Construido en 1432 por el imperio
español, fue el bastión defensivo de la isla tunecina.
La isla de
Djerba, está situada en el golfo de Gabés, en el sur de Túnez. Sin apenas
relieve, su punto más alto está a 50 metros, tiene una extensión de 514
kilómetros cuadrados, un litoral de 125 kilómetros, su población es ligeramente
superior a los 90.000 habitantes y su capital es Houmt Souk, que se encuentra
en su extremo norte.
Fue primero de
los cartagineses y después de los romanos, para quienes la isla era una
importante zona de comercio y de intercambio de mercancías entre África y
Europa. En el siglo VII, fue tomada por los
árabes tomaron, estuvo en poder del imperio español y del turco, siendo
conquistada en el siglo XVIII por los tunecinos y pasando a estar bajo el
protectorado francés desde 1881 hasta la independencia del país.
http://www.dendecaguelu.com/2017/05/djerba-en-tunez-la-isla-que-encanto.html
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En Houmt Souk,
sus monumentos más importantes y referencias patrimoniales son las mezquitas de
los turcos y de los extranjeros y el Borj El Kebir, también conocido como
Borj Ghazi Mustpha y la fortaleza española, el castillo fortaleza que domina
toda su bahía.
Construido sobre las ruinas de lo que
fue una fortaleza romana en el siglo XIII por el almirante de Aragón y Sicilia,
Roger Loria, fue fortificada en el siglo XV por el sultán Abu Faris Abd Al Aziz
Mutawakkil, con modificaciones en el siglo XVI bajo el reinado del sultán
otomano Suleiman I, el magnífico, realizándose una profunda restauración en el
año 1968.
El fuerte estuvo en poder de los españoles
hasta el año 1560, cuando fueron expulsados por el imperio otomano, con un
ejército de 30 barcos y 30.000 hombres, tras una sangrienta batalla, con
sitiado a la fortaleza y posterior rendición, con el pirata Dragut a la cabeza.
Los otomanos, cortaron las cabezas de
todos los soldados españoles que cayeron en la batalla, construyendo una torre
con más de cinco mil calaveras, conocida como “la torre de los cráneos”
(Borj-er.Rous), a escasos metros de la fortaleza, y visible desde la parte
superior de la fortaleza.
Símbolo macabro de la ciudad durante más
de trescientos años, y que fue derribada en 1848 por iniciativa del gobierno
francés, quien erigió en su lugar un obelisco de nueve metros de alto, y siendo
enterrados los huesos en el cementerio cristiano de la ciudad.
Tras la expulsión los otomanos
reformaron el fuerte, y construyeron edificios más acordes con su cultura, como
las viviendas abovedadas sitas en la parte superior del mismo.
A partir del año 1968 se hizo una
profunda restauración en el mismo, con excavaciones que han relevado
importantes apartados de su historia.
La fortaleza tiene una estructura
rectangular, con muros de muy considerable anchura, con importantes erosiones
causadas por el mar, y una sola puerta de entrada.
En su parte inferior, una vez pasada la
puerta, se exponen un buen número de piezas obtenidas en las labores de
restauración, entre ellos restos romanos, escudos de la época española, restos
de cerámica y balas de cañón.
En la parte superior se conservan
estructuras de la época otomana, y los pozos que le abastecían de agua dulce.
Otras piezas recuperadas están en
distintos museos, como una estatua de mármol, que se exhibe en el museo
nacional del Bardo, en Túnez.
Desde su parte superior se obtienen
magníficas vistas sobre el puerto de Houmt Souk y sobre los arenales de la
ciudad.
Enfrente de la fortaleza, detrás del
antiguo hospital de la ciudad, se encuentra una cisterna de la época romana,
que aún se utiliza para la recogida de agua de lluvia.
Cartago. Las termas de Antonino.
Chenini, la aldea beréber de cine.
Cordero al ánfora tunecino,
Isla de Djerba. La isla que encantó a Ulises.
Isla de Djerba. Street Art Djerbahood, en Erriadh
Chenini, la aldea beréber de cine.
Cordero al ánfora tunecino,
Isla de Djerba. La isla que encantó a Ulises.
Isla de Djerba. Street Art Djerbahood, en Erriadh
“Una
vez que has viajado, la travesía nunca termina, sino que es recreada una y otra
vez a partir de vitrinas con recuerdos. La mente nunca puede desprenderse del
viaje”. Donald Patrick Conroy (1945-2016) escritor estadounidense.
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