Sinónimo de tango y fútbol, es el barrio más
popular y pintoresco bonaerense.
Buenos Aires, es la ciudad
autónoma de la Argentina, capital y sede del gobierno federal. Situada en
la región centro-este del país, en la margen sur del río de la Plata, en plena
llanura pampeana, está compuesta por más de cien barrios, viviendo tres
millones de personas en la ciudad y otros once millones en sus alrededores.
El Sur bonaerense lo
componen los barrios de San Telmo y La Boca. El primero lugar de residencia de
los oficiales y demás personal de la colonia española, desde el desembarco y
fundación de la ciudad por Pedro de Mendoza en la zona en 1536 hasta mediados
del siglo XIX. El segundo, más al Sur, es el barrio más popular y más
pintoresco de la ciudad, debido a su historia, sus costumbres y al colorido de
sus construcciones.
Su nombre hace alusión a
la ubicación del Riachuelo, que con una gran boca desemboca en el Río de la
Plata. En la época colonial española era una zona de barrancos,
dónde vivían los indígenas quilmes y los esclavos negros, ubicándose saladeros
y curtiembres de cuero después de la independencia.
Ubicado al lado del
antiguo puerto de Santa María de Buenos Aires, fue el que acogió a los
inmigrantes que llegaban en inmensos buques -en su gran mayoría
italianos-aquellos que le dieron el color que aún hoy conserva, su alegría y su
gastronomía, y que comenzó a languidecer cuando el grueso del tráfico portuario
se desplazó a los puertos Nuevo y Madero, debido a su poca profundidad que no
permitía navíos de gran porte.
Históricamente fue un lugar oscuro, dónde se
convivía con saladeros y empresas de curtiembres, carbón y madera. Los
dialectos ininteligibles y los modales rudos de los que sólo habían venido para
trabajar de sol a sol espantaron a la sociedad establecida, que debía aguantar
conatos socialistas y anarquistas, además del tango. Sociedad que huyó al
norte, quedando en La Boca, y sus cercanos Barrancos y Barrancos del Sur –hoy
Avellaneda- las generaciones de inmigrantes italianos.
Conatos que en 1882, tras un conflicto laboral que terminó en huelga, un grupo de inmigrantes
genoveses declararon la “República independiente de La Boca”, comunicándose al
rey de Italia, que sólo tuvo unas horas de vida. Eligiendo el barrio
posteriormente, en 1905, como diputado a
Alfredo Palacios, el primer socialista de América que accedía a un cargo de
este rango.
Cada esquina refleja la notable
influencia de la inmigración europea, principalmente de italianos genoveses,
que se asentaron en el barrio durante la ola migratoria del periodo de 1860 a
1930, impregnada de cierto estilo
mediterráneo, motivo por el que algunos lo conocen como “la Piccola Italia”.
La falta de construcciones para
acoger la masiva inmigración, motivo que estos tuvieran que construir lo que se
denominó “conventillos”, con veredas altas debido a las frecuentes inundaciones
que se producían. Casas humildes que compartían varias familias, hechas de
madera y chapa acanalada, al mejor estilo de arquitectura espontánea, con
patios interiores y balcones irregulares, dónde se mezclaban y enriquecían las
diferentes culturas inmigrantes.
Los colores nacieron cuando
comenzó a traficarse con barnices marinos sobrantes, había que pintar y daba lo
mismo el color. Siendo habitual que paredes, puertas y ventanas presentaran
distintas combinaciones de colores, debido sobre todo a que la pintura no
alcanzaba para pintar una casa de un mismo color.
Esta peculiaridad cromática marcó
la fisonomía del barrio. Con los años el efecto visual gustó y el pintor
boquense Benito Quinquela Martín (1890-1977), uno de los más populares del
país, animó a la población para que siguiera con la costumbre. Abandonado al
nacer, fue adoptado por una familia italiana inmigrante que regentaba una
carbonería, tuvo su residencia siempre en el barrio, luchando siempre por su
dignidad y realizando importantes donaciones para sus infraestructuras.
En 1950 encabezó a un grupo de
vecinos que decidieron recuperar un viejo ramal del ferrocarril Buenos Aires
que llevaba al puerto de Ensenada, que había dejado de funcionar en 1920, de
apenas 130 metros de longitud, y que se había convertido en un callejón
abandonado. Iniciativa recogida por el gobierno municipal bonaerense, que la reconvirtió
en una calle museo, llamada Caminito, considerado el primero al aire libre del
mundo.
