jueves, 30 de diciembre de 2021

Tarna, el pueblo casín marcado por los enfrentamientos bélicos.

Situado a una altitud de 996 metros, debajo del puerto del mismo nombre, vivió como pocos las diferentes guerras, siendo devastado durante al contienda civil española.

Caso es un concejo ubicado en la zona central oriental del Principado de Asturias, en la zona alta del valle del Nalón, río que nace en su territorio; limita al sur con la provincia de León, y con los concejos de Piloña, Ponga y Aller y Sobrescobio, al norte, este y oeste respectivamente. Abarca una superficie total es de 307,94 kilómetros cuadrados, incluida íntegramente en el Parque Natural de Redes –creado en 1996- reconocido como Reserva de la Biosfera por la Unesco en el año 2001; se vértebra en 10 parroquias y cuenta con una población de 1457 según el censo oficial de 2020.

La de Tarna, bajo la advocación de San Pedro, comprende la aldea y puerto de mismo nombre, ocupando una extensión de 31,03 kilómetros, y su censo poblacional en 2020 es de 56 vecinos. El pueblo, situado bajo el puerto y en la margen derecha del río Nalón que nace aguas arriba en la fuente de la Nalona, a escasos dos kilómetros, es con una altitud de 996 metros el núcleo poblacional más alto del concejo, de cuya capital dista 16 kilómetros.




Enclave de paso estratégico, posiblemente poblado ya en la era prerromana, su primera referencia data de 1142, cuando el rey Alfonso VII dona la casería de Tarna a su mayordomo Martín Díaz, uno de sus más cercanos administradores, para fundar allí un albergue que acogiera a los caminantes que circularán por el puerto a través de un “Camino Real”, que atravesó el pueblo hasta el siglo XX y comunicaba la Meseta con Villaviciosa.




En 1774 la localidad quedo devastadas por una violenta riada con árboles y rocas, que fue denominada como “argayu de los picones”, arrastrando todo lo que se iba encontrando a su paso, incluida la imagen de su patrón San Pedro que fue arrastrada hasta le vecina localidad de la Foz.

La localidad y puerto fueron también importantes testigos de las guerras de la Independencia y Carlistas, que también causaron tragedias y destrozos, con asentamientos de diferentes tropas en el lugar.

En los inicios del siglo XX Tarna no fue ajeno al fuerte fenómeno migratorio hacia las Américas, haciendo fortuna varios de sus vecinos que repercutieron parte de las mismas en la década de los años veinte, en diferentes construcciones privadas y comunales, como fueron el lavadero y las escuelas.




Pero lo que realmente marcó a la localidad fue la Guerra Civil, en la que la posición estratégica del puerto que comunica Asturias que estaba en poder de las fuerzas republicanas y León que fue tomado por los golpistas nacionales, siendo objeto la zona de fuertes combates que derivaron en la destrucción total de Tarna, que fue quemada por las fuerzas republicanas en su retirada el 7 de octubre de 1937. Su magnitud fue de tal que afecto a la mayor parte de su extensión, librándose únicamente la fábrica de la iglesia, las casas construidas en la ladera y las escuelas que coronan el pueblo.




En memoria de los defensores republicanos en la subida al puerto, en el lugar denominado la Forcada, desde la que se divisa la localidad, luce desde junio de 2006 la escultura “Melodía de la Esperanza”, obra del escultor asturiano Manuel Arenas Ramírez.



Acabada la guerra, el primero Servicio y posterior Dirección General de Regiones Devastadas (DGRD) fue creada por el jefe del Estado en 1938 para paliar el mutilado paisaje urbanístico que dejo la contienda civil española y su necesidad de reconstrucción material y moral. Iniciativas no exentas de un afán propagandístico, ya que uno de sus objetivos era favorecer a localidades que habían sufrido destrucciones de dimensiones excepcionales, sino también a aquellas que tenían un especial significado para el Régimen.




La localidad fue adaptada en el primero de los decretos, el del 9 de octubre de 1939 tras la visita que el Caudillo hizo a la localidad, en la que contemplando sus ruinas manifestó su intención y deseo de que fuera uno de los primeros en ser reconstruido en España. Pese a eso y a ser incluido en la primera lista junto a pueblos de gran nivel propagandístico en el imaginario de la época, las intervenciones se dilataron en el tiempo hasta los años sesenta, forzando a sus habitantes a vivir entre los escombros o a emigrar.




El proyecto de reconstrucción tuvo un gran protagonismo en la exposición de la DGRD en 1940, pese a que el organismo no se ocupo de manera directa de la reconstrucción hasta prácticamente los años cincuenta, a pesar de las múltiples quejas de los vecinos. Proyecto y obras de reconstrucción que duraron dos décadas,  cuya gestión fue realizada por diferentes entidades, pasando primeramente por el servicio técnico de Falange, y después por la Diputación provincial, la DGRD y finalmente concluidas por la dirección general de arquitectura a principios de los años sesenta.




Reconstrucción que también afecto a los pueblos vecinos de Pendones y La Foz, igualmente arrasadas durante la retirada. Plan que abarcaba inicialmente la construcción de 162 viviendas, de las que 70 serían en Tarna. Viviendas compuestas de un bajo con cuadro, baño, cocina y porche, y un piso con tres habitaciones, solana y tenada, divididos en dos tipos, en función de la posición frontal o lateral de la cuadra.




