Celebrado en la plaza Transcorrales, organizado por el Centro Riojano de
Asturias.
Al caparrón, la popular y fina alubia roja de La Rioja, rinden pleitesía
los riojanos con residencia en el Principado de Asturias, a través de la comida
de hermandad que organiza el Centro Riojano de Asturias en torno al mismo.
Al ser su consumo más extendido en los fríos meses de invierno, la
celebración del denominado Festival
de la Caparronada suelen realizarlo en
torno a la primera quincena de febrero. Habiéndose celebrado su onceava
edición, el 31 de enero de 2016, aunque el día fuese más otoñal que invernal,
en consonancia con el resto de días invernales que vive el Principado con
temperaturas que multiplica por dos y tres las habituales.
Festival que de nuevo se ha vuelto a celebrar en la polivalente plaza de
Trascorrales de Oviedo, cedida para el evento por el Ayuntamiento de Oviedo,
estando la logística y el servicio a cargo del catering “A mesa puesta”.
Festival al que me hemos acudido unas sesenta personas, y al que el
suscribe ha vuelto a acudir por sexta vez por invitación expresa del eficiente
presidente del Centro, Julián Ruiz-Cantabrana. Y en el que he compartido mesa
con el presidente anfitrión, con Alfredo Canteli y los empresarios Miguel y José Zabala y nuestras respectivas señoras.
Si Julián es el alma mater y aglutinador de esta ejemplar asociación, su
directivo Tomás Sanchis lo es de este Festival. Él se encarga de gestionar toda
la adquisición de las materias primas necesarias para llevar a cabo el mismo, y
es el encargado a su vez de la preparación del menú y de los platos a degustar.
El riojano Juan, comprobando el estado del cocido de los caparrones.
Menú contundente y estandarizado en las últimas ediciones, en el que se
rinde homenaje a muchas de las elaboraciones más tradicionales de la rica
culinaria riojana. Embutido –chorizo y salchichón-, morcilla de arroz,
pimientos asados con su aceite y pimientos del piquillo rellenos de anchoas del
Cantábrico en aceite de oliva. Los dos primeros procedentes de la sierra de los
Cameros, de la localidad de Ortigosa y los dos segundos de Tricio.
En Anguiano, de cuyas tierras salen los más afamados y valorados de la
región, adquiere Tomás el fundamento de este encuentro. Caparrones –alubias
agarbanzadas- que volvieron a estar finos y mantecosos como en otras ediciones,
fruto sin duda de ser cosechados como antaño.
Y en la mencionada Ortigosa adquirió, los indispensables sacramentos que
los acompañan: chorizos, tocino, panceta, manos y orejas de cerdo.
Caparrones y sacramentos, que podían ser completados con guindillas
verdes en aceite, a diferencia de la edición anterior. Y es que probablemente
algún riojano de pro habrá reivindicado de nuevo su presencia como en
festivales anteriores.
Novedoso fue el postre, menos tradicional riojano que en otras
ocasiones, compuesto por media pera al vino, almendras con miel y tarta de
almendra.
Menú para cuya ingesta se selecciono el riojano vino “Betolaza Joven
2014”, elaborado por la bodega de mismo nombre sita en Briones, y el cava
Faustino, elaborado en Bodegas Faustino, sitas en la alavesa Oyón.
A la hora del servicio del café, Julián en su calidad de presidente
anfitrión dirigió unas breves palabras a los presentes y solicito un brindis
por todos los presentes y por aquellos que no pudieron estarlo.
Estupenda velada la vivida un año más acompañando a los amigos riojanos,
con los que de nuevo hemos podido confraternizar, que siguen teniendo muy
presente a su tierra. A la cual actos como este les sirven para añorarla menos,
recordándoles vivencias pretéritas y compartiendo las mismas con sus paisanos.
“El riojano es conciliador, acogedor, abierto a influencias de afuera y
trabajador en el valle del Ebro, que nos ha dado la naturaleza”. Carlos
Hernández Lahoz (1944), médico de
Logroño.
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