De forma curva al seguir el
curso de la vía, toma el nombre del Tango compuesto por el amigo de
Quinquela, Juan de Dios Filiberto –quién asistió a su inauguración- en 1926 y
la letra, una melancólica reflexión sobre el paso del tiempo, por el poeta
Gabino Coria Peñaloza, que se inspiró en un sendero de la localidad de Olta, en
la provincia de la Rioja.
Con el paso de los años la
calle se ha convertido en una de las imágenes más famosas no sólo de la ciudad
sino del país, una auténtica postal, considerada por muchos como la quinta
esencia bonaerense e ícono del barrio. Sus casas con paredes y tejados
de cinc pintadas de vivos colores, son su auténtico reclamo. Predominan el azul
y el amarillo, los colores del equipo del fútbol del barrio, el Boca Juniors. En ella se encuentran réplicas de los
antiguos conventillos, en cuyos balcones se pueden ver representaciones de
personajes de la historia argentina -como Gardel, Maradona o Evita- y ropa
tendida como cuando eran habitadas. Muchos de ellos fueron convertidos en
pequeños museos, donde se puede observar cómo vivían los primeros habitantes de
la zona.
En la
desembocadura del Riachuelo se encuentra la Vuelta de Rocha, puerto provisional
desde 1635, que debe su nombre al comerciante Antonio Rocha propietario de la
zona. Y que siglos más tarde fue el punto de desembarco para miles de
inmigrantes y atracadero para el vapor de la Carrera, que realizaba a diario la
travesía hasta Monteviedo. Vapor que ahora dormita allí, albergando en la
actualidad un restaurante y una feria de artesanía. Los vapores y marineros de
la zona desaparecieron hace mucho tiempo, pero allí aún se conservan restos y
cierto ambiente de su pasado glorioso.
Allí se
ha levantado la escultura al mencionado Benito Quinquela Martín, mecenas del
barrio, y que donó el terreno sito en la calle avenida Pedro Mendoza
dónde tuvo su residencia, para que se construyera una escuela primaria, una
galería y un taller, y que en la actualidad alberga desde 1968 el "Museo de Bellas Artes de la Boca Benito
Quinquela Martín". Museo que cuenta con una importante colección de arte,
entre las que se encuentran las obras principales del pintor neoimpresionista,
que reflejó las tareas del antiguo puerto y la vida cotidiana de sus
habitantes.
En la
Vuelta de Rocha también se encuentra otra de las referencias boquenses, el
puente transbordador Nicolás Avellaneda, inaugurado en 1914 durante la época de
bonanza del comercio de grano, y que estuvo en funcionamiento hasta 1940.
Suspendidas del puente se disponían varias góndolas en las que personas y
productos atravesaban el Riachuelo para pasar a los barrios situados al sur del
río, función que en la actualidad la realiza el puente de hierro adyacente, que
también lleva el nombre del ex presidente argentino.
Emblemática
construcción, que sigue teniendo un aspecto tan sólido como cuando estaba en
funcionamiento y que ha aparecido como escenario de numerosas películas de
tango, y es que de la Vuelta de Rocha se dice que tiene el privilegio de haber
sido la cuna del tango.
Pero si
algo ejemplariza lo que es La Boca, es el equipo de fútbol local, el Club
Atlético Boca Juniors, enraizado entre los inmigrantes, es seña de identidad
del barrio, así como los embajadores del fútbol argentino, del que es su mejor
exponente. Fundado en 1905, único equipo que disputó todas las temporadas en la
primera división argentina, y no sólo es el más laureado
de Argentina, sino de todo el mundo, igualando a títulos a equipos como el Real
Madrid y el AC Milán. http://www.dendecaguelu.com/2016/01/boca-juniors-la-pasion-de-la-boca.html
Su estadio, es junto con
Caminito, las referencias del barrio. Inaugurado el 25 de mayo de 1940, se
denomina oficialmente Alberto José Armando, en honor al que fuera su presidente
durante más de dos décadas, pero su nombre popular es la Bombonera, debido a
que su arquitecto solía comparar la forma del estadio con una caja de bombones,
originando así su sobrenombre.
El mítico campo,
auténtico lugar de culto no sólo de La Boca, sino de todo Buenos Aires, es
también utilizado por la selección argentina, que se mantiene invicta en el
mismo desde hace más de 60 años. Con capacidad para 49.000 personas, fue
remodelado en el año 1996.
Debajo de la tribuna,
ocupando un espacio de 1.800 metros cuadrados, se encuentra el “Museo de la
Pasión Boquense”, que documenta la historia del club. Inaugurado en el año
2001, en él se exponen las fotografías de todos los jugadores que vistieron su
elástica, las diferentes camisetas oficiales desde su fundación, los numerosos
trofeos que ha ganado a lo largo de su trayectoria. Exposición que se
complementa con varios audiovisuales, paneles repletos de estadísticas y
homenajes a los antiguos jugadores, ocupando un espacio destacado la estatua de
Diego Maradona, idolatrado por los hinchas.
