lunes, 25 de mayo de 2020

Museo arqueológico Nacional de Etiopía.

Sito en Addis Abeba, en él se expone la herencia arqueológica, artística, cultural, etnográfica e histórica del país, incluida Lucy, la abuela de la humanidad.

La República Democrática Federal de Etiopía, esta formada por ocho Estados y 3 Ciudades Autónomas. Addis Abeba es una de esas Ciudades, la capital del Estado de Oromiya, la de la República y la diplomática de la Unión Africana.
Fundada en 1886 por el entonces rey de Showa, y posteriormente emperador Menelik II, a petición de su esposa la emperatriz Taytu, su nombre en amárico significa “Flor nueva”, en honor a la mimosa, no vista en otros lugares de Etiopía.
Capital desde 1888, es la tercera ciudad más alta del mundo, situada a 2.500 metros de altitud, ocupa una extensión de 540 kilómetros cuadrados, y su población supera los seis millones de habitantes, en la que conviven hasta 82 etnias que practican religiones diferentes, de los que el 60 % son cristianos ortodoxos.
La ciudad acoge el mayor número de museos del país: el Etnográfico, el de la Catedral de San Jorge, el de la iglesia de la Virgen María, el de historia natural, el de Addis Abeba o el Arqueológico Nacional, son algunos de su oferta museística.





De todos ellos, el más importante y referente es el MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL DE ETIOPÍA, sin duda por albergar los restos de Lucy, el esqueleto del homínido que caminaba erguido más antiguo del mundo.




Creado en 1952, se encuentra en el centro de la ciudad, en el entorno del edificio de postgrados de la Universidad, del Teatro Nacional, del Banco Nacional y del hospital Black Lion, en un moderno edificio de hormigón, rodeado de amplios jardines.





En los que se encuentran diseminados diferentes esculturas e incluso un vehículo de la década de la fundación del Museo.







En este se expone la herencia arqueológica, artística, cultural, etnográfica e histórica del país, a través de variadas colecciones temáticas.






El país fue la segunda nación del mundo en adoptar el cristianismo como religión oficial, después de Armenia. Cuenta con antecedentes de más de 3500 millones de años de vida, pudiendo afirmarse que los homínidos, los abuelos del hombre moderno, dieron aquí sus primeros pasos, y dónde los científicos ubican los orígenes de nuestra especie.





Gran parte de los restos que verifican está afirmación se encuentran en el Museo, que guarda los hallazgos arqueológicos más preciados del país.





Su gran joya la copia del esqueleto de Lucy, el homínido que caminaba erguido más antiguo del mundo, hace más de 3,500 millones de años, estando el original en la caja fuerte de la institución.





En la planta sótano, es dónde se encuentra el espacio con los murales, paneles y vitrinas que en él están depositados. 






En ella están expuestos los esqueletos de un “clororapitecus abisinio”, el nexo de unión más antiguo y a la vez cercano con los gorilas. Después el del “ardipitecus ramidus”. Al que sigue el de Lucy, siguiendo el salto evolutivo con la familia del “austrlopiteco”, los “homo” y termina en el “homo sapiens”.





La que ya llaman “la abuela de la humanidad”, es un conjunto de fragmentos óseos del homínido de la especie “Australopithecus afarensis”, descubierto en Haddar, en el tramo final del río Awash, en la región de Afar, en el gran valle del Rift, de dónde toma la denominación afarensis, en 1974. Región en la que ya se han encontrado más de 250 fósiles de 17 individuos diferentes.





Está considerado por uno de sus descubridores, como “el esqueleto más completo, mejor preservado, de cualquier antepasado de los humanos que caminara erguido jamás hallado”. Su hallazgo ha obligado a los científicos a replantearse las teorías sobre la especie humana.





Tres vitrinas están dedicadas al descubrimiento más fabuloso de la paleo antropología y que situó a Etiopia como cuna de la humanidad. La que contiene una réplica de los huesos descubiertos; la que contiene todo el esqueleto, resaltando los desenterrados y la de una reconstrucción de cómo podía ser.






El espacio expositivo se complementa con un buen número de restos humanos: cráneos, dientes y huesos, de diferentes ejemplares que trazan la línea evolutiva humana de más de diez millones de años.






En su planta baja, la de la entrada, y sala central del edificio, un gran mapa de Etiopía con las principales ciudades y elementos más representativos de las mismas, da la bienvenida al visitante.





El primer ministro de Etiopía, el ingeniero informático, militar y estadista, Abiy Ahmed Ali, cuenta con espacio propio. Un par de desplegables, y la vitrina que acoge el nombramiento y la medalla que le fue entregada el 11 de octubre de 2019, como Premio Nobel de la Paz, allí se encuentran expuestos. Abiy fue nombrado por haber logrado la paz y la cooperación internacional y en particular por su contribución a la resolución del conflicto bélico con Eritrea.





