lunes, 17 de diciembre de 2012

La donación de Maxi Blanco al Museo de Bellas Artes de Asturias, debe de ser admitida.

El testamento del cangués Maximino Blanco del Dago, desvela una donación que debe de ser admitida por el Museo de Bellas de Artes de Asturias, y por extensión por el gobierno del Principado de Asturias.

Cangas de Onís, perdió el 20 de abril de 2012 tras sufrir una grave enfermedad, a uno de sus hijos con más inquietudes culturales, a Maxi el aparejador, como era conocido Maximino Blanco del Dago, arquitecto técnico –de ahí su apodo-, rehabilitador de edificios e interiorista de profesión, coleccionista empedernido de cerámica, relojes y otras antigüedades y defensor de la cultura y costumbres asturianas como pocos.
Todas esas inquietudes le han llevado a lo largo de su vida, a atesorar una colección única en el Principado de Asturias y sin duda de las mejores de España, una variopinta colección que ya en su momento parte de ella estuvo expuesta, que hace años dormita en inmuebles de Maxi y que ahora espera destino tras el fallecimiento de su mentor.
Maxi siempre inquieto, contó en su momento con tienda de venta de cerámicas en la calle Emilio Laria, de su Cangas natal, que dio continuidad a la tienda de muebles que tenían sus padres desaparecida a finales de los años setenta, y también fue empresario de hostelería, poniendo en marcha el primer pub de la localidad en la calle Ángel Tarano.

Los cangueses Estela y Maxi, el 20 de septiembre de 2007.


