El estado de las Naciones,
Nacionalidades y Pueblos del Sur, es uno de los ocho que junto a tres ciudades
autónomas, conforman desde 1995 la República Democrática Federal de Etiopía.
Situado al sur
del país, su extensión es de 118.050 kilómetros cuadrados, apenas un diez por ciento del total del país, cuenta
con una población superior a los 14.000.000 habitantes, su altitud va de los
500 a los 4500 metros, limita con Kenia y Sudán del Sur y su capital es Awasa.
Multiétnico, su nombre es una combinación genérica para definir a la amalgama de etnias y poblados del sur y suroeste etíope, limitrofe con Kenia y Sudán. En él conviven alrededor de 45 grupos étnicos-lingüísticos, de los cuales ninguno llega al 20 % de su población.
Arba Minch, que en amárico
significa “cuarenta fuentes”, capital
de la antigua región Gamo Gofa, es una de sus ciudades más importantes, y uno
de sus epicentros turísticos. Situada a 510 kilómetros de la capital Addis Abeba,
es considerada como la puerta de entrada al mundo tribal que habitan los valles
del Rift y del Omo, constituyendo para muchos la última referencia del mundo
civilizado antes de adentrarse en el ancestral de las etnias que habitan el
Gran Sur etíope.
Al noroeste de la ciudad,
distante 35 kilómetros se encuentra el monte Guge, cuya altitud máxima es de 2.900
metros. Hábitat natural de los “DORZE”, grupo étnico con lengua propia –la
dorze- formado por doce aldeas y una población que apenas supera las 70.000
personas –a fecha 2020-.
En el pasado pueblo guerrero, en
la actualidad comparten su actividad ganadera y agricultora con la textil y el
turismo. Preservando sus tradiciones, costumbres y estilos de vida, la etnia ha
sido de las que más, o la que más, se ha modernizado y adaptado a los nuevos
tiempos de todas los existentes en el “auténtico museo vivo” que es el Gran Sur
etíope.
La primera gran diferencia con el
resto de sus vecinos son sus chozas, diferentes
de todas las que se puedan ver tanto en el Sur como en el resto del país, son
tan peculiares, que se puede decir que son únicas en el mundo.
Por
su característica protuberancia en su parte delantera, y por sus dos agujeros
en la parte alta que permiten la salida del humo, que recuerdan la cabeza de
los paquidermos, con su trompa y ojos, son llamadas CASAS ELEFANTE.
Construcciones
compuestas por enormes y sólidas estructuras de mástiles de madera o bambú,
separados por tabiques de bambú trenzado, en forma de colmena, que sobrepasan
muchas de ellas los 12 metros de altura.
De
techos abovedados, compuestos por cúpulas convexas uniformes e irrompibles, que
se extiende hasta el suelo, esta realizada con el denominado “ensete”,
grandes hojas de la falso banano entrelazadas con mucha maña, que evitan el
paso del sol y de la lluvia.
Particular
método de construcción, que se complementa con el cierre del entorno de las
aldeas con un vallado formado por las hojas del falso banano entrelazadas, su
principal cultivo.
El falso
bananero, el “Ensete Ventricosum”, también conocido como
“ensete”, pertenece a la familia de las musáceas, es nativa del altiplano
africano y se desarrolla principalmente en bosques y zonas húmedas. De enormes
hojas, que se derivan de un tallo, a diferencia del banano no produce frutos
como ese, pero es una importantísima fuente de alimento.
Para los Dorze
forma parte de su vida, es fundamental en su día a día, en su sustento
alimenticio y de él lo aprovechan todo. Tres son los principales subproductos
alimenticios que de él se sacan: el amicho -la raíz-, la bulla –líquido
fermentado- y el kocho –torta que hace las funciones de pan-, así como el
“arake”, el aguardiente que obtienen de su destilación.
Con sus hojas
construyen las mencionadas casas y el vallado de las aldeas y con sus fibras elaboran sacos y sombreros. Fibras, que en la
actualidad, son utilizadas también como base para la industria fabricadora de
papel.
Su actividad industrial
complementa sus principales peculiaridades diferenciadoras. La calidad de sus
tejidos les han dado merecida fama a nivel nacional, ellos son los elaboradores
de la SHAMMA, la túnica tradicional etíope.
Si el ensete es su principal
cultivo, el del algodón no lo es menos. De ellos se abastecen los talleres textiles
familiares para elaborar sus piezas, utilizando tinturas naturales para su
teñido. A sus coloridas “shamma”, se suman los “gabis”, prendas más gordas que
se usan como ponchos o mantas, y sus sombreros de múltiples tonalidades, como
principales elaboraciones. Trabajo que compaginan hombres y mujeres en perfecta
conjunción, los hombres tejen, mientras que las mujeres hilan.
