jueves, 3 de noviembre de 2022

Campo la Garita, en Cadavedo, Valdés.

Ubicado en la punta el Cuernu, en él se celebra la Fiesta de la Regalina, cada último domingo de agosto,  una de las fiestas más populares del Principado de Asturias.

El concejo de Valdés, en el occidente del Principado de Asturias, cuenta con una superficie total de 353,52 kilómetros cuadrados y una población de 11281 –censo de 2021-, limita al norte con el mar Cantábrico, al este con los concejos de Cudillero y Salas, al oeste con los de Navia y Villayón y al sur con los de Tineo y Salas.

Vertebrada en quince parroquias, seis de ellas están bañadas por el mar Cantábrico, una de ella es Cadavedo. Situada en la zona norte del concejo, a 18 kilómetros de la capital municipal, en la rasa costera limitando con el mar Cantábrico, enfrente de la sierra de Palancas, bajo la advocación de Santa María de Riégala, más conocida por la Regalina, aglutina los núcleos poblaciones de Cadavedo, Ribón y Villademoros. Ubicada a una altitud de 90 metros, cuenta con una superficie de 10,26 kilómetros y un censo poblacional en 2022 de 435 personas.

La localidad cuenta con un rico patrimonio, tanto monumental con un buen número de casas de indianos construidas por parte de los muchos emigrantes que salieron del lugar, como etnográfico con un censo cercano al centenar de hórreos y paneras.

Sin embargo la popularidad del lugar viene dada por la celebración anual de la festividad en honor de la Virgen de la Riégala, que se celebra en el denominado campo de la Garita, dónde se ubica la capilla bajo la advocación de la Virgen.




Ubicado en el extremo más norte de la localidad, el campo es en realidad un cabo que se adentra en el mar Cantábrico, llamado punta del Cuernu, dominando toda la rasa costera que va del cabo Vidio al de Busto. 


Antaño, entre los siglos trece y dieciocho la localidad fue una de las referencias del Cantábrico en la pesca de la ballena, siendo el sustento económico principal junto con la actividad agrícola. Siendo la punta del Cuernu, junto a los cabos de Vidio y Busto, tres de los principales miradores de la costa para divisarlas.




Siendo el epicentro de la actividad la playa de la Ribeirona, situada al oeste de la punta, al existir en ella varios hornos para quemar su piel y obtener su aceite, conocido como saín. Y porque al estar protegida entre altos acantilados que hacen que la dureza del Cantábrico sea menos agresiva que en mar abierto, en ella se desarrollo el método de tripulación a tres para capturar a los cetáceos, que posteriormente alcanzo fama a través de los navegantes vascos.




Al este de la punta, se encuentra la playa de Churin, de muy dificil acceso. 





Punta que a su vez es una magnífica atalaya para divisar los denominados óligos, los peculiares salientes de piedra que deja el mar Cantábrico en marea baja, y que se esparcen caprichosos en la rasa costera ubicada enfrente.




La Garita fue adquirido por la parroquia por iniciativa del entonces párroco el padre Galo, quien a su vez promovió la construcción de la capilla en honor de la Virgen en él. Construida en 1931, es un edificio de sencilla traza y unas dimensiones de unos 100 metros de superficie pintada en blanco y azul, techumbre de pizarra y coronada con una pequeña espadaña de una sola campana. Dividida en dos partes, con un pequeño pórtico abierto con techumbre soportado por cuatro columnas y el recinto religioso, que guarda la talla de la Virgen que aunque transformada originariamente podría ser del siglo XIV.




Campo en el que se ubican dos hórreos, uno en cada acantilado del cabo, sobre las playas de Churin y de la Ribeirona respectivamente. El primero, en el lado oriental, con un carro del país en su parte baja, y el segundo, en el occidental, con una pequeña explanada.




Junto al que domina la playa de la Ribeirona hay una plataforma, dónde bailan los grupos folklóricos en la Fiesta, que es anterior al hórreo. Su colocación se realizó con motivo de la grabación de unas escenas de la película “Con la vida hicieron fuego” en el año 1958 dirigida por Ana Mariscal, para que bailaran el grupo folklórico y filmarlo.




Complementando el recinto una fuente, que lleva desde 1985 el nombre de Jesús Pérez Abello, el vecino que ejercía de pregonero en la Fiesta durante más de cincuenta años, así como una serie de bancos ubicados estratégicamente para el disfrute visual que el lugar permite.




El campo es el lugar de celebración cada último domingo de agosto de la Fiesta de la Regalina, promovida también en 1931 por el padre Galo Antonio Fernández (1884-1939), oriundo de la localidad, a su vez escritor y estudioso del folclore local que firmaba con el seudónimo de Fernán Coronas, y en cuyo honor luce una pequeña lápida colocada en 1984 en el lateral derecho de entrada al interior de la capilla.




Fiesta declarada de Interés Turístico Regional en 1977, impregnada toda ella desde su creación de folclore y tradiciones locales que los lugareños no sólo han conseguido conservar, sino también convertir en una de las referencias festivas de estío asturiano.

El desfile desde el barrio de la Rapa hasta la Garita, de carros del país tirados por bueyes y personas ataviadas con el traje regional y los ramos de alfiladas –bollos de harina y nueces realizados según una receta italiana traída por el párroco de uno de sus viajes-; la solemne Misa seguida de la procesión con la Virgen; lectura del pregón en faliecha valdesana, el dialecto local; la entrega de los premios de poesía en honor al fundador; la interpretación de la danza prima del ramo escrita por Galo; los bailes tradicionales y la comida campestre, conforman esta peculiar Fiesta en un entorno natural idílico envuelta en las más genuinas tradiciones del Principado en general y del occidente en particular.

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