La Cofradía del Oriciu, muestra
en el desfile cívico de su Gran Capítulo, parte de la riqueza histórica y
monumental de Gijón.
Con motivo de la celebración de
su III Gran Capítulo, la Cofradía del Oriciu invitó a todos los cofrades
miembros de las Cofradías Enogastronomicas que hemos acudido a su invitación, a
un paseo cívico por las calles de la ciudad -aunque su calificación de villa- asturiana
con mayor número de habitantes: 277.713 habitantes de acuerdo con el censo del
año 2012.
Su inicio tuvo lugar en la plaza
Mayor, presidida por el edificio que alberga el Ayuntamiento de la ciudad, inaugurado
en el año 1865, obra del arquitecto provincial Andrés Coello, en estilo
neoclásico, que ha sufrido numerosas reformas a lo largo de su historia,
conservando siempre sus elementos más característicos y más valiosos.
El desfile encabezado por un
gaitero al que seguíamos los miembros de las 39 cofradías asistentes, enfoco el
arco derecho de salida de la plaza, por su lado oeste, para arribar a la
lindante plaza del Marqués. En esta plaza que por su parte oeste linda con uno
de los muelles del puerto deportivo se encuentran dos de los emblemas de la “capital
de la costa verde”: el palacio de Revillagigedo y la estatua de Pelayo.
El palacio es sin duda el emblema
del Gijón histórico, constituye el ejemplo más valioso palaciego barroco del
concejo, siendo también uno de los edificios más destacados del Principado de
Asturias en su categoría. Construido a partir de una torre medieval reformada
por Carlos Ramírez de Jove, en el siglo XVIII, su fachada situada entre dos
torres cuadradas, enmarca el gran escudo del marqués de San Esteban del Mar. Sus
dependencias has acogido a invitados regios, como Isabel II. Tras su destrucción
parcial en la guerra civil y varias reformas, es hoy propiedad de la Obra
Social y Cultural de Cajastur, acogiendo habitualmente exposiciones de
diferentes índoles. Adosada al palacio
se encuentra la colegiata de San Juan Bautista, obra del arquitecto Francisco
Menéndez Camin, data también del siglo XVIII, en la que destaca su robusta
torre de tres plantas y su ornamentación barroca, completa el conjunto,
declarado monumento histórico-artístico en 1974.
Los Caballeros de la Orden del Sabadiego, de Noreña, padrinos de la Cofradía del
Oriciu, encabezando la comitiva con el
palacio y colegiata detrás.
En honor a Don Pelayo, primer monarca del reino de
Asturias, liberador de la ciudad –por entonces denominada Gegio- del poder musulmán
de Munuza, en el año 722, se levanto en
1981 la escultura más emblemática de la ciudad, ubicada delante del palacio
mencionado anteriormente. Diseñada por el arquitecto José María López, consta
de una fuente de donde salen chorros de agua a través de varias bocas de león,
con varias conchas, sobre la que se apoya un pedestal de base cuadrada que
tiene varias inscripciones en latín en homenaje al monarca, cuya figura se
erige encima realizada en bronce, con una corona sobre su cabeza y porta,
levantando una mano, la cruz de la victoria y en otra una espada desenvainada
apoyada sobre el pedestal, tal cual como luce en el escudo municipal.
Los jóvenes de la novel Cofradía del Gochu Asturcelta, que estrenaban
uniforme, con la estatua de Pelayo a sus espaldas.
De la plaza del Marqués, la comitiva desfilo a
través de los Jardines de la Reina, construidos en 1885 por la Sociedad
Fomento, a la vez que los muelles que llevan el nombre de la sociedad, comprendidos
entre las calles del Marqués de San Esteban y la de Rodríguez San Pedro,
reduciendo con su creación la capacidad de la vieja dársena local. Están
dedicados a la reina madre María Cristina, que visito Gijón en 1900 acompañando
a su hijo el Rey Alfonso XIII, hospedándose frente a ellos en el palacio
mencionado anteriormente y en cuya fecha les da nombre. En la actualidad son punto el punto de
intersección de los dos bloques que componen el puerto deportivo, zona de
esparcimiento de la ciudad y lugar de múltiples eventos en épocas festivas.