La comercialización de su
producción, que les ha obligado a un trato directo con personas ajenas a su
etnia y a las del entorno, ha sido posiblemente la base de una nueva actividad
que les reporta también importantes recursos económicos: el turismo.
Con motivo del viaje realizado a Etiopía, he tenido la posibilidad de visitar una aldea Dorze, de nombre Bodo, el 21 de febrero de 2020, siendo la primera de las cinco etnias tribales del Sur visitadas.
Con motivo del viaje realizado a Etiopía, he tenido la posibilidad de visitar una aldea Dorze, de nombre Bodo, el 21 de febrero de 2020, siendo la primera de las cinco etnias tribales del Sur visitadas.
Las
visitas a las etnias y tribus son la base turística del gran Sur etíope. Cada
una de ellas, bajo el mando del jefe tribal, muestra sus elementos
diferenciadores para captar visitantes y obtener con ellos un importante dinero
para su maltrecha economía. Están programadas, y en mayor o menor medida,
muestran en todas las ocasiones lo mismo, que no es otra cosa que lo poco que
tienen.
Una vez vistas todas, uno se queda con la sensación de que los Dorze han entendido mejor lo que es la actividad turística, que están acostumbrados a recibir visitas. En alguno de sus poblados cuentan con chozas acondicionadas como alojamientos para visitantes, circunstancia que no creo o no hemos visto existan en ninguna otro tribu, y todos sus miembros participan para dar a conocer sus costumbres y tradicionales.
Una vez vistas todas, uno se queda con la sensación de que los Dorze han entendido mejor lo que es la actividad turística, que están acostumbrados a recibir visitas. En alguno de sus poblados cuentan con chozas acondicionadas como alojamientos para visitantes, circunstancia que no creo o no hemos visto existan en ninguna otro tribu, y todos sus miembros participan para dar a conocer sus costumbres y tradicionales.
Todo
ello sin olvidarse que el nivel de miseria y pobreza sigue siendo muy alto, y
que los niños son igual de pedigüeños que sus colegas de otras etnias, aunque
estos me parecieron más comerciales, y con más espíritu vendedor.
Vista
en retroceso, lo que muchos pueden calificar de turisteo puro y duro, uno se
queda con la sensación de haber visitado una especie de “parqué temático”,
dónde todo esta perfectamente organizado, y dónde cada miembro de la comunidad
desempeña su rol.
El acceso al territorio Dorze se realiza, entendiendo que es el más directo, a través de una mal llamada carretera polvorienta de tierra y piedra totalmente irregular, que sale de Arba Minch y que va salvando un importante desnivel, que en nuestro caso parece ser fue de casi mil metros.
En
su trayecto, hemos podido disfrutar de alguna de las maravillosas vistas del
entorno de Arba Minch y del cercano Parque Nacional de Nechisar, así como de la
exuberante riqueza arbórea, floral y paisajista de las montañas Guge.
Pero también que es territorio dónde la pobreza tiene asentada su base, con la visión de niñas, mujeres y ancianas que transportan importantes cargas de madera a sus espaldas.
Y lo que nos llamó mucho la atención, y luego fue bastante repetitivo, es como los niños intentan captar la atención de los visitantes haciendo diabluras y saltos en mitad del camino, esperando les caiga “algo” por las ventanillas.
Pero también que es territorio dónde la pobreza tiene asentada su base, con la visión de niñas, mujeres y ancianas que transportan importantes cargas de madera a sus espaldas.
Y lo que nos llamó mucho la atención, y luego fue bastante repetitivo, es como los niños intentan captar la atención de los visitantes haciendo diabluras y saltos en mitad del camino, esperando les caiga “algo” por las ventanillas.
Una
vez llegados al poblado, un miembro de la comunidad ejerce de introductor y
guía del grupo de visitantes. Al que siguen un numeroso grupo de niños que no
paran de intentar vender algo de su muestrario. Él es el encargado de ir
mostrando lo que es la aldea, sus costumbres y tradiciones, siguiendo un
perfecto orden.
Sus
peculiares chozas, las llamativas “casas elefante” son lo primero que muestran.
Es sin duda su gran elemento diferenciador estético, y son conocedores de ello.
Realmente son singulares, con un aprovechamiento máximo de los recursos del
entorno.
Sorprendente para el que suscribe, fue observar que en una comunidad “relativamente avanzada” sus habitantes convivan aún bajo el mismo techo y altura que los animales, circunstancia que en otras tribus no se da, ya que los animales o están en el exterior o en establos. Bien es cierto que los Donzer apenas tienen animales, quizás esa sea la razón.
