El país aúna cultura, historia y patrimonio con reconocimientos de la Unesco.
Túnez, es el país magrebí más próximo en múltiples aspectos a Europa y a Occidente. Ubicado en el norte de África, su extensión es de 163.155 kilómetros, de los que 1.298 son de costa en el mar Mediterráneo, cuenta con una población muy próxima a los once millones de habitantes, en su 98 % practicantes de la religión islámica.
Su capital es Túnez desde el siglo XI en el
norte del país, cargada de historia, es una ciudad moderna en plena expansión. Berebere
en origen, atrajo a las élites de Al-Ándalus, y las influencias otomanas e
italianas recibidas han dotado a sus barrios antiguos de un encanto especial.
Su centro es un espacio compartido por dos
mundos muy diferentes: el casco antiguo que apenas ha cambiado desde la Edad
Media y el la metrópolis moderna, la ville nouvelle, construida por los
franceses en la época colonial, cuya frontera marca simbólicamente la puerta del
mar –Bab el Bahr-.
Desde hace más de mil años la ciudad gira en
torno a la medina, excepcionalmente bien conservada, con su laberinto de callejuelas y los olores
y sonidos típicos de sus zocos, rebosantes de animación y mercancías, considerada
como la más bonita de los países del Magred y reconocida por la Unesco como
Patrimonio de la Humanidad.
En las afueras se encuentra el museo del
Bardo, ubicado en la antigua residencia de sultanes de la toma el nombre.
Alberga una colección museística superior a las mil piezas y la más grandiosa e
inigualable colección de mosaicos romanos del mundo, que se complementa con una
colección única de antigüedades romanas, púnicas y griegas.
Al este de la capital, se encuentra la península
Cap Bon, distante solamente 140 kilómetros de Sicilia, importante región
agrícola desde los tiempos de los cartaginenses, cuyas playas hacen que sea uno
de los principales destinos turísticos del país.
Entre ambos se encuentra un emplazamiento
histórico único: las ruinas de Cartago, antaño la segunda ciudad más importante
del imperio romano. Fundada por los colonizadores fenicios, las guerras púnicas
trajeron su destrucción, resurgió de sus cenizas bajo el imperio romano, fue
conquistada por los vándalos y bizantinos y alcanzó su declive total con la
conquista árabe. La colina de Brisa, las termas de Antonino, el anfiteatro, las
ruinas romanas, los puertos púnicos y los museos romanos y de Cartago, son sus
principales reclamos y dan fe de su esplendor pasado, inscrito como Patrimonio
de la Humanidad.
Al otro lado de la colina de Cartago, con
vistas privilegiadas al golfo de Túnez, se encuentra Sidi Bou Said. Refinado
pueblo de calles adoquinadas, repletas de flores y estrechos callejones, con
casas encaladas y puertas y ventanas azules, hogar inspirador de artistas
multidisciplinares, lugar de vacaciones
preferido por las pudientes familias tunecinas y referencia turística.
Los restos del dominio romano están muy
presentes en todo el país, con un nivel de conservación excepcional que le convierten
en referencia mundial, con yacimientos catalogados por la Unesco como
Patrimonio de la Humanidad.
En el norte Útica, la hermana mayor de
Cartago, alberga interesantes ruinas. En el interior noroeste, se encuentra Dougga,
la ciudad romana mejor conservada del norte de África, con monumentos como el
mausoleo númida, el foro, la plaza de los vientos, las termas de Licinio, los
templos, el teatro y el capitolio.
Más al oeste, a pie de los poderosos relieves
de la cordillera del Atlás, se encuentra Sbeitla, asentamiento romano y
cristiano. Rico yacimiento, entre sus ruinas destacan varias termas, un foro
espectacular, el capitolio con templos a Junio, Júpiter y Minerva, las
basílicas de Bellator y San Vidal y la iglesia de San Siervo.
En el interior de la costa oriental, se
encuentra El Jem, primeramente púnica conoció su época dorada cuando se decantó
por los romanos. Conserva el tercer anfiteatro más grande del mundo por tamaño
de los 230 existentes, después de los de Roma y Capua, levantado en el siglo
III, conjunto de gran complejidad arquitectónica que pasa por ser la reliquia
romana mejor conservada de África.
El litoral de la costa oriental, desde
Hammamet hasta Sfax, atesora las mejores playas del país, zona de gran riqueza
oleícola y del gran despegue turístico tunecino en los finales del siglo XX e inicios
del XXI.
La kasba, la medina y la gran mezquita de
Hammamet, son el contrapunto cultural e histórico, que dan un sello de
autenticidad e intemporalidad a uno de los centros turísticos más importantes
del país.
Más al sur está Sousse, la tercera ciudad más
grande de Túnez, bastión fenicio. Sus murallas medievales, el Ribat –monasterio
fortificado-, la Kasbah, la gran mezquita, la medina y su muralla o el alminar
del complejo Zaouia Zakkak, son ejemplo de su histórico pasado reconocido como
Patrimonio de la Humanidad.
El cercano Port El kantoui, levantado en la
década de 1970, es junto a Yasmine Hammamet los abanderados del turismo de
elite. Puertos deportivos, a píe de blancas y paradisíacas playas, con campos
de golf y villas de diseño, creados como polos de atracción turísticos.
La cercana Monastir muestra una de las caras
más alegres de Túnez, la ciudad del héroe y padre de la Independencia obtenida en 1956, Habib Burguiba, que alberga
su mausoleo y una mezquita con su nombre. Ciudad universitaria, conserva restos
de su pasado fenicio y romano, y al igual que Sousse su ribat, las murallas y la
gran mezquita son sus referencias.
