sábado, 27 de marzo de 2021

El Retablo del Mar, de Sebastián Miranda.

Obra maestra que se expone en el Museo Casa Natal de Jovellanos, de Gijón, relato plástico de la Rula gijonesa, comenzada en 1929, posteriormente destruida y finalmente reconstruida en 1972.

Gijón, que cuenta con la categoría de villa, es la ciudad más poblada del Principado de Asturias, con una población de 271.717 habitantes –censo de 2020- y una extensión de 182 kilómetros cuadrados.

Ubicada a orillas del mar Cantábrico, con un pasado en la que estuvo romanizada, su núcleo histórico estuvo en la antigua denominada Gigia, la península en la que actualmente se ubica el barrio de Cimadevilla, que en el siglo XVII se expandió hasta el denominado barrio de Bajovilla.




En el extremo nororiental de esa península, prácticamente en su final y al inicio del nuevo barrio, se encuentra la casa donde nació el 5 de enero de 1744 y vivió el ilustre escritor, jurista y político ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos, en la plazuela que lleva su nombre. Casa palacio datada a inicios  del siglo XVI, uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, en la que desde el año 1971 se ubica el Museo Casa Natal de Jovellanos, cuya principal misión consiste en la difusión, conservación e investigación del patrimonio artístico municipal además de conmemorar la figura y la obra de la posiblemente mayor personalidad que dio el Principado de Asturias.




La casa está estructurada en dos torres cuadradas laterales unidas por un cuerpo rectangular central con un patio interior de acceso a las diferencias dependencias que albergan el contenido museístico. Dos de sus salas están dedicadas a la figura de Jovellanos, con exposición de mobiliario, piezas de su colección artística, objetos personales y fondo documental personal. Pintura, escultura, fotografía, dibujo e ilustración y artes industriales del arte asturiano de los siglos XIX y XX y de las principales escuelas artísticas europeas, conforman su exposición permanente.




Mención especial merece dentro de dicha exposición el espacio que ocupa la sala del ala norte de la última planta, que lleva por nombre el “RETABLO DEL MAR”, la gran obra maestra del escultor ovetense Sebastián Miranda y Pérez-Herce, nacido el 7 de julio de 1885 y fallecido en Madrid en 1975, dos años después de acabar la misma. Y que desde el 15 de enero de 1973 se expone en la Casa Museo, de la que es su actual emblema y de la que Gijón puede presumir.




Su autor comenzó a fraguar la misma para demostrarle a su esposa que podía centrar su desordenada y caótica cabeza de artista en un solo proyecto monumental, a raíz de merodear por el muelle gijonés, atraído y subyugado por la diversidad de tipos que en él se desenvolvían.




Para realizar la misma solicitó un rincón en algunos de los almacenes del muelle de Lequerique, dónde podía reproducir a los personajes del barrio de Cimadevilla, que por allí trabajaban y vivían, ya que era consciente de que los mismos serían incapaces de dar un paso fuera de las fronteras del barrio.




El proceso de la obra fue tremendamente largo. Comenzó la misma en el año 1929 cuando acaba la Monarquía y tardó tres años en concluir la primera parte de una obra, con un vaciado en escayola y toda una serie de dibujos y bocetos, ya instaurada la Republica, que fue expuesta tanto en Gijón como en Oviedo con gran éxito.



De vuelta a Madrid dónde tenía fijada su residencia, tardo otros tres años en terminar la talla en madera. Era el año 1936 y al estallar la Guerra Civil el matrimonio se trasladan a Paris, donde permanecen varios años y fallece su esposa.




De regreso a Madrid se encuentra con que su casa estaba totalmente derruida y todas sus obras desaparecidas. Añorando el éxito de su gran obra, que ya había llamado el Retablo del Mar, visita al sacador de puntas que le había ayudado a terminar la talla, quien le indica la escombrera dónde había arrojado las piezas de escayola.



Con ellas regreso a Gijón con el único objeto de reconstruirlo, pero ante la negativa de la cesión de un espacio en un local del muelle, la no disposición de posar los personajes fuera del mismo y las criticas recibidas en la prensa, decepcionado regresa a Madrid reconstruye su casa y restaura el Retablo como bien pudo. Acabando su trabajo en 1972, 43 años más tarde de su comienzo, con una guerra civil y un exilio de por medio.




Auténtica obra de una vida, en ella se condensan y resumen los presupuestos estéticos de su autor. La dicción directa con que ha sido definido cada tipo, el sentido marítimo que rebosa toda la obra y la autenticidad y veracidad de todos y cada uno de los personajes que componen el mismo, hacen de él una verdadera sinfonía, un canto al mar y a sus gentes.




El mismo representa en una sola escena, una instantánea de la vida cotidiana del barrio, compuesto por 156 retratos de sus vecinos, a los que el artista pagó a cada uno 1,50 pesetas por posar para él.




Su temática hace referencia a la vida de los pescadores, marineros y pescadoras del populoso Cimadevilla, y de su vida en la rula, el mercado de subastas del pescado. Gentes marineras y que del mar viven exclusivamente eran las que fue agrupando de modo armónico y con realista veracidad. Ninguno perdió su carácter propio e inconfundible personalismo, que convierte la obra en un admirable censo plástico de los mismos y los convirtió en todo un tesoro de la historia del barrio.




Allí están reflejados con sus trajes de faena y sus ásperas, dolientes, altivas, hurañas, jocundas, perversas, gráciles o socarronas cataduras, mujeres, hombres, chiquillos y ancianos. Desde la pescadera rica, oronda y acaparadora, al misero foca cuyo destino es acarrear durante horas y horas los cestos de pescado hasta su destino.




En el figuran personajes como Pinpón, la Gala, la Gaviota, el Candasu, la Camperina, la Tapina, el Pintu, la Tremañes, la Crespa, la Bexiga, el Balanchu, la Tarabica, Peñes Pardes, la nieta de la Membrilla, la rapaza de Carola la de Pedrón, la Minera, la hija de la Polesa o Miguelón. Historia viva de un barrio, del que algunos pudieron disfrutar en vida viéndose como integrantes de una parte de la historia de Gijón.




Técnicamente la obra está dividida en dos pisos. El de abajo, con dos puertas abiertas, a través de las cuales muestra dos rincones del barrio como segundo plano. Mientras que el primero está poblado de hombres y mujeres afanados en sus labores de compra-venta del pescado.




Y cuya ambientación se complementa con un bodegón de pescados a los píes de los personajes, en el que el autor representa las especies más típicas del Cantábrico. Y que se complementan en el piso superior con una tribuna, en dónde se asoman los curiosos, entre ellos niños y ancianas, para contemplar la cotidiana escena mercantil.




El espacio expositivo de la obra, se complementa con la muestra de lo que fue la base de la misma en escayola, situada enfrente de la madera, y con una exposición fotográfica de la rula y sus gentes de la época y tallas de madera del autor.



 

MÁS INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. Pinchar enlaces.
Escultura Alegoría, en Gijón.
Escultura Cantu los dies fuxios, de Adolfo Manzano, en Gijón.
Escultura Castillo de Salas, De Joaquín Rubio Camín, en Gijón.
Escultura Galileo Galilei, de Amadeo Gabino, en Gijón.

 

“Gentes del mar. Sainete de madera forjado por el alma del artista. Inmenso ventanal donde la vista se inunda de la estampa marinera”. Trozo del “Soneto para un Retablo” de Senén Guillermo Molleda Valdés (1936-2020) empresario, columnista y publicista asturiano.



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