Municipio, capital y parroquia, Traspinedo en
Valladolid, mantiene viva la esencia de Castilla. Descripción, fotografías y
video de la localidad.
Auspiciado por Alfonso VI de Castilla,
continuador de la organización política de la Extremadura Castellana a través
de las Comunidades de Villa y Tierra, allá por el siglo XI para repoblar las
tierras conquistadas a las huestes musulmanas, y en concreto las de la cuenca
del río Duero, que aún maldecían al Rey
Pelayo y a sus fieles asturianos por su atrevimiento a enfrentarse y retar al
poder sarraceno, Traspinedo vio pasar su posesión de mano en mano y esta
documentado como uno de los primeros pueblos de la actual provincia de
Valladolid.
Su actual territorio estaba incluido en el de
la cercana localidad segoviana de Cuéllar, una de las primeras Comunidades de
Villa y Tierra en crearse, de las sesenta y dos que existieron, y que ya en
1147 aparece por vez primera vez documentada actuando como concilium, y a cuya vicaría
perteneció religiosamente durante una buena parte de su historia. Historia que
también señala su pertenencia al Infante de Valladolid y a varios señoríos.
En la actualidad Traspinedo es un municipio
de la provincia de Valladolid, con una extensión de 26 kilómetros cuadrados
y poco más de 1000 habitantes, ubicado a una altitud de 742 metros , distante 25 kilómetros de
Valladolid capital a la que se accede por la carretera N-122. Englobada en la
comarca de Tierra de Pinares, en el valle del río Valcorba que a poca distancia
entrega al Duero, y que linda con los municipios de: La Parrilla, Monte Mayor
de la Pililla, Santibañez de Valcorba, Sardón de Duero, Tudela de Duero y
Villabañez.
La capital municipal se encuentra en la
localidad de mismo nombre, que aglutina a la mayor parte de su población, que
se ha extendido en los últimos años en pequeños núcleos rurales y
urbanizaciones como el Apeadero, Romeral, Vega Nueva o Ventorro, y cuya
etimología se debe a estar “tras los pinos”, rodeada de pinos
Negrales y Albales, pinos que a su vez han sido y son parte importante en la
economía local.
Traspinedo desde el Sur, con las tierras de la Ribera del Duero al fondo.
Ubicado muy cercano al inicio de las tierras
que componen la Ribera del Duero vallisoletano –dista 30 kilómetros de
Peñafiel- por el que suscribe relativamente bien conocidos, Traspinedo era para
mi un gran desconocido, visitando recientemente el mismo por cortesía del
matrimonio Sanz Gómez, los amigos Luis y Elena, y que mantienen la casa que vio
nacer al primero de ellos, a la que acuden cuando les es posible, y que han
sido nuestros magníficos anfitriones.
Luis, hijo
sirviendo el típico “Pincho de lechazo de Traspinedo” a sus padres Elena y
Luis.
Un paseo por sus calles y las conversaciones con los lugareños hacen que el visitante se inunde de la más pura esencia castellana, de su hospitalidad y de unas costumbres y hábitos diferentes.
Paseo que recomiendo inicien en
el centro de la localidad, que atraviesa la carretera VA-2303 que comunica la
localidad con la N-122 en el trayecto que une Valladolid con Soria. Allí se
encuentra el edificio que albergo hasta el año 2011 la casa Consistorial y que
ahora acoge a la Asociación de jubilados Santa Isabel.
Esta calle es, junto con la
carretera mencionada, la que vértebra Traspinedo, y por ella se accede al
actual edificio que alberga el Ayuntamiento y las dependencias municipales.
Edificio levantado a finales del siglo XIX y que acogió hasta finales del siglo
XX sus escuelas públicas y las viviendas de los maestros, y que fue
respetuosamente rehabilitado en el año 2011 para su fin actual. Las
dependencias técnicas y de los partidos políticos ocupan la planta baja,
mientras que la planta superior es utilizada para la realización de los plenos
y como sala multiuso municipal.
A pocos metros, bien visible casi
enfrente, se ubica el epicentro local y monumento local más importante, la
iglesia parroquial de San Martín de Tours, costeado por sus vecinos entre
finales del siglo XV y principios del XVI, lo que demoró su construcción y
explica la mezcla de estilos góticos y renacentistas, con posteriores reformas
en 1752 y otra en la última década del siglo pasado. Su estructura de piedra se
encuentra
dividida en dos naves cubiertas de bóveda, de arista la central y de crucería
estrellada la lateral, separadas ambas por pilares compuestos góticos, siendo
de cañón la bóveda de su capilla mayor y todo ello soportado por contrafuertes
en los laterales.
