miércoles, 31 de agosto de 2011

Las fiestas de la Blanca 2011 en Vitoria

Las fiestas en honor de la Virgen Blanca, patrona de la ciudad de Vitoria-Gasteiz, del 4 al 9 de agosto fue un compendio de actos festivos religiosos dignos de ser visitados. Descripción, fotos y vídeo.

Vivíamos estas fiestas tan diferentes a las de nuestro Principado por primera vez gracias a la amable invitación de Fernando Bastida y Merche, de una forma intensa en compañía de tan magníficos anfitriones. Disfrutando también con la compañía en otros momentos de sus hermanos Josechu (Txapi), Javier y Eduardo, y de sus cuñadas María Ángeles y Lourdes, de los amigos Julia Urzelai y Carlos Ruiz de Ocenda con los que compartimos su cena de aniversario de boda y de otras amistades suyas, entre ellos los marchosos miembros del grupo Los Sustancieros.


Con la familia Bastida al completo.


El preámbulo de las fiestas lo constituye el Pregón, que se realiza la noche del día 2 en la Plaza España. El mismo era algo que me recomendaba Fernando como especial, por lo que adelantamos nuestra llegada para poder asistir, y les puedo asegurar que en nada se parece a los que hasta ahora conocía. El Pregón –que también se hace- en realidad es todo un espectáculo de luz, música, folklore, escenografía y traca que nos ha sorprendido muy gratamente a pesar de que por momentos lo desluciera la lluvia. Este año corrió a cargo de la Coral Manuel Iradier que cumple 50 años y contó con la participación de: Indarra dantza taldea, la Academia municipal de folklore de Vitoria-Gasteiz y la Banda municipal de música de Vitoria-Gasteiz.




Las fiestas comienzan cada 4 de agosto a las 18,00 horas con el tradicional chupinazo, y la bajada de Celedón, un muñeco vestido con el traje tradicional y con un paraguas abierto desde la torre de San Miguel a la plaza de la Virgen Blanca. Cuando se oye el chupinazo, el cohete que anuncia el comienzo de fiestas, Celedón comienza a descender y una gran cantidad de vitorianos concentrados en la plaza enciende su puro, comienza a cantar la tradicional canción en su honor y saltar, a la vez que se descorchan miles de botellas de cava o similares. En el medio justo estuvimos, bien mojaditos quedamos y  buena cuenta de un buen habano dimos.





Las fiestas ya han empezado y durante seis días la ciudad vive su máximo esplendor festivo, con actividades para todos los gustos y edades durante el día y la noche, con una notable presencia de actos religiosos culturales festivos. Existe una extensa programación de actividades, hay verbenas y conciertos al aire libre en distintas partes de la ciudad, bandas de música, toros, vaquillas, deportes tradicionales con diferentes campeonatos, teatro, fuegos artificiales etc.. para niños, jóvenes y mayores. Y lo que más me ha gustado es que las actividades están diseminadas por toda la ciudad, por lo que uno nunca tiene sensación de agobio como ocurre en otras fiestas patronales dónde todas las actividades se concentran en una sola zona, como por ejemplo pasa en mi querido Oviedo.
Las fiestas de la Blanca son impensables sin las cuadrillas de blusas, grupos de jóvenes de todas las edades –he visto desde 2 años hasta los 70- ataviados con el traje tradicional que amenizan las fiestas con sus gracias, charangas y fanfarrias de txistus y bombos. Las cuadrillas hacen desfiles con mucha sorna por las calles céntricas de la ciudad a la entrada y salida de los toros, lo que llaman el  paseíllo. Son grupos numerosos provistos de una gran infraestructura con bar móvil, charanga o grupo de txistularis -una gran parte procedentes de otros puntos nacionales, al no haber suficientes en Vitoria- y uniforme propio. En Vitoria se celebra el día del blusa el 25 de julio desde 1926




Elementos tradicionales de estas fiestas son las comparsas de gigantes y cabezudos. Están formadas por ocho gigantes de unos cuatro metros de altura que representan dos parejas de aldeanos alaveses, los cuatro reyes de la baraja y una pareja de regüeveros. A los gigantes se les suman cuatro cabezudos que representan a personajes populares de la ciudad y los “caballos y sotas de la baraja” y es que no hay que olvidar que una de los elementos que más ha exportado la ciudad han sido las famosas barajas de Fournier, que cuenta con un museo propio, que en esta ocasión no me fue posible visitar.




Los más pequeños tienen en Gargantúa, un gigante tragón, a un personaje que impresiona a los más pequeños y hace disfrutar a los algo mayores. Ubicado en un camión estacionado en un parque, se deslizan a través de un tobogán por su boca para salir por el trasero.




Los actos religiosos se mantienen muy presentes; valga de ejemplo la “procesión de los faroles” que forman los miembros de la Cofradía de la Virgen Blanca portando los muy hermosos faroles, con sus cristales labrados de diferentes colores y estandartes, que tiene lugar el día 4 a las 10 de la noche por las calles céntricas de la ciudad y que es seguida por multitud de personas. Otra tradición es el “rosario de la Aurora” consistente en una procesión y rosario por el casco viejo durante el amanecer -7 de la mañana- del día 5, lo que motiva que algunos enlacen uno con otro.




