martes, 13 de marzo de 2012

Semblanza de Jovellanos, por José Luis Martínez Martínez.

Intervención íntegra de José Luis Martínez, presidente del Ateneo Jovellanos de Gijón, sobre la figura de Gaspar Melchor de Jovellanos, en el II Gran Capítulo de los Oricios. Gentileza del mismo.

Jovellanos representa la imagen del político honrado, el hombre que supo hacer de su vida pública un modelo de coherencia, de ser fiel a unos principios y a unas ideas, aunque eso le costara –como le costó- el destierro y la cárcel. En la presentación a los socios del ATENEO JOVELLANOS de la película “Jovellanos: el hombre que soñó España”, el 19 de enero de 2012, el presidente de Ideas En Metal, D. José Antonio Hevia Corte, afirmó: "En cuanto a Jovellanos, el tesoro intangible de su legado es su ejemplo de vida, que después de doscientos años sigue vigente y fresco para todos aquellos que se acerquen a conocerle. Él tenía muy claro que la ética, los verdaderos valores humanos, son eternos e invariables y no pueden amoldarse a la conveniencia de las circunstancias". Por eso Jovellanos sigue hoy, dos siglos después de su fallecimiento, más vivo que nunca, y conocerle es no solo un deber, sino una obligación, para todo aquel que quiera hacer de su vida un servicio a la comunidad, y por eso desde el ATENEO JOVELLANOS hacemos y haremos todo lo que esté en nuestras manos para mantener viva la llama del más ilustre de los gijoneses que han conocido los siglos. En este día de hoy, en el que vamos a recorrer muchos de los lugares que Jovino más amó, es mi deseo que su espíritu, alegre y festivo como era –cuando tocaba-, nos acompañe, y que le recordemos con el agradecimiento a quien tanto hizo por su Gijón.
Baltasar Melchor Gaspar María de Jovellanos nace en Gijón el 5 de enero de 1744, en el seno de una de las familias más ilustres de Asturias. “Mi familia era contada entre los nobles y distinguidos de la villa de Gijón desde final del siglo XVIII”, escribió en sus memorias familiares.
Su primer trabajo de importancia es el de Juez. El 31 de octubre de 1767 Jovellanos es propuesto para alcalde de cuadra de la audiencia de Sevilla, aceptando la plaza el 23 de noviembre. Su biógrafo, secretario y amigo Ceán Bermúdez dice de él: “Jovellanos era virtuoso y triunfador. Era de estatura proporcionada, más alto que bajo, cuerpo airoso, cabeza erguida, blanco y rojo, ojos vivos, piernas y brazos bien hechos, pies y manos como de dama, y pisaba firme y decorosamente por naturaleza, aunque algunos creían que por afectación. Era limpio y aseado  en el vestir, sobrio en el comer y beber, atento y comedido en el trato familiar, al que arrastraba con voz agradable y bien modulada, y con una elegante persuasiva todas las personas de ambos sexos que le procuraban (…): religioso sin preocupación, ingenuo y sencillo, amante de la verdad, del orden y de la justicia; firme en sus resoluciones, pero siempre suave y benigno con los desvalidos; constante en la amistad, agradecido a  sus bienhechores, incansable en el estudio  y duro y fuerte para el trabajo”.
En el ejercicio del aplicóse el ilustrado gijonés una vida de austeridad, renunciando a los derechos de las multas; se preocupó de que las cárceles fueran centros de corrección y no de castigo; se opuso a la pena de tormento y estableció una serie de normas que humanizaban el interrogatorio de los delincuentes. Esta concepción de la ley la expresó en su obra “El delincuente honrado”. A finales de 1778 Jovellanos es nombrado Alcalde de Casa y Corte de Madrid.
En 1790 emprende el ilustrado viaje a Asturias y comienza a escribir un diario. Por él sabemos que nada mas llegar visitó las minas de carbón del Principado, y en Gijón terminó su “Informe sobre el beneficio del carbón de piedra y utilidad de su comercio”, en el que establece una serie de principios por los que debe regirse la explotación de las minas. En esas fechas ve cumplido su gran sueño, y uno más de los motivos por los que Gijón le debe gratitud eterna: el 7 de enero de 1794 Jovellanos pronuncia la lección inaugural de SU Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía, un empeño personal de Jovino por el que llevaba peleando desde 1791. El instituto tuvo su primera sede en una de las casas de la familia, en donde actualmente se encuentra el Hotel-Restaurante La Casona de Jovellanos.
El 27 de julio de 1797 fue nombrado embajador en Rusia y, cuatro meses después, ministro de Gracia y Justicia. El cargo de ministro supuso para Jovellanos disgustos y envejecimiento. Un ministro en aquellas fechas tenía un poder impresionante. España era todavía el mayor imperio de ultramar, con las colonias americanas desde el Río Grande hasta la Patagonia. Duraría ocho meses, hasta el 15 de agosto del año 1798.
Jovellanos como ministro intentó una reforma del tribunal de la Inquisición; elaboró un informe para una reforma de los estudios universitarios, y en la reforma jurídica, que intentaba poner orden en el cúmulo de pragmáticas, cédulas, decretos, órdenes y resoluciones.