Edificios ambos de cuya visita he podido disfrutar gracias a
la amabilidad de Paco Puertas, vecino y concejal, que como buen anfitrión no ha
escatimado esfuerzos en darme a conocer el patrimonio local. http://www.dendecaguelu.com/2013/06/iglesia-de-san-martin-de-tours-en.html
Volviendo al actual Ayuntamiento
en su parte trasera, al Oeste, se
encuentran las actuales escuelas públicas y muy cerca de las mismas otro ícono
de la localidad, epicentro de las fiestas y enraizado en la más pura tradición
castellana, la plaza de toros “La Fuentecilla”. De construcción peculiar, de
forma casi triangular, no utilizada para la realización de las corridas de
toros clásicas, sino para los encierros de toros por las calles y plaza, que en
esta zona de Castilla forman parte intrínseca de sus habitantes, y a la que no
es ajena Traspinedo, que sin duda los ha vivido durante toda su historia, ya
que no podemos olvidarnos de que en la cercana y mencionada Cuéllar, se
encuentran documentados los mismos desde el año 1215, lo que les convierte en
los más antiguos de España.
Desde la plaza de toros si el
visitante enfoca el Sur, pronto se encontrará en las afueras del casco urbano y
las primeras fincas agrícolas, dónde se hallan los restos de la ermita del
Cristo del Humilladero, de la que en la actualidad solo quedan las cuatro
paredes que la conformaban, su arco de entrada de medio punto y su Cruz
exterior. Ermita enraizada en la historia española y castellana, levantada y
consagrada con el mismo nombre que otras tantos a lo largo y ancho de nuestra
geografía, como lugar devoto existente en las entradas o salidas de los pueblos
y junto a los caminos, con una Cruz en su parte delantera como seña
identificativa.
El municipio cuenta con varias
ofertas de ocio, deportivas y de naturaleza, entre ellas el parque recreativo
de la “Fuente del Hinojo” y varias rutas de senderismo, una de ellas la que
conduce al “pico de la Atalaya” excepcional mirador del valle del río Valcorba,
y cuyo inicio se realiza desde la ermita del Humilladero.
De la ermita también se disfruta
de la mejor panorámica de la ladera o cerro que protege por el Sur a la localidad, y que
se encuentra perforada por la multitud de bodegas allí ubicadas. Y es que a
escasos 500 metros
de la población tienen los traspinenses parte de su esencia: las bodegas y
merenderos, y las más de cien existentes hacen que pocos vecinos no tengan allí
directa o indirectamente una segunda propiedad.
Edificaciones que en la
actualidad albergan varios usos, muchas de ellas han conservan sus orígenes y
en ellas se elaboran vinos –las menos- mientras que otras conservan todos sus
útiles para lo que fueron creadas en desuso y son utilizadas simplemente como
merenderos o lugares de reunión, fin único que tienen otras de más recientes. Y
es que uno no puede olvidar que en Traspinedo, como en los municipios
lindantes, el viñedo siempre fue uno de sus sustentos económicos, viñedo que
prácticamente fue reconvertido en la década de los años setenta del siglo
pasado en terreno para hortalizas y cereales, aunque aún existe un buen número
de viñedos, incluso algunos en el centro de la localidad. ¡Quién les iba a los
agricultores traspindejos los tiempos de bonanza que años más tarde viviría
el sector vitivinícola y en concreto el de la Ribera del Duero!.
Al cerro dónde están ubicadas las
bodegas fui conducido por mis anfitriones, y en el lagar levantado por
Eleuterio Parra y Baltasara Amo levantado a inicios del siglo pasado, que hace
unos años ha rehabilitado su nieto Alfonso Parra, pude conocer en profundidad
sus construcciones, útiles y costumbres gracias a la gentileza de este último.
Alfonso explicando el uso del lagar, con la piedra y la viga de madera
de negrillo, con mis anfitriones alrededor suyo.
Rehabilitación realizada con exquisito gusto, conservando todo el patrimonio etnográfico de la misma, sus instalaciones y complementando, con materiales en la línea de los originales, formando un conjunto de esparcimiento y ocio cargado de encanto, desde el que se disfruta de una panorámica única de la localidad con parte del valle del río Duero al fondo.
Y si ilustrativa fue la visita realizada a la bodega, no fue menos la conversación con Alfonso y sus amigos Jesús y David con un buen vaso de vino de la tierra por medio, en la que fui informado con todo detalle de la historia y costumbres de la localidad, de la que nuestro anfitrión es un profundo conocedor como bien pude comprobar y leer en el cuadro que ha confeccionado y que forma parte de la decoración de la bodega en la que describe con todo detalle la historia local, y que me ha sido de gran utilidad para la confección de este artículo.
