miércoles, 24 de octubre de 2018

Museo de Anclas Philippe Cousteau. Ancla del buque Aegean Sea.

Ubicado en Salinas, Principado de Asturias, creado y gestionado por la Cofradía Buena Mesa de la Mar. Ancla donado en 1992 por el Ayuntamiento de La Coruña, que perteneció al barco que derramo 80.000 toneladas de petróleo al mar Cantábrico.


En el centro occidental del Principado de Asturias, en el promontorio de la península de la Peñona, rodeada de mar, en el extremo occidental de la playa de Salinas, concejo de Castrillón, se eleva en forma de atalaya este el singular “Museo de anclas Philippe Cousteau”.
Museo de Anchas Philippe Costeau. Descripción, fotos y vídeo.

Fue concebido en el año 1989 por la Cofradía Buena Mesa de la Mar, con sede en la localidad y creada tres años antes, en base a una idea original de Agustín Santarú, Vigia Mayor por entonces. Y nace, de acuerdo con sus estatutos,  para rendir un homenaje continuado de amor a la mar y a sus gentes, así como a toda la cultura que la misma representa”. La elección de su nombre se realizo al ser  la síntesis del origen vital y universalidad con que el propio Philippe Cousteau se refería a la mar, ofreciendo así un homenaje eterno a las gentes que dieron su vida por la mar.




Tras varios años de maduración de la idea y de realización de gestiones, el arquitecto Luis Castillo elabora el proyecto en 1991, y el artista Vicente Santarúa la escultura  busto del hijo del Comandante Cousteau, siendo su realización posible gracias a las múltiples colaboraciones y donaciones de cofrades, empresarios y diferentes entidades y administraciones.
Realizando su inauguración S.M. el Rey Juan Carlos I, el 30 de septiembre de 1993, con la asistencia de las máximas autoridades civiles y militares, así como representantes del Gobierno de España y otros invitados.
Concebido como un conjunto monumental al aire libre y sin ninguna limitación de acceso, acoge un total de 15 anclas repartidas por todo el espacio, estando estructurado en cuatro áreas diferentes:
1.- Gran Mural. Ubicado en su acceso, sirve de iniciación al mismo.
2.- Cubierta de velas y anclas. Plataforma de acero creada por el arquitecto Luis Castillo Arenal, compuesta por seis velas de las que surgen las cadenas de las anclas que reposan en su cubierta.
3.- Templo de los océanos. Mirador esférico voladizo sobre el mar, precedido de una “rosa de los vientos”, que tiene enmarcados los 32 rumbos en los que se divide el círculo del horizonte.
4.- Busto de bronce de Philippe Cousteau. Sobre la peña Lisa, se alza el busto realizado en bronce de 3 metros de altura y 1000 kilos de peso.





ANCLA DEL AEGEAN SEA O MAR EGEO (1973-90).

Perteneciente al buque griego, construido en 1973, que derramó su carga de crudo brent-blend sobre la costa gallega en diciembre de 1992, siendo donado a los pocos meses por el Ayuntamiento de La Coruña.





Barco de funesto recuerdo para todos, que encalló frente al faro de la Torre de Hércules en la capital gallega con sus bodegas cargadas con 80.000 toneladas de crudo brend-blend cargadas en el puerto de Sullon Voe, en Escocia.
El mal tiempo provoco que el 30 de noviembre de 1992 que se refugiase en la ría de Ares, al no poder arribar al puerto de La Coruña. En la noche del 3 al 4 de diciembre tras obtener permiso para atracar en el muelle de Repsol, Konstadinos Stravridis, el griego capitán del barco, ordenó inexplicablemente, puesto que las previsiones meteorológicas apuntaban a un empeoramiento del tiempo.  que se pusiese rumbo hacia La Coruña, sellando el destino trágico del buque.
En su trayecto, los 261 metros de eslora del buque comenzaron a verse zarandeados por vientos de hasta 110 kilómetros por hora y olas de más de seis metros, una auténtica galerna que movía el barco como si se fuese un simple corcho a la deriva. A la altura de la punta Herminia, ya a la vista de La Coruña, el buque realizó dos giros de noventa grados para evitar los bajíos de Xacentes, momento en que se vio empujado contra las rocas situadas justo bajo la milenaria Torre de Hércules.
El práctico del puerto llegó demasiado tarde para evitar el embarrancamiento, siendo incapaz el  remolcador Alonso de Chaves, de sacar la carta del cepo en que había caído. La situación del buque se hizo tan desesperada que se ordenó la evacuación de los tripulantes, mientras se abría una gran grieta entre dos de los nueve tanques del petrolero, herido ya de muerte.
En las operaciones de rescate participaron la embarcación de Salvamento Marítimo "Blanca Quiroga" y el "Helimer Galicia", arriesgando sus integrantes sus vidas en el intento. Uno de los ocupantes del helicóptero cayó al mar embravecido, teniendo que ser rescatado por sus propios compañeros, y los cinco tripulantes y el práctico del puerto, que aún permanecían en cubierta, se tuvieron que arrojaron al mar, donde ya se acumulaba una buena cantidad de petróleo, siendo rescatados milagrosamente.
Seguidamente se produjo una fuerte explosión y una densa nube de humo comenzó a elevarse desde el petrolero cubriendo por completo el cielo, desatándose todas las alarmas, se evacuaron colegios y viviendas cercanas. Las labores para extinguir el incendio duraron varios días, el Mar Egeo ya no ardía, pero había derramado su negra carga sobre una costa aún no recuperada del anterior desastre, el del Urquiola, que se hundió en 1.976 con 100.000 toneladas de crudo.
En las labores de limpieza intervino un buque con base en Gijón, el Punta Salinas, causando la tragedia daños en toda la costa coruñesa, dejando sin trabajo a tres mil pescadores y mariscadores, de los que mil terminaron colgando las redes..
Los coruñeses se echaron a la calle el 10 de enero de 1.993, bajo un eslogan que volvió a ponerse tristemente de moda: "Nunca Máis", exigiendo que se declarase la costa afectada por la marea negra como zona catastrófica. Después, los litigios para cobrar las indemnizaciones, el fondo internacional que cubre los desastres marítimos no cejó hasta rebajar al máximo las cantidades que debía abonar, llegando finalmente a un acuerdo con el Estado español en diciembre de 2.000, por el que se comprometía a pagar 12.000 millones de pesetas, una cuarta parte de lo exigido por los afectados.
El lugar donde quedó encallado, de difícil acceso y de costosa maniobrabilidad, siguió corroyéndose a la vista a pocos metros de los acantilados entre los que el bravo mar lo arrinconó, con la mitad de su cascarón hundido y la otra mitad pudriéndose en la superficie como fatal recuerdo, siendo comprado por un chatarrero que se hizo cargo de todo lo que quedada por el simbólico precio de 25 pesetas.









“No se tome la vida demasiado en serio; nunca saldrá usted vivo de ella”. Elbert Green Hubbard (1856-1915), escritor, editor, artista y filósofo estadounidense.


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