El concierto de
Cristalmonio y la cata de grandes vinos se unen gracias al evento
creado y dirigido por Carlos Delgado.
El once de junio de 2013
los aficionados asturianos al vino y la música pudimos disfrutar de
un evento único, que solo se ha podido disfrutar hasta en Madrid y
Barcelona, gracias a la iniciativa del gran profesional que es Carlos
Delgado, y a la colaboración de “El Bistró – Gastronomía Loya”
y a Fenicia Marketing Groumet, evento que de momento solo se ha
podido disfrutar hasta en Barcelona, en el incomparable marco del
salón de los espejos del Gran Teatre del Liceu.
Si la oferta propuesta
era eminentemente sugestiva de por si, con la posibilidad de escuchar
con un instrumento que jamás había escuchado obras de Bach, Fauré,
Morzart, Satie, Schubert y Verdi, la realidad supero con mucho las
expectativas y la velada se convirtió en irrepetible, e incluso para
muchos –entre los que me incluyo- se quedo corta por el espectáculo
vivido.
El amigo Carlos Delgado
nos volvió a sorprender, como en él es habitual, con una nueva
iniciativa diferenciadora y cargada de imaginación combinando dos
artes para el disfrute de los sentidos, una novedosa experiencia de
gozo y cultura en la que el sugestivo y complejo mundo de aromas y
sabores que -encierran los vinos y las sidras se ensamblan con el
universo sonoro que una copa de cristal y los hábiles dedos de un
músico permiten desvelar.
Y para ello dispuso de un
equipo único, por un lado el virtuismo del excepcional músico
Gianfranco Grisi con el Cristalmonio acompañado al piano por Alexis
Delgado, y por otro una selección de las mejores sidras y vinos del
país, que no dejaron indiferente al más de centenar de personas
invitadas al evento.
Con Alexis, Carlos y
Gianfranco a mi derecha.
El acto comenzó con la
bienvenida y explicación del evento por parte de su creador, que no
dudo en definir al mismo como “una forma diferente de acercarse al
mundo del vino”, eligiendo la música par hacerlo, prometiendo que
con buenos vinos y música divina viajaríamos a un destino
paradisiaco, en el que el barco es el vino y el viento la música.
Viaje de armonía, equilibrio y ritmo, en el que el vino es la música
líquida y la música sonidos embriagadores. Una oportunidad de vivir
la emoción sensorial del vino escuchando su música cautiva mientras
se realiza la degustación.
En Cristalwein el vino y
la sidra cumplen la función del agua, de forma que la música
extraída refleja su dimensión sonora. Es la bebida hecha música,
la música parece salir del líquido como si se evaporase en ondas
sonoras, produce una sensación mágica, deslumbrante, manifestaba un
orgulloso Carlos, a la vez que matizaba que escuchar una melodía
sirviéndose para ello de varias hileras de copas de cristal llenas
de líquido distintos niveles produce una impresión única.
Explico en que consistía
el instrumento con el que nos íbamos a deleitar, el Cristalmonio,
equivalente a un piano de cola de 42 tramos, también conocido como
“arpa de cristal” es un curioso instrumento que consta de 47
copas diferentes, cada una con un nivel de llenado diferente en
función de su densidad, que se hace sonar deslizando los dedos
humedecidos sobre el borde de las copas, obteniéndose un sonido
etéreo, limpio y cristalino.
Curiosa la historia
obtenida con instrumentos de cristal, que se remonta a la antigua
China, siendo en el siglo XVIII cuando se puso de moda en Europa y
alcanzó su apogeo gracias a instrumentos como la llamada “Glass
armonica” inventada en 1762 por Benjamín Franklin, resultado de
una automatización para el tañido del juego de copas musicales,
después de ver un concierto de copas de vino llenas de agua tocadas
por el inglés Edward Delaval, y por la que se llegaron a interesar
Mozart y Bach que compuso para varias obras para interpretar con la
misma.
Posteriormente presento a
Gianfranco Grisi, nacido en 1953 en la italiana Trento, como un
excepcional músico que combina la formación académica con la
capacidad de creación. Ha compuesto música para documentales, de
cámara, obras para coro y orquesta y partituras, así como musicales
de teatro. Fundador y director de varias orquestas de cámara, es
profesor en el Conservatorio F.A. Bonporti, de Trento.
Quizá por no dar
protagonismo a su hijo o restársela a Gianfranco, Carlos no presentó
a Alexis, nacido en Madrid en 1977 aunque con las mismas querencias y
apego a la Asturias que vio nacer a su padre, con diez años comenzó
en Madrid sus estudios de piano, que continuo en Barcelona y en
Londres, dónde concluyo sus estudios en el año 2000. A ofrecido
numerosos recitales como solista y como pianista acompañante, a la
vez que ha realizado grabaciones para Radio Nacional de España,
Televisión Española y Radio Suiza, siendo miembro fundador de la
Orquesta de Cámara Spaniard.
Alexis con su padre y
las botellas de los vinos degustados.
El concierto y la
degustación comenzó con un homenaje al Principado de Asturias,
eligiendo una sidra brut nature, Pomarina Brut Nature 2011, elaborada mediante el método
champanoise por la firma asturiana Valle, Ballina y Fernández, S.A,
acogida a la D.O.P. Sidra de Asturias y elaborada con las varietales
autóctonas: Durona, Teórica, Tresali y Ragona, que he puntuado con
3,80 puntos sobre 5, eligiendo como acompañamiento musical la pieza
“Libiam neii lieti calici” de la popular Traviata, creada por
Giuseppe Verdi.
