Pregón leído en la majada de Espineres, el 24 de agosto de 2013, con motivo de la XXXIII edición de la fiesta del Asturcón, organizada por ACAS -Asociación Conservadora Asturcones del Sueve-.
Voy a contarles un extraño suceso que
marcó para siempre mi forma de ver las cosas. Todo empezó hace ya algún tiempo,
en la oficina de la Consejería, en Oviedo. Al encender el ordenador noté que no
veía bien. Uno de mis compañeros me aconsejó que fuera a un oculista del que me
dijo que no sólo era un excelente médico sino que tenía un original método para
curar. Me fui a la consulta y en la sala de espera aguardaban su turno cuatro
personas. Me senté y nada más hacerlo salió el oculista.
-Buenos días -dijo muy sonriente-.
Muchas gracias por elegir mi clínica y por confiar en que podamos ayudarlos. Lo
primero que tengo que decirles es que los voy a examinar a ustedes uno a uno
pero no lo haré por separado sino que lo haré en esta sala y de forma conjunta.
Nos dio unas gafas a cada uno, me las
coloqué y cuando levanté la vista no vi el típico cartel de letras y números en
hileras. No, no vi eso? ¿saben lo que vi?.. ni se lo imaginan? ¡una foto enorme
de la Sierra del Sueve! El oculista preguntó si reconocíamos el lugar. Todos
dijimos que sí. Se dirigió al hombre que estaba sentado en la primera silla y
le preguntó qué veía.
-Pues veo una sierra que tiene unas
condiciones magníficas para la producción de madera. Se pueden plantar eucaliptos
en las zonas más templadas, en las partes bajas cerca del mar y en los valles
bajos. Y luego podemos plantar pinos en las zonas más altas, las más frías?
-Vale, vale, perfecto -interrumpió el
oculista- ¿Además de una sierra para plantar pinos y eucaliptos ve usted algo
más?
-Pues, la verdad, no... no veo nada más?
¿es grave doctor?
-Hombre, pues la verdad es que sufre
usted de una enfermedad que estuvo muy extendida allá por los años sesenta del
siglo XX y que se llama forestalitis maderera aguda. Fue una enfermedad muy
común, pero ahora, afortunadamente, va remitiendo, aunque todavía sufrimos sus
secuelas.
El oculista se dirigió entonces al
segundo paciente. Y le hizo la misma pregunta: ¿Qué ve usted cuando mira la
Sierra del Sueve?
-Gamos, gamos, veo gamos, muchos gamos?
Una sierra ideal para repoblarla con gamos? una maravilla, gamos por aquí,
gamos por allá? veo gamos hasta cuando voy a jugar al golf? -dijo el hombre
entusiasmado.
-Bien, veo que usted tiene un problema
de visión similar al de su compañero, aunque en su caso él solo veía la
posibilidad de plantar pinos, usted ve sólo la posibilidad de repoblarla con
gamos. Ambos casos proceden de la misma enfermedad profesional que tuvo tintes
de epidemia durante la industrialización y que se llama visión concentrada y
productiva en monocultivos.
-Por cierto, ¿ustedes dos se conocían?
-preguntó el médico.
-Sí, sí,? -contestaron ambos al unísono-
Trabajamos juntos hace años en el Patrimonio Forestal del Estado y luego en el
Icona.
Preguntó entonces el oculista al tercer paciente. Un chico joven, con una
camiseta con un lobo aullando a la Luna. Le hizo la misma pregunta y el
muchacho respondió:
-Veo en el Sueve un santuario para la
Naturaleza donde el hermano lobo pueda encontrar su hogar y escapar de la
persecución a la que lo sometemos los humanos. Veo una montaña donde los lobos
pueden recuperar sus tierras, porque estaban antes que nosotros, y vivir en
libertad cazando para que la Naturaleza siga su curso sin que nadie la toque y
alcance así el clímax y el equilibrio supremo?
