martes, 20 de diciembre de 2022

Real Hospital de San Lázaro de Vallobal, en Piloña.

 

Malatería que estuvo en funcionamiento más de 500 años, siendo una de las principales del Principado.

El  concejo de Piloña se encuentra en el oriente del Principado de Asturias, con una superficie de 283,89 kilómetros cuadrados está vertebrado en veinticuatro parroquias. Una de ellas es la de Miyares, situada en la falda de la sierra del Sueve, que con una extensión de 3,95 kilómetros cuadrados agrupa los lugares del Cantil, el Corral, el Palacio, la Goleta, Miyares y Vallobal.

Vertebrada por la carretera AS-358, que comunica Villamayor con el alto de la Llama, su núcleo situado más al norte es Vallobal, a una altitud de 142 metros, distante de la capital municipal de Infiesto 7,900 kilómetros y de Miyares 1,300 kilómetros.




Atravesado por el río Borines, la localidad cuyo topónimo es “valle frecuentado por lobos”, fue parroquia hasta finales del siglo XIX, en la que consecuencia de la restructuración religiosa se incorpora a la de Miyares, con la que forma actualmente una misma unidad eclesiástica. Sin embargo, desde el punto de vista civil, la corporación municipal de Piloña, por acuerdo plenario del año 1986, la convierte de nuevo en parroquia.

Su primigenio templo parroquial, bajo la advocación de San Lázaro, es mencionado en el inventario de parroquias elaborado por orden del obispo de Oviedo Gutierre de Toledo (1385-86) bajo la titularidad de Santa María. Siéndolo también como tal por Madoz en el año 1850.

Iglesia de San Lázaro de Vallobal.





Templo incluido en la Patrimonio Cultural de Asturias desde el 18 de septiembre de 2018, que luce en un altillo sobre un murete, por encima de pretérita malatería del que la separa una calleja. Estando datada la actualmente existente en el siglo XVIII.

Sin embargo pervive como San Lázaro porque colindante a la misma estuvo el Real Hospital de San Lázaro de Vallobal, documentado desde el 27 de julio de 1266, fecha que consta en el testamento del arcediano Fernando Alonso junto a otros centros que también menciona bajo el nombre de “leprosis” hasta el 1776 como en funcionamiento.




Desaparece documentalmente hasta bien entrado el siglo XVII, en el que nacen los registros parroquiales y la malatería registra sus propios documentos, entre ellos fallecimientos, matrimonios e hijos.

Y que en 1843 se sacaron a subasta sus bienes y se pone fin a más de 500 años de atención hospitalaria, en el que fuera uno de los más importantes establecimientos de la región y al que se acogían tanto malatos como enfermos en general, y peregrinos jacobeos.

Dirigida y administrada por la familia Villa Estrada hasta 1739, y posteriormente hasta 1776 por el párroco de Ques, por designación de la Real Audiencia. Edificación que dio lugar a que los lugareños como “malatos” durante años, que en la actualidad –año 2022- aún se mantiene en píe parte de su estructura, aunque muy deteriorada, después del derrumbe de la techumbre en diciembre de 2020.




Hospital que formaba parte del inventario de veinticuatro de ese tipo que existían en el Principado en el siglo XIII, llegando a treinta en el siglo XVIII. Que acogía a los enfermos de lepra de los concejos de Piloña, Parres y Colunga, en busca de alivio para aquella enfermedad considerada maldita.

La leprosería se financiaba con los pagos realizados por los usuarios, con las rentas que cobraban de las tierras que tenían en el entorno, y por impuestos por fallecidos, caridad de vecinos, ayuda gubernamental y donaciones particulares. No era fácil entrar en ella, se necesitaba pagar, pero también un reconocimiento médico, al igual que para salir.

Fue de las más prosperas de Asturias, no necesitando los leprosos mendigar de forma corriente como en otras. Y según el estudioso Tolivar Faes no fueron muchos los leprosos que residieron,  unos 60 en el período 1661-1765.

Parece ser que hubo dos edificaciones, la primigenia y una construida sobre esta en el siglo XVIII por Juan de la Villa dado su progresivo deterioro. Existiendo varias edificaciones y lugares relacionados con el Hospital.

Además de los restos del hospital y de la mencionada iglesia, existe una huerta que se llama las Casillas, porque en ella aparecieron los cimientos  de una especie de celdas o corripas en que,  según cuenta la leyenda, vivían algunos de los enfermos  a los que era necesario  encerrar por alguna deficiencia mental, o porque querían huir del Hospital. A poca distancia de la iglesia hay una pequeña finca que se llama “el huerto de los malatos” y también hay cerca un “prado de San Lázaro”. Y asimismo existía una fuente especial para ellos, de la que se servían para beber y hacer sus curas. Y cerca de Vallobal existe un pueblo llamado el Morturorio, de una sola casa adonde traían a morir a los enfermos que estaban en muy mal estado. A su vez en torno al Hospital existieron diferentes capillas de Ánimas en las que se paraba a rezar por los residentes en el entorno cercano.

Capilla de Ánimas. Alto la Llama.

Capilla de Ánimas. Casería la Retuerta. Borines.



 

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Otra información de Piloña.

Alto de la Llama.

Alto de la Llama a la majada de Espineres.

Capilla de Ánimas. Alto la Llama.

Capilla de Ánimas. Casería la Retuerta. Borines.

Homenaje a Francisco Rodríguez, coordinador de Protección Civil de Piloña.

Iglesia de San Lázaro de Vallobal.

Peña Priede, circular desde Sevares.

Picos Cunio y Vízcares, desde la collada Moandi a la Fragua.

Travesía desde Valle a Villamayor, con ascensión a los picos Redondu, Canto Cobril y Cerru´l Tombu.

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“En nuestra historia como especie, el horror y la bondad existen al mismo tiempo, lo que no deja de ser sorprendente. El ser humano es muy complejo”. Dennis Lehane ( 1965 -) escritor norteamericano.

 

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