Y si les hablo de las bodegas y merenderos no puedo dejar de hablarles del emblema gastronómico municipal y al que rinde pleitesía todo transpinense que se precie, su auténtico embajador y gran reclamo turístico: el Pincho de lechazo de Traspinedo, peculiar y diferente forma de cocinar el lechazo, basado en la tradición ganadera de los lugareños y que forma parte indivisible de su idiosincrasia.
¿Pero que es en realidad el Pincho y que se necesita para su elaboración?
El pincho no es otra cosa que lechazo, lechazo y sólo lechazo, de cuya calidad
va a depender el éxito de la elaboración. Lechazo de cuatro a seis semanas y de
cuatro a seis kilos, que será descuartizado en trozos más/menos cuadrados de
cuatro a cinco centímetros y que una vez salados se insertan en los pinchos,
útil compuesto por una barra de acero inoxidable con mango de madera y final
punzante y extensiones igual al ancho de la parrilla. Parrilla en la que será
imprescindible el uso como combustible de sarmientos de vides, que allí
denominan “haces de leña”, con las que se inicia el fuego, previamente
encendido con cerillas de fósforo, nunca mecheros, y sobre cuyas ascuas se
elabora los Pinchos. http://www.dendecaguelu.com/2013/06/el-pincho-de-lechazo-en-traspinedo.html
La ensalada de lechuga, tomate y cebolla, la torta de pan de aceite, las pastas de piñones y el vino de la Ribera del Duero, son los complementos culinarios por excelencia del Pincho, original y exquisita manera de degustar el lechazo, emblema gastronómico vallisoletano y que tiene en Traspinedo su peculiar forma de elaboración. El Pincho ha conseguido unir a la hostelería local en su promoción, que han creado la “Asociación de asadores del pincho de lechazo a la brasa” y que aglutina a los cinco restaurantes de la localidad: “El laurel de Baco”, “Entre brasas y sarmientos” (antiguo Benito), “ Lo rico de Castilla”, “Mesón los 12 arcos” y “Mesón Molinero”, y en base al mismo se celebra la última semana de septiembre la “Feria del pincho”.
Y una vez concluida tan sabrosa
comida, es hora de la sobremesa y después de acudir a los diferentes
establecimientos hosteleros a jugar la partida a las cartas, y es que sin
partidas de mus Traspinedo no sería lo mismo, es otro de sus santo y seña, y
pocos transpinenses no caen en la tentación de echar la partida y compartir
esos momentos de relajación y disfrute con sus vecinos, por lo que he podido
comprobar. Los establecimientos mencionados anteriormente y el bar el Castillo,
bar Taka, James Deam y Trspyd, que componen el resto del sector hostelero de la
localidad, son a la hora de la partida el lugar de reunión de la vecindad,
sobre todo la masculina.
Concluidas y debatidas las partidas, es el momento de retomar la visita a la localidad, que reiniciamos en la ermita del Humilladero para desplazarnos pocos metros para visitar el campo de celebración de la comida de hermandad de las peñas en las fiestas, cercano a las últimas casas del pueblo, y en el que se ha ubicado la “Fuentecilla”, que dio servicio a los lugareños en el siglo pasado. Fuente, campo, arbolado y bancos forman un conjunto de esparcimiento y reunión bien aprovechado por los vecinos.
Desde la fuente seguimos la visita por el lado opuesto al seguido hasta ese momento, visita que sirve para ver y analizar la nueva cara que vive el municipio, desde que en el año 2009 se hubiese puesto en marcha el “Área de rehabilitación integral Traspinedo”, fruto del acuerdo del Ayuntamiento local con la Junta de Castilla y León y el Estado español. Con un período de vigencia de cuatro años, ampliado recientemente a otros dos más, cuenta con un presupuesto de 4.000.000 euros, del que se han beneficiado propietarios de 110 viviendas hasta el momento, que han recibido hasta el 80 % de la inversión de subvención con el límite de 12.100 € por vivienda. Construcciones que forman el patrimonio civil del municipio, muchas de ellas debilitadas por el paso del tiempo, en estado de conservación precario que el A.R.I ha permitido o permitirá recuperar.
