
El de la primera esposa, que lleva el peso de la familia, de
la economía y participa en todas las decisiones, es de metal y cuero con una
protuberancia en forma de falo truncado en su parte delantera; mientras que las
de la segunda, tercera o cuarta solo son de metal.
El acontecimiento social más celebrado por los
Hamer, y uno de sus características diferenciadoras, es la ceremonia del
llamado Ukuli Bula -el salto del toro-, ritual este que también tienen otras
tribus vecinas, como los Banna, Bashada o Karo.
La compleja ceremonia es el ritual de iniciación de los jóvenes, el paso de la pubertad a la edad adulta, el que permite ser miembro de pleno derecho en la jerarquía social de la tribu, el que lo capacita para poseer ganado, casarse y tener hijos.
La compleja ceremonia es el ritual de iniciación de los jóvenes, el paso de la pubertad a la edad adulta, el que permite ser miembro de pleno derecho en la jerarquía social de la tribu, el que lo capacita para poseer ganado, casarse y tener hijos.
Ceremonia que comienza un mes antes y concluye
al mes siguiente del gran día. Durante el mes previo sólo se puede alimentar de
leche, sangre y miel, y se entrena con obstáculos que pueden ser similares,
pero nunca vacas. Superada la prueba, debe de estar otro mes en soledad en el
campo, defendiéndose de los peligros y alimentándose como pueda. Sólo entonces
queda probada su hombría y será un ciudadano maduro.
El momento y lugar del ritual lo determinan los
padres, que suele coincidir con el acabado de las labores de la cosecha.
Momento en el que el joven va a las aldeas colindantes a invitar a todos al
evento. La selección de las vacas, un mínimo de seis, la realizan los ancianos
de la aldea de tal manera que el tamaño sea muy similar.
Las grandes animadoras de la ceremonia son las
mujeres. Las jóvenes casaderas, con sus mejores galas, las espadas desnudas y
unos grandes cascabeles en la cintura y por debajo de las rodillas, danzan y
provocan a jóvenes que han superado ya la prueba, solicitándoles que les azoten
con las varas finas que ellos llevan. Con esa petición demuestran su valor y
fortaleza física, haciéndose así merecedoras del amor del joven, que requiere que sus mujeres sean fuertes. Cuantas más
cicatrices tenga, más respetada será.
En la prueba el aspirante, totalmente desnudo y
rasurado, debe de saltar sobre la
primera y correr hasta cuatro veces por la hilera de al menos seis vacas, en
sentidos de ida y vuelta. Si se cae lo podrá intentar otras dos veces. Si no lo
consigue será considerado un símbolo de
mala suerte, que conlleva la frustración de las chicas que suelen increparlo y
repetir todo el proceso al año siguiente.
Los Hamer tienen además otra cruel tradición. La
de sacrificar a recién nacidos si son consideran que son malditos, como por ejemplo ocurre cuando la madre aún no está casada y desconoce quién es el padre, o en el caso de que nazcan gemelos. La forma es igual de cruel, no dudan en arrojarlos vivos al río, arrojarlos a las hienas o asfixiarlos en arena.
Tradición basada en que la tribu es un grupo, una "manada" dónde importa lo colectivo y no lo individual, y no se tolera elementos considerados malditos, que puedan acarrear consecuencias negativas.
Tradición basada en que la tribu es un grupo, una "manada" dónde importa lo colectivo y no lo individual, y no se tolera elementos considerados malditos, que puedan acarrear consecuencias negativas.
Con motivo del viaje realizado a Etiopía en
febrero de 2020, hemos tenido la posibilidad de visitar una aldea Hamer. En
concreto el visitado fue uno de nombre Logio. Y que complementa la visita
realizada por la mañana a sus vecinos, los Mursis.
El protocolo a realizar es el mismo que las
otras efectuadas. Las hay que programar previamente contratando un interlocutor
ante ellos, y abonar 200 birr por cada cámara fotográfica o teléfono en su
defecto, lo que permite inmortalizar todo lo que se desee. Es decir nada nuevo.
La visita confirmó todos los antecedentes leídos
previamente y escuchados a nuestro eficiente guía. Los Hamer son los que más
cuidan su imagen, son los coquetos de las etnias y tribus del gran Sur etíope,
aprovechan al máximo lo que la naturaleza les da para mostrar una imagen cuidada
y diferenciadora del resto de sus vecinos, que en muchas ocasiones son su
envidia.
La diferencia entre hombres y mujeres es
manifiesta, siendo la altura media de ambos considerable. Los hombres son más
fibrosos y delgados.
Mientras que ellas tienen cuerpos fornidos, desbordan energía, con una piel tersa de un negro intenso, en la que resaltan las enormes cicatrices y bultos de sus espaldas, orgulloso fruto del azotamiento recibido durante las ceremonias del salto del toro. Ver para creer. Sobran comentarios.
Hombres que siempre van de un sitio a otro con su "borkota", los pequeños taburetes de madera que utilizan tanto para sentarse como
para apoyar la cabeza.
Mientras que ellas tienen cuerpos fornidos, desbordan energía, con una piel tersa de un negro intenso, en la que resaltan las enormes cicatrices y bultos de sus espaldas, orgulloso fruto del azotamiento recibido durante las ceremonias del salto del toro. Ver para creer. Sobran comentarios.
El protagonismo, y creo que además son
mayoritarias, es para las mujeres. Ellas y los niños fueron las que acudieron a
nuestro encuentro para fotografiarse, mientras que los pocos hombres visibles
permanecían sentados tranquilamente observando el espectáculo de los farengei ávidos
de inmortalizar todo lo que se movía en el entorno.
