Es el segundo más visitado de todo el Principado de Asturias, su construcción se realizó en 1575.
Cangas del Narcea es un concejo
situado en el suroeste del Principado de Asturias, lindante con la provincia de
León, con una extensión de 823,57 kilómetros cuadrados, lo que le convierte en
el mayor de los 78 en los que está vertebrado el Principado y el número 21 de
todos los existentes en territorio nacional. Se encuentra dividido en 58
parroquias, su capital tiene el mismo nombre que el concejo y cuenta con una
población de 13.213 habitantes, según el censo de 2016.
En la sierra y lugar del Acebo,
perteneciente a la parroquia de Linares, se yergue a una altitud de 1180
metros, el Santuario de Nuestra Señora del Acebo.
Distante de la capital
municipal 12 kilómetros, al mismo se accede a través de la carretera que lo une
ambos pasando por los pueblos de Robledo de San Cristóbal, Borracán y
Vegalapiedra, salvando los más de ochocientos metros de desnivel existentes
entre ambos puntos.
El Santuario tiene su origen en
el 8 de septiembre de 1575, cuando tuvo lugar el primer milagro en el lugar
donde se levantaba desde tiempo inmemorial una capilla frecuentada por pastores y vaqueiros.
Una
tradición decía que algunas personas que atravesaban la sierra de noche, habían
visto celebrar oficio en aquella capilla a la que asistía una gran señora
acompañada de un numeroso sequito, pero acabada la misa todos desaparecían.
Entonces tuvo lugar un
extraordinario prodigio en la persona de María de Noceda, pobre mujer
paralítica desde la niñez que tenía una pierna seca y andaba con muletas. Aquél
día de 1575, tras la misa, María comenzó a proferir gritos de dolor, y todos
los allí presentes pudieron ver como la pierna se le puso como la buena.
Aquella mujer se hizo una choza y residió allí durante algunos años, siendo
conocida como “María Santos”, siendo este el primer milagro.
A este milagro, le siguieron
otros y la difusión rápida de los milagros que acaecían en el Acebo, llegó a
todos los pueblos de Asturias. A partir de ese momento
la pequeña ermita se convirtió en lugar de peregrinación y oración creciente
hasta ser multitudinaria, por lo que se llegó a la conclusión de que hacía
falta levantar un templo más grande y digno. Por los rigores de su ubicación en
la cumbre, se decidió hacerlo en la cercana Vegalapiedra, pero cuando
tenían todos los materiales para comenzar la obra, amanecían al día siguiente
en el alto. Se bajaron nuevamente, pero volvían a aparecer en la cumbre, junto
a los guardias dormidos sobre ellos. Por tres veces paso esto, hasta que se
interpretó que era voluntad de la Virgen tener su morada en el alto, en el
mismo sitio dónde se ubica su antigua morada.
Y así lo hicieron los cangueses,
se construyó el santuario de «Nuestra Señora de las Virtudes del Acebo» sobre
el mismo solar donde estaba la ermita. Tardaron solo quince años en construirlo
desde que tuviera lugar el primer milagro, ya que éste sucedió en 1575 y el
santuario se terminó en el año 1590.
La factura y plano del santuario
no han cambiado en lo esencial. Fue construido por Diego de Argós, al mismo
tiempo que la casa del capellán y la de las novenas. Tiene forma de cruz
latina, con una torre cuadrada de escasa altura, orientado hacia occidente, que
en su parte baja es pórtico abierto mediante tres grandes arcos y una sacristía
adosada al ángulo sureste, de construcción sobria en piedra pulida.
El retablo mayor fue tallado por
Manuel Ron, entre los años 1687 y 1691, con columnas salomónicas emparradas y
dorado por Juan Menéndez Acellana, en 1709, ambos artesanos vecinos de Cangas,
siguiendo el estilo marcado en el ubicado en el cercano Monasterio de Corias y
en la iglesia de Santa María de Celón, en Allande.
Retablo presidido por la imagen
románica de la Virgen, del siglo XIII, que estaba en la capilla primitiva.
Talla de madera que en la segunda mitad del siglo XVII se retocó para poder ser
vestida, de acuerdo con las tendencias de la época y en 1900 se reformó para
sustituir al niño por el actual.
En el año 1721 se adquirió una
imagen, llamada «Excusadora» o «de las excusas», para sacarla en procesiones sin que sufriese
deterioro la original. Imagen que ha sido mejorada en varias ocasiones, la
última en el año 1898, y que luce habitualmente delante del altar.
Entre el presbiterio y el resto
de la nave, hay un arco de triunfo en el que se ubica una reja de gran belleza
artística. Arco, que cuenta en sus laterales con dos pequeñas tallas barrocas,
una de San José y otra de San Miguel.
En sus laterales se ubican dos
capillas. En la de la derecha, hay un pequeño retablo con una talla del Cristo
Crucificado del siglo XVII, con una calavera situada a sus píes, obra del
escultor gijonés Luis Fernández de la Vega, máximo representante de la escuela
barroca asturiana.
La de la izquierda, la de Santa Ana, tiene un retablo en relieve representando el Nacimiento del Señor con la Virgen y Santa Ana en la parte superior. Obra procedente de Filipinas y datada en el siglo XVIII.
En esta capilla donde se colocan
los exvotos que llevan los fieles que han recibido favores por mediación de la
Virgen del Acebo y que se cuentan por cientos.
Mención especial merece la
conocida como “campana de la Salve”. Situada sobre la puerta de la sacristía,
el sacerdote la toca antes de empezar el rezo de la Salve, costumbre mariana datada
en el siglo XI.
Junto a la campana luce el pendón
de la Cofradía de Nuestra Señora del Acebo, que se creó el 10 de abril de 1592,
con la autorización del Obispo de Oviedo, mediante la Breve dada por el Papa
Clemente VIII.
En el recinto del Santuario
también se encuentran dos casas, la del capellán, con portada de medio punto y
la de las novenas. Está última levantada en su momento para dar cobijo a los
fieles que acudían a realizar la Novena a la Virgen, dado que en el monte no
existía casa alguna. La casa en la actualidad cuenta con un servicio de bar y
de habitaciones.
En el Acebo el 8 de septiembre,
día de las Promesas, se celebra una multitudinaria romería que goza de gran
tradición. Miles de romeros se dan cita, algunos acuden caminando en cumplimiento
de algún ofrecimiento, combinando lo religioso y lo lúdico y reuniéndose
familias enteras. El domingo siguiente, se celebra el día de las Ofrendas, con
procesión y bendición del ganado y productos del campo. Celebración está muy
relacionada con los vaqueiros de alzada, que sienten especial apego por esta
Virgen y cuya romería marcaba antaño el final de la alzada.
MÁS INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. Pinchar en enlaces.
“Voy a seguir creyendo, aunque la gente pierda la esperanza”. Anónimo.
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