Ubicado en el distrito de Totaouine, en el sur de Túnez, conjuga las características más importantes de este tipo de construcciones.
En el sur de
Túnez se encuentran algunos de los lugares más interesantes y atractivos del
país, cautiva por la increíble diversidad de su paisaje. Oasis y ksour
centenarios, un mar de dorada arena y verdes campos de palmeras, casas
trogloditas, gastronomía beduina y berebere y el lago salado más extenso de
África, convierten un viaje a esta región en una experiencia verdaderamente
única.
En esta región
destacan unas construcciones centenarias, únicas, típicas en el paisaje
tunecino, el ksar o ksour (en plural). Construcciones bereberes situadas,
habitualmente, en localidades montañosa, sobre una única muralla continúa, su
objetivo es facilitar la defensa, así como mantener sus provisiones a salvo de
las variaciones de temperatura y los saqueos de sus enemigos.
Construidos en
adobe o combinando este con piedras, se ubican en espacios de difícil acceso, y
que en sus orígenes era un granero fortificado con estancias –denominadas
ghorfas- dispuestas formando un cilindro en torno a un patio interior con una
entrada oculta, que con el tiempo las tribus comenzaron a utilizar las
estancias como viviendas.
La principal
característica de estas estructuras abovedadas es la verticalidad, llegando llegan a alcanzar seis plantas de altura, con
sólo 10 metros de profundidad y tres de crujía.
Sus irregulares
huecos se cierran con puertas de madera de palmera, y sus gruesos muros de
piedras ayudan a mantener en el interior de la ghorfa una temperatura óptima
para el secado de la cosecha.
Los paramentos exteriores son, en ocasiones,
decorados con huellas de pies y manos.
El acceso a las plantas superiores se
resuelve con un sistema de escaleras exteriores que vuelan desde los robustos
muros.
Tras su aparente arbitrariedad, cada elemento responde a una necesidad
concreta resuelta con los materiales disponibles en un entorno donde casi todo
escasea.
La construcción de una
ghorfa era extremadamente sencilla. En primer lugar se construían dos muros
paralelos de 1,5 metros de alto con rocas de pequeño tamaño trabadas con barro.
A continuación, en el espacio resultante entre estas dos paredes, se colocaban
cestas llenas de barro hasta superar la altura de los muros, y sobre ellas se
disponía una estructura de paja previamente trenzada con forma de arco. Una vez
finalizada esta rudimentaria cimbra, se colocaban sobre ella las piezas pétreas
que conformarían la bóveda, trabadas también con barro y en algún caso con
mortero de yeso. Una vez finalizado el proceso, la cimbra era retirada. Por
último, se revocaban los paramentos y se construía el muro frontal que cerraba
el granero.
Siglos atrás, el Ksar
contenía edificios donde habitaban los guardianes del fuerte. También residían
allí los ancianos y enfermos que no podían soportar el constante desplazamiento
de la vida semi nómada.
Los Ksour servían como lugar de asamblea y comercio a
estas tribus bereber en tiempos de paz, y eran muy útiles como plazas fuertes
en tiempos de guerra. La gran cantidad de provisiones almacenadas y, en
ocasiones, la existencia de pozos, los convertían en lugares óptimos para
resistir sitios prolongados.
A pesar de todo, los
Ksour perdieron su razón de ser cuando las tribus bereber se hicieron
sedentarias. Muchos de estos conjuntos fueron destruidos; otros simplemente
fueron abandonados; una pequeña parte de ellos se conservaron y han sido
rehabilitados como graneros, viviendas o incluso como complejos turísticos.
Aún hoy en día se
conservan numerosos Ksour en la región Sur de Túnez, en las proximidades de las
ciudades de Medenine, Tataouine. Los mejor conservados y más significativos son
el Ksar Haddada, Ksar Ouled Soltane y Ksar Ghilane.
Haddada es un pueblo
ubicado en el distrito de Totaouine, en
el valle de Gattar, de cuya capital dista 20 kilómetros y a 5 kilómetros de
Ghomrassen, el núcleo cercano más poblado, contando con una población que
apenas supera los mil habitantes.
En el centro de la
localidad, enfrente de la medina, se encuentra el Ksar Haddada, ejemplo único
de este tipo de construcciones.
En él es posible ver
todas las características que aúnan las mismas, con ghorfas de distinto tamaño,
que se apilan en un conjunto que tiene de media dos alturas, aunque algunas superan este número.
Este ksar fue utilizado por las tribus haddada y homdoun, y por otros pueblos llegados probablemente desde Libia y Marruecos.
Y que una parte de la
misma ha sido reconvertida en hotel, con servicio de bar y restaurante.
Este ksar saltó a la
fama, y fue dado a conocer al mundo occidental, por ser el escenario elegido
por el director George Lucas en 1997 para la recreación de la población Mos Espa del
planeta galáctico de Tattoine, para la película “Star Wars, la amenaza
fantasma”, primer capítulo de la "Guerra de las Galaxias", como bien informa el cartel ubicado en su entrada. El Ksar fue utilizado para recrear las dependencias de los esclavos en el film.
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