Amara es uno de los ocho Estados
en los que junto con tres Ciudades Autónomas, está dividida la República
Democrática Federal de Etiopia, cuya superficie total de 1.133.000 kilómetros
cuadrados es equivalente a las de España y Francia, por ejemplo.
Su capital es Bahar Dar, situado
en el denominado altiplano etiope, con altitudes que van desde los 700 a los
4620 metros, cuenta con una extensión de 161.828 kilómetros cuadrados, su
lengua oficial es la aramiña y su población perteneciente mayoritariamente a la
etnia amara y practicantes del cristianismo copto supera los 28.000.0000 de
habitantes.
La región y Estado de Amara han
sido la base histórica de la unidad de Etiopía, desarrollada durante la época
imperial, siendo ciudades de la misma capital del Imperio durante siglos.
Si Bahar Dar -a la orilla del
mar, en aramiño- es su capital, Gondar es la referencia histórica y cultural. Capital
imperial desde 1632 a 1855, es conocida como el “Camelot africano” por su
imponente y maravilloso conjunto imperial de estilo medieval “Fasil Gebbi”,
declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 1979.
Gondar. Historia viva de Etiopía.
Gondar. Historia viva de Etiopía.
En la actualidad ambas siguen
siendo de las más importantes del país, ocupando por número de población Gondar
el cuarto lugar y Bahar Dar el séptimo, siendo dos de los destinos turísticos
más importantes del único país no colonizado de África.
Distantes 183 kilómetros, están
comunicadas por la carretera A-3, independientemente de que ambas están dotadas
de aeropuerto.
El trayecto por carretera es toda
una experiencia para los occidentales, que permite conocer parte de la región
histórica y dominante etíope, y sus connotaciones económicas y sociales. Y más
si es de las primeras que se recorren, como ha sido nuestro caso.
Lo primero que uno aprende es que
las distancias en Etiopía no se miden en kilómetros, sino en el tiempo que se
tarda en recorrerlos. Con esta premisa, nos predisponemos a sufrir lo menos
posible las cuatro horas de loca conducción que se tarda en realizar lo que en
condiciones normales no llega a la hora y media.
La carretera asfaltada y con buen
firme en su práctica totalidad, rodea todo en más de un 50 % el margen
izquierdo del lago Tana, el más grande de los muchos existentes en el país con
85 kilómetros de largo, 65 de ancho y una superficie de 3.600 kilómetros
cuadrados, aunque apenas se divisa.
Salva los 382 metros de altitud,
que tiene de más Gondar (2.200 metros) de Bahar Dar (1802 metros), y pasa por
las ciudades de Werota, Addis Zemen y Azezo. Recorriendo un territorio
considerado como el “granero de Etiopía”, dado que en épocas de lluvia se
recolectan hasta tres cosechas, en las que el arroz es su plantación más
extendida.
Época que va de septiembre a
diciembre, en el que el paisaje debe de distar mucho del visionado por nosotros
el 17 de febrero de 2020, que era un campo casi sin vida, con tierra seca e
impresión de pobre. Interrumpido por algunos animales en lucha por conseguir
algo de pasto, y por el rosario de míseras chabolas de cañas de eucalipto
–algunas con paredes de barro- y techo
de Uralita o en el mejor de los casos chapa.
Sensación que se fue
incrementando según iban cayendo los larguísimos kilómetros, en los que
estuvimos en gran parte más preocupados del quehacer del conductor del autobús,
que a una muy alta velocidad, nos sorprendía con su habilidad para sortear los
burros, vacas, ovejas, niños y artilugios rodantes que hacían suya la
carretera, sin importarles el importante transito de vehículos y camiones.
Y es que el primer desplazamiento
largo en carretera, nos permitió ver la realidad etíope rural, cuya vida está a
la vera de las carreteras como si el resto del terreno no existiera. El
trasiego de gentes cargados con lo más insospechado, sobre todo las mujeres, y
de animales en todas las direcciones, junto a las humildes construcciones –por
darles algún calificativo- es la visión generalizada de los viajes.
Antes de llegar a la ciudad de
Addis Zemen, más menos a mitad del recorrido, la carretera hace un giro de
cuarenta y cinco grados para ascender el desnivel más alto de la misma.
Y es
aquí dónde surge lo más sorprende del trayecto, una peculiar formación rocosa
que se levanta en la ladera derecha de la carretera, que es el hito entre ambas
ciudades.
La gran roca de más de cien
metros de altura, que emerge solitaria como saliendo de la tierra entra
montañas, es llamada en la zona “EL DEDO DE DIOS”, por la similitud que tiene
con un dedo alzado, sobre todo desde la distancia.
El punto es casi parada
obligatoria, que se agradece después de más de dos horas de tensión en
carretera. En ella fuimos abordados, como preveíamos, por la chiquillería que
vive en las chozas situadas a los pies de la mole, ávidos de obtener algún
dinero o regalo de los extranjeros.
Ya con el atardecer, más bien
noche, y con la miseria, condiciones de vida y mínimo futuro de estas
criaturas, arribamos a Gondar para satisfacción general, superado con éxito el
primer “rally” que nos tocaría vivir en el exótico y ancestral país africano.
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Presidenta: Yeshi Beyene Hagos. Teléfono: 669-750-383.
Vicepresidente: Diego Caballo Ardila. Teléfono: 616-470-139.
Correo electrónico: ayme.ongd@gmail.com
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** Guía en Etiopía: Eshetu Fanta. Email: salvavidas.fanta@gmail.com Teléfono: +251 911603107
** Fotos no firmadas, cedidas por compañeros de viaje.
“A falta de otra prueba, el dedo pulgar por sí solo me convencería de
la existencia de Dios”. Isaac Newton (1643-1727) físico, teólogo y matemático
inglés.
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