sábado, 11 de noviembre de 2017

Catedral de Santa María de Mediavilla, de Teruel.

Capilla Sixtina del arte mudéjar, cuenta con el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.


Teruel, capital de la provincia de mismo nombre, se encuentra situada en el sur de Aragón, en la zona centro-oriental de España. Ubicada a 912 metros de altitud, es la capital de provincia menos poblada de España, con un censo poblacional de 35.668 habitantes –censo de 2016-.
En el centro del casco antiguo de la ciudad turolense, en la plaza a la que da nombre, se levanta bajo la advocación de Santa María de Mediavilla, dedicada a la Virgen en el misterio de la Asunción, el monumento mudéjar más significativo de la ciudad, la Catedral.






Heredera de la primitiva iglesia románica de la que toma el nombre y de la que ya se habla en el Fuero de Teruel en 1176, alcanzó el rango de Colegiata en 1342 por concesión del pontífice aragonés Benedicto XIII, el llamado Papa Luna, siéndole concedido el rango de Catedral por el Papa Sixto V en 1587, por solicitud de Felipe II, creándose al mismo tiempo la diócesis turolense.





Reformada, al menos, en cinco ocasiones, el templo erigido en ladrillo y mampostería, consta de tres naves, divididas en cuatro tramos mediante arcos formeros apuntados,  con girola y capillas laterales. Inicialmente fue una simple iglesia parroquial, de fábrica románica con tres naves iniciada en el año 1171; su torre mudéjar se levanto en 1257;  en el siglo XVI se elevó el cimborrio que cubre el crucero y a finales del siglo XVII se amplió con la girola que rodea el ábside.






A ella se accede por la puerta del Obispo, desde la plaza del Venerable Francés de Aranda, construida en 1696 en estilo barroco clasicista.







O desde la plaza de la Catedral, por la portada meridional  en estilo historicista, que combina una estructura neorrománica de arquivoltas de medio punto con una decoración típicamente neo mudéjar, realizada en 1909 por el arquitecto modernista Pablo Monguió Segura.






En su exterior se pueden distinguir los materiales usados en su construcción a lo largo de diversas etapas: la piedra sillar se reserva para las esquinas, los muros perimetrales se levantan con mampostería ciclópea, la cabecera y cimborrio se realizan en ladrillo y la torre mudéjar combina piedra, ladrillo y cerámica.
En él destaca su torre-campanario, la más antigua de las torres mudéjares de la ciudad, construida en 1257, en fase de limpieza y rehabilitación a fecha de noviembre 2017. De planta cuadrada, dividida exteriormente en tres cuerpos, separados por impostas, en la que se combinan la piedra, el ladrillo y la cerámica vidriada que producen un fantástico efecto visual. El gran arco apuntado abierto en su parte inferior deja paso a la calle, permitiendo cumplir la función de vía pública, una de las soluciones más características del urbanismo mudéjar. Su cuerpo superior octogonal es un añadido posterior, realizado en los siglos XVII y XVIII, para darle más altura.






En su interior, en la cabecera se sitúa un presbiterio heptagonal, antiguo ábside central de la catedral, cuya girola recta se cubre con una bóveda nervuda. Sobre el crucero se dispone un cimborrio octogonal, trazado por el maestro Juan Lucas “Botero”, fue construido en 1538 por Martín de Montalbán, sustituyo al antiguo medieval aportando mayor luminosidad, de estilo mudéjar, construido con ladrillo, forma un octógono sobre trompas con ventanas ajimezadas con decoraciones platerescas renacentistas, combinadas con elementos del arte mudéjar.








Bajo la luz del cimborrio, en la nave central, se encuentra el espléndido retablo tallado en madera entre los años 1532 y 1536 por el francés Gabriel Joly, está considerado uno de los mejores conjuntos escultóricos de signo renacentista en Aragón.






Dedicado a la Asunción de la Virgen, representa los misterios de la vida de Cristo y de su Madre, que aparece en la hornacina central como Asunta a los cielos.





En su conjunto cuenta con una custodia para la eucaristía que se reserva permanentemente en el óculo por privilegio de Benedicto XIII, el Papa Luna, a las catedrales aragonesas.






