El testamento del cangués
Maximino Blanco del Dago, desvela una donación que debe de ser admitida por el
Museo de Bellas de Artes de Asturias, y por extensión por el gobierno del
Principado de Asturias.
Cangas de Onís, perdió el 20 de
abril de 2012 tras sufrir una grave enfermedad, a uno de sus hijos con más
inquietudes culturales, a Maxi el aparejador, como era conocido Maximino Blanco
del Dago, arquitecto técnico –de ahí su apodo-, rehabilitador de edificios e
interiorista de profesión, coleccionista empedernido de cerámica, relojes y
otras antigüedades y defensor de la cultura y costumbres asturianas como pocos.
Todas esas inquietudes le han
llevado a lo largo de su vida, a atesorar una colección única en el Principado
de Asturias y sin duda de las mejores de España, una variopinta colección que
ya en su momento parte de ella estuvo expuesta, que hace años dormita en
inmuebles de Maxi y que ahora espera destino tras el fallecimiento de su
mentor.
Maxi siempre inquieto, contó en su momento con tienda de venta de cerámicas en la calle Emilio Laria, de su Cangas natal, que dio continuidad a la tienda de muebles que tenían sus padres desaparecida a finales de los años setenta, y también fue empresario de hostelería, poniendo en marcha el primer pub de la localidad en la calle Ángel Tarano.
Los cangueses Estela y Maxi, el 20 de septiembre de 2007.
Apenas siete meses después de su
fallecimiento se hace público que Maxi, soltero y sin hijos, hace el legado de
su sensacional colección al Museo de Bellas de Artes, así como de varios
inmuebles en el concejo cangués, pero lo
hace con condiciones siendo como era gran conocedor del funcionamiento de este
tipo de instituciones y de la administración regional que al fin y al cabo es del
que depende.
Las dos condiciones que pone para
que ese legado se lleve a cabo, son dos, a cuál más lógica y sensata, la
primera que las piezas se deben de exponer en la casa Frassinelli, sita en
Corao (Cangas de Onís) y la segunda que todo aquello que no se muestre deberá
permanecer en un almacén en el concejo, no pudiendo ser separada, vendida ni
cedida a otros museos. Y para que ello sea posible, y en otro gesto que lo
honra, lega varias propiedades inmobiliarias, su gran capricho la casa
Frassinelli en Corao y otras dos propiedades en el concejo, propiedades en las
que se encuentra en la actualidad la colección.
El legado que el difunto Maxi
deja a la sociedad canguesa en particular y a la asturiana en general, es digno
del mejor de los reconocimientos, y a poco, que por una vez, nuestros
dirigentes políticos aplicaran la lógica debería de ser admitido sin ningún
tipo de reparos. Esperemos, y a lo mejor es mucho pedir, que al menos se valore
el impresionante legado que ha dejado por especialistas en la materia y que
estos emitan el correspondiente informe, sin tener en cuenta otros parámetros,
que por desgracia, han imperado en las decisiones político-administrativas, que
se han tomado en nuestro Principado en la última década, y que tan alto coste
hemos, estamos y seguiremos pagando los asturianos.
Maxi ha fallecido sin ver sus esfuerzos
recompensados y sin que su querida “casa de Frasinelli” fuese abierta al
público como recinto museístico, un sinsabor que sin duda se llevo consigo, y
que sumó a otras decepciones en su intento de revitalizar culturalmente el
oriente asturiano, tan rico en naturaleza e historia, y tan pobre en recintos
culturales con contenidos especificos.
A él se debe el único, al menos
que el que suscribe sepa, museo temático de cerámica y relojes que haya
existido en el Principado. Lejos queda aquél 2 de junio de 1995 en el que Maxi
cargado de ilusiones y poniendo a disposición pública el legado que tanto
tiempo había estado atesorando, inauguraba en Muñigu, un poco más arriba de la
Riera y prácticamente ya en el Real Sitio de Covadonga, en marcha el “Museo de
la cerámica y los relojes Basilio de Sobrecueva” y que estuvo abierto hasta
marzo de 2004, en el que su titular tiro la toalla, por decirlo en términos
boxísticos, cansado de poner dinero y sin ningún tipo de apoyo ni subvenciones de las diferentes administracciones.
El museo fue diseñado y creado
con distintas finalidades y contenidos, en el que la cerámica y la relojería
eran el nexo de unión, al igual que ahora lo hacen en el legado dejado por su
fundador. Por un lado se encontraba la sección de relojería, centrada con la
obra realizada en la fábrica de Corao por Basilio Sobrecueva Miyar (1834-90) y
la de Juan Antonio Fernández Lombardero y sus herederos desarrollaron en los
Oscos en el siglo XVIII; por otra una gran parte de la amplía colección
ceramista –tanto por número de piezas como por tipología y antigüedad- que el
finado tenía y otra eminentemente formativa con la puesta en marcha de una
escuela de cerámica y cursos de formación relacionados con la materia.
Cansado de luchar contra
corriente, de verse discriminado en muchas ocasiones, y sin ningún tipo de
apoyo, ni local, ni comarcal, ni regional, un buen día de hace ya ocho años,
bajo el telón y cerró uno de los pocos centros dinamizadores culturales no ya
solo de Cangas de Onís, sino de la comarca.
