lunes, 21 de diciembre de 2015

La Recoleta, el barrio burgués de Buenos Aires.

El céntrico barrio bonaerense, aúna un amplio interés histórico y arquitectónico, siendo uno de los focos turísticos y culturales de la ciudad.



Argentina está organizada de modo republicano representativo y federal, esta compuesta por veintitrés  provincias y una ciudad autónoma, Buenos Aires, capital y sede del gobierno federal. Urbe situada en la región centro-este del país, en la margen sur del río de la Plata, en plena llanura pampeana, aglutina a tres millones de personas viviendo en la ciudad y otros once millones en sus alrededores.
Inmensa, desproporcionada, con más de 100 barrios y 150 líneas de autobuses, es un auténtico damero de calles, que ocupa la decimaoctava posición en el ranking de megalópolis mundiales. Dividida en varias ciudades, cada una responde a la arquitectura del momento y a los diferentes estilos de vida de sus habitantes, que conforman el peculiar encanto que la convierten en auténtico polo de atracción turístico.
Recoleta es uno de sus principales barrios. Céntrico, tradicional, distinguido, caro, elegante, selectivo y dónde tienen su residencia familias pudiente. Cuenta con  importantes mansiones, embajadas y hoteles de lujo, concitando interés histórico y arquitectónico y siendo uno de los focos turísticos y culturales de la Buenos Aires.









Los frailes de la Orden de los Recoletos Descalzos –Orden reformada de San Francisco- llegaron a esta zona en 1705, entonces en las afueras de la urbe al borde del río de la Plata y el arroyo Manso, llamada Montes Grandes y refugio de malhechores. Allí construyeron un convento y una iglesia bajo la advocación de la Virgen del Pilar, cuya edificación concluyo en 1732, gozando en la actualidad del estatus de Basílica, siendo declarada  Monumento Histórico Nacional en 1942.
Toma el nombre de la patrona de Zaragoza y de España, al ser una donación del empresario zaragozano Juan de Narbona. Su diseño es obra del arquitecto jesuita Andrés Blanqui, a semejanza de las iglesias clásicas españolas, y en ella destacan sus murales exteriores, con una vista panorámica del río y el relato de su historia y sus alrededores, y sobre todo su retablo barroco con frontal de plata labrada.











Los lugareños terminaron denominando a la Iglesia la Recoleta, en vez de la de los Recoletos, nombre que tomó toda la zona, aunque en ocasiones también se llamo del Pilar. Ubicado en uno de los puntos más altos de la ciudad, fue el motivo por lo que en la década de 1870 cuando la ciudad fue asolada por la epidemia de fiebre amarilla, el lugar atrajo a las familias pudientes de los barrios sureños de Sal Telmo y Montserrat, que escapaban de la misma al favorecer la altura del terrero la disminución de los insectos transmisores de la enfermedad. El asentamiento de estas familias, consideradas de alcurnia, por descender de personajes destacados durante el período independentista, lo convirtieron en un barrio refinado y burgués, así como uno de los más elegante y caros.









Recoleta posee una ubicación privilegiada en la ciudad, entre el Obelisco, en la avenida 9 de julio y Palermo, entre Retiro y la costanera, cerca de todos los atractivos de la urbe, en el centro de la zona turística y dónde Buenos Aires más se asemeja a Europa urbanísticamente. Su corazón está formado por las plazas arboladas y edificios públicos que rodean a su famoso cementerio. En él se alzan mansiones y magníficos edificios construidos al inicio del siglo XX al estilo francés de arte nouveau, predominante en la ciudad en ese período, por lo que la ciudad era conocida como la París de América.









El cementerio, el primer público de la ciudad, se ha convertido en la actualidad en el mayor foco de interés histórico y arquitectónico del barrio. Construido en la huerta del convento, cuando la Orden de los Recoletos fue disuelta en 1822, bajo la iniciativa del general Martín Rodríguez -allí enterrado-, gobernador de la provincia de Buenos Aires y su ministro de Gobierno, y posterior primer presidente de Argentina, Bernardino Rivadavia, quienes encargaron su diseño al arquitecto francés Prosper Catalín.









