Conjunto situado entre la
iglesia de San Pedro, al inicio del paseo del muro, y playa de San Lorenzo,
hasta el cabo de San Lorenzo, en la Providencia.
Gijón, que cuenta con la categoría de
villa, es la ciudad más poblada del Principado de Asturias, con una población
de 273.422 habitantes –censo de 2016-. Ubicada a orillas del mar Cantábrico,
cuenta con una extensión de 182 kilómetros cuadrados, sin desniveles de gran
importancia.
Al igual que otras ciudades, villas y
pueblos asturianos, muchas calles, plazas y paseos se han remozado en las
últimas décadas, a la vez que se fueron ganando espacios para el disfrute
ciudadano.
Espacios y lugares, que en ocasiones, se
han enriquecido con esculturas de distintos tipos y tamaños que adornan los
mismos. Gijón es un buen ejemplo de ello, contando con un alto número de
esculturas, muchas de ellas con el denominador común del acero y el hormigón
como sus materiales utilizados, y que conforman por sí solas un buen reclamo
turístico.
La ciudad también ha realizado una
apuesta por la puesta en marcha de sendas verdes y paseos, y es en algunos de
ellos dónde se han ubicado parte del conjunto artístico escultórico existente.
El paseo del muro y playa de San Lorenzo
y su continuación a través de la senda del Cervigón, hasta el cabo de San
Lorenzo, sito en la Providencia, es un buen ejemplo de ello, pudiendo disfrutar
a través de sus escasos ocho kilómetros de la visión de un total de doce
esculturas y obras varias.
A escasos 100 metros de la iglesia de
San Pedro, ubicada en la escalera número 0 del muro de San Lorenzo, en el
subsuelo se encuentran las termas romanas de la ciudad, llamada por aquél
entonces Gigia, y en el espacio ajardinado Campo Valdés levantado sobre ellas,
la escultura de Octavio Augusto (31 a.C – 14 d.C) primer emperador de Roma que
obtuvo importantes victorias políticas y militares, entre ellas la región
Convectus Asturum, incluido el castro Noega y Gigia. Obra de Francisco González
Macías, realizada en la década de los años setenta, ocupa este emplazamiento
desde 1995, y conmemora el origen romano de la ciudad.
En el Mayán de Tierra, ubicado en el
otro extremo de la bahía de San Lorenzo, el oriental, a 2.250 metros de inicio
del paseo, se encuentra la escultura “Sombras de luz”, conocida popularmente
como las Chaponas.
Obra del escultor asturiano Fernando
Alba, es un conjunto de cuatro monumentales planchas
rectangulares de acero corten, de unos cinco metros de altura que en posición
vertical se orientan hacia los cuatro puntos cardinales. Cada plancha ha sido
perforada en círculos de distinto diámetro, por los que penetra la luz,
convertidos en agujeros que rompen las sombras de las chapas, al tiempo
que fragmentan el espacio, representan
las cuatro estaciones del año.
Metros más
adelante, pasada la playa de les travieses y el sanatorio Marítimo, en un
entrante en el pedrero, en el centro de la plazoleta construida sobre el mismo,
luce un reloj de sol, construido con piezas de mármol.
En el siguiente entrante de tierra en el
pedrero, en otra pequeña plazoleta, oteando el mar Cantábrico y el horizonte,
se ubica la escultura “La Madre del Emigrante”, también bautizada por los
gijoneses, en este caso como la “Lloca del Rinconín”.
La escultura, ubicada en 1970, fue la
primera que se ubicó en la ciudad de tinte moderno, suponiendo una ruptura con
la estética anterior seguida, lo que provocó controversias entre la ciudadanía,
siendo objeto de diversos actos vandálicos.
Su autor, el cántabro Ramón Muriedas,
plasmo en bronce el sentimiento de tristeza de aquellas mujeres, que en las
primeras décadas del siglo XX vieron partir a sus hijos desde el puerto del
Musel, en busca de un futuro mejor. De belleza desgarradora y de un gran
simbolismo, en ella destaca su cara con expresión de tristeza y su mano
levantada en un signo de adiós o de impotencia.
El paseo continúa a la vera del mar, con
la playa del Rinconín, con el extenso parque del mismo nombre enfrente de la
misma, a 3.250 metros del inicio. En él, en un torno arbolado, se ubica la
escultura de Herminio Álvarez, escultor asturiano nacido en La Caridad, que no
tiene nombre, por lo que en todas las referencias figura como “Sin título”, y
que está incluida en su serie “Equilibrios Inestables”. Instalada en el parque
en el año 2001, tiene una altura de 12 metros y está formada por dos grandes
cilindros de acero atraídos por un potente campo magnético.
La playa y
parque del Rinconín conforman el punto final del paseo marítimo y, a la vez,
punto de salida a la senda del Cervigón, que flirtea con los acantilados en
dirección al cabo de San Lorenzo, en la Providencia, perteneciente ya a la
parroquia de Somió, dónde la barandilla blanca cede su testigo a otra de
madera.
El inicio de la
senda, casi lindante con las instalaciones del camping Costa Surf, fue el lugar
elegido para ubicar en el año 1999, con motivo de la inauguración de la senda,
la escultura realizada por el artista onubense Pepe Noja, bautizada como
“Solidaridad”.
Realizada en
acero inoxidable, pesa tres toneladas y media, y está formada por cuatro formas
cilíndricas a modo de eslabones que se entrelazan. De vocación simbólica, la
cadena significa unión, pero también libertad, dado que sus eslabones están
abiertos, no pierden su independencia ni si autonomía formal.