Apenas siete meses después de su fallecimiento se hace público que Maxi, soltero y sin hijos, hace el legado de su sensacional colección al Museo de Bellas de Artes, así como de varios inmuebles en el concejo cangués,  pero lo hace con condiciones siendo como era gran conocedor del funcionamiento de este tipo de instituciones y de la administración regional que al fin y al cabo es del que depende.
Las dos condiciones que pone para que ese legado se lleve a cabo, son dos, a cuál más lógica y sensata, la primera que las piezas se deben de exponer en la casa Frassinelli, sita en Corao (Cangas de Onís) y la segunda que todo aquello que no se muestre deberá permanecer en un almacén en el concejo, no pudiendo ser separada, vendida ni cedida a otros museos. Y para que ello sea posible, y en otro gesto que lo honra, lega varias propiedades inmobiliarias, su gran capricho la casa Frassinelli en Corao y otras dos propiedades en el concejo, propiedades en las que se encuentra en la actualidad la colección.
El legado que el difunto Maxi deja a la sociedad canguesa en particular y a la asturiana en general, es digno del mejor de los reconocimientos, y a poco, que por una vez, nuestros dirigentes políticos aplicaran la lógica debería de ser admitido sin ningún tipo de reparos. Esperemos, y a lo mejor es mucho pedir, que al menos se valore el impresionante legado que ha dejado por especialistas en la materia y que estos emitan el correspondiente informe, sin tener en cuenta otros parámetros, que por desgracia, han imperado en las decisiones político-administrativas, que se han tomado en nuestro Principado en la última década, y que tan alto coste hemos, estamos y seguiremos pagando los asturianos.
Maxi ha fallecido sin ver sus esfuerzos recompensados y sin que su querida “casa de Frasinelli” fuese abierta al público como recinto museístico, un sinsabor que sin duda se llevo consigo, y que sumó a otras decepciones en su intento de revitalizar culturalmente el oriente asturiano, tan rico en naturaleza e historia, y tan pobre en recintos culturales con contenidos especificos.
A él se debe el único, al menos que el que suscribe sepa, museo temático de cerámica y relojes que haya existido en el Principado. Lejos queda aquél 2 de junio de 1995 en el que Maxi cargado de ilusiones y poniendo a disposición pública el legado que tanto tiempo había estado atesorando, inauguraba en Muñigu, un poco más arriba de la Riera y prácticamente ya en el Real Sitio de Covadonga, en marcha el “Museo de la cerámica y los relojes Basilio de Sobrecueva” y que estuvo abierto hasta marzo de 2004, en el que su titular tiro la toalla, por decirlo en términos boxísticos, cansado de poner dinero y sin ningún tipo de apoyo ni subvenciones de las diferentes administracciones.
El museo fue diseñado y creado con distintas finalidades y contenidos, en el que la cerámica y la relojería eran el nexo de unión, al igual que ahora lo hacen en el legado dejado por su fundador. Por un lado se encontraba la sección de relojería, centrada con la obra realizada en la fábrica de Corao por Basilio Sobrecueva Miyar (1834-90) y la de Juan Antonio Fernández Lombardero y sus herederos desarrollaron en los Oscos en el siglo XVIII; por otra una gran parte de la amplía colección ceramista –tanto por número de piezas como por tipología y antigüedad- que el finado tenía y otra eminentemente formativa con la puesta en marcha de una escuela de cerámica y cursos de formación relacionados con la materia.
Cansado de luchar contra corriente, de verse discriminado en muchas ocasiones, y sin ningún tipo de apoyo, ni local, ni comarcal, ni regional, un buen día de hace ya ocho años, bajo el telón y cerró uno de los pocos centros dinamizadores culturales no ya solo de Cangas de Onís, sino de la comarca.
Ahora, a su fallecimiento, aún se esta a tiempo de que toda esa reliquia cultural no caiga en el olvido, vaya a parar a manos privadas que harán con ellas el uso que tengan a bien, pero que sin duda su destino privara de su disfrute al resto de conciudadanos, en los que si ha pensado su legítimo propietario.
En estos tiempos, en que el día a día los medios de comunicación nos sorprenden, dando a conocer despilfarros públicos en centros culturales jamás abiertos por falta de contenidos o por nefastas gestiones, perder este tren sería imperdonable para los gestores culturales de nuestro querido y sufridor Principado de Asturias, para el Ayuntamiento de Cangas de Onís y para la comarca del oriente de Asturias.
El legado es digno de análisis, se compone de inmuebles y el susceptible conjunto museístico compuesto por:
n      Colección de cerámica. Más de 3.500 piezas de cerámica, la mitad de ellas asturianas y que forman el mayor y mejor conjunto de cerámica tradicional asturiana que se conoce, procedente entre otros, de talleres de Faro, Vega de Poja, Coya y Miranda de Avilés. La colección cuenta con piezas de prácticamente toda España, algunas de ellas datadas del siglo XVII.
n      Colección de relojes y útiles de relojería. Compuesto por ejemplares de la fábrica de Basilio Sobrecueva Miyar en Corao, de Juan Antonio Fernández Lombardero en los Oscos, y otros como la del curo relojero Javier Méndez y Neira de Saavedra, de Ladrido (La Coruña).
n      Dibujos de Roberto Frassinelli. 150 dibujos y bocetos realizados por el conocido alemán de Corao, dibujante, bibliófilo, anticuario, naturalista y arqueólogo, nacido en 1811 en Ludwisburg y que desde 1854 hasta su fallecimiento en 1887    residió en Corao, la localidad de su mujer Ramona Díaz. A él se debe los diseños de la Basílica de Santa María la Real de Covadonga.
n      El boceto “Don Pelayo proclamado rey de Asturias” realizado por Luis de Madrazo, realizado en 1856 y cuyo óleo esta cedido a la Basílica de Covadonga, por el museo del Prado.
n      Diferentes retratos y cuadros, así como la colección temática de Covadonga, Cangas y el concejo, con periódicos, fotografías y otros elementos coleccionables.
Aparte de esta donación, también dejó al patrimonio cangués otro legado, en este caso unas campanas realizadas en bronce, que llevan grabadas la Cruz de la Victoria y los nombres de sus padres Etelvina y Maximino, y que desde el 4 de mayo de 2012, lucen en la espadaña de la iglesia de Santa Eulalia de Abamia, después de haber estado depositadas durante unos años en su casa de Corao. De esta forma la histórica iglesia luce de nuevo campanas, después de que en 1904 fuesen quitadas, así como todos sus elementos de valor por el estado ruinoso en el que se encontraba la iglesia.
Por su labor y entrega a favor de la cultura asturiana, Maxi fue designado “Asturiano del mes” por el diario La Nueva España, y meses antes de su fallecimiento había conseguido el respaldo de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias, a través del entonces consejero Emilio Marcos Vallaure, para instalar en la casa de Frassinelli en Corao un museo que estuviese vinculado al Museo de Bellas Artes de Asturias.
Ahora le corresponde a la Consejería posicionarse y al Ayuntamiento de Cangas de Onís forzar para que el museo vea la luz y el patrimonio del municipio enriquecido, con una instalación que seguro será todo un referente turístico, no sólo en el municipio sino también en la comarca oriental. Esperemos que la cordura se imponga a intereses políticos y el proyecto sea realidad, para que todos podamos disfrutar del museo, como lo hicimos en su momento del que Maxi instaló en Muñigu, dónde en diferentes ocasiones tuve la ocasión de ver parte de su colección e intercambiar opiniones sobre la misma, y veamos pronto hecho realidad el deseo del difunto.
 
“Tres cosas irrevocables para la vida son el tiempo, la palabra y las oportunidades”. Ernesto Cortazar (1940-2004) compositor mejicano.

3 comentarios:

  1. Es curiosa la historia de este hombre y las colecciones que tiene, gran verdad cuando dices que el Oriente no debe desaprovechar esta ocasión. Esperemos que los políticos respondan, aunque si no tienen dónde chupar....... Marisol

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  2. Gracias por su comentario. La verdad es que no se como está el tema con los herederos, pero me parece que más menos en la misma situación. Saludos

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  3. Una lástima de tanta desidia hacia una persona como MAXI. Tuve muy buena relación durante algunos años hasta que nos dejó. Algunas imágenes tengo de sus piezas de cerámica, del Museo Escuela de Muñigu, de algunos relojes instalados en edificios...A ver si se valora todo lo que Maxi soñaba pal municipio de Cangas y para Asturias.

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