viernes, 3 de abril de 2015

Grupo de Catas Las Alondras, cata nº 02-2015. Organizador Jorge Martínez.

Tercera visita del Grupo de Catas al concejo de Aller, convocados por Jorge Martínez para celebrar en el Pino la cata que él debía de organizar.


En la segunda reunión de la veinteava temporada del Grupo de Catas Las Alondras volvemos a las queridas tierras alleranas, atendiendo la invitación de Jorge Martínez de celebrar la cata que él debía de organizar de nuevo en las tierras de sus ancestros.
El magnífico recuerdo de las catas de los ejercicios 2012 y 2103 realizadas en su casa materna de el Pino, con posterior comida en el restaurante De Torres, en la vecina Felechosa, nos animo a repetir experiencia, después que la del año pasado la tuviese que organizar en el restaurante “La Mar y Morena” de Oviedo, por diferentes problemas de agenda de varios catadores. Y así el último sábado de marzo del 2015, día 28, organizamos la expedición para disfrutar del soleado día en tierras alleranas, aún con sus cumbres nevadas después del duro invierno y los últimos esquiadores aprovechando los últimos días de la temporada.
Puntuales a la cita llegamos al Pino a la hora indicada por nuestro anfitrión, que ya nos esperaba con toda la logística preparada en el habitáculo de la planta baja de la casa edificada por su abuelo a imagen de la que es su momento tenía en Cuba en su época de inmigrante, para realizar una nueva cata del Grupo, e incluso nos puso alfombra sobre el prao para no manchar los zapatos.










La selección de vinos que Jorge escoge durante todo el año -circunstancia que me consta- para su cata, no sólo son de gran calidad sino que también son elaboraciones novedosas y desconocidas para prácticamente todos los catadores, lo que añade aún mayor complejidad a la cata de vinos servidos sin ver las botellas y sus etiquetas como hacemos en este Grupo, y esta nueva cata no iba a ser menos.
Sentados en la amplía mesa y con panes y frutos secos ante nosotros, para cambiar sabores y limpiar las bocas entre vino y vino, nuestro anfitrión nos da unas mínimas pinceladas de la selección que ha realizado. Son todos monovarietales, de diferentes zonas y denominaciones de España y el último va a ser un blanco, toda una novedad al ser la primera vez que este proceder se realiza.












El primero en ser servido resulto ser “El Rapolao”, totalmente desconocido, elaboración monovarietal de Mencía de la añada 2011, realizada por el prestigioso enólogo Rául Pérez en el Bierzo, que no fue muy del agrado como se dedujo de las puntuaciones recibidas. De atractivo color, su nariz marcada por manifiestas lacas no invitaba mucho a su cata, que estuvo marcada por sus herbáceos y su acidez y astringencia final y que obtuvo una puntuación media de 2,94 puntos, siempre sobre 5 puntos.
http://www.dendecaguelu.com/2015/04/el-rapolao-2011-dop-bierzo.html

Si la potencia cromática del berciano era importante, esta fue superada por el segundo vino servido, anticipando una elaboración que resulto contundente y que una vez oxigenado y solventada su reducción inicial mostró una estupenda nariz, y aunque que con un paso licuoso y algo justo de cuerpo resulto muy redondo, equilibrado y persistente, siendo puntuado con una media de 4,29 puntos. Puntuación que fue la más alta de las cuatro dadas y que se fue para el Somontano, para una excelente vinificación monovarietal de Cabernet Sauvignón de la añada 2006, comercializada por Viñedos y Bodegas del Alto Aragón, S.A bajo la marca comercial Enate Reserva, catada en diferentes ocasiones por el Grupo y que no fue acertado por ningún catador, aunque se dijo la marca pero se erró en la varietal.

La contundencia del vino anterior tapo en parte la siguiente propuesta, otra novedad desconocida por todos, elaborada con la variedad autóctona canaria Listan Negro, que a pesar de ser una habitual en tiempos pretéritos del Grupo, cuando la cata del mes de noviembre era monográfica de elaboraciones por el método de maceración carbónica, no fue identificada por ninguno. Su color y aromas transmitía unos parámetros de relativa juventud que se confirmaron en la fase gustativa; de dos capas y lagrimeo en caída rápida, con una nariz poco atractiva, muy justo cuerpo aunque estructurado, su paso licuoso y poco marcado con poca persistencia y no muy agradable retrogusto, decantaron una baja puntuación, con una media de 2,62 puntos para esta elaboración realizada en la Orotova y comercializada con el nombre de “El Lance 7 Fuentes”.

