La Cofradía de la Santa Vera de la Cruz mantiene una tradición única en España, que se realiza tres veces al año.
El pequeño municipio y villa de San Vicente de la Sonsierra, situado en la comarca de la Rioja Alta, protegida por la sierra del Toloño, con una extensión de 48,56 kilómetros cuadrados y un censo poblacional en 2024 de 1014 habitantes, tiene en su viticultura y en la tradición del rito penitencial de sangre sus referencias.
Con más de 30
kilómetros cuadrados de viñedo y un censo superior a 20 bodegas acogidas a la
DOP Rioja y otras muchas particulares, es de los municipios con mayor ratio de producción
de vino por habitante de la Comunidad riojana.
Y con su Cofradía
de la Santa Vera de la Cruz, fundada a principios del siglo XVI y más antigua
de la Rioja, mantiene la tradición de la flagelación penitencial de sangre en
España.
Sin fecha exacta de
fundación, con los primeros escritos fechados en 1524 y sus primeras reglas
fechadas en 1551, la Cofradía es guardiana de una tradición de la que se desconoce
el motivo exacto del porqué es la única que ha conseguido mantenerla en
territorio nacional después de la prohibición realizada por el rey Carlos III
en el año 1777.
Prohibición que afectaba a flagelantes, empalaos y disciplinantes, en contra de una gran parte de la sociedad. Manteniéndose en España en los actos de la Cofradía riojana y la extremeña de Valverde de la Vera (Cáceres) de la Vera Cruz y de los Empalaos.
La autoflagelación,
suma de las palabras griegas “de por sí” y latina “látigo”, está relacionada
con el inicio del cristianismo, otorgándose su iniciativa al monje benedictino
Pedro Damián y su inicio en 1260 en la italiana Perusa, con el objetivo de “reprimir las tentaciones de los vicios y de
los placeres de la carne”. Acto considerado sagrado, al acercarse los flagelantes
con él a los padecimientos de Cristo en su pasión.
Rito que se ha mantenido en la localidad riojana, enclavada en su historia, cultura y sobre todo respeto a una tradición transmitida generación en generación, en muchos momentos en la clandestinidad.
Y que año tras año
realizan en tres ocasiones. En Semana Santa, el jueves en la procesión de la
Santa Cena y en la Hora Santa y el viernes durante el Viacrucis y el Santo
Entierro. En la Cruz de Mayo, el día 3 si cae domingo o al domingo siguiente. Y
en la Cruz de Septiembre, el 14 si cae domingo o al domingo siguiente.
Contando los actos
del Jueves y Viernes Santo, con las declaraciones de Interés Turístico Regional
y de Interés Turístico Nacional desde 1998 y 2005 respectivamente.
Los
disciplinantes, penitentes o picaos, solo pueden ser varones voluntarios,
mayores de edad y acreditados como cristianos y de buena fe por su párroco. Su
número nunca se sabe hasta el inicio del acto, y en su penitencia cada uno es
ayudado por uno de los hermanos designado de los más de 150 que cuenta la
Cofradía, nunca mujer aunque están si pueden ser cofrades, que ejerce funciones
de guía y consejero durante su penitencia y la mejor forma de realizarla.
En todo momento se
mantiene su anonimato, siendo en su mayoría vecinos o descendientes renegados, nombre con el que también son
conocidos sus habitantes, lo que no está reñido con la presencia de otras
localidades y zonas. Pudiendo repetir tantas veces y años como lo consideren.
Acto que cuenta
con todo un ritual y protocolo de actuación. Los disciplinantes son recibidos en
la sede que la Cofradía tiene en el antiguo recinto amurallado de la villa,
junto a las ruinas del antiguo castillo del siglo XII, la iglesia parroquial de
Santa María la Mayor del siglo XVI -donde se celebran un buen número de los actos- y la ermita de la Vera Cruz del XIII.
Allí son vestidos
con la túnica blanca con abertura por la espada que llega hasta las rodillas y
el cíngulo o cordón atado a la cintura, el capuchón –también blanco- con agujeros
a la altura de los ojos y una capa parda con una cruz blanca, sin poder
utilizar ningún tipo de calzado. Entregándoseles una madeja de lino compuesta
por hilos, en el que cada uno son cuatro entrelazados encerados, que utilizarán
en su flagelación.
Cada uno elegirá
el día, momento, lugar y paso o talla ante la que realizará la ofrenda y se “picara”.
La imagen de la Dolorosa es la preferida por los más, aunque otros lo hacen
delante del Ecce Homo en la procesión del Jueves Santo, del Santo Sepulcro en
la del Viernes, ante la de las Vírgenes de los Remedios y de la Magdalena, Jesús
en la Cruz o en diferentes momentos del Viacrucis.
Ritual que comienza con el arrodillado y rezo de una oración, para una vez de píe serle retirada la capa y proceder a la abertura de la túnica por su “acompañante cofrade”.
Con la espalda al
descubierto y la madeja sujeta por ambas manos y balanceándola entre las
piernas, comienza la flagelación a través de golpes secos rítmicos por encima
de los hombres a izquierda y derecha.
No existe un
tiempo marcado, este dependerá del disciplinante, oscilando de media entre los
20 y 30 minutos. Si bien el “acompañante” puede ordenar el cese al comenzar a
producirse hematomas.
A su terminación
se inclinará, y enganchando a las piernas del “cofrade práctico” –persona encargada de aliviar las heridas-, este
le “picará” en la zona lumbar con doce
pinchazos, emulando el número de apóstoles, con la “esponja” hasta que comience a brotar sangre.
La “esponja” es
una pieza compuesta por una bola de cera con cuatro cristales incrustados de dos
en dos, que solamente es utilizada por un cofrade, y tiene como fin evitar molestias
posteriores. ´
Una vez picado el “acompañante” le facilitará una nueva
madeja –denominada de sangre- para que se vuelva a azotar otras 20-25 veces
para que comience a sangrar y las zonas donde se dio los golpes no coagulen y
el hematoma baje.
Finalizada la
penitencia, disciplinante y acompañante vuelven a la sede de la Cofradía, donde
sus heridas son lavadas con agua de romero y una crema secreta del colectivo.
El papel de las
mujeres como miembros de pleno derecho en la Cofradía se recuperó en el año
1998, después de la prohibición de pertenencia dictada a finales del siglo XVI.
Su papel penitenciario se limita a ejercer de “Marías”. Así llamadas por acompañar
a las procesiones, en un máximo de tres, descalzas detrás de la Virgen de los
Dolores con el rostro cubierto por puntillas protegiendo su intimidad,
acompañadas por otras cofrades.
Tradición que pude visionar y vivir en la Semana Santa de 2024, atendiendo la invitación de los amigos José María Saez y María José Pelayo.
OBSERVACIONES:
Vídeo del picado de disciplinantes en la iglesia de Santa María la Mayor durante la Hora Santa del Jueves Santo, 28 de marzo de 2024. Enlace YouTube:
Los "Picaos", los Disciplinantes de San Vicente de la Sonsierra, La Rioja
MÁS INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. Pinchar en enlaces.
Fiestas de la Virgen de los Remedios en San Vicente de
la Sonsierra. Septiembre 2023.
“El perdón es una de las conductas más difíciles de seguir, porque implica
un esfuerzo espiritual mayor que otros en la vida cristiana”. Anónimo,
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