Situada en Abamia, Cangas de Onís, en ella recibió sepultura el primer monarca del reino de Asturias en el año 737.
Cangas de Onís ubicado en el oriente del Principado de Asturias, fue la primera capital del reino de Asturias desde el año 722 al 774, concejo compuesto en la actualidad por once parroquias. Entre las que se encuentra Abamia, cuya primigenia iglesia bajo la advocación de Santa Eulalia de Mérida, forma parte de la historia del reino ya que según la tradición fue fundada o reedificada por el rey Pelayo que eligió este lugar para ser enterrado tras su muerte junto a su esposa Gaudiosa.
Relacionadas con el incipiente reino y la intensa colonización eclesiástica de la zona en el siglo VIII, susceptible de remontarse a siglos anteriores, son entre otras la capilla de Santa Cruz en Cangas de Onís, la cueva de Nuestra Señora o de Santa María en Covadonga, el monasterio de San Pedro en Villanueva y la iglesia de Santa Eulalia en Abamia.
Situada en las laderas del valle del río Güeña, a la altura de la localidad de Corao, la aparición de túmulos funerarios precristianos y necrópolis romano-vanidienses, dan fe de que el lugar fue de culto pagano antes de ser cristianizado.
Su primera documentación aparece en el año 737 en la Crónica Albeldense, que menciona la existencia de un monasterio de la regla de San Benito bajo el nombre de Abelanie. Su dedicación a la santa emeritense Eulalia, de la que eran devotos los monarcas astures, es otro de sus nexos de unión con el reino.
Unión que se constata en la
Crónica Sebastianense (o de Alfonso III) en la que se detalla en Santa Eulalia
de Velanio como el lugar de enterramiento del rey Pelayo fallecido en Cangas de
Onís en el año 737, en la que ya está sepultada su esposa Gaudiosa. Defunción y
sepultura, cuya traducción es: “Pelayo, tras diecinueve años de reinado, falleció de muerte
natural y fue enterrado junto con su esposa la reina Gaudiosa en el territorio
de Cangas, en la iglesia de Santa Eulalia de Velanio. Año 775" (que
equivaldría al 737 de nuestra era). Laudas
sepulcrales visibles en la actualidad.
Restos
mortales que oficialmente se encuentran en la actualidad en la Santa Cueva de
Covadonga, a donde fueron trasladados por orden del rey castellano-leonés
Alfonso X el Sabio (1221-84), junto a los de Ermensida, hermana de Pelayo,
según consta la inscripción en un sepulcro, que no goza del total consenso
entre los historiadores.
Conocida
a lo largo de la historia por diferentes versiones del término: Belapmio,
Pamio, Abelamio, Belamio, Velaniense o Velamio, goza de la declaración de
Monumento Histórico-Artístico Nacional desde 1962.
Por su
significación histórica sufrió continuas reformas y ampliaciones, en cuya
estructura conviven reminiscencias prerrománicas con otros románicos, bajomedievales
y barrocas, e incluso otras de finales del siglo dieciocho. Tras numerosos
avatares fue abandonada por peligro de ruina en 1904, trasladando el culto
parroquial que históricamente se realizó en ella a Corao y comenzando a desmoronarse
a finales de 1906, no siendo hasta 1977 cuando se restauro su bóveda hundida, y
entre 2005 y 2007 se realizo una nueva rehabilitación.
Edificado
con piedra de sillería y mampostería, coronada
en su frontal por una espadaña de doble ojo, consta de una sola nave
cuadrangular, amplia y diáfana de tres tramos con bóvedas de cañón
reconstruidas con hormigón en 1977, delimitados y soportados por fajones internos
y contrafuertes externos, en cuyo flanco sur se adosó en el siglo XIX la
sacristía a una altura inferior.
Su
interior, vacío por completo en la actualidad y al que no se puede acceder, apenas cuenta con decoración
alguna. Su ábside está decorado con pinturas barrocas con escenas de la vida de
Cristo en muy mal estado de conservación. Las impostas sobre las que reposa el
arco de entrada están decoradas con formas vegetales. Y en el tramo más próximo
al presbiterio, dos arcosolios barrocos rematados con pináculos cobijan las
míticas lápidas sepulcrales de Pelayo y Gaudiosa, en el muro de la epístola y
del evangelio respectivamente. El desaparecido retablo del altar mayor estaba
coronado por una interesante recreación de la batalla de Covadonga.
