martes, 7 de junio de 2011

Muestra etnográfica Casa típica Tixileira. Sisterna (Ibias).

Muestra de la forma de vida que ejercían los tixileiros o cunqueiros, ubicados en los concejos de Ibias y Degaña. Descripción y vídeo de la misma.

Ibias es un vasto concejo situado en el rincón más suroccidental del Principado de Asturias, que limita con la provincia de Lugo al norte y a occidente, con la de León al sur, y a oriente con los concejos asturianos de Allande, Cangas del Narcea y Degaña. Cuenta con una extensión de 333,30 kilómetros cuadrados y una población de 1698 según el censo poblacional de 2010.

Atravesado de este a oeste por el río Ibias, su área occidental está incluida en el Parque Natural de las Fuentes del Narcea y del Ibias, y en el bosque de Muniellos, Reserva Natural Integral y Reserva de la Biosfera. Dividido en once parroquias: Cecos, Marentes, Pelliceira, San Antolín, San Clemente, Santa Comba Os Coutos, Sena, Sisterna, Seroiro, Taladrid y Tormaleo, cuenta con setenta y ocho núcleos poblacionales, de los que a fecha 2010 siete estaban deshabitados. Bautizado, por algunos, como el  “Lejano oeste asturiano” su capital municipal, San Antolín, dista 142 kilómetros de Oviedo.

Los núcleos de Sisterna y el Bao, son los que conforman la parroquia de Sisterna, situada en el oriente del concejo, limítrofe con el de Degaña. En el primero de ellos se encuentra el Museo o Muestra Etnográfica como le gusta llamar a su propietario, Enrique González Gavela, que también lo es igualmente del núcleo de turismo rural Tixileiro, compuesto por hotel, hotel rural y restaurante.
El museo que actualmente permanece cerrado, en espera de una ansiada subvención o acuerdo bien con el Ayuntamiento bien con el Principado de Asturias, que le permita afrontar la importante inversión que su puesta en marcha conlleva, esta ubicado en una antigua casa de herreros (firreiros) del pueblo que fue adquirida por Enrique en el año 1996 y en la que guarda de manera más menos ordenado su colección particular de más de 600 piezas que ha ido coleccionando desde hace más de 30 años. Su apreció a la cultura popular de su pueblo, valorando cada objeto que podía conseguir en sus continuos movimientos por la comarca desempeñando su antiguo trabajo de guarda forestal, le ha permitido conseguir sin duda el mayor número de piezas relacionado con este oficio ancestral que hay en poder de una sola persona, y Enrique lo muestra a quién se lo solicite con el cariño que solo se puede transmitir sobre las cosas que de verdad se aprecian, valoran y quieren.




Pero si hablamos de tixilerios o cunqueiros habrá que explicar lo que son. En realidad parece ser que son dos nombres con igual significado, ambos se refieren al oficio que desempeñaban, el de fabricantes de cuencos (concos) y otros útiles de madera. Tixileiros eran como ellos mismos se llamaban y cunqueiros el nombre que les daban en el lado leonés de la cordillera cantábrica con la que limitan y pueblos del alrededor.
La comarca o zona que abarcaban es el valle tixileiro, por el que discurre el río Collada (Cullada) situado en la zona limítrofe de Degaña e Ibias, y que lo forman los pueblos de Tablado (Trabau) y El Corralín (deshabitado hace años) en Degaña y Sisterna (Astierna) y el Bao en Ibias.
Los tixileiros eran un oficio de los tantos trashumantes existentes tiempos atrás, artesanos comerciantes ambulantes perfectamente organizados que tenían hasta su propia jerga para comunicarse entre ellos y guardar los secretos de su oficio. Acudían a comercializarlas no solo a los cercanos mercados y fiestas del occidente asturiano, sino también a las comarcas cercanas leonesas y lucenses, al resto de Galicia, a Castilla, Extremadura e incluso a Andalucía.
Había dos fechas claves en el oficio, una el 24 de agosto -San Bartolo- fiesta de Sisterna y otra el 4 de octubre –San Francisco- fiesta de Tablado. En la primera se formaban las cuadrillas de entre tres y siete personas que emprenderían camino hacia el sur en la segunda fecha. Para el viaje cargaban las piezas imprescindibles del torno, las herramientas y piezas acabadas y comenzaban su peregrinar por las tierras de España, durante unos nueve meses.
En su ausencia en los pueblos solo quedaban los pequeños, viejos y mujeres, sobre las que recaían el peso de todas las labores tanto familiares, como agrícolas y económicas. Varias coplas populares hacen mención a este éxodo, como: “Los cunqueiros vanse, vanse; las cunqueiras tsoran, tsoran, ¡ay de mi, triste y sola! ¿con quién voy dormir agora?” o “Fiel como una cunqueira”.
El trabajo en este tiempo era variado, compraban árboles y los preparaban para poder trabajar con ellos sus piezas en el torno (torneiro), elaboraban las piezas pesadas del torno, compraban, transportaban y vendían útiles y alimentos de una parte a otra, ejercían tanto de arrieros como de comerciantes, y volvían a su tierra en primavera con productos que en esta no se elaboraban. Los productos que fabricaban con madera de fresno, sauce, abedul y castaño eran múltiples, destacando las concas, tixelas, cimbreiras, iscudiellas, xarras, gosas, artesas, barberas, cachus y otras muchas.
El último tixileiro, según cuenta Enrique, fue Valdovinos Sal Babelo, del Bao que falleció en el año 1989; el último que hubo en Sisterna fue Domingo Rodríguez –el manquín-.
Volviendo a lo que es la muestra etnográfica, lo primero que uno se encuentra es la fragua (fraugua) con su fuelle y yunque (xunca), a la vez que se muestran piezas realizada en la misma como aperos de labranza, herramientas, útiles de cocina, piedra enorme de afilar y otras más piezas.




