martes, 6 de diciembre de 2022

Santa Eulalia de Abamia, el reposo del rey Pelayo.

Situada en Abamia, Cangas de Onís, en ella recibió sepultura el primer monarca del reino de Asturias en el año 737.

Cangas de Onís ubicado en el oriente del Principado de Asturias, fue la primera capital del reino de Asturias desde el año 722 al 774, concejo compuesto en la actualidad por once parroquias. Entre las que se encuentra Abamia, cuya primigenia iglesia bajo la advocación de Santa Eulalia de Mérida, forma parte de la historia del reino ya que según la tradición fue fundada o reedificada por el rey Pelayo que eligió este lugar para ser enterrado tras su muerte junto a su esposa Gaudiosa.



Relacionadas con el incipiente reino y la intensa colonización eclesiástica de la zona en el siglo VIII, susceptible de remontarse a siglos anteriores, son entre otras la capilla de Santa Cruz en Cangas de Onís, la cueva de Nuestra Señora o de Santa María en Covadonga, el monasterio de San Pedro en Villanueva y la iglesia de Santa Eulalia en Abamia.



Situada en las laderas del valle del río Güeña, a la altura de la localidad de Corao,  la aparición de túmulos funerarios precristianos y necrópolis romano-vanidienses, dan fe de que el lugar fue de culto pagano antes de ser cristianizado.




Su primera documentación aparece en el año 737 en la Crónica Albeldense, que menciona la existencia de un monasterio de la regla de San Benito bajo el nombre de Abelanie. Su dedicación a la santa emeritense Eulalia, de la que eran devotos los monarcas astures, es otro de sus nexos de unión con el reino.




Unión que se constata en la Crónica Sebastianense (o de Alfonso III) en la que se detalla en Santa Eulalia de Velanio como el lugar de enterramiento del rey Pelayo fallecido en Cangas de Onís en el año 737, en la que ya está sepultada su esposa Gaudiosa. Defunción y sepultura, cuya traducción es: “Pelayo, tras diecinueve años de reinado, falleció de muerte natural y fue enterrado junto con su esposa la reina Gaudiosa en el territorio de Cangas, en la iglesia de Santa Eulalia de Velanio. Año 775" (que equivaldría al 737 de nuestra era). Laudas sepulcrales visibles en la actualidad.




Restos mortales que oficialmente se encuentran en la actualidad en la Santa Cueva de Covadonga, a donde fueron trasladados por orden del rey castellano-leonés Alfonso X el Sabio (1221-84), junto a los de Ermensida, hermana de Pelayo, según consta la inscripción en un sepulcro, que no goza del total consenso entre los historiadores.




Conocida a lo largo de la historia por diferentes versiones del término: Belapmio, Pamio, Abelamio, Belamio, Velaniense o Velamio, goza de la declaración de Monumento Histórico-Artístico Nacional desde 1962.




Por su significación histórica sufrió continuas reformas y ampliaciones, en cuya estructura conviven reminiscencias prerrománicas con otros románicos, bajomedievales y barrocas, e incluso otras de finales del siglo dieciocho. Tras numerosos avatares fue abandonada por peligro de ruina en 1904, trasladando el culto parroquial que históricamente se realizó en ella a Corao y comenzando a desmoronarse a finales de 1906, no siendo hasta 1977 cuando se restauro su bóveda hundida, y entre 2005 y 2007 se realizo una nueva rehabilitación.



Edificado con piedra de sillería y mampostería,  coronada en su frontal por una espadaña de doble ojo, consta de una sola nave cuadrangular, amplia y diáfana de tres tramos con bóvedas de cañón reconstruidas con hormigón en 1977,  delimitados y soportados por fajones internos y contrafuertes externos, en cuyo flanco sur se adosó en el siglo XIX la sacristía a una altura inferior.




Su interior, vacío por completo en la actualidad y al que no se puede acceder, apenas cuenta con decoración alguna. Su ábside está decorado con pinturas barrocas con escenas de la vida de Cristo en muy mal estado de conservación. Las impostas sobre las que reposa el arco de entrada están decoradas con formas vegetales. Y en el tramo más próximo al presbiterio, dos arcosolios barrocos rematados con pináculos cobijan las míticas lápidas sepulcrales de Pelayo y Gaudiosa, en el muro de la epístola y del evangelio respectivamente. El desaparecido retablo del altar mayor estaba coronado por una interesante recreación de la batalla de Covadonga.



En su exterior, los muros este y oeste estaban protegidos por un desaparecido pórtico. A excepción de sus portadas, su escasa decoración se limita a una sencilla cornisa de canecillos románicos que recorre los muros norte y sur. Y al ventanal del muro del testero que ilumina la cabecera, con un arco de medio punto de corte prerrománico coronado con una roseta hexapétala dentro de un círculo.




Portadas medievales de gran interés. La occidental, con un arco apuntado de dovelas regulares decorada con perlones y rematada con una cabeza humana. Y otra, en el costado meridional, posiblemente del siglo XII, enmarcada entre dos potentes contrafuertes con un sillar más elaborado, de tres arquivoltas molduradas con interesantes relieves, que descansan sobre dos columnas cuyos capiteles se prolongan en las jambas, formando un friso corrido esculpido.




En ella se narra de forma muy simplificada el juicio final. Labrados relieves como las de un dragón, cuadrúpedos en posición enfrentada y un llamativo repertorio de tormentos infernales, como el de un hombre ajusticiado en un caldero hirviente.




Las arquivoltas de los capiteles que coronan las columnas están decoradas con varios cuadrúpedos muy desgastados, la representación de un monstruo que arrastra a una mujer por el pelo con sus manos hacia el pecho, posible alusión al pecado de la lujuria y bustos antropomorfos de cuyas bocas brotan hojas. Peculiares por su curiosidad son estos últimos, ya que en Asturias sólo aparecen en la iglesia de San Juan Bautista de Corias, en Cangas del Narcea.




En la arquivolta de la izquierda la apertura de los sepulcros y la resurrección de los muertos, y en la zona derecha los suplicios de los condenados al fuego eterno. En el capitel-imposta de la derecha un condenado es arrastrado por los pelos por un demonio, escena que la mentalidad popular ha identificado tradicionalmente con la condena del traidor Don Oppas, obispo que intento convencer a Pelayo para que se rindiese ante el ejercito  musulmán.





Santa Eulalia, como otras de la época, estuvo asociada a enterramientos habiéndose recuperado restos datados hacia el año 870. Y en su cementerio contiguo fue enterrado Roberto Frassinelli (1813-87), conocido como el “alemán de Corao”, que descubrió el dolmen existente en Abamia e impulsor de la erección de la basílica de Covadonga, cuyos restos se trasladaron al interior de la iglesia durante la restauración de 1977.




En el exterior de la iglesia lucen tres tejos centenarios de colosal envergadura, el árbol sagrado de los celtas y en torno al cuál aconceyaban los lugareños, que señalan el carácter sagrado otorgado desde siempre a este lugar.






 

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"Todas las religiones tienen una base común. Solo se diferencian en la manera de presentar sus dogmas y principios". Arnoldo Krumm Heller (1876-1949) médico, militar, masón y escritor alemán.

 

 

 

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