En su
exterior, los muros este y oeste estaban protegidos por un desaparecido
pórtico. A excepción de sus portadas, su escasa decoración se limita a una
sencilla cornisa de canecillos románicos que recorre los muros norte y sur. Y al
ventanal del muro del testero que ilumina la cabecera, con un arco de medio
punto de corte prerrománico coronado con una roseta hexapétala dentro de un
círculo.
Portadas
medievales de gran interés. La occidental, con un arco apuntado de dovelas
regulares decorada con perlones y rematada con una cabeza humana. Y otra, en el
costado meridional, posiblemente del siglo XII, enmarcada entre dos potentes
contrafuertes con un sillar más elaborado, de tres arquivoltas molduradas con
interesantes relieves, que descansan sobre dos columnas cuyos capiteles se
prolongan en las jambas, formando un friso corrido esculpido.
En ella
se narra de forma muy simplificada el juicio final. Labrados relieves como las
de un dragón, cuadrúpedos en posición enfrentada y un llamativo repertorio de
tormentos infernales, como el de un hombre ajusticiado en un caldero hirviente.
Las
arquivoltas de los capiteles que coronan las columnas están decoradas con
varios cuadrúpedos muy desgastados, la representación de un monstruo que
arrastra a una mujer por el pelo con sus manos hacia el pecho, posible alusión
al pecado de la lujuria y bustos antropomorfos de cuyas bocas brotan hojas.
Peculiares por su curiosidad son estos últimos, ya que en Asturias sólo
aparecen en la iglesia de San Juan Bautista de Corias, en Cangas del Narcea.
En la
arquivolta de la izquierda la apertura de los sepulcros y la resurrección de
los muertos, y en la zona derecha los suplicios de los condenados al fuego
eterno. En el capitel-imposta de la derecha un condenado es arrastrado por los
pelos por un demonio, escena que la mentalidad popular ha identificado tradicionalmente
con la condena del traidor Don Oppas, obispo que intento convencer a Pelayo
para que se rindiese ante el ejercito musulmán.
Santa
Eulalia, como otras de la época, estuvo asociada a enterramientos habiéndose
recuperado restos datados hacia el año 870. Y en su cementerio contiguo fue
enterrado Roberto Frassinelli (1813-87), conocido como el “alemán de Corao”,
que descubrió el dolmen existente en Abamia e impulsor de la erección de la
basílica de Covadonga, cuyos restos se trasladaron al interior de la iglesia
durante la restauración de 1977.
En el
exterior de la iglesia lucen tres tejos
centenarios de colosal envergadura, el árbol sagrado de los celtas y en torno
al cuál aconceyaban los lugareños, que señalan el carácter sagrado otorgado
desde siempre a este lugar.
MÁS INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. Pinchar en
enlaces.
Un
Principado para descubrir. Concejo a concejo. Videoteca.
Un
Principado para descubrir. Pueblos y sitios de interés. Videoteca.
Patrimonio
religioso del Principado. Capillas, ermitas, iglesias y otros edificios religiosos.
Otra
información sobre Cangas de Onís y su concejo.
Área recreativa Llanu Cura. Cangas de Onís.
Covadonga-Cruz de Priena-Vega de
Orandi-Covadonga. Ruta circular.
Dobra, el río del macizo occidental de los Picos de Europa.
Iglesia de San Andrés. Soto de Cangas.
La hoya de San Vicente. Tornín
La “Imagen de un Reino”. Exposición en el museo de Covadonga.
La moto Picapedrera. Escultura de Silfredo Torrado. Cangas de Onís.
Senda del río Dobra. De Tornín a la hoya de San Vicente.
Senda del río Dobra. De Tornín a la hoya de San Vicente. Vídeo de la ruta.
"Todas las
religiones tienen una base común. Solo se diferencian en la manera de presentar
sus dogmas y principios". Arnoldo Krumm Heller (1876-1949) médico,
militar, masón y escritor alemán.
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