Durante todo el paseo se encuentran con locales que cuentan con rótulos peculiares, que son ocupados en fiestas por las peñas que forman la
vecindad, sin límite de edad, y que componen una pequeña feria al más puro
estilo andaluz, con el paso por ellos de prácticamente todos los vecinos y sus
invitados. Locales que junto con los encierros de suelta de toros por las
calles desde los cajones, forman el
embrión festivo en julio –festividad de Santa Isabel- y noviembre –festividad
de San Martín- y por son lugar de paso y parada obligatorios. La Resaka –única
que cuenta con charanga y es una de los dinamizadores festivos-, el Colocón, el
Tomillo, el Albero, el Mostero, los 15, los Chispas o el Cubo + 1, son los
nombres de algunas de las muchas peñas existentes, cuyas puertas sólo se abren
en las fechas mencionadas y en las que todos los miembros participan en
porcentaje económico igual.
El camino lleva de nuevo al viajero a la carretera VA-2303 y al antiguo Ayuntamiento, enfrente del cuál luce una nueva fuente de metal de cuatro brazos, que ha sustituido a la Fuentecilla mencionada anteriormente y cuyo modernismo impersonal uno no llega a entender.
La plaza en la que se ubica la
fuente y las calles adyacentes comunican la parte del pueblo ubicado al Norte
con el resto de la localidad, en la que me es mostrado una plaza de reciente
construcción con una peculiar escultura en la que se rinde homenaje a los
viticultores con una cepa en su composición escultural, que tiene su continuación en la antigua fuente
y lavadero, rehabilitado recientemente pero con un no muy cuidado
mantenimiento.
Pocos metros separan esta construcción de un pequeño montículo que contiene algún resto de lo que en su día fue un molino de agua, que se alimentaba de un pequeño arroyo del que en la actualidad sólo queda el surco y que nos traslada a tiempos pretéritos, en los que también la localidad contaba con un molino de papel, habitado por monjes, que suministraban el papel utilizado en a la no muy distante localidad de Simancas, donde otros monjes transcribían los hechos históricos, muchos de los cuáles aún forman parte del legado del prestigioso Archivo.
Y con estos recuerdos históricos
que también incluyen la existencia de un Castillo y de un Palacio en la
localidad de los que no quedan ningún tipo de restos, como tampoco queda del
mencionado molino de papel, aunque como muestra de su existencia queda que el
escudo municipal tiene por armas un castillo, concluyo la visita a una
localidad que me ha prendado por su sencillez, en nada exenta de historia y por
la hospitalidad de sus gentes. Localidad que no goza de tradición turística, pero que sorprenderá al visitante habido de nuevas
experiencias y contrastes, como a sucedido al que suscribe, que la ha conocido
gracias a la gentileza de mis anfitriones y a los que agradezco sinceramente
desde estas líneas la invitación cursada.
MÁS INFORMACIÓN.
Vídeo de Traspinedo.
“Soy una parte de todo aquello que he encontrado en mi camino”. Alfred
Tennyson (1809-92) poeta inglés.
Buen reportaje y bien documentado, hay cosas en las que nunca me había fijado en dos veces que he ido a este pueblo. Lucia Abengoa, Valladolid.
ResponderEliminarEnhorabuena, lo bordas.
ResponderEliminarOtro encanto más de Castilla, aparte de los pinchos claro.
Un abrazo
me gustaría conocer este pueblo, por lo que he leído sus gentes son muy hospitalarias, su entorno precioso, saludos,
ResponderEliminarme ha encantado el pueblo, estuve este fin de semana, recomiendo visitar a los que no lo conozcan.
ResponderEliminarguay del paraguay
ResponderEliminarSiendo del pueblo da gusto leer cosas como esta para que tido el mundo conozca nuestro pueblo y sus costumbres. Somos un pueblo atípico con gentes muy hospitalarias. Lo único; somos traspindejos, no traspinenses. Por lo demás bordado. Mi enhorabuena al autor y a mis vecinos que siempre estan a la altura.
ResponderEliminarHay que ver en qué se fija la gente, por lo que veo en los comentarios.
ResponderEliminarMe quedo con la descripción, con el soporte fotográfico y el cariño que se transmite. Ejemplar. Enhorabuena.
Fede Marcos. Peñafiel
Hay que ver en qué se fija la gente, por lo que veo en los comentarios.
ResponderEliminarMe quedo con la descripción, con el soporte fotográfico y el cariño que se transmite. Ejemplar. Enhorabuena.
Fede Marcos. Peñafiel
No se podía relatar mejor la historia de este pueblo. Desde hace veinte años tengo una casita en este municipio y lo primero que me llamó la atención fue la hospitalidad de sus gentes desde el primer día me acogieron como uno más de ellos y al día de hoy así me considero gracias traspindejos
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