Situada al oriente del cabo de San Lorenzo, en la Providencia, llamada así por su forma de lomo de tortuga, cuenta con leyenda propia.
El Principado de Asturias aglutina en sus diez mil kilómetros cuadrados de extensión, un variado y espléndido repertorio de bellezas naturales, como es el conjunto que conforman sus playas.
Su litoral tiene una
extensión de unos 345 kilómetros bañados por el mar Cantábrico, siendo sus
extremos las puntas de Tina y de la Cruz, en los concejos de Ribadedeva y de
Castropol, salpicado por más de 200 playas repartidas por los 21 concejos
bañados por el Cantábrico, de los que el Llanes es el que cuenta con más y
Gijón con menos. Contando algunas de ellas con declaración de Monumento
Natural.
La Franca, por el
oriente, y Peñarronda, por el occidente, son las playas situadas en los
extremos del territorio astur, cuya costa también es conocida como la “Costa
verde”. El conjunto que forman es heterogéneo, diferente e irrepetible. Unas
amplias y abiertas; otras recogidas y escondidas; en unas desembocan ríos,
otras están a píe de rías; unas de fina arena, otras de regodonés y/o piedras;
unas tranquilas y otras agrestes; unas de fácil acceso y otras complicado; unas
urbanas y otras salvajes; unas conocidas y otras no tanto; unas en la base de
abruptos acantilados, y otras abrigadas por promontorios que las
rodean; todas ellas, salvo mínimas excepciones, seguras.
La costa asturiana, a
efectos de jurisdicción administrativa, está dividida en ocho distritos
marítimos. Son los de Llanes, Ribadesella, Lastres, Gijón, Luanco, Avilés, San
Esteban de Pravia y Luarca, de oriente a occidente. El cabo de la Mar, la punta
de la Isla, el río Ñora, la playa de Xivares, el cabo Peñas, Ranón, la punta de
Ballota y la ría del Eo, son los límites de cada uno de ellos.
Uno de los concejos que baña el Cantábrico es el
de Gijón, en su parte más oriental, perteneciente a la parroquia de Somió se
encuentra la isla de la Tortuga. Situada a continuación del cabo de San
Lorenzo, donde concluye el actual parque que toma el nombre del cabo, su
denominación viene dada por su forma característica de lomo de tortuga en su
tercio superior, bien visible desde la media y larga distancia.
También conocida como isla de la Fontica, es
lugar de nidificación elegido por muchas aves, especialmente corcomanes y
diversos tipos de gaviotas, y elegido por muchos pescadores para practicar su
deporte.
Sin accesos rodados, ni servicios de ningún
tipo, a ella se accede desde agosto de 1997 por la senda que comunica los
parques del Rinconín y de San Lorenzo, en la Providencia, llamada “senda del
Cervigón”. Y que tiene continuación con el sendero que sube hasta la cercana
colina del Cuervo y continúa hasta la playa de la Ñora, en el límite del
concejo de Gijón con el de Villaviciosa.
Otrora su acceso era muy complejo ya que debía
de hacerse a través de prados de propiedad privada, al ser los terrenos que
ocupa el actual parque propiedad del Estado que adquirió los mismos en 1945
para convertirlo en campo de maniobras dependiente del Ministerio de Defensa.
El islote está comunicado con tierra firme y en
su inicio, en su lateral oriental existe una pequeña cala compuesta de cantos
rodados y floraciones rocosas, con leves sedimentos arenosos, que es utilizada
por usuarios como playa.
Este peculiar islote marca el límite occidental de la Ensenada de Somio, cuyo límite oriental es la cercana playa de Estaño, perteneciente también al concejo de Gijón. Que está considerada un auténtico paraíso natural submarino, compuesto por un fondo de guijarros y arena en el que emergen enormes rocas que forman un laberinto de pasillo y cuevas con un rico hábitat de fauna y mantos de algas.
La isla de la Tortuga, cuenta con leyenda propia
aunque es mencionada con el nombre de la Fontica, que fue recogida por el
folcklorista Luis Argüelles en los años cuarenta. Basada en la existencia de un
Cuélebre, especie de dragón con escamas encargado de guardar tesoros, una de
las referencias mitológicas del Principado de Asturias, que vivía en una cueva
del cabo San Lorenzo enfrente de la isla, y que tenía atemorizados a los
pescadores de Cimadevilla que allí acudían a pescar, a los que destruía sus
barcas y aparejos. Desesperados acudieron a pedir ayuda a Gorin, un ermitaño
quien a cambio pidió ser alimentado en lo que le quedase de vida. Al lugar
acudió con una moza joven, sacando al monstruo de su cueva, consiguiendo amansarlo
tirándole la faja de la joven, entrando en ella y sacando el tesoro que
custodiaba –un laurel de oro- tirándolo al mar al que siguió el Cuélebre
desapareciendo para siempre. El ermitaño paso a vivir a la cueva, y a ella le
llevaban la comida los pescadores, que cuando no cumplían con su compromiso se
lo recordaba un cuervo que se posaba en la conocida en la actualidad como
“colina del cuervo”, situada encima de la isla.
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“Dicen que el Cuélebre tiene la escama de un pez, que vive
dentro del río que nadie lo ve, la última vez que lo vieron anduvo en el pueblo
en disfraz de gaitero, iba cargado de espejos que cuando te miras lo grande es
pequeño, dicen que el cuélebre tiene la escama de un pez”. Estrofa de la
canción del Cuélebre, de Víctor Manuel.
LUIS JAVIER. LA VERDAD ES QUE TIENES UN BLOG DE "CHAPEAU" . ME ENCANTA . :) SALUDIN
ResponderEliminarMuchas gracias
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