Es en ese momento cuando aparece en escena una “delación anónima” contra Jovellanos. El 13 de marzo de 1801 el presidente de la Audiencia de Oviedo se personara en su casona para detenerle. Fue conducido y escoltado por la tropa hasta León, depositándolo en el Convento de San Francisco sin comunicación por espacio de 10 días. Después llegaron a Barcelona hospedándose en el Convento de la Merced con el mismo rigor y privación de trato, y allí se embarcó en el bergantín correo de Mallorca, adonde llegó el 18 de abril de 1801. Le llevan a presencia del capitán general, Juan Miguel de Vives, que ordena el inmediato traslado a la cartuja de Valldemossa. Empezaban siete largos años de injusticia y dolor.  
El 5 de mayo de 1802 se le conduce con abundante fuerza militar al Castillo de Bellver. Su salud empezó a resentirse, y ya en otoño de ese mismo año empezó a sufrir gravemente de afecciones intestinales y de hinchazón en las piernas.  Después las cosas mejoran. Jovellanos puede escribir cartas, los guardias van menguando los rigores y las órdenes de Madrid van desobedeciéndose. Se le permite consultar libros. También comienza a recibir visitas, a pesar de tenerlas prohibidas. Redacta su “Memoria sobre educación pública o tratado teórico-práctico de enseñanza”, que no pudo acabar a tiempo y que está inconcluso, además de unas “Memorias histórico-artísticas de arquitectura”.
La guerra contra Napoleón supone para Jovellanos la recuperación de su libertad.  El 5 de abril de 1808 el capitán general de Bellver entrega a Jovellanos la orden real de liberación. Jovellanos se declara desde el primer momento abiertamente del lado de los patriotas, con un valor que sobrepasa los límites racionales. El 7 de julio es nombrado ministro del Interior en el gobierno de José I, pero Jovellanos se niega a aceptar el cargo.      
Como vocal de la Junta Central consiguió la convocatoria de las Cortes generales y extraordinarias para el año 1810. El decreto de 29 de enero corrió a cargo de Jovellanos, aunque no llegó a publicarse. Al final las Cortes se reunirían en una sola cámara en la Isla de León.
El 6 de agosto de 1811 entraba Jovellanos en Gijón. La noticia cunde por toda la villa. El pueblo va agolpándose, alborozado, queriendo ver al patricio que ha regresado después de tantos años de persecuciones y desastres, justamente por querer lo mejor para España y los españoles. Se grita ¡Viva el padre de la patria! Comienzan a repicar las campanas contestando salvas de artillería. Era el premio a tantos desvelos, el triunfo después de tantas amargas vicisitudes.
Pero llegó la noticia de que los enemigos volvieron a invadir Asturias, que los vecinos reciben llenos de pavor y susto, escarmentados de las crueles vejaciones que habían sufrido. Todos procuraban huir en un pequeño bergantín que se hallaba en el puerto, que fue el que proporcionó pronta fuga a D. Gaspar y a su amigo Pedro de Valdés  Llanos. Sale del muelle al anochecer del 6 de noviembre. Pensaban atracar en Ribadeo, pero se levantó una furiosa tempestad que duró ocho días,  al fin de los cuales se pudo arribar, con mucho esfuerzo, a Puerto de Vega.
Exánime y sin fuerzas le lleva a su casa D. Antonio Trelles Osorio. Jovellanos cae enfermo. Un enfriamiento, cogido en aquellas azarosas jornadas marineras, que se convierte en pulmonía, contra la que pocos remedios había en la época. Pronto se vio acometido por una violenta fiebre, que le hace delirar, y todos los medicamentos que le aplican van a resultar inútiles. El médico que le asiste le oye desvariar: “Mi sobrino… Junta Central… La Francia… Nación sin cabeza… ¡Desdichado de mí!”
Falleció el 27 de ese mes de noviembre del año de gracia de 1811, entre las 9 y las 10 de la noche a los 66 años, 10 meses y 22 días de edad, después de haber recibido con edificación los santos sacramentos. Desde el 3 de febrero de 1978 sus restos reposan en la Capilla de los Remedios, al lado de su casa. La lápida, copia de la que existía en la iglesia de San Pedro, dice así: “Aquí yace el señor D. Gaspar Melchor de Jovellanos, magistrado, ministro, padre de la patria, no menos respetable por sus virtudes que admirable por sus talentos, recto, integro, celoso proveedor de la cultura y de todo adelantamiento en su país, orador, poeta, jurisconsulto, filósofo, economista, distinguido en todos los géneros, en muchos eminente; honra principal de España mientras vivió y eterna gloria de su provincia y de su familia, que consagra a su esclarecida memoria todo este documento”.
Nació en Gijón en 1744.  Murió en Puerto de Vega (Asturias) en 1811.

Con José Luis Martínez y Alberto Estrada, después de acabar José Luis su intervención.

"La luz de la Ilustració no tiene un movimiento tan rápido como la del sol; pero cuando una vez ha rayado sobre algún hemisferio, se difunde, aunque lentamente, hasta llenar los más lejanos horizontes; y, o yo conozco mal mi nación, o este fenómeno va ya apareciendo en ella". Jovellanos, Carta a ängel de Eymar, Sevilla, 1777.

2 comentarios:

  1. Muy acertado subir esta semblanza, realizada por un experto en Jovellanos. Por desgracia, sigue siendo un precursor aún en el día de hoy, y bien se merece resaltarle. Manolo Pendas

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  2. En esta Asturias algo falla, este hombre fallecio hace 200 años, y se sigue reivindicando planteamientos suyos, hasta Cascos lo hacía en las elecciones pasadas. Habrá que dar una biografía y todos sus escritos a todos los políticos, haber si de una vez por todas, sus planteamientos se hacen realidad.

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