El céntrico barrio bonaerense, aúna un amplio interés
histórico y arquitectónico, siendo uno de los focos turísticos y culturales de
la ciudad.
Argentina está organizada de modo republicano representativo y federal,
esta compuesta por veintitrés provincias y una ciudad autónoma, Buenos
Aires, capital y sede del gobierno federal. Urbe situada en la región
centro-este del país, en la margen sur del río de la Plata, en plena llanura
pampeana, aglutina a tres millones de personas viviendo en la ciudad y otros
once millones en sus alrededores.
Inmensa, desproporcionada, con más de 100 barrios y 150 líneas de
autobuses, es un auténtico damero de calles, que ocupa la decimaoctava posición
en el ranking de megalópolis mundiales. Dividida en varias ciudades, cada una
responde a la arquitectura del momento y a los diferentes estilos de vida de
sus habitantes, que conforman el peculiar encanto que la convierten en
auténtico polo de atracción turístico.
Recoleta es uno de sus principales barrios. Céntrico, tradicional,
distinguido, caro, elegante, selectivo y dónde tienen su residencia familias
pudiente. Cuenta con importantes mansiones, embajadas y hoteles de lujo,
concitando interés histórico y arquitectónico y siendo uno de los focos
turísticos y culturales de la Buenos Aires.
Los frailes de la Orden de los
Recoletos Descalzos –Orden reformada de San Francisco- llegaron a esta zona en
1705, entonces en las afueras de la urbe al borde del río de la Plata y el
arroyo Manso, llamada Montes Grandes y refugio de malhechores. Allí
construyeron un convento y una iglesia bajo la advocación de la Virgen del
Pilar, cuya edificación concluyo en 1732, gozando en la actualidad del estatus
de Basílica, siendo declarada Monumento Histórico Nacional en 1942.
Toma el nombre de la patrona de
Zaragoza y de España, al ser una donación del empresario zaragozano Juan de
Narbona. Su diseño es obra del arquitecto jesuita Andrés Blanqui, a semejanza
de las iglesias clásicas españolas, y en ella destacan sus murales exteriores,
con una vista panorámica del río y el relato de su historia y sus alrededores,
y sobre todo su retablo barroco con frontal de plata labrada.
Los lugareños terminaron
denominando a la Iglesia la Recoleta, en vez de la de los Recoletos, nombre que
tomó toda la zona, aunque en ocasiones también se llamo del Pilar. Ubicado en uno
de los puntos más altos de la ciudad, fue el motivo por lo que en la década de
1870 cuando la ciudad fue asolada por la epidemia de fiebre amarilla, el lugar atrajo
a las familias pudientes de los barrios sureños de Sal Telmo y Montserrat, que
escapaban de la misma al favorecer la altura del terrero la disminución de los
insectos transmisores de la enfermedad. El asentamiento de estas familias, consideradas
de alcurnia, por descender de personajes destacados durante el período
independentista, lo convirtieron en un barrio refinado y burgués, así como uno
de los más elegante y caros.
Recoleta posee una ubicación privilegiada en la ciudad, entre el
Obelisco, en la avenida 9 de julio y Palermo, entre Retiro y la costanera,
cerca de todos los atractivos de la urbe, en el centro de la zona turística y
dónde Buenos Aires más se asemeja a Europa urbanísticamente. Su corazón está
formado por las plazas arboladas y edificios públicos que rodean a su famoso
cementerio. En él se alzan mansiones y magníficos edificios construidos al
inicio del siglo XX al estilo francés de arte nouveau, predominante en la
ciudad en ese período, por lo que la ciudad era conocida como la París de
América.
El cementerio, el primer público de la ciudad, se ha convertido en la
actualidad en el mayor foco de interés histórico y arquitectónico del barrio.
Construido en la huerta del convento, cuando la Orden de los Recoletos fue
disuelta en 1822, bajo la iniciativa del general Martín Rodríguez -allí
enterrado-, gobernador de la provincia de Buenos Aires y su ministro de
Gobierno, y posterior primer presidente de Argentina, Bernardino Rivadavia,
quienes encargaron su diseño al arquitecto francés Prosper Catalín.