-Vale, vale, entendido. No sigas, chaval
-dijo el oculista-. Tienes una hipermetropía ecologista profunda producida por
haber visto mucha televisión, muchas películas de Walt Disney, por
sobreexponerte a los documentales de naturaleza de La 2 y por no salir al monte
nada más que de paseo los domingos. Eso te lleva a confundir el campo con la
Naturaleza salvaje y a creer que lo salvaje y la libertad son lo mismo. Tienes
un problema grave de visión y como no te pongas a tratamiento me temo que la
próxima visita no va a ser a un oculista sino a un psiquiatra.
Me llegó el turno a mí. ¿Qué ve usted
cuando mira al Sueve?
-Pues veo el PORNA, la oportunidad de
desarrollar dentro del plan de ordenación de los recursos naturales de Asturias
una figura de conservación de la Naturaleza bajo la denominación de paisaje
protegido con la posibilidad complementaria de declarar algunas zonas de
reserva integral de máxima protección?
-Vale, vale, de acuerdo -interrumpió el
oculista-. Ya veo que es usted funcionario y que su problema es de astigmatismo
burocrático y vista cansada. ¡Tanto expediente, tanto decreto y tanto «Boletín
Oficial» acaban por pasar factura! -me dijo compadeciéndose de mí.
Finalmente le llegó el turno a una
paisanina muy mayor que había permanecido en silencio observando todas las
intervenciones. Cuando el oculista le preguntó qué veía en la Sierra del Sueve,
la mujer contestó:
-Veo mio casa. Allí, en esa aldeína al
pie la Sierra. ¿Non la ve usted? Ye roína pero vese bien porque pa mí ye mui
grande? Y veo los gochos, y la viesca pequeña a la que diba por lleñi con los
mios hermanos, y la fuente y la viescona grande de la que salieren les vigues
pa la cuadra. Y veo'l rebañu d'oveyes que mio padre me dexó y les cuatro
vaques. Y les dos burres braves, que ahora-yos dicen asturcones, con los sos
potrinos mamando. Y veo la hermandad que anantes formábamos toos los vecinos
del puertu para repartinos les tarees nel monte, y les veceres y les
sestaferies? y veo el respetu que mos teníamos entre nós y el valor que-y
dábamos a les ordenances qu'iguaben el trabayu nel puertu? veo lo que fuimos
cuando el monte yera parte la casa. Y ye nidio que naide quier pa so casa nada
malu?
-Oiga, ¡está usted fenomenal de la
vista! -le dijo el oculista-. No entiendo para qué ha venido a la consulta.
-Ye que yo miro pal monte -le contestó
la mujer- y veo lo que fuimos y tamién veo en lo que mos tamos convirtiendo y
non me gusta ná. Lo que pasa ye que casi naide ve les coses asina perque dicen
que son coses de los vieyos. Ye ciertu que va años abondo xente moza dexó
l'aldea pa trabajar lloñe, nes fábriques. Y que los pocos que quedaren no
alcanzaren a organizase como tábamos organizaos anantes. Caún mira agora pa lo
suyu sin dase cuenta de que mirando pa lo de toos tamién se mira pa lo de ún. Y
que sin mirar pa lo de toos lo de ún va a menos? ¿Cómo non lo verán? ¡Tan
ciegos! Los mios nietos y los mios fíos aunque me quieren munchu, dicen que toi
vieya, y que yá non veo bien. Por eso me dixeren que viniera al oculista. Ellos
dicen que hay que modernizase y que agora lo únicu importante ye la PAC y tener
munchos drechos de nodriza y cuantos más praos baxos y más mecanizaos meyor.
Pero yo miro pal monte y non veo oveyes, ni cabres. Veo les cuestes perdíes con
les vaques flaques afogaes entre cotolles y felechos que-yos lleguen al cuello.
Veo que naide roza, ni fai estru, que non cuchamos como anantes y que non nos
dexen prender cuatro matos pa que la reciella alcuentre un bocau tiernu. Buenu,
si hubiera reciella, que ya digo que nun hay... Y veo que los mios nietos tán
más pendientes de la PAC que del monte y que los xabalinos éntrenme na güerta
como Pedro per su casa y que manden más en monte los bichos que nós. Veo que la
xente olvidó les coses importantes que nos enseñaron los d'atrás. Que tán más
pendientes de lo que dicen desde les oficines del Gobiernu, y de lo que dicen
pela tele, que de mirar pal monte. Dígo-yos que entre toos tamos faciendo un
mundu sin sentíu enterráu baxo una montaña de papeles, pero non me facen ni
casu? Buenu, señor, non lu molesto más. Si non me ve na malu vuelvo pa mio
casa, que tengo la güerta y los animales ensin arreglar.