Las vitrinas situadas en los laterales de la gran sala, acogen muestras cerámicas, de bronce e hierro de la primigenia capital Axum y de otros lugares del país de los siglos III al VII antes de Cristo.







Así como otras posesiones de la realeza etíope. Una réplica del emblema histórico de los emperadores y que figuró hasta 1995 en la bandera nacional, el “León de Judá”, luce de manera destacada.






De emperadores se muestra la sombrilla de Menelik, el escudo y armas de Tewodros, el trono de la emperatriz Zewditu, o la escultura de la figura a caballo y el trono utilizado por el último emperador Haile Selassie, depuesto en 1974.







Trono que es el otro ícono del Museo y posiblemente el elemento más fotografiado del conjunto. Y cuyas dimensiones sorprenden, sobre todo por la estatura que tenía el emperador -1,57 metros-.





El centro de la planta, a modo de plaza que se divisa desde las plantas superiores, está ocupado por una plataforma de dos triángulos superpuestos con diferentes imágenes y fotografías de país.





En la primera planta, en el lateral que da a esa plaza, se exponen grandes cuadros de retratos de personalidades de la historia del país.





En su espacio se exponen una buna colección de grandes cuadros modernos y tradicionales de gran colorido, con diferentes contenidos. 





En los que no falta el que cuenta la leyenda de la reina de Saba. Curiosa leyenda en la que la reina, que vivía en tierras etíopes, va a visitar al rey Salomón a Jerusalén, del que quedo embarazada. A su vuelta dio a luz a un hijo al que llamo Menelik, quien fue el fundador de un linaje emperadores etíopes, descendientes todos ellos de la reina, que se sucedieron interrumpidamente  hasta 1974.





Esculturas, vestimentas y otros elementos museísticos, de diferentes períodos de la humanidad, procedentes de diferentes lugares y regiones de Etiopía, se exponen también en ella.





La tercera planta, y última, está dedicada a la historia moderna y etnológica etíope. En grandes vitrinas se exponen todo tipo de artilugios, en una extraña combinación, que incluye material de las tribus más conocidas del gran Sur etíope. 






Grandes fotografías, joyas, ropaje tradicional de las diferentes etnias y regiones, herramientas de trabajo del campo, instrumentos musicales o de transporte de material forman parte del material expositivo.





Museo que hemos visitado en febrero de 2020, con motivo del viaje humanitario-turístico realizado al país. Un alto número de artículos y escritos sobre el país, aconsejan su visita, en nuestro programa estaba incluido, y realmente lo considero un acierto.





Lo visitamos en nuestro primer día, de hecho fue la primera visita cursada. Sólo por la exposición de los maravillosos descubrimientos paleoantropólogos, ya merece la visita.






Algunos no son originales, pero eso es lo de menos, me quedo con que gracias a ellos sabemos algo más de nuestra historia, y de quien procedemos. Y están aquí en un país cargado de historia, pero también de miseria y necesidades, y eso me hace valorarlo más. En un mundo global y cargado de intereses de todo tipo, que esa riqueza esté en el país dónde se descubrieron, es muy de agradecer. Cada país debe de tener lo que es suyo.





Sobre el resto del material museístico, me ha parecido muy ilustrativo, con una clara orientación didáctica. Y el visitante se lleva una pequeña pincelada de la historia y realidad de uno de los primeros países de la civilización, que en caso de ser extranjero le pueden servir para las visitas que realice. Las grandes cristaleras, quizá restan vistosidad al contenido, pero sino es así dudo que su nivel de conservación fuese el que es.






El pero que le pongo es el mantenimiento de las instalaciones, dudo que en sus 68 años de funcionamiento se haya hecho alguna acción para que las mismas estén como se merecen. Paredes, ventanas, moquetas, incluso alguna vitrina están necesidades de un buen mantenimiento y de cambios en algunos de ellos.









MÁS INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. ARTÍCULOS SOBRE ETIOPÍA.


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** Guía en Etiopía: Eshetu Fanta. Email: salvavidas.fanta@gmail.com Teléfono: +251 911603107
** Fotos no firmadas, de compañeros del viaje.



“Nuestro señor se sentaba en el trono y, una vez hecho esto, yo le colocaba un cojín debajo de los píes. Esta operación debía de realizarse sin la más mínima demora a fin de que no se produjera un momento en que las piernas del Honorabilísimo Monarca quedasen colgando en el aire. Todos sabemos que Nuestro Señor era de baja estatura y que, por otra parte, el cargo que ostentaba requería que mantuviera una superioridad ante sus súbditos también en un sentido estrictamente físico…… cincuenta y dos cojines tenía yo en mi almacén”. El porta-cojín del emperador Haile Selassie, en el libro "El Emperador" de Ryszard Kapuscinski.

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