miércoles, 16 de diciembre de 2015

Cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires.

Con una extensión de 54.483 metros cuadrados y más de 6400 tumbas y mausoleos, es una de las mayores necrópolis del mundo.


Argentina está organizada de modo republicano representativo y federal, esta compuesta por veintitrés  provincias y una ciudad autónoma, Buenos Aires, capital y sede del gobierno federal. Urbe situada en la región centro-este del país, en la margen sur del río de la Plata, en plena llanura pampeana, aglutina a tres millones de personas viviendo en la ciudad y otros once millones en sus alrededores.
Inmensa, desproporcionada, con más de 100 barrios y 150 líneas de autobuses, es un auténtico damero de calles, que ocupa la decimaoctava posición en el ranking de megalópolis mundiales. Dividida en varias ciudades, cada una responde a la arquitectura del momento y a los diferentes estilos de vida de sus habitantes, que conforman el peculiar encanto que la convierten en auténtico polo de atracción turístico.
Recoleta es uno de sus principales barrios. Céntrico, tradicional, distinguido, caro, elegante, selectivo y dónde tienen su residencia familias pudiente. Cuenta con  importantes mansiones, embajadas y hoteles de lujo, concitando interés histórico y arquitectónico y siendo uno de los focos turísticos y culturales de la Buenos Aires.
Los frailes de la Orden de los Recoletos Descalzos –Orden reformada de San Francisco- llegaron a esta zona, entonces en las afueras de la urbe, en 1705. Allí construyeron un convento y una iglesia, esta bajo la advocación de la Virgen del Pilar, cuya edificación concluyo en 1732, gozando en la actualidad del estatus de Basílica, siendo declarada  Monumento Histórico Nacional en 1942.








Los lugareños terminaron denominando a la Iglesia la Recoleta, en vez de la de los Recoletos, nombre que tomó toda la zona. Cuando la orden fue disuelta en 1822, la huerta del convento se transformó en el primer cementerio público de Buenos Aires, convertido en la actualidad en el mayor foco de interés histórico y arquitectónico del barrio, formando los jardines de su alrededor uno de los parques más populares y bellos de toda la ciudad.








Los responsables de su creación fueron el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el general Martín Rodríguez -allí enterrado- y su ministro de Gobierno, y posterior primer presidente de Argentina, Bernardino Rivadavia, quienes encargaron el diseño del mismo al arquitecto francés Prosper Catalín.








Durante la década de 1870, la ciudad de Buenos Aires fue asolado por la epidemia de fiebre amarilla, motivando que muchos habitantes de clase alta, familias consideradas de alcurnia por descender de personajes destacados durante el período independentista, abandonaron los barrios sureños de San Telmo y Monserrat y se mudaron a la parte norte de la ciudad, a Recoleta, donde la altura del terreno favorecía la disminución de los insectos transmisores de la enfermedad.








Al convertirse en barrio de clase alta, el cementerio se convirtió en el último reposo de las familias de mayor prestigio y poder, y dónde se encuentran sepultadas el mayor número de personalidades del país y los principales protagonistas de su historia.









Tres son las fechas marcadas en su historia, y en el suelo de la entrada al mismo: 1822, el año de su creación, 1881, la de su primera remodelación y 2003, la de la última.









Su entrada principal data de la primera reforma, la compone un gran pórtico formado por cuatro columnas de orden dórico griego sin base, contando su fachada exterior y la   interior con inscripciones en latín. Por afuera “Requiescant in pace” –Descansen en paz- y el del interior “Expectamus Dominum” –Esperamos al Señor-








Al igual que Buenos Aires, sus calles se distribuyen en forma de cuadrícula, organizado en manzanas, con una rotonda central de donde parten las avenidas principales. Cuenta con amplias avenidas arboladas, estrechas calles con muros de mármol, fachadas pulidas y pequeños y oscuros callejones laterales dónde se alinean los mausoleos y bóvedas,  que lo convierten en un tranquilo laberinto de mármol.









Su extensión de de 54.843 metros cuadrados y su censo de tumbas y mausoleos es de 6.400, lo convierten en una de las mayores necrópolis del mundo y con más riqueza histórica y arquitectónica, siendo el que cuenta con mayor densidad de esculturas del mundo.  










Su arquitectura es ecléctica y comprende desde pequeños palacios grecorromanos hasta sencillos montones de piedras. Alberga mausoleos de mármol, decorados con estatuas, en una amplia variedad de estilos arquitectónicos.








Cada mausoleo tiene el nombre de la familia labrado en su fachada, y suelen tener el añadido en su frontal de placas de bronce para los componentes individuales de las mismas.









Muchos de los mausoleos y bóvedas son obra de importantes arquitectos y cuentan con adornos en mármol y esculturas, estando 90 de ellos declarados como Monumento Histórico Nacional.











Entre las personalidades enterradas figuran un gran número de personajes públicos y populares, líderes políticos, presidentes de la Nación, escritores, Premios Nobel, empresarios, artistas y deportistas. Todos los segmentos de la sociedad argentina tienen a sus íconos allí enterrados.









Sin duda uno de los sepulcros más buscados y que suscita más interés es el de María Eva Duarte de Perón, primera dama y segunda esposa del tres veces presidente nacional Juan Domingo Perón. Auténtica referencia e ícono de muchos argentinos. Mausoleo ubicado en una callejuela estrecha y sin ningún valor arquitectónico, pero plagado de placas que recogen el cariño y devoción que le tienen los argentinos.









El cementerio es una obra de arte en sí mismo, que bien merece una visita por su valor arquitectónico. Auténtica ciudad de ángeles y leyendas que invita a descubrir tesoros arquitectónicos y admirar la cultura e historia de los habitantes de un país cuando era una potencia económica emergente y las principales familias de la ciudad competían por construir panteones esplendorosos, que sin duda aconsejo visitar.











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“Convencidos de caducidad por tantas nobles certidumbres del polvo, nos demoramos y bajamos la voz entre las lentas filas de panteones, cuya retórica de sombra y de mármol promete o prefigura la deseable dignidad de haber muerto……… Estás cosas pensé en la Recoleta, en el lugar de mi ceniza”. Jorge Luis Borges Acevedo (1899-1986) escritor argentino.  

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