En la siguiente sala se encuentra la cocina, conocida en la zona como dariega, cocina tradicional en dónde destaca por un lado el horno y por otro el llar con la trebede, aquí llamado guindaste y las calamillera (garmalleiras o pregacheira), el banco (iscanu), la masera (maseira) para amasar el pan y arcones con diferentes útiles para uso de cocina y de almacenamiento.
La siguiente sala contiene colecciones de piezas de lo más variado, desde una de relojes de bolsillo, a otra de radios antiguas, gramolas, libros, máquinas de coser, básculas de pesar de diferentes épocas, herramientas de carpintería y otros de lo más variopinto.
De esta sala sale la escalera que comunica con la planta inferior, que también cuenta con entrada independiente, cuyo espacio está totalmente ocupado. Sus paredes albergan desde lámparas, candiles, ruecas, y faroles, a cuadros con herramientas del torno y xugos. De entre estos Enrique destaca uno peculiar con forma de llave antigua, de forma mixta, apto para xuncir a una vaca y una mula, que en ocasiones eran los únicos animales con los que contaba la familia.




En la planta baja se encuentra una sala de considerable tamaño y la bodega. La bodega ubicada en un estrecho espacio, cuenta con todo lo necesario para la elaboración del vino, tan enraizada en esta zona, como son la prensa, barricas, recipientes varios de envase, destacando los pellejos y botas de vino. En este espacio también se encuentran hasta tres tipos de mantequeras, dos curiosas ratoneras y una colmena (truébano o trombo).
En la sala destaca el torno (torneiro) adquirido a la familia de Domingo Rodríguez, antes mencionado, que funciona perfectamente y en que Enrique no duda en hacer una demostración de su funcionamiento. Alrededor del mismo se agolpan numerosas piezas en él elaboradas, como una buena colección de platos (iscudiellas) cuencos (concos) de muy diferentes tamaños, cachos (vasos para el vino) artesas, embudos, morteros, tachadeiras, cimbrerias, y otras, muchas de ellas mostradas en torno a un carro del país utilizado en los largos viajes de los tixileiros, cuyas ruedas también cuelgan de las paredes.




Otro apartado recuerda a otro oficio ancestral, el de los cesteros (macuneiros) con una buena muestra por ellos elaborados, cestos de todo tipo y tamaño, muestra de la habilidad de los artesanos locales.
También tiene su espacio las madreñas, con una buena colección de ellas y las herramientas necesarias para su elaboración. Parece ser que Trabado era el pueblo que contaba con los mejores artesanos especializados en su elaboración.
Una máquina de lino nos recuerda las tareas que realizaban las mujeres en los largos meses de invierno con sus maridos por el mundo.
Otra profesión que realizaban y de la que hay muestra es la del zapatero, con una buena muestra de las herramientas que utilizaban.




En fin muchas, muchas piezas expuestas, y otras almacenadas en espera de ser expuestas, que nos trasladan a tiempos pretéritos en los que el hombre abandonaba el hogar para buscar el sustento de su familia y la mujer tomaba el timón de la casa, ejerciendo un auténtico matriarcado.

No soy partidario del dicho “cualquier tiempo pasado fue mejor” pero lo que si debemos de tener en memoria histórica y recordar oficios y trabajos de nuestros antepasados que no debemos de olvidar, ellos son también parte de la larga historia de nuestro pueblo, del Principado de Asturias.
Felicitar a Enrique por la impresionante labor alturista que realiza, animarle a que continué con la misma siendo conscientes del trabajo e inversión que ello requiere, y pedir a las administraciones locales y regionales, que inviertan en este tipo de actividades que son imprescindibles para recordar la verdadera memoria histórica. Si hay dinero para otras muchas cosas y para intereses particulares de nuestros gobernantes, también debe de haber para poner en valor lo autóctono y diferencial que tenemos en nuestra tierra, y esta muestra etnográfica es una buena muestra de ello.

Vídeo de la muestra etnográfica casa típica tixileira:
https://www.youtube.com/watch?v=FNCcg3ihZF8




Más información y contacto:
Sisterna. Ibias. 985818707 Móvil: 676985294.


MÁS INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. Pinchar en enlaces.




"Un ser original es díficil de encontrar, pero facil de reconocer". Anónimo.

1 comentario:

  1. Gracias por publicar este reportaje sobre una de las joyas que tenemos en la comarca y que no acaba de tener los apoyos necesarios para darse a conocer. Como se ve que a los políticos para nada les interesa la cultura y nuestras tradiciones. Gente como tú que lo de a conocer es necesario. Ana María Barrero, de Tablao, pueblo tixileiro.

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