No sé si es porque algunos
de los hombres y jóvenes no había llegado aún de sus labores de pastoreo, o que
la supremacía numérica de las mujeres es real, me dio la impresión que superan
en mucho a los hombres.
La estructura del poblado sigue los cánones de
sus vecinos, aunque con chozas más voluminosas y el espacio vallado. Estructuras circulares de unos tres metros de alto, aproximadamente, cuyas paredes son
palos verticales muy pegados entre sí, siendo los tejados de pajas y otros
elementos del entorno superpuestos entre sí. Dan una imagen de consistencia, y el entorno está vallado con un cierre de palos enramados, lo que le da al poblado una cierta privacidad.
Como en el resto de poblados, este cuenta con un
altísimo número de niños, que ya aprenden la lección de supervivencia a costa
del turista a la vez que aprenden a andar.
Es llamativo el sentido familiar que
tienen desde que nacen, y como los hermanos protegen o más bien se hacen cargo
de sus menores.
Niños cariñosos, de sonrisa fácil y agradecida,
encantados de recibir todo aquello que les pueda caer de los visitantes.
Como
fue el caso del niño al que Estela le dio su pulsará de tela de su San Antoniu
de Cangues, que lució orgulloso.
Como curiosidad, me ha llamado altamente la
atención la existencia de un tobogán y la estructura de un columpio en el
poblado. Algo que no habíamos visto hasta ese momento, ni en los poblados, ni
siquiera en las poblaciones de referencia, solamente en nuestra visita a Mulu
Maternidad. Si fue sorprendente para nosotros, no quiero pensar en que fue para
ellos cuando lo colocaron.
Otra curiosidad, y diferencial con respecto a
sus vecinos, es que en ningún momento intentaron realizar venta alguna de las
elaboraciones de artesanía, que suponga realizan, algo que dimos por hecho que
pasaba en todos los poblados que se visitaban. Ni tampoco nos deleitaron con
sus bailes y canciones. Solo se juntaron y posaron, aunque con miradas frías e indiferentes. Sin duda tienen la lección
bien aprendida.
Ya de camino al hotel dónde nos alojaríamos en Turmi,
en un día en que habíamos visitado a las dos tribus, posiblemente de
referencia, y más numerosas del valle, los Hamer y los Mursis, uno hace se va
con sensaciones agridulces.
Satisfacción por realizar un visita que permanecerá en mi retina mucho tiempo. Que me ha permitido un retroceso en el tiempo, a uno que poco difiere -salvo por algún signo externo- de hace muchos, muchos siglos, un viaje a la África salvaje.
Poder comprobar la paradoja que la cuna de la humanidad sigue casi anclada en un pasado difícil de imaginar. En una Etiopía que aquí tiene su segunda cara, la que vive de espaldas al mundo, dónde las costumbres y tradiciones permanecen inmutables desde hace muchos siglos, que bien se podría considerar un "paraíso envenenado".
Sentirme privilegiado por visionar algo que dudo sea posible a muy corto plazo, y ello sin considerar que no hemos visionado la ceremonia del "salto del toro", circunstancia que algunos viajeros si lo han podido hacer.
Pero irme con la convicción de que las etnias y tribus que habitan el valle bajo del río Omo lo único que tienen es pasado, dónde están anclados.
Y que las generaciones más jóvenes no van a tener una vida diferente a la de sus padres, en una tierra áspera y árida, en la que la miseria y la pobreza distorsiona los sentidos, aunque ellos posiblemente no sean conscientes del infierno en que viven.
O la tendrán aún peor, ya que van camino -sino lo son ya- de ser parques temáticos humanos, de ser meros especímenes objeto de ser fotografiados con su consentimiento, a cambios de unos dineros que les permiten sobrevivir sin necesidad de hacer los desagradables trabajos ancestrales de sus progenitores. El dinero fácil está cambiando sus costumbres, aunque uno piense que no sabe que puede ser mejor.
Sentirme privilegiado por visionar algo que dudo sea posible a muy corto plazo, y ello sin considerar que no hemos visionado la ceremonia del "salto del toro", circunstancia que algunos viajeros si lo han podido hacer.
Pero irme con la convicción de que las etnias y tribus que habitan el valle bajo del río Omo lo único que tienen es pasado, dónde están anclados.
Y que las generaciones más jóvenes no van a tener una vida diferente a la de sus padres, en una tierra áspera y árida, en la que la miseria y la pobreza distorsiona los sentidos, aunque ellos posiblemente no sean conscientes del infierno en que viven.
O la tendrán aún peor, ya que van camino -sino lo son ya- de ser parques temáticos humanos, de ser meros especímenes objeto de ser fotografiados con su consentimiento, a cambios de unos dineros que les permiten sobrevivir sin necesidad de hacer los desagradables trabajos ancestrales de sus progenitores. El dinero fácil está cambiando sus costumbres, aunque uno piense que no sabe que puede ser mejor.
MÁS INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. ARTÍCULOS SOBRE ETIOPÍA.
** Dirección: C / Barcelona, 6, 5º D. 28940 Fuenlabrada. Madrid.
Presidenta: Yeshi Beyene Hagos. Teléfono: 669-750-383.
Vicepresidente: Diego Caballo Ardila. Teléfono: 616-470-139.
Correo electrónico: ayme.ongd@gmail.com
** Enlace vídeo de la creación de AYME:
** Guía en Etiopía: Eshetu Fanta. Email: salvavidas.fanta@gmail.com Teléfono: +251 911603107
“Y
en el sur ¡no hay nada! ¡Nada está previsto! El sur ofrece el aspecto de un
marasmo, enfangado, desarrapado, negro de moscas”. Un confidente a Ryszard
Kapunscinki (1932 -), escritor polaco, en su libro “El emperador”.
Interesante y para seguir reflexionando....
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