Los cofrades de la
también novel Cofradía del Chosco, de Tineo, con los Jardines a sus espaldas.
La calle Corrida, comunica el puerto deportivo con el centro neurálgico y comercial de la ciudad. El origen del nombre de la calle no está claro: quizás por lo transitada, lo corrida; o quizás por el corrimiento de unos edificios que hicieron más ancha la ya denominada calle Ancha de la Cruz, nombre que tenía previamente. Dividida en dos tramos, el primero va desde la calle Marqués de San Estaban a la plaza del Carmen acoge un buen número de locales de hostelería y fue la calle emblemática del ocio gijonés en la década de los setenta, mientras que el segundo, que va desde la plaza del Carmen a la del Seis de Agosto, es una de las referencias comerciales gijonesas. La plaza del Carmen, alberga edificios de entidades bancarias y administrativas, siendo el más emblemático el que acoge la oficina principal de Cajastur, en el que se fundo en 1929 la Caja de Ahorros Municipal de Gijón, fusionada en 1946 con la Caja de Ahorros de Oviedo (creada en 1880) dando lugar a la Caja de Ahorros de Asturias.
José Antonio Fidalgo, primero por la derecha, que representaba a la gallega
Orden de los Caballeros de Pedro de Moura, con los cofrades del Vino de La Rioja,
en la plaza del Carmen, con el edificio de Cajastur al fondo.
Una de las intersecciones del segundo tramo de la
calle Corrida, es la calle Tomás Zarracina, que lleva el nombre del industrial
gijonés y concejal de la I República en la ciudad, por la que la comitiva
encamino rumbo en dirección a la plaza del Instituto.
César, Tino y Fernando, de la Cofradía de la
Anchoa de Cantabria, de Santoña, en la confluencia de las calles Corrida y Tomás Zarracina.
En la calle se encuentra la antigua Escuela Superior de Comercio de la
ciudad, primer edificio de estructura enteramente metálica construido en la
ciudad, obra de estilo modernista del arquitecto Manuel del Busto en 1915, y
segundo edificio universitario existente en la ciudad.
A la izquierda, la Escuela de
Comercio, ante la que posa la numerosa representación de la Cofradía del Quesu Gamoneu, de Cangas de Onís.
El desfile arribaba a la plaza del Instituto, más popularmente conocida
como plaza del Parchis divido a su configuración, dónde se ubica el antiguo
Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía, que alberga en la actualidad al Centro de
Cultura Antiguo Instituto, que albergo el acto oficial del III Gran Capítulo de
la Cofradía del Oriciu. La plaza que inicialmente se llamo de la Estacada, albergó
en su momento un mercado, que seguía las pautas del modernismo y que era el
inicio del ensanche de la ciudad hacia el sur.
Este Instituto está ligado al ilustrado gijonés Melchor Gaspar de
Jovellanos, comenzando a levantarse en 1797, y según sus palabras es “un monumento a las ciencias para que en él
sean siempre cultivadas y honradas”, quién encargó el proyecto a Juan de
Villanueva, el más reputado arquitecto español de su época, y auténtica joya
neoclásica de la arquitectura gijonesa. Bien de interés cultural, tardó un
siglo en entrar en funcionamiento, con una cuidadosa reforma en 1994 para
albergar sus actuales funciones y dependencias.
La Confrarie Saint Romain, en Bordelins et le pays Libournaies, en el
patio del Instituto.
Al actual Centro de Cultura se entra por la calle
Begoña, encontrándose enfrente de la misma la Basílica del Sagrado Corazón, obra
de 1911 diseñada por Joan Rubio i Bellver, en estilo modernista-neogótico. Con
su gran Cristo de casi 50
metros , obra de Serafín Basterra, constituye una de las
referencias visuales del perfil de Gijón, combinando influencias gaudinianas y
neogóticas. En su exterior destaca el doble arco de la entrada y los sillares
de piedra caliza.