En el otro extremo
del terreno que ocupa el camping, en el punto kilométrico 3,750, dónde la senda hace un giro de noventa
grados, en un saliente irregular, fue el lugar elegido para ubicar en el año
2001 el conjunto escultórico realizado por el artista asturiano Adolfo Manzano,
natural de Bárcena de Quirós.
Bautizado como
“Cantu los díes fuxios” –Canto de los días huidos-, está realizado en mármol de
Macael, y lo forman nueve bloques cuadrados, coronados cada uno por tres
cuencos superpuestos irregularmente. Obra que simboliza, según el autor, las
pequeñas cosas perdidas que alguna vez formaron parte de nuestra vida. El
conjunto, privilegia atalaya sobre el Cantábrico, los bloques son utilizados
como improvisados asientos para la contemplación del mar y el paisaje.
A partir de este
punto, la senda asciende sobre los acantilados, hasta una pequeña planicie, que
rodeada en su parte trasera por casas, dónde se ha colocado el monolito a las
víctimas asturianas del Holocausto, ubicado a la altura del kilómetro 4,750.
Monumento, que
bajo el nombre “Nunca Más”, rinde homenaje a los asturianos que pasaron por los
campos de concentración nazis, tanto a los que dejaron su vida en ellos, como a
los que lograron sobrevivir tras largos padecimientos. Fue inaugurado como un
símbolo abierto al cielo de libertad y humanidad.
El camino
enlosado que forma la senda, continúa en descenso en dirección a la playa de
Peñarrubia, en cuyo extremo oeste se encuentra el parque Joaquín Rubio Camín,
(1929-2007) dedicado al artista gijonés. En la pradería sobre los acantilados,
rodeada de mesas, se encuentra su obra “Castillo de Salas” desde el 15 de
noviembre de 2003.
La obra, con
unas dimensiones de 11 metros de largo por 1,90 metros de altura, está
realizada aprovechando una de las piezas del granelero “Castillo de Salas”,
hundido frente a la bahía de San Lorenzo en 1986 con una importante carga de
carbón, con el consiguiente desastre ecológico que ello provocó. El buque se
partió en dos y permaneció 17 años hundido en el fondo del mar hasta que en
2003 se retiraron parte de sus restos., y el artista aprovecho un trozo del
buque para su obra.
A continuación
de la playa, en la zona denominada la Providencia, se encuentra el cabo de San
Lorenzo, que abarca una extensión de 141.685 metros cuadrados. Primigeniamente
de titularidad privada, adquirido por el Estado en 1945 para convertirlo en
campo de maniobras dependiente del Ministerio de Defensa y que en 1993 paso a
ser de propiedad municipal, siendo inaugurado el 8 de agosto de 1997.
El extenso
terreno, recuperado para el disfrute y el ocio, denominado parque de San
Lorenzo, conserva varias plataformas de hormigón utilizadas para la práctica de
tiro, así como de un bunker, de un almacén subterráneo y de un índice
geodésico.
Cuenta con aparcamiento, zona infantil, elementos de práctica
deportiva, amplios paseos, un singular mirador sobre la costa cantábrica y tres
esculturas, conjunto diseñado por el arquitecto Ángel Noriega.
El mirador,
construido en hormigón, simula la proa de un barco mirando al Noroeste, de
varias alturas, que luce altivo sobre el conjunto y es la atalaya perfecta para
el disfrute de la vista sobre el Cantábrico, con la ciudad de Gijón al fondo a
la izquierda.
A la sombra del
mirador, a su izquierda, en la zona verde, se ubica la obra escultórica
realizada por el asturiano Miguel Ángel Lombardía, denominada “Paisaje
Germinador”. Escultura sobre pedestal y una altura de tres metros, se abre a
cualquier lectura. De detalles insospechados, con aspecto de ser humano con
brazos informes que le dan aspecto de veleta y brújula, aunque otros lo
relacionan con un satélite, un dinosaurio o un cíclope.
En el extremo
inferior izquierdo, a píe de los acantilados, se ubicó el monumento en memoria
del empresario asturiano José Luis Álvarez Margaride, uno de los artífices de
la reindustrialización en el Principado de Asturias, fallecido en el año 2010.
Obra realizada en por su hija Xana Khale, el mismo año de su fallecimiento, y junto a ella luce una placa dedicatoria con el texto: "En memoria de José Luis Álvarez Margaride (1938-2010), ilustre empresario gijones, asturiano de pro y gran persona. "El eco de tú voz llegará siempre a todos los rincones de nuestras vidas". La villa de Gijón, su familia y amigos.
En el lado
contrario, en el extremo derecho del parque, se encuentra la última de las
esculturas que conforman el espacio artístico en el que se ha convertido el
paseo del muro de la bahía gijonesa y la senda del Cervigón. Es la obra
realizada por el artista valenciano Amadeo Gabino, titulada “Homenaje a Galileo
Galilei XV”, instalada en 1997.
Realizada en
acero corten, está formado por dos estructuras geométricas semicirculares,
colocadas en forma oblicua. Sus dimensiones de tres metros de altura están
conformadas a su vez por planchas unidas mediante soldadura, que se curvan y
arquean, dibujando rutas concéntricas que definen el planeta del cosmos de los
sueños.
MÁS INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. Pinchar enlaces.
“La arquitectura, la escultura, la pintura, la música
y la poesía, pueden ser llamadas las eflorescencias de la vida civilizada”:
Herbert Spencer (1820-1903) psicólogo, filósofo y sociólogo inglés.
Buen reportaje.
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