jueves, 7 de enero de 2016

La Boca, el barrio del Sur de Buenos Aires.

Sinónimo de tango y fútbol, es el barrio más popular y pintoresco bonaerense.

Buenos Aires, es la ciudad autónoma de la Argentina, capital y sede del gobierno federal. Situada en la región centro-este del país, en la margen sur del río de la Plata, en plena llanura pampeana, está compuesta por más de cien barrios, viviendo tres millones de personas en la ciudad y otros once millones en sus alrededores.
El Sur bonaerense lo componen los barrios de San Telmo y La Boca. El primero lugar de residencia de los oficiales y demás personal de la colonia española, desde el desembarco y fundación de la ciudad por Pedro de Mendoza en la zona en 1536 hasta mediados del siglo XIX. El segundo, más al Sur,  es el barrio más popular y más pintoresco de la ciudad, debido a su historia, sus costumbres y al colorido de sus construcciones.









Su nombre hace alusión a la ubicación del Riachuelo, que con una gran boca desemboca en el Río de la Plata.  En la época colonial española era una zona de barrancos, dónde vivían los indígenas quilmes y los esclavos negros, ubicándose saladeros y curtiembres de cuero después de la independencia.
Ubicado al lado del antiguo puerto de Santa María de Buenos Aires, fue el que acogió a los inmigrantes que llegaban en inmensos buques -en su gran mayoría italianos-aquellos que le dieron el color que aún hoy conserva, su alegría y su gastronomía, y que comenzó a languidecer cuando el grueso del tráfico portuario se desplazó a los puertos Nuevo y Madero, debido a su poca profundidad que no permitía navíos de gran porte.









Históricamente fue un lugar oscuro, dónde se convivía con saladeros y empresas de curtiembres, carbón y madera. Los dialectos ininteligibles y los modales rudos de los que sólo habían venido para trabajar de sol a sol espantaron a la sociedad establecida, que debía aguantar conatos socialistas y anarquistas, además del tango. Sociedad que huyó al norte, quedando en La Boca, y sus cercanos Barrancos y Barrancos del Sur –hoy Avellaneda- las generaciones de inmigrantes italianos.








Conatos que en 1882, tras un conflicto laboral que terminó en huelga, un grupo de inmigrantes genoveses declararon la “República independiente de La Boca”, comunicándose al rey de Italia, que sólo tuvo unas horas de vida. Eligiendo el barrio posteriormente, en 1905,  como diputado a Alfredo Palacios, el primer socialista de América que accedía a un cargo de este rango.









Cada esquina refleja la notable influencia de la inmigración europea, principalmente de italianos genoveses, que se asentaron en el barrio durante la ola migratoria del periodo de 1860 a 1930,  impregnada de cierto estilo mediterráneo, motivo por el que algunos lo conocen como “la Piccola Italia”.
La falta de construcciones para acoger la masiva inmigración, motivo que estos tuvieran que construir lo que se denominó “conventillos”, con veredas altas debido a las frecuentes inundaciones que se producían. Casas humildes que compartían varias familias, hechas de madera y chapa acanalada, al mejor estilo de arquitectura espontánea, con patios interiores y balcones irregulares, dónde se mezclaban y enriquecían las diferentes culturas inmigrantes.








Los colores nacieron cuando comenzó a traficarse con barnices marinos sobrantes, había que pintar y daba lo mismo el color. Siendo habitual que paredes, puertas y ventanas presentaran distintas combinaciones de colores, debido sobre todo a que la pintura no alcanzaba para pintar una casa de un mismo color.







Esta peculiaridad cromática marcó la fisonomía del barrio. Con los años el efecto visual gustó y el pintor boquense Benito Quinquela Martín (1890-1977), uno de los más populares del país, animó a la población para que siguiera con la costumbre. Abandonado al nacer, fue adoptado por una familia italiana inmigrante que regentaba una carbonería, tuvo su residencia siempre en el barrio, luchando siempre por su dignidad y realizando importantes donaciones para sus infraestructuras.








En 1950 encabezó a un grupo de vecinos que decidieron recuperar un viejo ramal del ferrocarril Buenos Aires que llevaba al puerto de Ensenada, que había dejado de funcionar en 1920, de apenas 130 metros de longitud, y que se había convertido en un callejón abandonado. Iniciativa recogida por el gobierno municipal bonaerense, que la reconvirtió en una calle museo, llamada Caminito, considerado el primero al aire libre del mundo. 








