sábado, 19 de abril de 2025

Los Picaos de San Vicente de la Sonsierra, en La Rioja, el rito penitencial de sangre.

La Cofradía de la Santa Vera de la Cruz mantiene una tradición única en España, que se realiza tres veces al año.

El pequeño municipio y villa de San Vicente de la Sonsierra, situado en la comarca de la Rioja Alta, protegida por la sierra del Toloño, con una extensión de 48,56 kilómetros cuadrados y un censo poblacional en 2024 de 1014 habitantes, tiene en su viticultura y en la tradición del rito penitencial de sangre sus referencias.

Con más de 30 kilómetros cuadrados de viñedo y un censo superior a 20 bodegas acogidas a la DOP Rioja y otras muchas particulares, es de los municipios con mayor ratio de producción de vino por habitante de la Comunidad riojana.




Y con su Cofradía de la Santa Vera de la Cruz, fundada a principios del siglo XVI y más antigua de la Rioja, mantiene la tradición de la flagelación penitencial de sangre en España.



Sin fecha exacta de fundación, con los primeros escritos fechados en 1524 y sus primeras reglas fechadas en 1551, la Cofradía es guardiana de una tradición de la que se desconoce el motivo exacto del porqué es la única que ha conseguido mantenerla en territorio nacional después de la prohibición realizada por el rey Carlos III en el año 1777.




Prohibición que afectaba a flagelantes, empalaos y disciplinantes, en contra de una gran parte de la sociedad. Manteniéndose en España en los actos de la Cofradía riojana y la extremeña de Valverde de la Vera (Cáceres) de la Vera Cruz y de los Empalaos.




La autoflagelación, suma de las palabras griegas “de por sí” y latina “látigo”, está relacionada con el inicio del cristianismo, otorgándose su iniciativa al monje benedictino Pedro Damián y su inicio en 1260 en la italiana Perusa, con el objetivo de “reprimir las tentaciones de los vicios y de los placeres de la carne”. Acto considerado sagrado, al acercarse los flagelantes con él a los padecimientos de Cristo en su pasión.



Rito que se ha mantenido en la localidad riojana, enclavada en su historia, cultura y sobre todo respeto a una tradición transmitida generación en generación, en muchos momentos en la clandestinidad.




Y que año tras año realizan en tres ocasiones. En Semana Santa, el jueves en la procesión de la Santa Cena y en la Hora Santa y el viernes durante el Viacrucis y el Santo Entierro. En la Cruz de Mayo, el día 3 si cae domingo o al domingo siguiente. Y en la Cruz de Septiembre, el 14 si cae domingo o al domingo siguiente.




Contando los actos del Jueves y Viernes Santo, con las declaraciones de Interés Turístico Regional y de Interés Turístico Nacional desde 1998 y 2005 respectivamente.




Los disciplinantes, penitentes o picaos, solo pueden ser varones voluntarios, mayores de edad y acreditados como cristianos y de buena fe por su párroco. Su número nunca se sabe hasta el inicio del acto, y en su penitencia cada uno es ayudado por uno de los hermanos designado de los más de 150 que cuenta la Cofradía, nunca mujer aunque están si pueden ser cofrades, que ejerce funciones de guía y consejero durante su penitencia y la mejor forma de realizarla.




En todo momento se mantiene su anonimato, siendo en su mayoría vecinos o descendientes renegados, nombre con el que también son conocidos sus habitantes, lo que no está reñido con la presencia de otras localidades y zonas. Pudiendo repetir tantas veces y años como lo consideren.




Acto que cuenta con todo un ritual y protocolo de actuación. Los disciplinantes son recibidos en la sede que la Cofradía tiene en el antiguo recinto amurallado de la villa, junto a las ruinas del antiguo castillo del siglo XII, la iglesia parroquial de Santa María la Mayor del siglo XVI -donde se celebran un buen número de los actos- y la ermita de la Vera Cruz del XIII.






Allí son vestidos con la túnica blanca con abertura por la espada que llega hasta las rodillas y el cíngulo o cordón atado a la cintura, el capuchón –también blanco- con agujeros a la altura de los ojos y una capa parda con una cruz blanca, sin poder utilizar ningún tipo de calzado. Entregándoseles una madeja de lino compuesta por hilos, en el que cada uno son cuatro entrelazados encerados, que utilizarán en su flagelación.




Cada uno elegirá el día, momento, lugar y paso o talla ante la que realizará la ofrenda y se “picara”. La imagen de la Dolorosa es la preferida por los más, aunque otros lo hacen delante del Ecce Homo en la procesión del Jueves Santo, del Santo Sepulcro en la del Viernes, ante la de las Vírgenes de los Remedios y de la Magdalena, Jesús en la Cruz o en diferentes momentos del Viacrucis.





Ritual que comienza con el arrodillado y rezo de una oración, para una vez de píe serle retirada la capa y proceder a la abertura de la túnica por su “acompañante cofrade”.



Con la espalda al descubierto y la madeja sujeta por ambas manos y balanceándola entre las piernas, comienza la flagelación a través de golpes secos rítmicos por encima de los hombres a izquierda y derecha.




No existe un tiempo marcado, este dependerá del disciplinante, oscilando de media entre los 20 y 30 minutos. Si bien el “acompañante” puede ordenar el cese al comenzar a producirse hematomas.




A su terminación se inclinará, y enganchando a las piernas del “cofrade práctico” –persona encargada de aliviar las heridas-, este le “picará” en la zona lumbar con doce pinchazos, emulando el número de apóstoles, con la “esponja” hasta que comience a brotar sangre.






La “esponja” es una pieza compuesta por una bola de cera con cuatro cristales incrustados de dos en dos, que solamente es utilizada por un cofrade, y tiene como fin evitar molestias posteriores. ´




Una vez picado el “acompañante” le facilitará una nueva madeja –denominada de sangre- para que se vuelva a azotar otras 20-25 veces para que comience a sangrar y las zonas donde se dio los golpes no coagulen y el hematoma baje.




Finalizada la penitencia, disciplinante y acompañante vuelven a la sede de la Cofradía, donde sus heridas son lavadas con agua de romero y una crema secreta del colectivo.




El papel de las mujeres como miembros de pleno derecho en la Cofradía se recuperó en el año 1998, después de la prohibición de pertenencia dictada a finales del siglo XVI. Su papel penitenciario se limita a ejercer de “Marías”. Así llamadas por acompañar a las procesiones, en un máximo de tres, descalzas detrás de la Virgen de los Dolores con el rostro cubierto por puntillas protegiendo su intimidad, acompañadas por otras cofrades.



Tradición que pude visionar  y vivir en la Semana Santa de 2024, atendiendo la invitación de los amigos José María Saez y María José Pelayo.



OBSERVACIONES:

Vídeo del picado de disciplinantes en la iglesia de Santa María la Mayor durante la Hora Santa del Jueves Santo, 28 de marzo de 2024. Enlace YouTube:

Los "Picaos", los Disciplinantes de San Vicente de la Sonsierra, La Rioja



 

MÁS INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. Pinchar en enlaces.

Viajes.

Fiestas de la Virgen de los Remedios en San Vicente de la Sonsierra. Septiembre 2023.

 

“El perdón es una de las conductas más difíciles de seguir, porque implica un esfuerzo espiritual mayor que otros en la vida cristiana”. Anónimo,

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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