Su entrada principal data de la
primera reforma, la compone un gran pórtico formado por cuatro columnas de
orden dórico griego sin base, contando sus fachada exterior e interior con
inscripciones en latín, “Requiescant in pace” –Descansen en paz- y “Expectamus Dominum” –Esperamos al Señor- respectivamente. Siendo tres las
fechas marcadas en su historia, y en el suelo de la entrada al mismo: 1822, el
año de su creación, 1881, la de su primera remodelación y 2003, la de la
última.
Al convertirse en barrio de clase
alta, el cementerio se convirtió en el último reposo de las familias de mayor
prestigio y poder, y dónde se encuentran sepultadas el mayor número de
personalidades del país y los principales protagonistas de su historia. Su
extensión de de 54.843 metros cuadrados y su censo de tumbas y mausoleos es de
6.400, lo convierten en una de las mayores necrópolis del mundo y con más
riqueza histórica y arquitectónica, siendo el que cuenta con mayor densidad de
esculturas del mundo. http://www.dendecaguelu.com/2015/12/cementerio-de-la-recoleta-en-buenos.html
Muchos de los mausoleos y bóvedas
son obra de importantes arquitectos y cuentan con adornos en mármol y
esculturas, estando 90 de ellos declarados como Monumento Histórico Nacional. Entre
las personalidades enterradas figuran un gran número de personajes públicos y
populares, líderes políticos, presidentes de la Nación, escritores, Premios
Nobel, empresarios, artistas y deportistas. Todos los segmentos de la sociedad
argentina tienen a sus íconos allí enterrados.
Frente al cementerio se encuentra la plaza central del barrio,
Intendente Alvear, que recuerda al alcalde que a principios del siglo XX
acometió una importante remodelación de la capital. Mal llamada y conocida por
plaza de Francia, rodeada por una zona residencial de estilo francés, en la que
destaca el “Monumento a la libertad” que Francia regalo al país en 1910. En su
entorno cuenta con un área verde, que acoge los fines de semana mercados de
arte y artesanía, que comenzó su actividad en la década de los sesenta del
siglo pasado por artistas del entorno del movimiento hippie, que se complementa
con espectáculos musicales.
El barrio destaca por sus grandes espacios culturales. Los edificios del
siglo XVII que componían el conjunto del convento de los Recoletos, obra de los
arquitectos jesuitas Juan Wolf y Juan Krauss, son de los más antiguos de la
ciudad. Cuando estaban gestionados por los monjes albergaron un asilo para
ancianos, al irse estos fueron una escuela de arte y un refugio para personas
sin hogar; la municipalidad lo adquirió a finales del siglo XIX volviendo a ser
asilo, hasta que en 1980 fue
reconvertido en el Centro Cultural Recoleta, con el objetivo de promocionar la
música, el teatro y el cine argentino contemporáneo, convirtiéndose en un
referente artístico de la ciudad.
Separados por la elegante avenida Libertador, esta el Museo Nacional de
Bellas Artes. Edificio neoclásico, antigua estación de tratamiento de aguas. Alberga
y expone de manera permanente una de las colecciones de arte más importante del
cono sur, que complementa con muestras temporales. Fundado en 1895 se traslado
al edificio actual en 1932, dividido en tres plantas y treinta cuatro salas,
cuenta con una colección de 12.000 piezas, de las que sólo se pueden exponer
700 a la vez.
El Palais de Glace, abierto en
1920 como pista de hielo, y posterior salón de baile, es en la actualidad un
gran centro de exposiciones multimedia. Detrás, en el parque Carlos Thays, el
Centro Municipal de Exposiciones, alberga exposiciones y eventos culturales de
todo tipo. Sobre el solar dónde se alzaba la residencia de los Perón, se alza
una obra maestra del brutalismo, la Biblioteca Nacional; inaugurada en 1992
después de 30 años de obras, posee un fondo de más de dos millones de volúmenes
y reúne en sus colecciones una de las fuentes bibliográficas más importantes de
América latina. Los museos de Ricardo Rojas y Xul Solar, son otras de sus
ofertas culturales.
Allí también se encuentran varios
de los colegios más antiguos y prestigiosos, así como cinco facultades, entre
los que destaca el enorme edificio de la facultad de Derecho.
Recoleta cuenta con un alto número de estatuas y esculturas al aire
libre, en parques y plazas, lo que exageradamente a llevado a calificarlo por
algunos como el barrio que más posee del mundo.