De forma curva al seguir el curso de la vía,  toma el nombre del Tango compuesto por el amigo de Quinquela, Juan de Dios Filiberto –quién asistió a su inauguración- en 1926 y la letra, una melancólica reflexión sobre el paso del tiempo, por el poeta Gabino Coria Peñaloza, que se inspiró en un sendero de la localidad de Olta, en la provincia de la Rioja.









Con el paso de los años la calle se ha convertido en una de las imágenes más famosas no sólo de la ciudad sino del país, una auténtica postal, considerada por muchos como la quinta esencia bonaerense e ícono del barrio. Sus casas con paredes y tejados de cinc pintadas de vivos colores, son su auténtico reclamo. Predominan el azul y el amarillo, los colores del equipo del fútbol del barrio, el Boca Juniors. En ella se encuentran réplicas de los antiguos conventillos, en cuyos balcones se pueden ver representaciones de personajes de la historia argentina -como Gardel, Maradona o Evita- y ropa tendida como cuando eran habitadas. Muchos de ellos fueron convertidos en pequeños museos, donde se puede observar cómo vivían los primeros habitantes de la zona.










En la desembocadura del Riachuelo se encuentra la Vuelta de Rocha, puerto provisional desde 1635, que debe su nombre al comerciante Antonio Rocha propietario de la zona. Y que siglos más tarde fue el punto de desembarco para miles de inmigrantes y atracadero para el vapor de la Carrera, que realizaba a diario la travesía hasta Monteviedo. Vapor que ahora dormita allí, albergando en la actualidad un restaurante y una feria de artesanía. Los vapores y marineros de la zona desaparecieron hace mucho tiempo, pero allí aún se conservan restos y cierto ambiente de su pasado glorioso.









Allí se ha levantado la escultura al mencionado Benito Quinquela Martín, mecenas del barrio, y que donó el terreno sito en la calle avenida Pedro Mendoza dónde tuvo su residencia, para que se construyera una escuela primaria, una galería y un taller, y que en la actualidad alberga desde 1968 el  "Museo de Bellas Artes de la Boca Benito Quinquela Martín". Museo que cuenta con una importante colección de arte, entre las que se encuentran las obras principales del pintor neoimpresionista, que reflejó las tareas del antiguo puerto y la vida cotidiana de sus habitantes.








En la Vuelta de Rocha también se encuentra otra de las referencias boquenses, el puente transbordador Nicolás Avellaneda, inaugurado en 1914 durante la época de bonanza del comercio de grano, y que estuvo en funcionamiento hasta 1940. Suspendidas del puente se disponían varias góndolas en las que personas y productos atravesaban el Riachuelo para pasar a los barrios situados al sur del río, función que en la actualidad la realiza el puente de hierro adyacente, que también lleva el nombre del ex presidente argentino.








Emblemática construcción, que sigue teniendo un aspecto tan sólido como cuando estaba en funcionamiento y que ha aparecido como escenario de numerosas películas de tango, y es que de la Vuelta de Rocha se dice que tiene el privilegio de haber sido la cuna del tango.








Pero si algo ejemplariza lo que es La Boca, es el equipo de fútbol local, el Club Atlético Boca Juniors, enraizado entre los inmigrantes, es seña de identidad del barrio, así como los embajadores del fútbol argentino, del que es su mejor exponente. Fundado en 1905, único equipo que disputó todas las temporadas en la primera división argentina, y no sólo es el más laureado de Argentina, sino de todo el mundo, igualando a títulos a equipos como el Real Madrid y el AC Milán.  http://www.dendecaguelu.com/2016/01/boca-juniors-la-pasion-de-la-boca.html









Su estadio, es junto con Caminito, las referencias del barrio. Inaugurado el 25 de mayo de 1940, se denomina oficialmente Alberto José Armando, en honor al que fuera su presidente durante más de dos décadas, pero su nombre popular es la Bombonera, debido a que su arquitecto solía comparar la forma del estadio con una caja de bombones, originando así su sobrenombre.








El mítico campo, auténtico lugar de culto no sólo de La Boca, sino de todo Buenos Aires, es también utilizado por la selección argentina, que se mantiene invicta en el mismo desde hace más de 60 años. Con capacidad para 49.000 personas, fue remodelado en el año 1996.








Debajo de la tribuna, ocupando un espacio de 1.800 metros cuadrados, se encuentra el “Museo de la Pasión Boquense”, que documenta la historia del club. Inaugurado en el año 2001, en él se exponen las fotografías de todos los jugadores que vistieron su elástica, las diferentes camisetas oficiales desde su fundación, los numerosos trofeos que ha ganado a lo largo de su trayectoria. Exposición que se complementa con varios audiovisuales, paneles repletos de estadísticas y homenajes a los antiguos jugadores, ocupando un espacio destacado la estatua de Diego Maradona, idolatrado por los hinchas.