Su entrada principal data de la primera reforma, la compone un gran pórtico formado por cuatro columnas de orden dórico griego sin base, contando sus fachada exterior e interior con inscripciones en latín, “Requiescant in pace” –Descansen en paz- y  “Expectamus Dominum” –Esperamos al Señor- respectivamente. Siendo tres las fechas marcadas en su historia, y en el suelo de la entrada al mismo: 1822, el año de su creación, 1881, la de su primera remodelación y 2003, la de la última.








Al convertirse en barrio de clase alta, el cementerio se convirtió en el último reposo de las familias de mayor prestigio y poder, y dónde se encuentran sepultadas el mayor número de personalidades del país y los principales protagonistas de su historia. Su extensión de de 54.843 metros cuadrados y su censo de tumbas y mausoleos es de 6.400, lo convierten en una de las mayores necrópolis del mundo y con más riqueza histórica y arquitectónica, siendo el que cuenta con mayor densidad de esculturas del mundo.   http://www.dendecaguelu.com/2015/12/cementerio-de-la-recoleta-en-buenos.html









Muchos de los mausoleos y bóvedas son obra de importantes arquitectos y cuentan con adornos en mármol y esculturas, estando 90 de ellos declarados como Monumento Histórico Nacional. Entre las personalidades enterradas figuran un gran número de personajes públicos y populares, líderes políticos, presidentes de la Nación, escritores, Premios Nobel, empresarios, artistas y deportistas. Todos los segmentos de la sociedad argentina tienen a sus íconos allí enterrados.








Frente al cementerio se encuentra la plaza central del barrio, Intendente Alvear, que recuerda al alcalde que a principios del siglo XX acometió una importante remodelación de la capital. Mal llamada y conocida por plaza de Francia, rodeada por una zona residencial de estilo francés, en la que destaca el “Monumento a la libertad” que Francia regalo al país en 1910. En su entorno cuenta con un área verde, que acoge los fines de semana mercados de arte y artesanía, que comenzó su actividad en la década de los sesenta del siglo pasado por artistas del entorno del movimiento hippie, que se complementa con espectáculos musicales.   









El barrio destaca por sus grandes espacios culturales. Los edificios del siglo XVII que componían el conjunto del convento de los Recoletos, obra de los arquitectos jesuitas Juan Wolf y Juan Krauss, son de los más antiguos de la ciudad. Cuando estaban gestionados por los monjes albergaron un asilo para ancianos, al irse estos fueron una escuela de arte y un refugio para personas sin hogar; la municipalidad lo adquirió a finales del siglo XIX volviendo a ser asilo,  hasta que en 1980 fue reconvertido en el Centro Cultural Recoleta, con el objetivo de promocionar la música, el teatro y el cine argentino contemporáneo, convirtiéndose en un referente artístico de la ciudad.
Separados por la elegante avenida Libertador, esta el Museo Nacional de Bellas Artes. Edificio neoclásico, antigua estación de tratamiento de aguas. Alberga y expone de manera permanente una de las colecciones de arte más importante del cono sur, que complementa con muestras temporales. Fundado en 1895 se traslado al edificio actual en 1932, dividido en tres plantas y treinta cuatro salas, cuenta con una colección de 12.000 piezas, de las que sólo se pueden exponer 700 a la vez.








El Palais de Glace, abierto en 1920 como pista de hielo, y posterior salón de baile, es en la actualidad un gran centro de exposiciones multimedia. Detrás, en el parque Carlos Thays, el Centro Municipal de Exposiciones, alberga exposiciones y eventos culturales de todo tipo. Sobre el solar dónde se alzaba la residencia de los Perón, se alza una obra maestra del brutalismo, la Biblioteca Nacional; inaugurada en 1992 después de 30 años de obras, posee un fondo de más de dos millones de volúmenes y reúne en sus colecciones una de las fuentes bibliográficas más importantes de América latina. Los museos de Ricardo Rojas y Xul Solar, son otras de sus ofertas culturales.
Allí también se encuentran varios de los colegios más antiguos y prestigiosos, así como cinco facultades, entre los que destaca el enorme edificio de la facultad de Derecho.






Recoleta cuenta con un alto número de estatuas y esculturas al aire libre, en parques y plazas, lo que exageradamente a llevado a calificarlo por algunos como el barrio que más posee del mundo.



Monumento a Carlos María de Alvear.



