El cerdo ha
sido, y es, uno de las principales fuentes de alimento de la humanidad, con la
excepción de los practicantes de algunas religiones, desde tiempos remotos.
Prácticamente en toda la península ibérica, con las peculiaridades propias de
cada región, existe un apego histórico a la tradición familiar de la matanza
del cerdo y al consumo de sus múltiples derivados. Dice el refrán castellano,
que del cerdo se aprovecha hasta los andares, y nada es más cierto.
Un derivado
porcino de gran incidencia y aceptación son las morcillas, producto de humilde
condición pretéritamente, reservado en la Edad Media para los nobles y el
clero, y cuya primera documentación escrita en la cocina española proviene del recetario
de “Cocina medieval catalana” escrito en catalán por Robert de Nola en 1520 y
con traducción en castellano en 1525.
Su ingrediente
principal es la sangre del cerdo, acompañada de diversos ingredientes, siendo
estos de tal variedad, que se puede afirmar que cada territorio tiene su propia
elaboración, en ocasiones muy dispar a las de sus vecinos.
El Goierri
guipuzcoano, comarca que limita al sur con las provincias de Álava y Navarra, y
abarca veintidós municipios, es un buen ejemplo de esta afirmación. En ella
elaboran la que denominan “Odolki” o “Morcilla de verduras”.
Su elaboración
se suele realizar entre los meses de septiembre y de febrero, siendo las
primeras elaboraciones coincidentes con la celebración la segunda semana de
septiembre de las Fiestas Vascas en Ordizia, uno de sus municipios más
importantes, y en cuyo programa figura un prestigioso Concurso en el que
participan carnicerías de toda la comarca.
Son varias sus
singularidades. De producción artesanal y manual, mezclando con paciencia todos
sus ingredientes, su receta se va transmitiendo de generación en generación. Su
tripa es siempre fresca, que se rellena con sangre, tocino,
cebolla, puerro, manteca de cerdo, sal y especies y aromatizantes, entre los que
se encuentran el orégano, la canela, anís, guindilla o el perejil, variando
ingredientes y cantidades según la zona y los productores.
Su comercialización se
realiza en ristras o individuales, usando cada vez más el envasado al vacío
para una mejor conservación, e incluso en ocasiones se comercializan ya
cocidas, lo que le da una mejor conservación y una mayor vida útil.
Su forma más habitual
de elaboración es mediante cocción, aunque también se pueden freír, asar u
hornear. Para ello es necesario sumergirlas en agua fría a fuego medio,
llevándolas hasta el justo punto de ebullición, sin que aparezcan nunca
borbotones fuertes, y nunca pinchándolas, por un tiempo aproximado de una hora,
dejándolas sumergidas en el agua para que no se sequen.
Para su ingesta se
deben de escurrir bien, dejarla reposar unos minutos y cortarla en trozos de un
largo de unos tres/cuatro dedos con un cuchillo fino, para que queden los
pedazos enteros y la piel no contraiga y desprenda su relleno.
Este embutido prieto,
suculento y delicado se puede degustar solo –lo más habitual-, o acompañado de
otros platos o elaboraciones.
MÁS INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. Pinchar en enlaces.
Cata-Concurso del mejor Odolki del Goierri, en Ordizia. XXIII edición, 2017.
"Comiendo pan y morcilla, nadie tiene pesadillas". Refrán español.
No hay comentarios:
Publicar un comentario