El Estadio se encuentra
en un entorno urbanísticamente deplorable, que llama la atención a muchos de
los visitantes, entre ellos al que suscribe, que no alcanza a entender como uno
de los emblemas futbolísticos mundiales se encuentra en un entorno de esas
características.
El
barrio cuenta con otros centros culturales y turísticos referenciales, como el
mural escenográfico, la casa amarilla, la iglesia de Nuestra Señora de los
Inmigrantes, la de San Juan Evagelista, el cuartel de los bomberos voluntarios,
la fundación Proa y ecléctica oferta cultural, el museo de Cera o la escuela
Pedro de Mendoza.
Mención
aparte merece el Tango, emblema del barrio y de la ciudad, considerada capital
mundial de esta danza sensual y nostálgica cargada de historias, secretos y
pasiones, que se manifiestan en sus letras, música y bailes, como se puede ver
en los espectáculos y en las milongas que se celebran de forma continuada.
Muchos ubican sus raíces en La Boca, es el
barrio del tango por antonomasia, en los boliches (bares) y prostíbulos de
finales del siglo XIX, nacido de la confluencia de la pobreza, de la amalgama y
fusión del campo y la ciudad, que hunde sus raíces de la cultura africana de
los esclavos, de los gauchos de la Pampa y los inmigrantes. Declarado en el año
2009, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, en La Boca se
encuentra el teatro de la Ribera, que junto a la Academia Nacional y el Museo
Nacional, en la avenida de Mayo, como sus centros específicos.
En La Boca, aún se mantiene la antigua tradición
de practicar el tango en las calles, por
bailarines profesionales y con organización de milongas, para disfrute de
boqueases, bonaerenses y turistas.
Desde la época colonial española en la ciudad se
fueron creando cafetines, bares y cafés, que con el correr de las épocas se
transformaron en símbolo de la cultura bonaerense, dónde vive la memoria colectiva
y sus sueños, siendo parte esencial de su paisaje urbano.
Tanto, que setenta y
tres de ellos, tienen el reconocimiento de la ciudad como “Bares Notables”,
contando con apoyos oficiales, y califica como tales a aquellos bares, billares
o confiterías relacionados con hechos o actividades culturales de
significación, y aquellos cuya antigüedad, diseño arquitectónico o relevancia
local, le otorgan un valor propio. Algunos de ellos, además, también han sido
reconocidos como “Patrimonio Cultural de la ciudad de Buenos Aires”. En el
barrio están ubicados cuatro de ellos: el café Roma, la Buena Medida, la Perla
y el café Estaño 1880, el más antiguo de ellos, fundado en 1939.
La infraestructura
turística se completa con cantidades, restaurantes de cocinas
tradicionales italianos y españoles, que cuentan con espectáculos
de tango en vivo, dónde bailarines y músicos muestran su talento. Las
calles Necochea, corrientes y la avenida Almirante Brown, son los que acogen a
los más.
La Boca bien merece una visita detenida, en ella
está recogida la tradición de los inmigrantes. Sinónimo de tango y fútbol, sus
multicolores casas y sus espectáculos de tango,
le dan el colorido que la convierten en la postal turística más vendida
del país. Es un tango de adoquines mojados y de cielo pintado de todos
los colores, como desprolijo. Es volver al pasado a recordar u olvidar. Con sus
multicolores casas y tabernas, el barrio se aferra a su tradición de tango,
pasión por el fútbol y las raíces italianas, en los que se entremezclan un alto
número de artistas callejeros, que pintan murales y
cerámicas en el peculiar, pintoresco y autóctona arte porteño del
fileteado, de formas estilizadas y colores intensos.
A pesar de sus encantos,
el barrio que cuenta con más de 45.000 habitantes, deja mucho que desear. Un
paseo por las calles interiores muestra que, antes como ahora, quienes viven en
La Boca son los más desfavorecidos, con una habitabilidad que deja mucho que
desear, y con el sucio Riachuelo desprendiendo olores desagradables, en un
marco pretérito industrial deteriorado, dónde los inmigrantes actuales se
hacinan en los conventillos como hace más de un siglo.
MÁS INFORMACIÓN. Pinchar enlaces.
“La Boca es mi taller, mi refugio y mi modelo. Todo lo que hice y todo lo
que conseguí es un premio a la fidelidad. En mi vida y en mi arte permanecí
siempre fiel a mi gente, a mi puerto y a mi barrio”. Benito Quinquela Martin
(1890-1977) pintor bonquense.
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