El emblemático y decadente barrio cuenta con uno de los cementerios más grandes del país.
Emplazada entre
la fértil Saïs y los bosques del Atlas Medio, a orillas de los ríos Fet y Zitu,
en la región de Fez-Bulmán, Fez es la más antigua de las ciudades imperiales
marroquíes, emblema cultural e histórico del país y su capital espiritual y
religiosa. Tercera ciudad más grande, después de Casablanca y Rabat,
su población de 1.115.000 habitantes –censo de 2016- está dividida en tres
zonas: Fez el Bali, la ciudad morisca del siglo IX, centro histórico, dentro de
las murallas; Fez el Jedid, la ciudad militar e imperial de los benimerines del
siglo XIII, dónde se encuentra el Palacio Real y el barrio judío y la ville
nouvelle erigida durante el Protectorado francés en el siglo XIX.
Fundada
en el año 789 por Idris I, en el año 818 tras una revuelta en Córdoba, recibió una importante emigración musulmana
que se asentó en la nueva ciudad fundando el barrio de los Andaluces.
Entre ellos se
cree que había familias judías, aunque no fue hasta el año 1492 cuando la
expulsión definitiva de España muchos inmigrantes forzosos se asentaron en
diferentes regiones del Norte de África y especialmente en ciudades de
Marruecos. Fez fue uno de los lugares preferidos para su asentamiento, primero
en la Medina y posteriormente reubicados en Fez el Jedid, en el barrio conocido
como Mellah.
Desde un punto
de vista etimológico, melh significa sal en árabe y mellah el lugar donde se
conservaban los productos con sal. Otra versión del
nombre, la más extendida en el país, alude al precio que tuvieron que pagar los
judíos para establecerse y gozar de la protección del sultán, dado que los
judíos ejercían en monopolio el comercio de la sal. También existe la leyenda,
que las autoridades, para evitar las iras de los musulmanes, salaron el suelo
para que fuese improductivo, ubicando en ella a los judíos, marginados en el
país. Sea cual sea el origen y significado del nombre, este derivó hasta ser sinónimo de barrio judío, siendo el de Fez el primero en constituirse en Marruecos, tomando posteriormente el mismo nombre el resto de barrios de otras ciudades del país.
Los judíos, a la par estigmatizados y
favorecidos por los sucesivos sultanes, por ser una constante fuente de
ingresos, consolidaron sus asentamientos y barrios, auténticos guetos,
diferenciándose el mismo urbanística y arquitectónicamente de los de los
musulmanes.
El Mellah fasí está
emplazado originalmente en el barrio de El-Yahoudi, junto al Karaooiyine, en
Fez el Bali, siendo trasladado a comienzos del siglo XIII por los gobernantes
benimerines al recinto amurallado que rodeaba el palacio real, al emplazamiento
de una antigua kasba, gozando de protección a cambio de un impuesto anual. Con
el monopolio del comercio de metales preciosos, zocos, talleres, escuelas,
sinagogas y un cementerio el barrio floreció y proporciono a su comunidad una
férrea unión social y oportunidades para prosperar en la escala social.
Los límites
actuales del barrio se establecieron a finales del siglo XVIII durante el
gobierno del sultán alauí Mulay Yazid, siendo el espacio disponible pequeño, lo
que obligó a hacer los edificios de dos alturas, en torno a patios diminutos,
siendo los espacios de desplazamientos muy reducido.
La judería fesí
está delimitada por las puertas Bab el Amen, en su inicio y Bab Semarine, en su final, que la comunica con
la Medina, y dividido por un eje rectilíneo central que atraviesan de este a
oeste las calles Boukhessissat y Mérinides.
La calle
Mérinides, la calle comercial, atraviesa el zoco de los joyeros, que
históricamente monopolizaron el comercio de los metales preciosos, y dónde se
encuentran parte de las mejores tiendas de los mismos.
La Boukhessisat,
fue en tiempos pretéritos la zona aristocrática, con un diseño de las casas más
uniformes, con un taller en la planta baja, y con los pisos superiores de
balcones de madera tallados, tipicidad de la arquitectura judía fasí.
Este diseño
marca el elemento diferenciador urbanístico del barrio, ya que las casas judías
tienen ventanas y balcones, mientras las musulmanas tienen sus muros sin ningún
tipo de apertura externa, abriéndose sus ventanas hacia un patio interior.
A inicios del
siglo XX en Fez estaban censadas cerca de 1500 familias judías, concentradas en
el Mellah, que gozaban de la protección del sultán. Con la llegada de los
franceses las familias más acomodadas se ubicaron en la Ville Nouvelle,
produciéndose un éxodo masivo con la independencia del país en 1956 a Israel,
Canadá y Estados Unidos principalmente, estando censadas menos de 200 familias
de origen judío en la segunda década de este siglo, casi todas en la Ville
Nouvelle.
Estos éxodos han
traído un abandono generalizado al barrio, que se encuentra en un estado de
decadencia alarmante, con casas abandonadas o en estado calamitoso y con
mercaderes marroquíes que son en su gran mayoría los comerciantes que ejercen en
el mismo.
En esta
situación de declive y abandono, dos son los elementos principales que muestran
la importancia que la comunidad judía ha tenido en la ciudad: su cementerio y
la sinagoga Ibn Danan, que complementa la sinagoga Habarin, en el extremo este
de la necrópolis, que alberga un museo
con recuerdos del éxodo judío.
La sinagoga Ibn
Danan, edificada en el siglo XVII, ha sido restaurada en 1999 con la ayuda de
la Unesco, cuenta con una pila para la purificación ritual y el lavado de los
pecados, denominada milkvah, y su azotea es un mirador sobre el barrio y el
cementerio.
El cementerio,
por su parte, ubicado en su parte sur es un mar de cegadoras tumbas blancas que
se extiende colina abajo. Sus más de veintidos mil tumbas, muchas simples
montículos apiñados, le convierten en uno de los mayores de Marruecos.
Estando
las tumbas de los rabinos separadas en su inicio, espacio en el que destaca la tumba de la mártir Suleika
Hachuel, que con 17 años en 1834 atrajo la atención de uno de los hijos del
sultán, negándose a convertirse al Islam siendo por ello degollada.
Llamativos y
peculiares son los velatorios repartidos aleatoriamente por el recinto, dónde
los fieles queman sus velas, y es que el respeto a los muertos es algo
intrínseco en la ley judía, donde la conexión entre el alma y el cuerpo después
de muerto es esencial en su credo sobre la eternidad del alma. Así como la
ausencia de flores, que no aportan nada al difunto, que en ocasiones son
sustituidas por piedras.
El Mellah y su
cementerio transportan al visitante de Fetz a tiempos pretéritos, no teniendo
nada que ver el abandono y degradación actual del barrio con lo que se supone
era la vida en este gueto de la pudiente comunidad judía y de lo que
significaba para la ciudad.
MÁS INFORMACIÓN. Pinchar en enlaces.
Essaouria, la perla atlántica de Marruecos.
Fez. El oficio de curtidor.
Fez el Bali, la espectacular Medina de Fez, en Marruecos.
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“Ayer es sólo un recuerdo; mañana nunca es lo que se
supone que es”. Bob Dylan – Robert Allen Zimmerman- (1941 - ) músico, cantante
y poeta estadounidense.
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