Los cofrades del Hojaldre, de Torrelavega, con la Basílica a sus espaldas.
Concluido el acto oficial, el
desfile cívico continuó con la segunda parte de su recorrido por la ciudad, hacia
el destino final en el corazón de la península de Cimadevilla, dónde la
fortificación romana de la misma, llamada Gegionem y luego Gigia, dio continuidad
a Noega, el poblado astur de los siglos VI y V a.C, ubicado en la cercana Campa
Torres, al que Gijón debe su constitución.
Por la calle Begoña nos dirigimos
a los Jardines del Náutico, con vistas al mar Cantábrico, fruto de la demolición
en el año 1936 del Hospital de la Caridad, y en las que después de la guerra
civil, se construyó un edificio para bar, con servicios complementarios para
atender a los bañistas. Al ser el espacio más amplío del centro de la ciudad
albergo durante la década de los años 50 al “Festival de la canción melódica de
la costa verde”.
En uno de los extremos de los
Jardines, de configuración triangular, se encuentra la popular Escalera del
paseo del muro gijonés. Actual escalera nº 4 de acceso al arenal de la plaza
San Lorenzo, esta monumental y elegante escalera racionalista, ejecutada en
1933 en hormigón con acabados de hierro y bronce, es otro de los símbolos de
una ciudad con espíritu turístico y veraniego, y referencia para los paseantes
por su elevada columna acabada en vidrio con reloj y aparatos meteorológicos
La Orden de los Corsarios Vascos, de Saint Jean de Luz, con la “escalerona”
al fondo a la derecha.
Continuando por el paseo del muro
de la playa San Lorenzo, a la izquierda se encuentra en primer lugar la capilla
de San Lorenzo y la torre de los Jove-Hevia, del siglo XVI y estilo barroco, y
justo a continuación el edificio de la antigua pescadería municipal, que en la
actualidad alberga oficinas municipales. En este edificio de 1927, de estilo
regionalista, sustentado sobre una estructura de hormigón armado, su bonita
fachada en una de las principales referencias visuales del muro.
Con Armando Álvarez y Zacarías Puente, de la Cofradía del Queso de
Cantabria, ante la bella fachada del litoral gijonés.
Enfrente, escorada a la
izquierda, se encuentran la plaza Campo Valdés, espacio ajardinado en cuyo
inicio se levanta la estatua de Octavio Augusto, en bronce, obra de Francisco
González Marías en 1995 y copia de una ubicada en el Museo Vaticano (año 19 a .C). A continuación las
Termas Romanas, yacimiento-museo, creado con el fin de conservar, investigar y
difundir los restos de unas termas públicas de época romana, y fiel reflejo de
la presencia romana en la villa, encontrándose en su final la iglesia de San
Pedro Apóstol. Obra de los hermanos Somolinos, construida en estilo neoprerrománico
en 1955 sobre el solar de la iglesia mayor de Gijón, construida a principios
del siglo XV y destruida en la guerra civil, luce de manera destacada en uno de
los extremos de la bahía gijonesa.
La ovetense Cofradía del Desarme, posa en Campo Valdés, con San Pedro
al fondo.
El palacio de los Valdés, de
estilo clasicista, de mediados del siglo XVII, según los cánones del
renacimiento italiano, también se encuentra ubicado en el Campo Valdés, en una
de las entradas al istmo de Cimadevilla, y esta considerado uno de los mejores
palacios de Asturias. De fachada sobria, carente de ornamentos y decoración, cuenta el cuerpo central de la fachada con dos
torreones simétricos almenados de planta cuadrada unidas por un cuerpo central,
reproduce el modelo de casona palaciega habitual en el Principado desde principios
del siglo XVI al XVIII, fue sede a partir de 1822 la primera fábrica de
tabacos, posteriormente estuvo ocupado por las instalaciones de aduanas y desde
finales del XIX allí se ubica el colegio Santo Ángel de la Guarda. Anexa a la
torre oeste se integra en el conjunto la capilla de Nuestra Señora de
Guadalupe, conocida originalmente como de la Santa Cruz, su fachada de
cobertura de almohadillados hace que su decoración sea más rica que la del
palacio, luciendo sobre el frontón de su entrada el escudo de los Valdés-Salas,
gozando todo el conjunto de Monumento histórico.