Ahora, a su fallecimiento, aún se
esta a tiempo de que toda esa reliquia cultural no caiga en el olvido, vaya a
parar a manos privadas que harán con ellas el uso que tengan a bien, pero que
sin duda su destino privara de su disfrute al resto de conciudadanos, en los
que si ha pensado su legítimo propietario.
En estos tiempos, en que el día a
día los medios de comunicación nos sorprenden, dando a conocer despilfarros
públicos en centros culturales jamás abiertos por falta de contenidos o por
nefastas gestiones, perder este tren sería imperdonable para los gestores
culturales de nuestro querido y sufridor Principado de Asturias, para el
Ayuntamiento de Cangas de Onís y para la comarca del oriente de Asturias.
El legado es digno de análisis,
se compone de inmuebles y el susceptible conjunto museístico compuesto por:
n
Colección de cerámica. Más de 3.500 piezas de cerámica,
la mitad de ellas asturianas y que forman el mayor y mejor conjunto de cerámica
tradicional asturiana que se conoce, procedente entre otros, de talleres de
Faro, Vega de Poja, Coya y Miranda de Avilés. La colección cuenta con piezas de
prácticamente toda España, algunas de ellas datadas del siglo XVII.
n
Colección de relojes y útiles de relojería. Compuesto
por ejemplares de la fábrica de Basilio Sobrecueva Miyar en Corao, de Juan
Antonio Fernández Lombardero en los Oscos, y otros como la del curo relojero
Javier Méndez y Neira de Saavedra, de Ladrido (La Coruña).
n
Dibujos de Roberto Frassinelli. 150 dibujos y
bocetos realizados por el conocido alemán de Corao, dibujante, bibliófilo,
anticuario, naturalista y arqueólogo, nacido en 1811 en Ludwisburg y que desde
1854 hasta su fallecimiento en 1887
residió en Corao, la localidad de su mujer Ramona Díaz. A él se debe los
diseños de la Basílica de Santa María la Real de Covadonga.
n
El boceto “Don Pelayo proclamado rey de
Asturias” realizado por Luis de Madrazo, realizado en 1856 y cuyo óleo esta
cedido a la Basílica de Covadonga, por el museo del Prado.
n
Diferentes retratos y cuadros, así como la
colección temática de Covadonga, Cangas y el concejo, con periódicos,
fotografías y otros elementos coleccionables.
Aparte de esta donación, también
dejó al patrimonio cangués otro legado, en este caso unas campanas realizadas
en bronce, que llevan grabadas la Cruz de la Victoria y los nombres de sus
padres Etelvina y Maximino, y que desde el 4 de mayo de 2012, lucen en la
espadaña de la iglesia de Santa Eulalia de Abamia, después de haber estado
depositadas durante unos años en su casa de Corao. De esta forma la histórica
iglesia luce de nuevo campanas, después de que en 1904 fuesen quitadas, así
como todos sus elementos de valor por el estado ruinoso en el que se encontraba
la iglesia.
Por su labor y entrega a favor de
la cultura asturiana, Maxi fue designado “Asturiano del mes” por el diario La
Nueva España, y meses antes de su fallecimiento había conseguido el respaldo de
la Consejería de Cultura del Principado de Asturias, a través del entonces
consejero Emilio Marcos Vallaure, para instalar en la casa de Frassinelli en
Corao un museo que estuviese vinculado al Museo de Bellas Artes de Asturias.
Ahora le corresponde a la
Consejería posicionarse y al Ayuntamiento de Cangas de Onís forzar para que el
museo vea la luz y el patrimonio del municipio enriquecido, con una instalación
que seguro será todo un referente turístico, no sólo en el municipio sino
también en la comarca oriental. Esperemos que la cordura se imponga a intereses
políticos y el proyecto sea realidad, para que todos podamos disfrutar del
museo, como lo hicimos en su momento del que Maxi instaló en Muñigu, dónde en
diferentes ocasiones tuve la ocasión de ver parte de su colección e
intercambiar opiniones sobre la misma, y veamos pronto hecho realidad el deseo
del difunto.
“Tres cosas irrevocables para la vida son el tiempo, la palabra y las
oportunidades”. Ernesto Cortazar (1940-2004) compositor mejicano.
Es curiosa la historia de este hombre y las colecciones que tiene, gran verdad cuando dices que el Oriente no debe desaprovechar esta ocasión. Esperemos que los políticos respondan, aunque si no tienen dónde chupar....... Marisol
ResponderEliminarGracias por su comentario. La verdad es que no se como está el tema con los herederos, pero me parece que más menos en la misma situación. Saludos
ResponderEliminarUna lástima de tanta desidia hacia una persona como MAXI. Tuve muy buena relación durante algunos años hasta que nos dejó. Algunas imágenes tengo de sus piezas de cerámica, del Museo Escuela de Muñigu, de algunos relojes instalados en edificios...A ver si se valora todo lo que Maxi soñaba pal municipio de Cangas y para Asturias.
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