Las obras en la que se involucró directamente el Ayuntamiento con todo tipo de colaboración abarcaron varias décadas en dos tandas, no realizándose obra alguna entre los años 1941 y 51, siendo  primero la construcción de 33 viviendas, que se culminaron en tres fases diferentes y luego el resto, con importantes modificaciones del proyecto inicial. La mayor parte de estas viviendas se conservan en la actualidad con modificaciones propias del uso, como cerramientos, añadidos de pisos o intervenciones en sus fachadas, pudiendo identificarse fácilmente la mayoría de las construcciones iniciales.




Del mismo modo el trazado urbanístico de pueblo cerrado sigue manteniéndose prácticamente, al no haber experimentado crecimiento el pueblo. Concepto este basado en que para ser beneficiario de las viviendas, de acuerdo con la publicación oficial realizada en 1942, se requería ser vecino o estar destinado por el Estado al mismo y carecer de vivienda propia o haber sido destruida, fijándose de esta manera el número de viviendas asignadas.




De diseño rectilíneo, está compuesto por tres calles paralelas, con la iglesia de San Pedro, su edificación más emblemática. Construida tal cual hoy se conoce en 1926, erigida como una pequeña parroquial de tipo rural, que tuvo un papel prominente en la contienda civil sufriendo  pequeños desperfectos, al instalarse en ella el comedor de batallón de prisioneros en primer lugar y a partir de julio de 1938 el comedor infantil, limitándose la intervención a la reparación de cubiertas y pavimentos.




Robusto templo de piedra vista y techumbre de teja exterior y madera interior, con altar de tres piezas presidido por la talla de su patrón parroquial, y decorada con diferentes piezas y cuadros de imaginería católica. Entre las que destacan la talla de la patrona del Principado de Asturias, la Virgen de Covadonga, y la talla donada el 1 de mayo de 2005 por la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Álava. Con motivo del peregrinaje realizado en esa fecha, siguiendo el Camino con el que se relacionan estas tierras, por el que se cree aprovechando el camino real existente discurría el de Santiago que desde Álava se dirigía a Oviedo.





Como emblemáticas fueron sus escuelas, construidas en el año 1929 gracias a la financiación de la familia inmigrante de los Simones, en forma de U y compuestas por dos aulas con entradas independientes, una para niños y otra para niñas, y dos viviendas, una para cada maestro.

Emplazadas en la parte alta del pueblo, a la altura de la carretera en su margen derecho, fueron utilizadas para alojar a los batallones de prisioneros primeramente y posteriormente fueron utilizadas como viviendas por familias del pueblo, llegando incluso a instalarse un bar en las mismas. El edificio no se recupero para su fin hasta 1957, que se reconstruyo sobre los muros perimetrales primigenios.



No disfrutaron de larga vida y fueron destruidas en el año 2009,  en base a la existencia de daños estructurales y falta de actividad, sin opciones de rehabilitación y construyendo en su lugar un edificio contemporáneo concluido en mayo de 2010, para acoger el Centro de Interpretación del Urogallo, apodado por los vecinos como “tanatorio”, que nunca llegó a entrar en funcionamiento. En la actualidad, desde 2019, es utilizado como centro social.




Testigo mudo de su larga y conflictiva historia es su cementerio, construido en 1834, que se ubica en la zona baja del pueblo, lindante con el río Nalón que surca cerrando la localidad por su parte derecha.




Históricamente su economía se baso en el sector primario, en la agricultura y ganadería principalmente, al tener sus habitantes en propiedad y el privilegio de poseerlos por tiempo indefinido, los pastos y parte del terreno del puerto. Teniendo especial peso económico en el siglo XX, hasta bien entrados la década de los ochenta, la fabricación de madreñas del que sus artesanos fueron referencia en cuanto calidad y producción, caracterizadas por su característico ahumado negro al ser realizadas con escobas del puerto y corteza de abedul, así como su escueta decoración con el chapín o escarpín a modo de pequeños cortes en su pica.




En la actualidad, año 2021, en el pueblo que festeja cada 29 de junio a San Pedro y que durante los últimos años estuvo deshabitado en el invierno, ha recuperado parte de su vida con la apertura todo el año de un establecimiento hostelero y el asentamiento definitivo de un par de familias.




Ubicado en un paraje excepcional para la práctica de deportes de montaña, es lugar de partida de varias rutas senderistas y montañeras. Siendo su referente la del “Tabayón del Mongayu”, que toma el nombre de la sierra que produce al precipitarse al vacío su río homónimo la espectacular cascada de 60 metros, de singular belleza enclavada en un majestuoso hayedo que la envuelve. Y que desde el año 2003 forma parte de los espacios protegidos por el Principado de Asturias, gozando de la declaración de Monumento Natural.





En la ruta que se sigue al Tabayón, son igualmente destacables los “Rebollos del llanu´l toru”. Espectacular conjunto que forman en el monte Saperu los dos rebollos de la especie “Quercus petraea” –roble albar o del invierno-, de apariencia fantasmagórica con perímetros de 9,7 y 7,4 metros y alturas de 11,80 y 7,50 metros respectivamente.




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Un Principado para descubrir.

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“Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tiene mil y una razones para reír”. Anónimo.

 

 

 

 

 

 

 

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