El día grande, como decía, es el día 5 en el que durante la mañana todos los grupos de blusas, pasan a rendir pleitesía a la patrona, con una ofrenda floral y el Auresku de honor acompañados de los txistularis ante la hornacina que contiene una imagen suya, ya que la auténtica fue víctima de una salvajada hace unos años y ahora está ubicada en el museo con el que cuenta la Cofradía, que es posible visitar y ver el magnífico trabajo realizado por el amigo Carlos y su equipo como bien me explicó en su cena de aniversario. En la ofrenda hemos podido comprobar el virtuismo con el txistu el segundo de los Bastida –Josechu, más conocido por Txapi- que cuenta con todos los reconocimientos oficiales y privados del mundo musical y cultural vitoriano.




Son clásicas las reuniones de comidas y disfrute familiares y de amigos, como el que hicimos con la familia Bastida, que culminó con un pequeño concierto improvisado (aunque me lo había prometido en su última visita a Oviedo) de Txapi, al que se unió un amigo suyo que nos deleito con unas interpretaciones con uno de los instrumentos más raros que he visto, la “alboka”, compuesto por dos cuernos de buey unidos por dos tubos de bambú, pero no les cuento que pulmones se necesitan para tocarlo.


Con Txapi observando al virtuoso de la alboka.


Siguiendo con música, que me parece que con los actos religiosos son las auténticas patas de la fiesta, hemos podido también disfrutar viendo espectáculos en la calle como en el que varios artistas tocaban otro instrumento totalmente desconocido para mí, la “txalaparta”, consistente en placas de madera que son golpeadas con bastones de madera, o los disfrutados en la plaza del Machete que cada día alberga diferentes actividades musicales. En ella he visto tocar por primera vez la alboka y disfrutar del concierto de los amigos de Fernando, el grupo “Los Sustancieros”.




Maravillado he quedado con el origen y procedencia de este nombre, aunque algunos no lo crean (que acudan a la inagotable fuente de Internet) era un antiguo oficial que se ejerció durante años por las tierras de España y de Álava en concreto, en el que  iba de pueblo en pueblo alquilando un hueso de jamón que introducía en las potas para dar sabor a los guisos y cobrando por la permanencia de tiempo en el mismo. Curioso ¿verdad? cuantas cosas desconocemos. Por cierto, el grupo suena maravillosamente y en uno de los días festivos rinde culto a esta antigua profesión recorriendo la ciudad con sus cantos, en los que no falta un carro con el jamón y el vino. Seguro que si Fernando viviese en Vitoria formaría parte del grupo.


Escoltando a los Sustancieros: Arturo Iglesias, Juan Antonio Mendoza y Juan Antonio Azpiazu.


También nos han llamado la atención los fuegos artificiales; todos los días hay un espectáculo realizado por una pirotecnia diferente y los que lo deseen pueden votar a la que más les haya gustado, repitiendo la ganadora en la próxima muestra. Una buena idea a copiar en fiestas asturianas, repartir  y no gastarlo todo en un solo día.
En cuanto a deporte presenciamos en la plaza de los Fueros actividades realizadas por harrijaszotzailes, aizkolaris y tronzalaris, que me valieron para ver lo arraigado que están estos deportes en la cultura vasca y recordar alguno de los múltiples chistes que sobre los mismos ahí.




Curioso es el personaje de Pelayo, un vitoriano muy famoso en las fiestas y recordado por un muñeco que desde su balcón entre Correos y los Arquillos sigue viviendo las fiestas.




En fin, como he dicho,  fiestas muy diferentes a las de nuestra tierra, empezando por que el día del patrón es el inicio y no el final como aquí y siguiendo con todo lo mencionado anteriormente. En parte nos han recordado unos San Fermines vividos en los inicios de los ochenta, pero con mucha más clase y sobre todo no tan ajetreados, en el que la participación ciudadana es total, echándose a la calle literalmente, con un porcentaje altísimo de gente con los trajes regionales.



Foto de familia en el aniversario de boda de Julia y Carlos (sentados).


Gracias a Fernando y Merche por la invitación cursada, así como al resto de familia y amigos por las atenciones tenidas. Bien ha merecido la pena acudir a Vitoria. En ella hemos disfrutado no sólo de las fiestas, sino también de una hermosa ciudad, verde como ninguna y monumental, de su estupenda gastronomía –con buenos precios por cierto- e incluso de excursiones por sus montañas.
¡Ah! y para los que dudaban que Fernando -mira que no se hace de rogar- sabía tocar el txistu, aquí tienen la muestra de que no es así. A lo que no llega ni con mucho es al virtuosismo de su hermano.




VIDEO DE LAS FIESTAS:




MÁS INFORMACIÓN.



“Vida sin fiestas es como un largo camino sin posadas”. Demócrito (460-370 a.C) filósofo griego.

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