Dicho lo cual se levantó y se fue.
Después se fue el resto de pacientes. Yo me quedé para hablar a solas con aquel
oculista.
-Oiga, perdone, no se ofenda con lo que
le voy a decir? pero esa mujer que se acaba de ir? ¡está fatal de la vista! -le
dije.
-Hombre, ¿qué quiere? Tiene más de 90
años? ¡claro que anda mal de la vista! Pero no se equivoque: esa mujer que está
medio ciega es capaz de mirar mejor que todos ustedes juntos por muy
universitarios y doctos que sean. Es capaz de ver para atrás y para delante,
porque conserva en su cabeza la memoria y las imágenes del pasado y tiene una
idea de cómo le gustaría que fuese el monte en el futuro. Y eso es así porque
pertenece a una comunidad de campesinos que vivió y creó su propio país, que
heredó una singular cultura de montaña con la que construyeron el paisaje.
Porque esa paisanina y sus antepasados escribieron sobre el puertu su historia.
Escribieron sobre la tierra como un escritor lo haría sobre las páginas de un
libro. Por eso, cuando mira para el Sueve, lo lee con naturalidad, observando
los cientos de matices que a la ciencia, la técnica y la burocracia industrial
le han pasado desapercibidos. Pero ella los ve. Y los ve perfectamente
ensamblados entre sí como si fueran las letras, las palabras y las frases de
una novela. Lo ve, lo mira y lo lee como el que leyera la historia de su vida y
su familia. Por eso quiere a esa montaña como usted y yo queremos a nuestro
propio cuerpo o a nuestros hijos. Por eso no entiende a los funcionarios, a los
políticos, a los técnicos ni a los ecologistas urbanos y a todos los que hablan
de la Naturaleza separándola de la cultura de los pueblos que la habitan o de
la memoria de sus antepasados. Por eso no entiende tampoco que sus nietos se
hayan despistado y sólo vean en el monte las hectáreas con las que justificar
los pagos de la PAC. Por eso le duele ver el puertu maltratado, abandonado. Lo
que para usted, o para sus compañeros de la consulta de esta mañana, es
simplemente una bella foto del Sueve sobre la que proyectar de forma
unidireccional sus ideas de conservación de la Naturaleza, explotación
forestal, ordenación del monte, caza o excursionismo, para ella es una foto de
sí misma, de su padre, de sus abuelos? es una foto de su casa, de su vida y de
su familia. Por eso los pastores de antes, como esa mujer, lloran cuando ven el
sin Dios actual de los puertos y se ahogan en sus lágrimas ante la impotencia
de no saber ponerles palabras a unos sentimientos arraigados en su alma. Los
pastores lloran mirando les cuestes, les mayaes, los xerros, los cuetos, les
cueñes o les camperes perdides como usted y yo lloraríamos si nos arrancaran la
piel a tiras? Esa mujer ve lo que ninguno de ustedes ha visto: la historia de
su vida cosida, fraguada y formando parte de la Sierra del Sueve? en cambio,
ustedes sólo ven la montaña desde la ceguera galopante del etnocentrismo urbano
y eso les hace ser parciales, cuando no sectarios. Ven pero no miran porque no
saben mirar. Porque sólo ven una parte y no el todo. Y además sólo ven lo que
quieren ver, dependiendo de lo que les hayan metido en la cabeza en las
escuelas técnicas o en las universidades o, peor aún, por sus creencias y por
las leyes que han confeccionado para dar carta de naturaleza jurídica a sus
distintas visiones que, por si fuera poco, chocan entre sí creando en las
montañas de naturaleza campesina más ruido y confusión que armonía?
MÁS
INFORMACIÓN. Pinchar enlaces.
“Para
ver el futuro del medio rural y sus paisajes hay que contemplar el pasado de la
tradición campesina asturiana”. Jaime Izquierdo Vallina (1958 -) geólogo y
escritor asturiano.
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