Al mencionado “Monumento a la Libertad”, se suma las estatuas del “Último centauro”, “Arquero”, “la estatua ecuestre dedicada a Carlos María de Alvear”, “el monumento a José Gervasio Artigas” o el “Homenaje a los Caídos”.



Homenaje a los caídos.




Allí aún está muy presente su rica arquitectura de estilo francés de principios del siglo XX, albergando hoteles de los más importantes de la ciudad, como el Alvear Palace, Hyatt o Caessar Palace. La avenida Alvear, es la calle con más glamour de Buenos Aires, dónde se localizan varias construcciones destacadas, como la nunciatura del Vaticano, el palacio Duhau o el Jockey Club.




Palacio Duhau.



A pesar de estar gran parte edificada, Recoleta cuenta con una gran cantidad de plazas y parques. Plazas como la Houssay, Intendente Alvear, Dante, Monseñor de Andrea, Raúl Soldi, Rubén Darío, Vicente López o  las de las Repúblicas de Uruguay y Chile, son algunas de ellas. Casi todas con los monumentos o esculturas mencionadas.










Parques, jardines y zonas verdes, que dotan al barrio y a la ciudad de auténticos pulmones. Los jardines alrededor del Cementerio y los parques  Carlos Thays, de la República Federativa de Brasil y de las Naciones Unidas, son un buen ejemplo.








 En este último, de grandes proporciones, se encuentran dos de las esculturas modernistas de Buenos Aires, el “Torso masculino desnudo” de Fernando Botero.








Y la “Floraris Genérica”, de Eduardo Catalao, una inmensa estatua mecánica de acero en forma de flor, todo un ícono moderno de la ciudad, cuyos pétalos se abren con el sol y se cierran al anochecer.








Mención especial merece el Ficux Macrophylla, conocido como el “Gomero de Recoleta”, ubicado en la plaza Juan XXIII, que se encuentra bajo el “Área de protección histórica, en su apartado de árbol y plantaciones notables”, y que unos datan en 1791 y otros en 18232, cuando la llegada de los Recoletos.







Desde la época colonial española se fueron creando por la ciudad cafetines, bares y cafés, que con el correr de las épocas se transformaron en símbolo de la cultura bonaerense, dónde vive la memoria colectiva y sus sueños, siendo parte esencial de su paisaje urbano. Tanto, que setenta y tres de ellos, tienen el reconocimiento de la ciudad como “Bares Notables”, contando con apoyos oficiales, y califica como tales a aquellos bares, billares o confiterías relacionados con hechos o actividades culturales de significación, y aquellos cuya antigüedad, diseño arquitectónico o relevancia local, le otorgan un valor propio. Algunos de ellos, además, también han sido reconocidos como “Patrimonio Cultural de la ciudad de Buenos Aires”.
En Recoleta, se encuentra el más longevo de todos ellos, el café la Biela, fundado en 1850. Ubicado frente a la plaza Francia, inicialmente se denominó Aero Bar, luego la Veredita y por último en 1950 la Biela, aprovechando el auge del automovilismo y sirviendo de punto de reunión de grandes corredores de la época, cuyas fotografías decoran su interior,  como Juan Manuel Fangio, reproducido en su exterior.









Por tener el barrio, tiene hasta la peculiaridad de los “paseadores de perros”. En la década de los setenta del siglo pasado, se puso de moda entre los porteños adinerados tener perros de pura raza, contratando a paseadores para que saquen los saquen a pasear.








Se trata de un servicio de gran demanda, en gran parte de la ciudad, en el que cada paseador se suele encargar de entre 10 y 25 perros, que se suelen congregar en las zonas verdes, dónde cuentan con espacios para ellos.








Sin duda Recoleta es uno de los barrios con más contenidos para los visitantes del gran Buenos Aires. Naturaleza, historia, arquitectura, arte, cultura y ocio forman el coctel perfecto para no evadirse a su visita. Al que suscribe ha sido con diferencia el barrio que en su conjunto más le ha gustado.









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“Uno de los principales objetivos de la educación debe de ser ampliar las ventanas por las cuales vemos el mundo”. Emiles-Augusto Charlier, conocido por el pseudónimo Alain (1868-1951) profesor, filósofo y periodista francés.

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