El
paraíso quesero del Principado de Asturias se encuentra bajo la amenaza parcial
de perder una de sus señas de identidad histórica, de las peculiaridades de
unas producciones diferenciadoras,
únicas en el mundo, que gozan del prestigio, reconocimiento y el beneplácito de
los amantes del queso en particular, y de la gastronomía en general.
Una
serie de factores, endógenos y exógenos, muchos de ellos con apenas una década
de existencia, están motivando que esta amenaza deje de ser serlo para
convertirse en triste realidad a no ser que se revierta.
Los
importantes cambios sociales, fruto muchos de ellos del estado del bienestar. La
falta de relevo generacional en pastores y ganaderos, y el escaso
reconocimiento social profesional de las mismas. La cada vez más presente
separación de la dupla ganadero-quesero, para ejercer una profesión u otra. Un meticuloso
conservadurismo medioambiental normativo estandarizado, que no tiene en cuenta
la idiosincrasia propia de zonas y no respeta unas mínimas condiciones de vida
saludable en las majadas. Un celoso
ecologismo con el beneplácito político, más de despacho y teórico que asentado
en la realidad, en el que las banderas de los menos se impone sobre la lógica y
el silencio de los más, primando más la supervivencia de razas salvajes sobre
la humana. O la falta de apoyos específicos normativos y de incentivos para
fijar población en las zonas rurales y de montaña, son algunos de los factores
que están motivando un cambio de tendencia en la producción de dos de nuestros emblemas queseros, el Cabrales y el Gamoneu.
Producciones
de montaña, muchas de ellas realizadas a más de mil metros de altura, que en la
actualidad se podrían calificar de heroicas por las condiciones de vida de sus
elaboradores, cimentadas en la historia, surgidas de la adaptación a un entorno
hostil, a un modo de vida y a una imprescindible subsistencia.
Quesos
que gozan de la bien merecida protección europea, a través de sus respectivas
Denominaciones de Origen, elaboradas históricamente y como tal recogidas en sus
reglamentos con leches crudas de vacas, ovejas y cabras, mediante combinación
de las tres –las más- o de dos o solamente una, en función de los rebaños y de
las épocas productivas. Sin embargo los factores mencionados han motivado
importantísimos cambios en las tendencias productivas, primando en la
actualidad elaboraciones realizadas con una sola de las leches, la de vaca, en
amabas denominaciones.
La
falta de relevo generacional y la desprotección a los pastores, sus
construcciones y ganados, han hecho que las idílicas majadas de los Picos de
Europa -y sus cada vez más numerosas cabañas caídas- formen parte de un enorme
parque temático en el que la presencia humana productiva está prácticamente
extinguida, lo que ha hecho que las elaboraciones queseras en las mismas son
insignificativas en porcentajes productivos. Elaboraciones de montaña
realizadas bajo sus cánones históricos con las tres leches y maduradas en las
cuevas del entorno.
A
ello se suma que en entornos urbanos cada vez son más son las ganaderías –con o
sin quesería- que se decantan por las vacas como único animal productivo, repercutiendo
directamente en un incremento sustancial muy importante de elaboraciones
realizadas únicamente con este tipo de
leche.
Los
elementos diferenciales de los quesos azules artesanales de los Picos de Europa
y su entorno, en concreto del Cabrales y del Gamoneu, QUE LOS HACEN ÚNICOS A
NIVEL MUNDIAL, es ser elaborados con los tres tipos de leche y madurados en
cuevas naturales. Riesgo de perder el segundo de momento no hay pero sí en el
primero, donde la amenaza se está convirtiendo poco a poco en realidad, lo que
llevaría a la desaparición de una forma productiva única, dando al traste con
siglos de historia. Asturias no se lo puede permitir.
MÁS INFORMACIÓN. Pinchar en enlaces.
“Quién tiene paciencia, obtendrá lo que desea”. Benjamin Franklin
(1706-90), político, científico e investigador estadounidense.
Gracias Javier por tu acertado diagnóstico.
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