El concejo de Ponga, situado en el sureste del
Principado de Asturias, lindante con los municipios leoneses de Oseja de
Sajambre, Burón y Maraña, y con los asturianos de Caso, Piloña y Parres, tiene
una extensión de 205,98 kilómetros cuadrados, y un censo poblacional –en el año
2018- de 598 habitantes.
Integrado en su totalidad en el Parque Natural
de Ponga, declarado en el año 2003, está vertebrado en nueve parroquias:
Abiegos, Casielles, Carangas, Cazo, San Juan de Beleño, San Ignacio, Sobrefoz,
Taranes y Viego.
La de San Ignacio, bajo la advocación de San
Ignacio de Loyola, cuya festividad realizan el 31 de julio, cuenta con una
extensión de 6,75 kilómetros cuadrados y una población que apenas supera la
treintena de habitantes distribuidos entre sus núcleos rurales de San Ignacio, puente Pombayón, puente Vidosa,
el Arenal y Valle Soto.
El primero de ellos, la cabecera parroquial,
está ubicado a una altitud de 390 metros, distante 14 kilómetros de San Juan de
Beleño, la capital municipal. Su acceso rodado se hace a través de la Nacional
625 que comunica el Principado de Asturias con León a través del puerto del
Pontón, con inicio en Arriondas y final en Mansilla de las Mulas. Para, pocos
metros antes del kilómetro 135, coger la desviación indicada en el
lugar de puente Pombayón, que en un recorrido que apenas supera un kilómetro
concluye en la localidad.
Pudiendo accederse igualmente un kilómetro más
adelante, si se viene desde Arriondas, superado el puente Vidosa, a través de la carretera PO-2 que
conduce a Viegu y San Juan de Beleño, desviándose a unos 300 metros, distando
de dicho punto 1,5 kilómetros pasando previamente por el núcleo del Arenal.
San Ignacio también conocido como el Beyu,
debido a la masa calcárea sobre el que se asienta, está ubicada bajo la sierra de Monampiellu, en pleno
desfiladero de los Beyos, entre los puentes de Pombayón y de Vidosa, anclado en
la roca sobre los ríos Sella y Santagustia, con alguna de sus viviendas
asentadas al borde del cortado, transmite la impresión de ser el vigía del
desfiladero.
Dividido en los barrios de Bores -más inferior- y Canisqueso, superior, distante unos 300 metros y en franco deterioro, sus viviendas y construcciones apenas llegan a las tres decenas, algunas
auténticas reliquias etnográficas, verdaderos ejemplos de la arquitectura rural
de montaña del oriente del Principado.
En su ladera opuesta, en la vertiente derecha de
descenso del río Sella en busca del mar Cantábrico, se encuentra la angosta
canal y pico de la Redonda, dónde se ubica el abandonado caserío de Rubriellos.
Al igual que el resto de los pueblos denominados
beyuscos, como Biamón, Casielles o Viboli, o los deshabitados de la Caviella,
Canisqueso, Rubriellos o Tolivia, tienen en común su peculiar emplazamiento
topográfico, difícil de entender en el siglo veintiuno, que obligó a levantar
las construcciones de forma escalonada en la roca, muchas de ellas colgadas
literalmente al borde de las masas rocosas sobre las que se asientan. Núcleos
de difícil acceso, que hace entendible el masivo despoblamiento y abandono de
los más, siendo San Ignacio –posiblemente- su mejor ejemplo.
Pueblos con la gran peculiaridad etnográfica, y
uno de sus elementos de unión, los hórreos beyuscos, auténticas joyas, que pasan por ser los más
primitivos y menos evolucionados de los existentes en el Principado de
Asturias, considerados por algunos como el vestigio de los graneros imperantes
y antecedentes directos del patrón más extendido.
En San Ignacio, aún se conserva uno de estos
ejemplares, caracterizados pos sus cajas rectangulares de menor tamaño, sus
cubiertas a dos aguas con cobertura de teja curva del país, puertas
emparejadas, pegollos y muelas irregulares adaptadas al terreno dónde se
asientan y la carencia de corredores y escudos.
Siendo su pequeña capilla rural del siglo XVIII,
su otro reclamo, que bajo la advocación de San Ignacio forma parte junto a su
vecina de San Juan de Casielles del inventario de Patrimonio Arquitectónico del
Principado de Asturias.
Construida en mampostería, cubierta a dos vertientes, de nave única
rectangular y cabecera cuadrada alineada en planta, en su parte sur tiene
adosada una pequeña sacristía y casa rectoral de dos plantas.
Estando su fachada precedida por un pórtico de
cubierta, apoyado en muro de cantería y rematada con espadaña de doble hueco, aunque en la actualidad cuenta con una sola campana.
Estando ubicado en la parte superior del pueblo,
el cementerio parroquial.
Núcleo rural que fue finalista de “Pueblo
ejemplar” en el año 2001 de los Premios de la por entonces Fundación Príncipe
de Asturias, que impacta al viajero por su ubicación en un paraje sin igual, de gran belleza
natural y paisajística, trasladándolo a tiempos pretéritos, que lucha por su
pervivencia adaptado a los nuevos tiempos sin renunciar a su pasado,
conservando sus señas de identidad y su riquezas etnográficas que hacen únicos
a los prácticamente desaparecidos pueblos beyuscos.
MÁS INFORMACIÓN. Pinchar en enlaces.
Un Principado para descubrir.
Hórreos beyuscos, joyas etnográficas asturianas.
Rutas de montaña por el concejo de Ponga:
Pico Sen de los Mulos, en travesía desde la collada Llomena al puente Vaguardo.Hórreos beyuscos, joyas etnográficas asturianas.
Peña Subes, circular desde puente Agüera.
Picos Cunio y Vizcares, desde la collada Moandi (Ponga) a la Fragua (Piloña).
Picu Pierzu. PR-AS-211. Ida y vuelta desde la collada de Llomena.
Picos Cunio y Vizcares, desde la collada Moandi (Ponga) a la Fragua (Piloña).
Picu Pierzu. PR-AS-211. Ida y vuelta desde la collada de Llomena.
Alá m para el dicho y pará el qué lo sigue fomentando
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