Especie sublime, una de los que más intensamente transmite el sabor a mar.
Mencionar al cirrópodo “Pollicipes pollicipes” no transmitirá nada a muchos ni lo relacionarían con nada, pero hacerlo de “Percebes” sí. Este el nombre científico del curiosamente más estudiado crustáceo, que no molusco, de todos los existentes. Y es que ellos fueron junto a las orquídeas y las lombrices de tierra la obsesión del naturalista inglés Charles Darwin en sus estudios sobre la evolución biológica a través de la selección natural. Ni más ni menos que diez mil especímenes fueron los que estudió en sus investigaciones taxónomas. No es extraño que las acabase odiando, como manifestó.
Pero no esta la única
singularidad de uno de los considerados manjares marinos en la actualidad, de
los que se pagan a precios desorbitados, y que hasta hace unas décadas era
mínimanente valorado, salvo excepciones.
Singular es su proceso
reproductivo. Al ser hermafrodita, con órganos reproductores masculinos y
femeninos situados en la uña y en el pie respectivamente, no se autofecunda o
tiene una fecundación externa como otros de su género, sino que se reproduce
copulando con sus cercanos y asumiendo un solo sexo durante el apareamiento. Y
lo hacen, al estar pegados a las rocas y no poder desplazarse, gracias a que su
pene dobla la longitud de su cuerpo, lo que le convierten en una de las
especies mejor dotadas del mundo animal, y le permite liberar su esperma en la
cavidad reproductiva del que ejerce como hembra.
Realizada la copulación, los óvulos fertilizados se desarrollan hasta
convertirse en larvas, que expulsan y flotan en el plancton marino, creando
durante un período de dos meses a través de diferentes fases una glándula
segregadora –conocida como del cemento- que le permite adherirse a la roca que
utilizará como su hábitat. Peculiar nacimiento, otra de sus singularidades.
Físicamente esta estructurado en dos partes claramente diferenciadas: el
pedúnculo y el capítulo y carece de hemoglobina y corazón. El primero es su
parte inferior o pie, que es el que lo fija a la roca, de forma cilíndrica y de
fuerte piel, caracterizada por su alta flexibilidad lo que permite contraerse,
estirarse y moverse, lo que facilita su alimentación y reproducción. El
capítulo o uña, compuesto por placas calcáreas, acoge la mayor parte de sus
órganos vitales como la boca y el aparato respiratorio, a la que vez que le
sirve de elemento defensivo y de protección desecadora en momentos de bajamar.
Al permanecer inmóvil adherido a la roca de por vida, su alimentación sólo
se desarrolla por filtración, filtrando las partículas de agua de la que
succionan plancton y huevos de peces mediante el movimiento de los cirros que
contienen sus uñas. Dependiendo su desarrollo
de las condiciones del entorno de su habitáculo, las temperaturas,
salinidad y densidad del agua y su riqueza en nutrientes, serán fundamentales
para obtener el mejor desarrollo. Viven agrupadas, pegadas unas a otras, formando incluso racimos y su tamaño oscila entre los 2 y 5 centímetros de largo.
Aunque existen en todos
los océanos del mundo, y se calcula que hay más de 1500 subespecies, los más
valorados a nivel mundial son los de las costas europeas españolas, británicas,
francesas y portuguesas; las americanas de Méjico y Perú, y las africanas de
Cabo Verde y Senegal.
Viven agrupadas, pegadas unas a otras, formando incluso racimos y su tamaño oscila entre los 2 y 5 centímetros de largo.Los más valorados son los capturados en aguas limpias y bravías, en rocas y
acantilados de la zona intermareal expuestas al sol y batidas por olas
imponentes y arrolladoras y con un tamaño proporcionado, gruesas pero ni cortas
ni largas y de pedúnculo firme y erecto.
Siendo las de aguas tranquilas y sombrías, en las que se desarrollan
debajo del agua –incluso a profundidades de 600 metros- más largas y grandes, pero menos apreciadas
por su mayor contenido acuoso.
Hábitat de condiciones
duras, y en las más de las ocasiones de difícil accesibilidad, lo que hace que
su captura sea especialmente dificultosa, que es otra de sus singularidades. Y
donde la profesionalidad de los perceberos se pone de manifiesto en el
conocimiento y lucha con el mar, por llevar a tierra una de las especies
sublimes marinas que posiblemente mejor transmitan en su ingesta el sabor a
mar.
Hábitat y
profesionalidad cuyo mejor ejemplo en España se da en las costas del Principado
de Asturias y del acantilado cantábrico de Galicia. Litoral intermareal que
aglutina horas de sol y fitoplancton generado por las corrientes frías de
componente norte y donde el enfrentamiento y choque mar y tierra es muy alto y
la rapidez, agilidad, valentía y conocimiento del medio es fundamental para
poder despegarlas de la roca, en una tarea cargada de riesgos en lucha contra
la naturaleza.
Territorios en los que
actualmente son altamente demandados y valorados, con épocas de veda en la que
está prohibida su captura, y con la realización de diversos eventos
gastronómicos en torno a las mismas. Aunque no siempre fue así, ya que hasta
hace apenas cuatro décadas se llegaron a utilizar incluso como abono para
tierras de labranza. E incluso como tales se mencionan en escritos de ilustres
escritores, como Emilia Pardo Bazán, que no dudo en calificarlos como “manjar incivil, que no debe presentarse jamás
cuando se tienen convidados”
Nutricionalmente son muy
ricos en minerales como el selenio, magnesio, potasio, fósforo, calcio y yodo;
en vitaminas como la B6, B12, niacina, riboflavina y tiamina; bajo contenido
graso y colesterol; contenido proteico de hasta un 20 % e inexistencia de hidratos
de carbono.
Calificados por algunos
gastrónomos como néctar del dios Neptuno, su ingesta más habitual es a través
de la cocción -en agua de mar a ser posible-, calientes o templados, utilizando
los dedos de las manos y separando la uña y el pedúnculo, dónde se encuentra su
carne.
Como especie peculiar, y
como otras muchas, el percebe cuenta con leyenda propia, extendida por toda
Europa, que se remonta a la Edad Media y que estuvo vigente hasta bien entrada
la Edad Moderna. Basada en que era la metamorfosis de los gansos, en ella se
decía que los percebes evolucionaban durante su vida adulta hasta convertirse
en gansos. Excusa, esta, con la que los cristianos podían comer estas aves en
tiempos de Cuaresma, época en la que estaba prohibido ingerir carnes, sin saltarse los dogmas religiosos.
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Festival del Percebe y del Marisco en Tapia de Casariego. XIX edición, 2015
“El percebe es un manjar incivil, que no debe presentarse jamás cuando se tienen convidados”. Emilia Pardo-Bazán y de la Rúa-Figueroa (1851-1921), aristócrata y escritora española.
Excelente información de un crustáceo tan singular,muchas gracias
ResponderEliminarCompleto artículo. Excelente redacción y descripción.
ResponderEliminarGracias.