Palacio renacentista, una de las referencias
patrimoniales de León.
Ubicada al noroeste de la
península ibérica, en el llano en el que confluyen los ríos Torio y Bernesga, la
ciudad de León con apenas 130.000 habitantes, hunde sus raíces en el año 29 con
el asentamiento del campamento militar romano de la Legio VI Victrix
Foco de luchas continuas
entre árabes y astures, perteneció al reino de Asturias hasta que en el año 910
el rey Alfonso III dividió el mismo en tres: Asturias, Galicia y León,
reunificando en 914 los tres reinos Ordoño II y ubicando la capital en la
ciudad, constituyendo el reino de León, que tuvo vigencia hasta 1230, en el que
se une con el de Castilla.
León, destila historia,
patrimonio y cultura. Su formidable patrimonio es fruto de ser un cruce de
caminos, en el que asentaron sucesivos pueblos con sus culturas: romanos,
visigodos, árabes, astures y castellanos, vertebrado por el paso del Camino de
Santiago.
Pocas ciudades como ella han
sabido combinar su legado histórico con la modernidad, conviviendo edificaciones de talla
internacional, con la arquitectura más vanguardista contemporánea. Allí, el
arte surge al encuentro del viajero a cada paso, con una exquisita mezcla de
estilos; del románico al gótico, y del renacimiento al modernismo de Gaudí,
toda expresión artística tiene cabida en ella.
La ciudad cuenta con uno de
los mejores ejemplos de la arquitectura palaciega del renacimiento español, el
palacio de los marqueses de Toral, más conocido por palacio de los Guzmanes.
Situado en la céntrica plaza
de San Marcelo, comparte protagonismo con su vecino la Casa Botines, el
singular edificio construido a finales del siglo XIX, que asemeja a un castillo
de cuentos, obra del insigne arquitecto catalán Antoni Gaudí, el gran
abanderado del modernismo en España.
Palacio cuya construcción se
inició en 1559, por iniciativa de Ramiro Núñez de Guzmán, sobre los solares que
ocupaban las casas señoriales de su linaje, los señores de Guzmán, Aviados,
Toral y Valle de Boñar, introducidos en los órganos de gobierno local y con
mayor influencia y protagonismo en la ciudad.
Protagonismo que Ramiro quiso
plasmar con la edificación de un palacio de nueva planta que destacase y se
diferenciase por sus dimensiones, tipología y estética, encargando su diseño a
uno de los maestros más prestigiosos de la época, Rodrigo Gil de Hontañón.
Diseño realizado en estilo
renacentista, con un patio central y fachada principal abierto a la plaza, y
que en su estructura y distribución conjugaba el ámbito privado como residencia
de la familia y el público, en el que las partes nobles del mismo debían de ser
reflejo de la categoría y nobleza de sus propietarios.
Su construcción sufrió
diversos avatares y a finales del siglo XVI se interrumpieron las obras y el
palacio quedo inconcluso, lo que no fue óbice para que fuese la principal
residencia de la ciudad y una de las mayores mansiones de España.
A finales de ese siglo dejó
de ser residencia habitual de la familia y comenzó su deterioro, siendo necesarias
primero obras de reparación entre los años 1654 y 1656 y posteriormente en la
década de los años cuarenta del siglo XIX, realizadas por el Gobierno
Provincial, que instaló en él sus oficinas.
En 1881 fue adquirido por la
Diputación Provincial de León a sus propietarios, los condes de Bracamonte,
realizando una importante reforma para recuperar su primitivo aspecto y
adecuarlo a las nuevas funciones, las de albergar la sede y oficinas de la
misma.
No siendo hasta la década de
los años setenta del siglo veinte, cuando se realizó la ampliación y conclusión
del palacio, con el derribo de casas colindantes y la construcción de las
fachadas norte y este, la elevación del cuarto piso de las torres y la práctica
modificación de su interior, respetando el diseño inicial.
El palacio fue declarado
Monumento Histórico Cultural en 1963 y en la actualidad destaca por su fachada
de tres cuerpos y rematada en sus
extremos con sendas torres, su patio de
doble arquería y rica decoración y su zaguán y escalera.
MÁS INFORMACIÓN. Pinchar en enlaces.
“La naturaleza siempre favorece a los que desean salvarse”. Mateo
Alemán y de Enero (1547-1615) escritor español.
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