La pieza “Jesús
bleibet meine Frede BWV 147” de Jean Sebastián Bach, fue la
elegida mientras se degustaba el primero de los blancos: Pazo de
Señoras Selección de Añadas 2006, elaborado por Pazo de Señorans,
S.L y acogido a la D.O.P. Rías Baixas. La pieza transmitió una
placentera serenidad para disfrutar de uno de los grandes blancos
españoles, elaborados con viñas de más de 40 años procedente de
suelos silíceos y graníticos que solo se comercializan los años
excepciones de cosecha, con la complejidad que le da sus año de
fermentación sobre lías, y al que he puntuado con 4,30 puntos sobre
5.
Otro blanco de excepción,
el Chivite Finca de Villatuerta 2011, monovarietal de Chardonnay
sobre lías, elaborado por Juan Chivite, S.L en Cintruénigo, acogido
a la D.O.P. Navarra; expresión viva de la tierra de Estella,
elaborado sobre sus lías en barricas de roble francés, con un
carácter netamente borgoñes, al que puntúe con 4,50 puntos sobre
5, y del que he podido disfrutar una vez más, aunque esta vez con el
añadido de la estupenda pieza “Gymnipedie nº 1” de Erik Satie.
El tiempo pasaba
demasiado de prisa, sin casi tiempo de ir asumiendo tanto disfrute, y
llegaba la hora de los tintos coincidente con la mitad del evento
previsto. De Navarra al Penedés, a Torrelavit, para degustar el Jean
León 3055 Merlot Petit Verdot, de la añada 2011, elaborada con las
varietales mencionadas, en el 50 aniversario de la emblemática
bodega coincidente con el cambio de imagen de la misma, y al que le
da su nombre el número de taxi que su fundador (Jean León) tenía
cuando desempeñaba dicha profesión en New York. Vino alegre y
sedoso, con una pizca de dulzor al que le valore con un 3,80 puntos
sobre 5, y que hemos degustado mientras Gianfranco y Alexis
interpretaban la pieza “Pavana en fa menor, op. 50” de Gabriel
Fouré, pieza más popular que las anteriores, melancólica y
equilibrada, compuesta por un compositor moderno.
La segunda elección
tinta nos llevaba a otro de los grandes grupos bodegueros españoles,
el Matarromera Prestigio 2010, elaborado por la bodega de mismo
nombre en Valbuena de Duero, acogido a la D.O.P. Ribera del Duero,
monovarietal de Tempranillo procedentes de los pagos más óptimos a
una altura media de 900 metros, al que he puntuado con 4 sobre 5
puntos. La pieza elegida fue la “Serenata D.957” compuesta por
Franz Schubert, inspirado en un día soleado en 1826 cuando paseaba
con unos amigos.
La degustación concluyo
con un riojano clásico de nueva cuña, el Prao Enea Gran Reserva
2005, multivarietal elaborado en Haro por Bodegas Muga, acogido a la
D.O.P. Rioja, y que fiel a su estilo es un clásico que sigue
emocionando, como bien dijo Carlos, al que he puntuado con 4,10
puntos, mientras se interpretaba la obra “Ave Verum KV 618” de
Mozart. Con esta pieza, una de las maravillosas del insigne
compositor, escrita como homenaje a lo efímero de la vida y con lo
que nos aguarda en el futuro, aprovechaba el creador de este
excepcional evento, para tener un sentido recuerdo a su amigo Emilio,
fallecido hacía escasas fechas.
La insistencia de los
presentes motivo que Gianfranco y Alexis, volvieran a sus asientos y
nos volvieran a hacer disfrutar con un par de piezas más fuera de
programa. Primeramente Gianfranco interpretaba solo la conocida pieza
de Ennio Morricone, que forma la banda sonora del film “La muerte
tenía un precio” y posteriormente ambos interpretando una cantiga
medieval del rey Alfonso X el Sabio, que puso punto fin a una velada
inolvidable, que será difícil de olvidar y al que animo a Carlos
para su repetición, eventos como este que son todo un disfrute para los sentidos no son fáciles de conseguir y ellos lo han
conseguido. Mi más sincera enhorabuena por todo ello y mi
agradecimiento por permitirme disfrutar del mismo.
MÁS
INFORMACIÓN (Pinchar en los enlaces):
VÍDEOS DEL CONCIERTO EN BARCELONA.
http://www.vilaviniteca.es/blog/cristalwine-concierto-de-cristalmonio/
MÁS INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. Pinchar en enlaces.
“Cuando
uno se inspira en algo bueno, la música nace con fluidez, las
melodías brotan; realmente es una gran satisfacion”. Franz
Schubert (1797-1828) compositor musical austriaco.
Realmente tuvo que ser espectacular, lastima que no se haga público este tipo de actos. Eva Jardón
ResponderEliminarComo siempre poniéndonos al día de actividades vinícas y gastronómicas en Asturias, y por ende poniéndonos los dientes largos. En la vida había escuchado hablar de ese instrumento, tiene que sonar bien. Juancho.
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