Celebrada el 30 de abril
de 2015, en casa del catador Luis Barneo.
Luis es según el orden
establecido por orden del número de las viviendas, el que suele
abrir la temporada de catas de cada año. Sin embargo, este año de
2015, por diferentes avatares ha pasado a organizar la tercera de
nuestras catas anuales.
Y así el jueves, día 30
de abril, acudimos los siete miembros restantes del Grupo a su
llamada para celebrar primeramente la cata y disfrutar posteriormente
de su hospitalidad con la ineludible cena que realizamos a la
conclusión de la anterior.
La velada que organiza
Luis y los vinos a catar, son sin duda, las menos previsibles de las
ocho que realizamos anualmente. Siempre procura sorprendernos, su
selección de vinos siguen parámetros objetivos que sirvan para
comparar calidades y en muchas ocasiones precios, siempre rompe
moldes y tabús en las catas y un año más lo ha vuelto a
conseguir.
Su apuesta este año han
sido por vinos franceses y por un argentino. Uno, el popular
Beaujolais que inunda Paris y otras localidades francesas a finales
de cada noviembre; otro, el de la segunda marca de vinos mejor
valorada del mundo según Wine Intelligence; el último francés ,
uno de la mítica Burdeos y el argentino un monovarietal de la uva a
Malbec, altamente valorada por ciertos enólogos.
Los vinos catados, con
sus puntuaciones, han sido:
1.- Beauchard Pere &
Fils Nouveau 2014, acogido a la Apellation Beaujolais Controlêe,
cuya puntuación media fue de 2,41 puntos sobre 5.
2.- Séptima Malbec 2013,
elaborado en Mendoza (Argentina) por Codorníu, que obtuvo una media
de 3.34 puntos.
3.- J.P. Chenet
Cabernet-Syrah 2012, acogido a la IGP Pays d´Oc, que fue valorado
con un 2,72 puntos de media, y
4.- Chateau Terre de
L´Orme 2011, elaborado bajo la protección Apelattion Bordeaux
Controlêe, cuya puntuación media fue de 2,62 puntos.
Vinos muy diferentes
entre sí, tanto en calidades como organolépticamente, en una cata
muy compleja de enmarcar tanto en varietales como en zonas, de
elaboraciones no muy habituales para los catadores. El único
familiar era el Beaujolais, que no solía faltar en las catas de
vinos jóvenes vinificados mediante maceración carbónica que
hacíamos cada noviembre, pero de esa ya hace una década larga.
Una vez descubiertos los
vinos, una sensación muy familiar tuvimos los catadores, o no
acertamos con las elaboraciones extranjeras a catar, o nuestros
gustos van por otros derroteros, lo cierto es que en las catas
raramente salen bien valorados, y en muchas ocasiones entendemos que
el marketing –como en el caso del J.P. Chenet- supera el contenido
que contiene la botella. Una vez más sus puntuaciones medias no
pasaron de ser dignas, con el suspenso del Beaujolais y la nota
positiva del Malbec, cuya puntuación fue sustancial mayor que los
franceses.
Seguro que el resultado
obtenido por los vinos no sorprendieron al bueno de Luis, que para la
cena nos tenia preparado un mágnum de Señorío de Nava, una clásica
elaboración de Ribera del Duero, de las que no suelen fallar.
Cena equilibrada, como
también es habitual en la casa de los Barneo-Caragol, que fue del
agrado de todos nosotros. Una peculiar sopa de pescado con diminutos
círculos de pasta, que fue toda una novedad, al menos para el que
suscribe, fue el primer plato.
De segundo un estofado de
ternera con patatas, tan contundente como sabroso.
Un bizcocho de chocolate,
tipo Brownie, acompañado por el habitual –y que no falte- helado
de fresa casero.
Como siempre la sobremesa
dio mucho de sí, a pesar de ser un día laborable, y en la que no
faltó una muy agradable copa de alto nivel. Excelente cognac (1866), muy buen ron (Havana Club 7 años), magnifica tequila (Don Julián 1942) y una peculiar ginebra aromatizada con naranja para
tomar sola (Gold 999.9), compusieron el abanico ofertado por nuestro anfitrión y
que puso colofón a una nueva experiencia corporativa.
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Fichas de cata:
“El tiempo que pasa uno
riéndose, es tiempo que pasa con los dioses”. Proverbio japonés.
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