lunes, 20 de marzo de 2017

Real Colegiata Basílica de San Isidoro en León.

Referencia a nivel occidental del arte románico, cuenta con un cáliz calificado por algunos autores como el auténtico Santo Grial.


La Real Colegiata Basílica de San Isidoro, ubicada en la plaza de mismo nombre en el centro de León, configura uno de las principales manifestaciones del arte románico occidental, tanto por su historia como por su arquitectura, escultura y los objetos suntuarios que se han podido conservar, gozando de la distinción de Monumento Histórico Artístico desde 1910.
Ejerció una enorme influencia en el posterior desarrollo de este arte en España y, gracias al Camino de Santiago, muchos de sus elementos arquitectónicos han sido imitados fuera del territorio nacional.






Sus orígenes se remontan al año 956, con la construcción de una primera iglesia por el rey Sancho I el Craso, supuestamente en el solar dónde se asentaba un templo romano, aledaño a la muralla romana de la Legio VII Gemina.
Posteriormente sobre el solar se alzó un cenobio prerrománico, dedicado a San Juan Bautista y San Pelayo, que fueron arrasados por Almanzor en el año 988. Alfonso V restauró primeramente el templo, y posteriormente su yerno Fernando I el Magno, esposo de la reina Sancha, concluyó la restauración y con el trasladó a León en 1063 de los restos del obispo de Sevilla, San Isidoro, el recinto fue consagrado bajo la advocación del Doctor de las Españas.
Ya en el siglo XII, entre los años 1072 y 1101, la reina Urraca, hija de Fernando I, amplío el templo aunque no llegó a concluirlo, con importantes añadidos del románico, como las puertas del Cordero, del Perdón y la Norte o Capitular, realizando cambios en el Panteón Real, que ya funcionaba como cementerio en tiempos de sus padres, dotándolo de sus pinturas murales y de los excepcionales capiteles, que he hacen pieza única del mundo románico de la época.
Alfonso VII, el Emperador, y su hermana Sancha, concluyeron las obras iniciadas por su tía abuela Urraca en 1149. Con el transcurso del tiempo se hicieron modificaciones y añadidos góticos, renacentistas y barrocos.
Exteriormente sólo es visible la fachada y el ábside meridional, al estar el resto del edificio rodeado de otras construcciones y de la muralla romana, destacando en él las puertas del Cordero y del Perdón, con relieves en los tímpanos y flanqueados por esculturas.







La más antigua es la del Cordero, dividida en dos cuerpos, muestra la imagen del Cordero Místico y una representación del sacrificio de Isaac, mientras que en los lados aparecen las figuras de San Isidoro y San Pelayo, estando el superior compuesto por peineta barroca con el escudo real y rematado por San Isidoro a caballo.







La del Perdón, debe su nombre al ser la utilizada por los peregrinos que hacían el Camino de Santiago, también con dos cuerpos, pertenece a la época del románico pleno. En ella destacan las estatuas de San Pedro y San Pablo, y los relieves escultóricos con escenas del Descendimiento, la Ascensión y la Resurrección de Cristo.
El templo cuenta con otra puerta, la Capitular, que quedó sin uso al convertirse la sala capitular en capilla.







En su interior, la Basílica tiene planta rectangular de cruz latina, dividida en tres naves por recias columnas, con enormes capiteles de estilo corintio y techumbre de bóvedas de arista, pintadas en el siglo XII con escenas sagradas.
Su capilla Mayor data del siglo XVI, de estilo gótico con cubierta de bóveda de crucería, que sustituyó a la románica de la infanta Urraca. El retablo, también gótico de 1530 perteneció a la parroquia de Pozuelo de la Orden, en Valladolid, se trasladó en 1920, compuesto por 24 tablas y guarda una urna de plata con las reliquias de San Isidoro.
Destacable es también la capilla de la Trinidad de 1191, que paso a denominarse de  Santo Martino en el siglo XVI. Su finalidad era ser depositaria de las muchas reliquias existentes y ser cementerio común de canónigos.





Uno de sus elementos más importantes y diferenciador es el Panteón Real. Se trata de una cripta subterránea, de tres naves con hermosas bóvedas sostenidas por columnas de mármol, datado en los tiempos de Alfonso V, quien en su reconstrucción doto la Basílica de un cementerio regio. Fernando I y Sancha y posteriormente su hija Urraca, lo reconstruyeron dándole la forma que tiene en la actualidad, acogiendo los sarcófagos de 23 reyes y reinas, así como otros sepulcros de diversos miembros de la familia real y la nobleza.






La cámara tiene poca altura, lo que le da un falso aspecto de cripta sin serlo, cuenta con un altar dedicado a Santa Catalina de Alejandría. De estructura abovedada, se encuentra dividido en seis tramos mediante columnas centrales, en los que destacan sus capiteles.






Las paredes de este singular espacio están completamente decoradas con inigualables frescos románicos del siglo XII, en los que se representan escenas del Nuevo Testamento y un bellísimo calendario agrícola. El inmenso valor artístico de estas obras, que mantienen su colorido original, justifica que el lugar sea considerado la capilla Sixtina de la pintura románica.







Muy destacable e importante es su  Museo, también llamado Tesoro, ubicado en lo que fue la cámara de la Reina, considerado durante años una parte de los reyes de León. En él se encuentran, entre otros, el arca que contuvo los restos mortales de San Isidoro de Sevilla, del año 1065; de 1059 es el arca de los marfiles, dónde se guardaron los restos de Pelayo y de San Juan Bautista; un portapaz de marfil escandinavo, del siglo X; el arca de los esmaltes; una cruz de altar; el Lignum Crucis; relicarios; tríptico renacentista; el pendón de Baeza del siglo XIV o el cáliz de ágatas regalo de Doña Urraca en el año 1100, que algunos autores identifican como el auténtico Santo Grial.









Otra dependencia importante es la Biblioteca, edificio independiente del siglo XVI,  donde se custodian valiosos más de 300 libros raros, 800 documentos en pergamino y 150 códices y tesoros de documentos hispánicos. Entre lo más destacable destaca la Biblia mozárabe, miniada del siglo X; tres tomos de una Biblia románica del siglo XII  o las obras de San Martino de León del mismo siglo.









El conjunto monumental se completa con dos claustros. El principal se construyó en el siglo XI, con importantes modificaciones en el siglo XVI, fue el claustro románico más antiguo y del original solo se conserva una parte en la galería, estando dedicadas las distintas capillas del mismo a capillas mortuorias de las familias que tomaban el patronazgo. El segundo de los claustro es barroco, construido en el año 1735.











La torre románica, llamada torre del Gallo, está situada a los pies de la iglesia, con importantes restauraciones en los siglos XX y XXI. De planta cuadrada y eje oblicuo respecto al de la iglesia, forma parte  y está integrada en la muralla romana. Sus dos primeros cuerpos tuvieron una misión defensiva, y el cuarto corresponde al de las campanas, una fechada en 1086 se conserva en el museo.
Se corona con un chapitel de pizarra moderno y una veleta con un gallo, símbolo de la ciudad de León, el existente en la actualidad es una copia del original, que se encuentra en estudio desde la última reforma de la torre, para conocer su historia y origen. 








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“Los ojos no ven nada más que lo que miran y no miran más que lo que ya conocen. Añadamos como corolario que si no encuentran lo que buscan, dicen que no hay nada”. Telesforo de Aranzadi (1860-1945) investigador vasco.





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