El litoral oriental concluye en Sfax, la
segunda ciudad más grande del país y su principal centro comercial, gracias a
su flota mercante y al comercio exterior. Extendida entre las murallas de la
medina y el puerto, que marcan la vida de la comercial ciudad, los edificios de
la época del protectorado son otro de sus íconos.
En el interior de esa costa en medio de un
paisaje de estepas, se encuentra Kairouan, la primera capital del Magreb con
mezquita, anclada en un pasado lejano, protegida por su inexpugnable muralla de
siete kilómetros, capital de la alfombra y Patrimonio de la Humanidad desde
1988.
Fundada en el año 670, con leyenda incluida,
en ella todo gira en torno a su Gran Mezquita, edificada en el mismo año, uno
de los edificios religiosos más antiguos y grandes del mundo islámico, y modelo
de numerosas mezquitas hasta Al-Ándalus. Cuarto destino de peregrinación
después de La Meca, Medina y Jerusalén, siete visitas a la misma equivalen a
una a la Meca. Su otra gran referencia es la “mezquita del barbero”, que
alberga el mausoleo de un antiguo discípulo del Profeta, Sidi Saheb.
Desde el sur de Sfax hasta la frontera con
Libia, se encuentran las arenosas marismas del golfo de Gabés, único oasis del
litoral del Mediterráneo, con una antigua capital que toma su nombre y
considerada la entrada al Sahara.
Al sur de Gabés, a escasos 40 kilómetros, se
encuentra el más grande y celebre de los pueblos trogloditas bereberes, Matmata.
Caracterizados por los innumerables cráteres excavados en la roca blanda,
interiores de sus casas, que los aislaban del intenso calor. En la actualidad algunas
de ellas están convertidas en hoteles y otras sirven de escenografía para
películas de cine, como la célebre saga de la Guerra de las Galaxias.
Más al interior, en el extremo del Gran Erg
Oriental que se extiende hasta Marruecos, se encuentra la considerada “puerta
del Sahara”: Douz, pequeña ciudad dónde se acaba el asfalto y comienza el
inmenso e interminable desierto.
Al otro lado, otro capricho de la naturaleza
sorprende al viajero, un inmenso antiguo mar interior en gran parte seco, de
cristales de sal y superficie brillante que forma extraños espejismos,
atravesado por un carretera asfaltada, el Chott El-Jerid.
En las entrañas del Gran Erg Oriental, se
encuentran Tozeur y Nefta, ciudades surgidas del desierto acurrucadas contra
inmensos palmerales. Tozeur es uno de los mejores oasis del país y considera
capital datilera mudial. Nefta, es el segundo lugar sagrado del país detrás de
Kairouan, importante centro del sufismo en el pasado, y uno de los lugares
preferidos por los cineastas.
Volviendo al golfo de Gabés, en su extremo
meridional, a cinco kilómetros de tierra firme, se encuentra la isla de Djerba.
Mediterránea y sahariana, con una importante población judía, fascina desde la
época de Homero. Sus innumerables pozos la han convertido en un enorme jardín,
que unido a la calidez de su clima, las playas de fina arena, un rico
patrimonio y al enorme potencial para practicar actividades al aire libre, la
han convertido en un importante destino exótico y elegante.
La riqueza natural, histórica,
patrimonial y religiosa de Túnez se
complementa para el visitante, con su variada y rica gastronomía. Los sabores
tunecinos son fruto de una amalgama de comida tradicional bereber con
influencias de las muchas civilizaciones que gobernaron el país a lo largo de
los siglos: fenicios, romanos, árabes, turcos y franceses.
Las aceitunas y el aceite, del que Túnez es
el máximo productor y mayor exportador mundial fuera de la Unión Europea, está
muy presente en una dieta que por su variedad y riqueza se podría incluir en la
mediterránea. Su extenso litoral es la despensa de un excelente pescado y
marisco fresco. En el interior la carne –sobre todo de cordero- forma junto con
el cuscús –plato nacional-, la pasta y las verduras el sustento diario. En las
principales ciudades, las influencias francesas están muy presentes. Rica es su dulcería, con la miel, dátiles y
almendras como principales ingredientes. Sabroso su amplio abanico frutal. El
café, el té y los zumos encabezan el consumo de bebidas, con una rica oferta de
vino, que se produce en el país desde hace más de dos mil años, aguardientes y
licores.
OBSERVACIONES: Artículo elaborado para su publicación en la revista de la Federación de Tintorerías y Lavanderías de España. Publicado en su número 20, de julio 2017.
Cartago, la referencia histórica de Túnez.
Cartago. Termas de Antonino.
Chenini, la aldea beréber de cine.
Cordero al ánfora tunecino,
El cuscús en Túnez.
Isla de Djerbar. Borj El Kebir, la fortaleza española.
Isla de Djerba. Museo de tradiciones populares de Guellala.
Isla de Djerba. La isla que encantó a Ulises.
Isla de Djerba. Sinagoga Ghriba.
Isla de Djerba. Street Art Djerbahood, en Erriadh
Los dulces tunecinos.
Ksar Haddada, en Túnez, ejemplo vivo de las construcciones bereberes.
Port El Kantaouni, el puerto Banús africano.
Puertas tunecinas y su simbolismo.
Sidi Bou Said, el encanto azul y blanco de Túnez.
Túnez, el África más europeo.
Túnez, la plaza de la Gobernación.
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