La gran novedad de la velada fue el cuarto vino catado, nuestro anfitrión tuvo muy presente una afirmación del que suscribe de que una buena elaboración de uva blanca da la talla y no desmerece al final de una cata de tintos, y quiso realizar la experiencia, siendo la primera vez que esto se hace en una cata oficial del Grupo. Estupenda elaboración, que al que suscribe recordaba por sus parámetros a vinificaciones realizadas con la varietal Viognier, y que resulto ser todo un descubrimiento, al no ser conocida por ninguno de los catadores. Jorge había seleccionado un vino elaborado con la varietal Merseguera, una uva blanca recuperada en el levante español, de tardía maduración y escasa produduccción, elaborado en Utiel (Valencia) bajo el nombre comercial “Finca Calvestra”, cuya cata fue del agrado general, siendo puntuada con una media de 3,62 puntos. De color un tanto apagado, su atractiva nariz floral y su paso untuoso y secante en boca que dejaba una agradable persistencia final, no desentono en absoluto y supero la prueba a la que nuestro anfitrión la sometió.

Concluida la cata, recogidas y sumadas las puntuaciones de cada uno, se procedió a la muestra de las botellas destapadas, con las sorpresas deparadas mencionadas en los comentarios anteriores y a disfrutar del aperitivo -por llamarlo de alguna manera- con que Jorge nos agasajo y en el que pudimos degustar de nuevo las elaboraciones catadas. 










Contundentes empanadas gallegas -una con relleno de bacalao y pasas y otra con zamburiñas-; excelente paletilla de bellota Montenevado cortada a cuchillo con sapiencia por él y acertada selección quesera compuesta por la "Massimo de Rey Silo" , la nueva elaboración de los amigos Ernesto Madera y Pascual Cabaño y un Pecorino romano, en sus justos puntos de maduración.










Copioso aperitivo el degustado a pesar de ser conscientes de que en la cercana Felechosa los hermanos Megido tenían la reserva para realizar allí la comida, y que esta no se caracteriza por ser escasa. El hotel restaurante De Torres es sin duda uno de los templos gastronómicos del Principado de Asturias, gozando del merecido prestigio obtenido por su apuesta por la calidad e innovación desde sus inicios en 1959, siendo especialmente valoradas las jornadas gastronómicas que periódicamente realizan.








Si en la primera ocasión que la cata se realizó en el Pino se decanto por invitarnos a los platos que ofertan en sus jornadas de la matanza; en la segunda por las del bacalao, que se celebraban por aquellos días en su X edición, en esta para nuestro deleite fue por una versión algo reducida de las de la caza -con dos platos menos-, que días antes habían concluido en su veinticinco edición. 
El primer plato degustado fue un “Carpaccio de solomillo de venao con aliño de vinagre de Módena y virutas de queso Varé”, de magnífica textura y que transmitía todo el sabor de una especie cinegética que Lolo Megido manipula como pocos en su taller gastronómico Casa Emilia.









La fresca “Ensalada de perdiz con virutas de jamón ibérico, costroncitos de pan y su propio escabeche” variante de los últimos años de las jornadas del plato de perdiz, fue la segunda propuesta degustada.









“Escalopines de venao”, “Chorizos de jabalí y venao a la sidra” y “Picadillo de jabalí y venao” eran servidos cuantas veces se demandaban. Insustituibles elaboraciones que siguen presentes en la oferta de las Jornadas desde su primera edición.










Presente también desde la primera edición esta el “Sorbete de limón y cava” cuya frescura sirven como “cortante” entre plato y plato, facilitando la digestión y la predisposición del comensal para la ingesta de un nuevo plato.



Armando inmortalizó a Pachi y Fernando brindando con el sorbete, y aunque parezca mentira este último haciéndolo con algo blanco.



Este fue la “Caldereta de jabalí y venao con patatinos”, otro clásico de las jornadas, magníficamente elaboradas y que motivaron una pequeña disertación sobre la diferencia entre patatos y patatinos entre los comensales.









Un nuevo servicio de sorbete nos predispuso para el inexcusable postre, auténtico tributo a la repostería tradicional allerana, compuesto por les casadielles y el panchón. Dúo en femenino y masculino, finura en una y contundencia en otro, festiva una y humilde otro, que fueron el colofón perfecto de una excelente comida, en que las expertas manos de Mary Luz y Violeta manipulan con su sapiencia las especies cinégeticas para deleite de sus comensales.








Comida que fue armonizada con el tinto riojano Conde de Valdemar, Crianza 2011, recomendado en las XXV Jornadas de la Caza, que para el que suscribe se quedó algo corto con alguna de las elaboraciones. Pero esto era lo de menos, lo importante fue la camadería vivida un día más en las periódicas y continuas reuniones de este ejemplar Grupo de Cata, en el que no faltó absolutamente de nada, ni por supuesto la consiguiente sobremesa con la amena conversación sobre variados temas.
Muchas gracias amigo Jorge por tus desvelos y esfuerzo en tus catas y por la estupenda velada de la que nos has hecho disfrutar.




El Grupo con las hermanas Megido, Mary Luz y Mary Paz.




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El destino pone a muchas personas en tu vida… pero sólo los mejores permanecen para siempre”. Anónimo.

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