El Estadio se encuentra en un entorno urbanísticamente deplorable, que llama la atención a muchos de los visitantes, entre ellos al que suscribe, que no alcanza a entender como uno de los emblemas futbolísticos mundiales se encuentra en un entorno de esas características.








El barrio cuenta con otros centros culturales y turísticos referenciales, como el mural escenográfico, la casa amarilla, la iglesia de Nuestra Señora de los Inmigrantes, la de San Juan Evagelista, el cuartel de los bomberos voluntarios, la fundación Proa y ecléctica oferta cultural, el museo de Cera o la escuela Pedro de Mendoza.










Mención aparte merece el Tango, emblema del barrio y de la ciudad, considerada capital mundial de esta danza sensual y nostálgica cargada de historias, secretos y pasiones, que se manifiestan en sus letras, música y bailes, como se puede ver en los espectáculos y en las milongas que se celebran de forma continuada.
Muchos ubican sus raíces en La Boca, es el barrio del tango por antonomasia, en los boliches (bares) y prostíbulos de finales del siglo XIX, nacido de la confluencia de la pobreza, de la amalgama y fusión del campo y la ciudad, que hunde sus raíces de la cultura africana de los esclavos, de los gauchos de la Pampa y los inmigrantes. Declarado en el año 2009, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, en La Boca se encuentra el teatro de la Ribera, que junto a la Academia Nacional y el Museo Nacional, en la avenida de Mayo, como sus centros específicos.










En La Boca, aún se mantiene la antigua tradición de practicar el tango en las calles,  por bailarines profesionales y con organización de milongas, para disfrute de boqueases, bonaerenses y turistas.








Desde la época colonial española en la ciudad se fueron creando cafetines, bares y cafés, que con el correr de las épocas se transformaron en símbolo de la cultura bonaerense, dónde vive la memoria colectiva y sus sueños, siendo parte esencial de su paisaje urbano. 







Tanto, que setenta y tres de ellos, tienen el reconocimiento de la ciudad como “Bares Notables”, contando con apoyos oficiales, y califica como tales a aquellos bares, billares o confiterías relacionados con hechos o actividades culturales de significación, y aquellos cuya antigüedad, diseño arquitectónico o relevancia local, le otorgan un valor propio. Algunos de ellos, además, también han sido reconocidos como “Patrimonio Cultural de la ciudad de Buenos Aires”. En el barrio están ubicados cuatro de ellos: el café Roma, la Buena Medida, la Perla y el café Estaño 1880, el más antiguo de ellos, fundado en 1939.








La infraestructura turística se completa con cantidades, restaurantes de cocinas  tradicionales italianos y españoles, que  cuentan con espectáculos de tango en vivo, dónde  bailarines y músicos muestran su talento. Las calles Necochea, corrientes y la avenida Almirante Brown, son los que acogen a los más.








La Boca bien merece una visita detenida, en ella está recogida la tradición de los inmigrantes. Sinónimo de tango y fútbol, sus multicolores casas y sus espectáculos de tango,  le dan el colorido que la convierten en la postal turística más vendida del país. Es un tango de adoquines mojados y de cielo pintado de todos los colores, como desprolijo. Es volver al pasado a recordar u olvidar. Con sus multicolores casas y tabernas, el barrio se aferra a su tradición de tango, pasión por el fútbol y las raíces italianas, en los que se entremezclan un alto número de artistas callejeros, que pintan murales y cerámicas en el peculiar, pintoresco  y autóctona arte porteño del fileteado, de formas estilizadas y colores intensos.











A pesar de sus encantos, el barrio que cuenta con más de 45.000 habitantes, deja mucho que desear. Un paseo por las calles interiores muestra que, antes como ahora, quienes viven en La Boca son los más desfavorecidos, con una habitabilidad que deja mucho que desear, y con el sucio Riachuelo desprendiendo olores desagradables, en un marco pretérito industrial deteriorado, dónde los inmigrantes actuales se hacinan en los conventillos como hace más de un siglo.









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“La Boca es mi taller, mi refugio y mi modelo. Todo lo que hice y todo lo que conseguí es un premio a la fidelidad. En mi vida y en mi arte permanecí siempre fiel a mi gente, a mi puerto y a mi barrio”. Benito Quinquela Martin (1890-1977) pintor bonquense.

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