jueves, 21 de diciembre de 2017

Museo Diocesano de Jaca, único por sus pinturas murales.

Ubicado en la Catedral de San Pedro, su conjunto expositivo está considerado uno de los más bellos del mundo en su género.

Jaca, ubicada en el valle del río Aragón a 881 metros de altitud, al norte de la provincia de Huesca de cuya capital dista 72 kilómetros, capital pretérita del Reino de Aragón y capital de la comarca de la Jacetania, está considerada por sus valores históricos, patrimoniales, naturales y comerciales como la “perla del Pirineo”.
Jaca, la perla del Pirineo

El ícono de su rico patrimonio es su Catedral de San Pedro, cuya construcción comenzó en el año 1077, uno de los templos más importantes del primer románico español.






Catedral que en su interior alberga el Museo Diocesano de Jaca, cuyo núcleo expositivo fundamental lo constituyen el conjunto de pinturas murales románicas y góticas de iglesias y ermitas de la diócesis, cuyo conjunto está considerado como uno de los bellos del mundo de estilo románico.
Inaugurado el 22 de agosto de 1970 como museo de arte sacro medieval, su creación fue motivada por los hallazgos en la década anterior, con el fin de salvaguardar y garantizar la conservación de pinturas al fresco medievales, datadas entre los siglos XI y XVI, que decoraban las iglesias y ermitas del Pirineo aragonés y que permanecían ocultas o en grave riesgo de desaparición, y que fueron traspasadas a lienzos para su nueva ubicación.







Desde el año 2003 hasta 2010 estuvo cerrado con motivo de la ejecución del plan director de la Catedral, siendo reinaugurado por los Príncipes de Asturias el 9 de febrero de 2010, año Santo Compostelano, conformando una superficie expositiva de más de dos mil metros cuadrados repartidos en dos plantas y diez salas, a las que se accede por la capilla catedralicia de Santa Cruz.






Salas abiertas a las crujías del claustro románico –considerado como una de las salas- remodelado en el siglo XVII, que alberga una cripta, capiteles románicos e inscripciones funerarias en sus muros.







La sala número dos es el jardín del claustro, que no acoge ninguna expositiva.









La denominada sala de la Torreta, la número tres, que sirvió como residencia episcopal, sede del tribunal eclesiástico y cárcel, se exhiben una serie de documentos, códices y libros, muestra de la riqueza del archivo diocesano de Jaca.






La historia de la Diócesis, su extensión y localidades que abarca;  el Episcopologio completo desde el siglo XI hasta la actualidad; libros de coro, partituras, códices e instrumentos musicales del fondo musical catedralicio; y el dispositivo interactivo multimedia que permite escuchar algunos de los toques característicos de las campanas de la Catedral, componen en espacio museístico de la misma.







En el antiguo refectorio gótico del Cabildo catedralicio, utilizado entre los años 1584 y 1963 como capilla dedicada a la Virgen del Pilar, se ubica la sala número cuatro, la de mayores dimensiones del conjunto. En ella se muestra la selección de pinturas murales románicas que fueron arrancadas en las décadas de los años sesenta y setenta de iglesias y ermitas, datadas entre los siglos XI y XVI, de reconocida fama mundial.






A la sala número cinco, lleva el nombre de Bagüés, a la que se accede a través de la reja de Santa María de Iguácel, ejemplo único de la rejería románica española, que recoge las pinturas procedentes de la iglesia de los santos Julián y Basilia en Bagüés (Zaragoza) fechadas entre los años 1080 y 1096, realizadas por artistas vinculados a la pintura y la miniatura francesa, considerados como uno de los conjuntos más amplios e importantes de la pintura románica europea.






Considerada la capilla sixtina y la más completa Biblia de los pobres de los templos románicos, las pinturas fueron arrancadas en 1966 traspasadas a lienzos, adaptándose la dependencia para su exposición con la misma configuración de la iglesia de procedencia.






Espacio que traslada a la estética de las iglesias románicas, concebidas para estar absolutamente pintadas para poder transmitir a las iletradas gentes medievales la historia bíblica. Su datación, extensión, estado de conservación y complejidad iconográfica, convierte al conjunto en ícono de la pintura románica europea y fuente de múltiples estudios.







Las tres capillas clausúrales dedicadas a las santos Margarita, Lucia y Felipe, abiertas para atender las devociones y cultos particulares, conforman en un conjunto único la sala número seis. Espacio que muestra una variada selección de tallas policromadas románicas, lipsanotecas y el sarcófago del conde Sancho Ramírez, hijo del rey aragonés Ramiro I.







El porche entre el espacio catedralicio y el claustro está considerado como sala número siete. Considerándose a la sala Capitular, donde se tomaban las importantes decisiones que afectaban a la Catedral y su Cabildo, como la número diez y última de la planta baja. Sala sin contenido expositivo, pero con mayor calidad artística, en la que mediante técnicas audiovisuales se explica el origen e importancia de la Diócesis a lo largo de la historia.









En la primera planta, se ubican las salas 8 y 9 bajo los nombres Secretum y Gótico y Edad Moderna, que complementan el espacio museístico.
El Secretum medieval –lugar retirado o escondido-, cuyo objetivo era ser el guardián de jocalias, monedas y documentos importantes, ricamente decorado  en la segunda mitad del siglo XVI con motivos iconográficos, ha sido restaurado y acoge piezas de orfebrería renacentista.






La antigua biblioteca, habilitada como espacio expositivo en la última remodelación, acoge retablos, esculturas y lienzos en cobre y óleo, datados entre los siglos XIII al XVIII, de estilos góticos, renacentistas y barrocos.






Conjunto museístico único, no sólo por el conjunto de sus pinturas murales consideradas como una de las más bellas mundiales, sino también por la amplia colección de los también románicos capiteles, tallas y documentos, que dan fe de la riqueza artística que atesoró la Diócesis jacetania a lo largo de su historia.










“Miro al pasado para seguir educándome, el que no entiende las lecciones de la historia está condenado al fracaso. La historia, no se repite, pero sus versos riman”. Leonard A. Lauder (1933 - ) empresario estadounidense.


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