Los Amigos de los Nabos de la Foz de Morcín, con el campo Valdés a sus
espaldas y el palacio a su izquierda.
La capilla linda con la plazuela de Jovellanos, ya
dentro del istmo, donde se encuentra la casa natal del más ilustre de los
gijoneses, Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), que data de finales del
siglo XV, construida por Juan García de Jove, perteneciendo desde entonces a la
familia de Jovellanos. De configuración típica de casona palaciega asturiana,
de cuerpo central con dos torres cuadradas, la casa sufre dos reformas, la
primera en el siglo XVI y la última en 1758 por el padre de Jovellanos, que le
da el su aspecto actual. En 1943 fue adquirida por el municipio y rehabilitada
en la década de 1960 y desde 1971 acoge el Museo Casa Natal de Jovellanos, que
abrió con la colección artística municipal, y en la que se exponen piezas
relacionadas con su vida, parte del mobiliario original de la casa y obras
pictóricas de su colección, así como una selección de pinturas procedentes del
legado Lledó-Suárez, cuyos estilos, escuelas y géneros están vinculadas a
algunas de las obras que formaron parte de su colección particular.
Con
Armando Álvarez y José Luis Corripio, que representamos a la Cofradía de Amigos
de los Quesos del Principado de Asturias, en la plazuela con la Casa-Museo detrás.
La capilla de Nuestra Señora de los Remedios,
cuya construcción se remonta al siglo XV, cuando estaba vinculada al hospital
de peregrinos, de planta rectangular, su fachada es del siglo XIX cuando sufrió
una drástica restauración. Antigua sede del gremio de canteros es uno de los
mejores ejemplos de la arquitectura religiosa en Gijón, se encuentra unida desde
1921 a
la casa natal de Jovellanos y desde 1940 acoge los restos del insigne
ilustrado. El conjunto que forma ambas edificaciones es Bien de interés
cultural desde 1986.
Estela (izquierda) y María Luisa, delante de la bonita capilla.
En la calle Recoletas, se
encuentra el edificio de la Torre del Reloj, datado en 1572. Fue sede del
Ayuntamiento de Gijón y con posterioridad pasó a ser cárcel de la ciudad hasta
1909 cuando se construyó el centro penitenciario de El Coto, momento en el que
se abandona para ser finalmente demolida en 1911. En 1989, en el marco de la
rehabilitación general del barrio de Cimadevilla, el edificio se recupera siendo
en la actualidad sede del Archivo Municipal, siendo visible en su interior
parte de la muralla romana de la ciudad.
Carlos, Fernando y Alfredo, de la Sociedad Cultural y Gastronómica La
Pegarata, de Pola de Laviana, posan ante la torre.
Desde la torre se divisa la plaza
del periodista Arturo Arias, en dónde se puso colofón al desfile cívico. Plaza
rectangular, que cuenta en su lado norte con uno de los edificios más viejos de
la ciudad, el convento de las Agustinas Recoletas. Diseñado por los arquitectos
Ignacio de Palacio y Juan de San Miguel, en 1679, de estilo renacentista, es un
edificio severo y tosco de tres plantas, cuya pieza más destacada era su
iglesia. Tras la desamortización de Mendizábal, el edificio fue secularizado y
convertido en fábrica de tabacos, cuya producción ceso en 2002. En la
actualidad está en proceso de transformación en un gran espacio cultural-expositivo,
apareciendo en su interior interesantes restos del primitivo núcleo romano de
la ciudad.
Foto de familia de las Cofradías ante el antiguo convento.
MÁS INFORMACIÓN.
“Lo que sorprende, sorprende una vez, pero lo que es admirable lo es
más cuanto más se admira”. Joseph Joubert (1754-1824) moralista francés.
Muy buen trabajo, estupenda información. Gracias por mostrarnos la historia de los lugares por dónde pasamos, lastima no saberlo ese día. Un abrazo. Julián Urquiola.
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