Sorprendente para el que suscribe, fue observar que en una comunidad “relativamente avanzada” sus habitantes convivan aún bajo el mismo techo y altura que los animales, circunstancia que en otras tribus no se da, ya que los animales o están en el exterior o en establos. Bien es cierto que los Donzer apenas tienen animales, quizás esa sea la razón.
Su
actividad textil también fue mostrada a la vez que las casas, con una mini demostración
de la misma con el funcionamiento de su rústico telar.
El
“kocho” es su principal sustento alimentario. Sorprendente elaboración,
totalmente desconocida y de la que no había leído ni oído hablar de ella en la
semana que llevábamos por tierras etíopes.
Se puede considerar un pan, en forma de torta, del que vimos todo su proceso desde principio a fin, aunque obviamente con la salvedad de que la pasta elaborada ya estaba fermentada.
Se puede considerar un pan, en forma de torta, del que vimos todo su proceso desde principio a fin, aunque obviamente con la salvedad de que la pasta elaborada ya estaba fermentada.
Vista
la elaboración, llegó el momento de degustarla. Y para ello nos pasaron a un
recinto habilitado para visitantes. Un cobertizo con mesas y sillas decoradas
con “gabis” nos esperaba.
Allí pudimos lo pudimos degustar, con el acompañamiento de una salsa picante muy especiada y/o miel.
Allí pudimos lo pudimos degustar, con el acompañamiento de una salsa picante muy especiada y/o miel.
Pero
también su aguardiente, el “arake”. Que hicimos siguiendo una peculiar
ceremonia, repetida hasta en tres ocasiones. Un brindas en el que el maestro de
ceremonias gritaba algo que sonaba a un continuo “yo,yo,yo,yo,yo”, que debíamos
de repetir a coro para seguidamente apurar de un trago su sustento alcohólico.
El
espacio está perfectamente habilitado como tienda, con un amplio muestrario de
shammas, gabis y sombreros, que los niños complementan con collares y otras
piezas de artesanía. Como también lo está para mostrar su música y bailes
tradicionales.
Degustado
el arake, es el momento de uno y otro. Mientras unos intentan hacer la venta, familiares
y vecinos, incluidos los más pequeños, van haciendo su aparición para participar
en la mini fiesta que se va a celebrar.
Parece
ser que la música y los cantos, que realizan toda la comunidad, tienen muchas
similitudes con los pueblos pigmeos del África Central. Y dentro de su
repertorio, cuentan con unas especiales para las grandes celebraciones de las
fiestas de la Epifania y para el paso de adultos de los hombres.
Las
etnias etíopes son muy bailonas, y unas se diferencian de las otras por los
movimientos que hacen del cuerpo. Los Tigray mueven el cuello; los Amara los
hombros; los Otomo hombros y cintura; los Konso las rodillas; los Hamer los
píes y los Donzo las caderas. Y era el momento de verlo.
A
golpe de tambor y canto comenzó la ceremonia, que parece ser hacen cada
anochecer después de la ingesta del arake, de danzas y baile en base a
movimientos de cadera. A ella invitan, y hacen participes a los
visitantes. Ambiente festivo, de alegría y humor del que uno se contagia.
Históricamente
los Dorze religiosamente son animistas, aunque cada vez más con influencias del
cristianismo ortodoxo. Ello junto a su pasado guerrero, está presente en sus
fiestas y su exposición forma parte de la parafernalia y las pieles de animales
son utilizadas para que los turistas se las pongan.
Concluida la ceremonia festiva,
es el momento de dejar a los Dorze en su mundo, y asimilar las vivencias
percibidas. Un mundo muy diferente al de los occidentales, dónde la miseria y
la pobreza reina a sus anchas, compartiendo la alegría que transmiten sus
habitantes. El mundo es así de injusto.
MÁS INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. ARTÍCULOS SOBRE ETIOPÍA.
** Dirección: C / Barcelona, 6, 5º D. 28940 Fuenlabrada. Madrid.
Presidenta: Yeshi Beyene Hagos. Teléfono: 669-750-383.
Vicepresidente: Diego Caballo Ardila. Teléfono: 616-470-139.
Correo electrónico: ayme.ongd@gmail.com
** Enlace vídeo de la creación de AYME:
** Guía en Etiopía: Eshetu Fanta. Email: salvavidas.fanta@gmail.com Teléfono: +251 911603107
** Fotos no firmadas, cedidas por compañeros de viaje.
“Etiopía es una nación que se sustenta sobre los mitos más que sobre la
historia, una nación que viaja en el tiempo a caballo de la realidad y la leyenda”.
Javier Martínez Reverte (
1944 -) viajero, periodista y escritor español.
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