Al mencionado “Monumento a la Libertad”, se suma las estatuas del
“Último centauro”, “Arquero”, “la estatua ecuestre dedicada a Carlos María de
Alvear”, “el monumento a José Gervasio Artigas” o el “Homenaje a los Caídos”.
Homenaje a los caídos.
Allí aún está muy presente su rica arquitectura de estilo francés de
principios del siglo XX, albergando hoteles de los más importantes de la
ciudad, como el Alvear Palace, Hyatt o Caessar Palace. La avenida Alvear, es la
calle con más glamour de Buenos Aires, dónde se localizan varias construcciones
destacadas, como la nunciatura del Vaticano, el palacio Duhau o el Jockey Club.
Palacio Duhau.
A pesar de estar gran parte edificada, Recoleta cuenta con una gran
cantidad de plazas y parques. Plazas como la Houssay, Intendente Alvear, Dante,
Monseñor de Andrea, Raúl Soldi, Rubén Darío, Vicente López o las de las Repúblicas de Uruguay y Chile, son
algunas de ellas. Casi todas con los monumentos o esculturas mencionadas.
Parques, jardines y zonas verdes, que dotan al barrio y a la ciudad de
auténticos pulmones. Los jardines alrededor del Cementerio y los parques Carlos Thays, de la República Federativa de
Brasil y de las Naciones Unidas, son un buen ejemplo.
En este último, de
grandes proporciones, se encuentran dos de las esculturas modernistas de Buenos
Aires, el “Torso masculino desnudo” de Fernando Botero.
Y la “Floraris Genérica”, de Eduardo Catalao, una inmensa estatua
mecánica de acero en forma de flor, todo un ícono moderno de la ciudad, cuyos
pétalos se abren con el sol y se cierran al anochecer.
Mención especial merece el Ficux Macrophylla, conocido como el
“Gomero de Recoleta”, ubicado en la plaza Juan XXIII, que se encuentra bajo el
“Área de protección histórica, en su apartado de árbol y plantaciones
notables”, y que unos datan en 1791 y otros en 18232, cuando la llegada de los
Recoletos.
Desde la época colonial española
se fueron creando por la ciudad cafetines, bares y cafés, que con el correr de
las épocas se transformaron en símbolo de la cultura bonaerense, dónde vive la
memoria colectiva y sus sueños, siendo parte esencial de su paisaje urbano.
Tanto, que setenta y tres de ellos, tienen el reconocimiento de la ciudad como
“Bares Notables”, contando con apoyos oficiales, y califica como tales a
aquellos bares, billares o confiterías relacionados con hechos o actividades
culturales de significación, y aquellos cuya antigüedad, diseño arquitectónico
o relevancia local, le otorgan un valor propio. Algunos de ellos, además,
también han sido reconocidos como “Patrimonio Cultural de la ciudad de Buenos
Aires”.
En Recoleta, se encuentra el más
longevo de todos ellos, el café la Biela, fundado en 1850. Ubicado frente a la
plaza Francia, inicialmente se denominó Aero Bar, luego la Veredita y por
último en 1950 la Biela, aprovechando el auge del automovilismo y sirviendo de
punto de reunión de grandes corredores de la época, cuyas fotografías decoran
su interior, como Juan Manuel Fangio,
reproducido en su exterior.
Por tener el barrio, tiene hasta
la peculiaridad de los “paseadores de perros”. En la década de los setenta del
siglo pasado, se puso de moda entre los porteños adinerados tener perros de
pura raza, contratando a paseadores para que saquen los saquen a pasear.
Se trata de un servicio de gran
demanda, en gran parte de la ciudad, en el que cada paseador se suele encargar de entre 10 y 25 perros, que
se suelen congregar en las zonas verdes, dónde cuentan con espacios para ellos.
Sin duda Recoleta es uno de los
barrios con más contenidos para los visitantes del gran Buenos Aires. Naturaleza,
historia, arquitectura, arte, cultura y ocio forman el coctel perfecto para no
evadirse a su visita. Al que suscribe ha sido con diferencia el barrio que en
su conjunto más le ha gustado.
MÁS INFORMACIÓN. Pinchar enlaces.
“Uno de los principales objetivos de la educación debe de ser ampliar
las ventanas por las cuales vemos el mundo”. Emiles-Augusto Charlier, conocido
por el pseudónimo Alain (1868-1951) profesor, filósofo y periodista francés.
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