Detrás de la nave central y del retablo mayor, se encuentra la capilla barroca mandada construir por el obispo Pérez Prado, en el siglo XVIII, en honor a la Inmaculada Concepción. Su retablo, obra del escultor Francisco Moya, aparece una bella imagen de la Virgen, flanqueada por San Joaquín y Santa Ana, con varios bajorrelieves alusivos al antiguo Testamento.





Entre la trasera del retablo mayor y la capilla de la Inmaculada, se encuentra la Cripta de los Mártires, a la que se desciende por unas escaleras. Construida a finales del siglo XVI, como panteón de obispos y canónigos, ha sido restaurada recientemente y dedicada a guardar los restos de Anselmo Polanco y Felipe Ripoll, obispo de la diócesis y vicario general, martirizados el 7 de febrero de 1939 y beatificados por Juan Pablo II el 1 de octubre de 1995. El lienzo de Agustín Alegre, representa a los Beatos y recuerda las circunstancias de su martirio.






Posee varias capillas y altares, así como la Sacristía Mayor, adosada al lado Norte y la Sala Capitular adosada al lado Sur. 






Las capillas laterales, son tres en el lado del Evangelio: las de Nuestra Señora de los Desamparados, sobre una espléndida carroza se expone una gran custodia procesional de 1742; la de los Pérez Aranal, y de la Coronación. Esta última, alberga un magnífico retablo de estilo gótico, fechado en el siglo XV, de autor desconocido, que representa en el centro la Coronación de la Virgen, completando su iconografía profetas, santos y reyes del antiguo testamento, considerada la obra pictórica más importante de la ciudad.


    

  



En el lado de la Epístola, se encuentran cuatro Capillas: las de los Santos Reyes, del Venerable Aranda y de Santa Emerenciana, del siglo XVIII, acoge a la patrona de la ciudad y de la diócesis. La de los Santos Reyes, fue construida por su canónigo y después obispo de Tarazona, Baltasar de Navarra, en la actualidad es la capilla del Santísimo, en la que destaca su retablo barroco con el cuadro de la Adoración de los Reyes, copia del cuadro de Rubens, realizado por Francisco Jiménez de Tarazona.




  


  



También cabe citar diversas piezas y mobiliario litúrgico como custodias, arquetas, cruces, bustos, copones o incensarios de distintos materiales y épocas.






Otros elementos admirables son la reja y la sillería del coro, realizadas en el siglo XV y XVII respectivamente. Siendo la primera, la principal manifestación del gótico flamígero de Teruel, realizada por el maestro Cañamache en 1491.






Siendo la auténtica joya del templo, su elemento más destacable, su techumbre mudéjar. Impresionante cubierta de madera que cubre la nave central, llamada la capilla Sixtina del arte mudéjar por su gran valor arquitectónico y pictórico.


   



Techumbre de tradición almohade, es una armadura de par y nudillo con tirantes de vigas dobles, que descansan sobre canes, tiene 32 metros de largo y 7,76 de ancho, policromada con pinturas de estilo gótico lineal realizadas al temple sobre tabla, datada a finales del siglo XIII, y que se puede observar de cerca a través de los pasillos laterales del templo, a escasos metros de la misma.







Su iconografía es enorme, ofrece profusa e interesantísima decoración, la gran variedad de temas representados la conforman tanto escenas profanas como religiosas, junto con motivos geométricos, vegetales y epigráficos, de clara influencia islámica, y decoración figurada unida artísticamente al gótico lineal.







Es como un libro abierto que muestra la cosmovisión del Teruel medieval. Por ella desfilan toda clase de personajes: Jesucristo y escenas de la pasión; santos y reyes; obispos y nobles; mudéjares y cristianos; damas y caballeros; letrados y campesinos e incluso los carpinteros y artistas que la realizaron. Se reproducen escenas de caza, de guerra, luchas contra animales fantásticos, representación de vestuario, escudos nobiliarios o instrumentos musicales, todo un repertorio sistemático y original del saber de la época.






Templo más importante de la ciudad de Teruel y uno de los más significativos edificios aragoneses de construcción mudéjar, que por la conservación de sus elementos y su singularidad, fue declarado en 1931 Monumento Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural, y en 1986 su torre, cimborrio y techumbre, junto con otros obras mudéjares de la ciudad, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.





“Sólo cabe progresar cunado se piensa en grande, solo es posible avanzar cuando se mira lejos”. José Ortega y Gasset (1883-1955), filósofo y ensayista español.




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