lunes, 12 de junio de 2017

Santuario de Nuestra Señora del Acebo, en Cangas del Narcea.

Es el segundo más visitado de todo el Principado de Asturias, su construcción se realizó en 1575.

Cangas del Narcea es un concejo situado en el suroeste del Principado de Asturias, lindante con la provincia de León, con una extensión de 823,57 kilómetros cuadrados, lo que le convierte en el mayor de los 78 en los que está vertebrado el Principado y el número 21 de todos los existentes en territorio nacional. Se encuentra dividido en 58 parroquias, su capital tiene el mismo nombre que el concejo y cuenta con una población de 13.213 habitantes, según el censo de 2016.
En la sierra y lugar del Acebo, perteneciente a la parroquia de Linares, se yergue a una altitud de 1180 metros, el Santuario de Nuestra Señora del Acebo. 






Distante de la capital municipal 12 kilómetros, al mismo se accede a través de la carretera que lo une ambos pasando por los pueblos de Robledo de San Cristóbal, Borracán y Vegalapiedra, salvando los más de ochocientos metros de desnivel existentes entre ambos puntos.






El Santuario tiene su origen en el 8 de septiembre de 1575, cuando tuvo lugar el primer milagro en el lugar donde se levantaba desde tiempo inmemorial una capilla  frecuentada por pastores y vaqueiros. 






Una tradición decía que algunas personas que atravesaban la sierra de noche, habían visto celebrar oficio en aquella capilla a la que asistía una gran señora acompañada de un numeroso sequito, pero acabada la misa todos desaparecían.








Entonces tuvo lugar un extraordinario prodigio en la persona de María de Noceda, pobre mujer paralítica desde la niñez que tenía una pierna seca y andaba con muletas. Aquél día de 1575, tras la misa, María comenzó a proferir gritos de dolor, y todos los allí presentes pudieron ver como la pierna se le puso como la buena. Aquella mujer se hizo una choza y residió allí durante algunos años, siendo conocida como “María Santos”, siendo este el primer milagro.






A este milagro, le siguieron otros y la difusión rápida de los milagros que acaecían en el Acebo, llegó a todos los pueblos de Asturias. A partir de ese momento la pequeña ermita se convirtió en lugar de peregrinación y oración creciente hasta ser multitudinaria, por lo que se llegó a la conclusión de que hacía falta levantar un templo más grande y digno. Por los rigores de su ubicación en la cumbre, se decidió hacerlo en la cercana Vegalapiedra, pero cuando tenían todos los materiales para comenzar la obra, amanecían al día siguiente en el alto. Se bajaron nuevamente, pero volvían a aparecer en la cumbre, junto a los guardias dormidos sobre ellos. Por tres veces paso esto, hasta que se interpretó que era voluntad de la Virgen tener su morada en el alto, en el mismo sitio dónde se ubica su antigua morada.






Y así lo hicieron los cangueses, se construyó el santuario de «Nuestra Señora de las Virtudes del Acebo» sobre el mismo solar donde estaba la ermita. Tardaron solo quince años en construirlo desde que tuviera lugar el primer milagro, ya que éste sucedió en 1575 y el santuario se terminó en el año 1590.






La factura y plano del santuario no han cambiado en lo esencial. Fue construido por Diego de Argós, al mismo tiempo que la casa del capellán y la de las novenas. Tiene forma de cruz latina, con una torre cuadrada de escasa altura, orientado hacia occidente, que en su parte baja es pórtico abierto mediante tres grandes arcos y una sacristía adosada al ángulo sureste, de construcción sobria en piedra pulida.






El retablo mayor fue tallado por Manuel Ron, entre los años 1687 y 1691, con columnas salomónicas emparradas y dorado por Juan Menéndez Acellana, en 1709, ambos artesanos vecinos de Cangas, siguiendo el estilo marcado en el ubicado en el cercano Monasterio de Corias y en la iglesia de Santa María de Celón, en Allande.





Retablo presidido por la imagen románica de la Virgen, del siglo XIII, que estaba en la capilla primitiva. Talla de madera que en la segunda mitad del siglo XVII se retocó para poder ser vestida, de acuerdo con las tendencias de la época y en 1900 se reformó para sustituir al niño por el actual. 







En el año 1721 se adquirió una imagen, llamada «Excusadora» o «de las excusas»,  para sacarla en procesiones sin que sufriese deterioro la original. Imagen que ha sido mejorada en varias ocasiones, la última en el año 1898, y que luce habitualmente delante del altar.






Entre el presbiterio y el resto de la nave, hay un arco de triunfo en el que se ubica una reja de gran belleza artística. Arco, que cuenta en sus laterales con dos pequeñas tallas barrocas, una de San José y otra de San Miguel.










En sus laterales se ubican dos capillas. En la de la derecha, hay un pequeño retablo con una talla del Cristo Crucificado del siglo XVII, con una calavera situada a sus píes, obra del escultor gijonés Luis Fernández de la Vega, máximo representante de la escuela barroca asturiana.






La de la izquierda, la de Santa Ana, tiene un retablo en relieve representando el Nacimiento del Señor con la Virgen y Santa Ana en la parte superior. Obra procedente de Filipinas y datada en el siglo XVIII.






En esta capilla donde se colocan los exvotos que llevan los fieles que han recibido favores por mediación de la Virgen del Acebo y que se cuentan por cientos.







Mención especial merece la conocida como “campana de la Salve”. Situada sobre la puerta de la sacristía, el sacerdote la toca antes de empezar el rezo de la Salve, costumbre mariana datada en el siglo XI.






Junto a la campana luce el pendón de la Cofradía de Nuestra Señora del Acebo, que se creó el 10 de abril de 1592, con la autorización del Obispo de Oviedo, mediante la Breve dada por el Papa Clemente VIII.





En el recinto del Santuario también se encuentran dos casas, la del capellán, con portada de medio punto y la de las novenas. Está última levantada en su momento para dar cobijo a los fieles que acudían a realizar la Novena a la Virgen, dado que en el monte no existía casa alguna. La casa en la actualidad cuenta con un servicio de bar y de habitaciones.







En el Acebo el 8 de septiembre, día de las Promesas, se celebra una multitudinaria romería que goza de gran tradición. Miles de romeros se dan cita, algunos acuden caminando en cumplimiento de algún ofrecimiento, combinando lo religioso y lo lúdico y reuniéndose familias enteras. El domingo siguiente, se celebra el día de las Ofrendas, con procesión y bendición del ganado y productos del campo. Celebración está muy relacionada con los vaqueiros de alzada, que sienten especial apego por esta Virgen y cuya romería marcaba antaño el final de la alzada.







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“Voy a seguir creyendo, aunque la gente pierda la esperanza”. Anónimo.




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