viernes, 24 de diciembre de 2010

Réquiem por un campesiono español. Ramón J. Sender

“Réquiem por un campesino español”.  Ramón J. Sender. Austral Narrativa nº 576. 4º edición 01-09-2007 Madrid. 63 páginas. Edición y guía de lectura Enrique Turpin.


Mosén Millán mientras espera en la sacristía que la gente acuda a la llamada para el réquiem por un feligrés, que hacía sin que nadie se la pidiese y al que esperaba que acudieran sus familiares – aunque no eran muy cristianos- y sus amigos, desgranaba recuerdos del mismo. A Paco el del Molino lo quería en el pueblo todo el mundo, excepto las dos familias más pudientes.
Entre preguntas a su monaguillo sobre si hay ya gente en la misma, al que acudía este recitando un romance, recuerda el bautizo del mismo hacia veintiséis años. Los lujos de los campesinos son para los actos sacramentales y se sabe si es niña o niño en función del toque de campanas, tirando los padres peladillas y caramelos a los niños. Él había sido invitado al banquete en casa, así como la licencia que el padre le dio para guiarle espiritualmente y como bien se cuido de quitar de su cuna todos los amuletos que la Jerónima les colocaba a los recién nacidos.
Como mantuvo su amistad y visitas al cura, paso a ser con siete años monaguillo auxiliar o suplente. Un día le vio bajo el roquete en la misa el revólver que era el auténtico tesoro de los chicos del pueblo, cuando se lo quiso quitar lo escondió y le explico que no lo quería usar, pero si guardarlo para que otros no lo usarán.
Con siete años recibió la confirmación de manos del obispo, Ayudaba en misa solo cuando hacían falta dos monaguillos, y en Semana Santa descubría grandes cosas al cambiar mucho el templo en esos días. Mosén se aplicaba especialmente entre los chicos que estaban a punto de recibir la primera comunión –entre los que se encontraba Paco- para que fueran especialmente aplicados.
Un día le pidió que le acompañara a darle la extremaunción a un enfermo grave, vivía a las afueras del pueblo, en las cuevas que utilizaban como casas. Era mísera sin ventilación, por cama tablas y vestían ropa rota, aquella pobreza extrema y la tristeza del matrimonio que además tenía un hijo en la cárcel, marcó la vida de Paco.
Como en todas las aldeas, en esta situada en el norte de Aragón ya cerca de Lérida, hay un lugar a las afueras que llaman “el carasol” caliente en invierno y frío en verano, dónde se juntan las mujeres más pobres del pueblo para coser y hablar de las cosas del día a día. Allí fue dónde contó la Jerónima la piedad del chaval.
Las campanas seguían tocando y seguía sin venir nadie, recordó la primera comunión y como paso de Paquito a Paco el del Molino, mote que le venía porque su abuelo tenía un molino, aunque ahora no se utilizará. Poco a poco se fue distanciando del cura, aunque los domingos iba a misa, participa con los chicos en todas sus andadas, acudía al lavadero dónde participaba de las conversaciones de las zagalas y se bañaba en cueros –como el resto- ante ellas.
Comenzó a hablar de la hacienda familiar con su padre, y este un día le explico el sistema de arrendamientos de pastos en el monte y el coste de los mismos que se lo abonaban al igual que cinco pueblos alrededor a un duque que nunca estuvo en el pueblo. Aquello no le pareció cabal y ante el consejo de su padre acudió a él, no obtuvo la respuesta esperada y si una reprimenda por bañarse en el lavadero.
Mientras le recordaba jugando los domingos a las birlas (bolos) entró D. Valeriano en la sacristía, que estaba dispuesto a olvidar, y como muestra él pagaba la misa de réquiem, este lo rechazo sin abrir los ojos. Ante la inminencia de ir a quintas, le recomendó a la familia pedir el favor a Dios y merecerlo, su madre le recomendó que fuese en la procesión de Semana Santa de penitente, descalzo con dos grandes cadenas atadas a los tobillos, unos iban a cara descubierta y otra tapada, él se negó a ello. Al final su padre quién fue de penitente, el cura le comentó a Paco que aquello no tenía mérito ya que lo hacía para ahorrarse un sueldo si el se iba a quintas, pero lo cierto es que saco uno de los números altos por lo que se libró.
Comenzó a ver a Águeda todos los días al ir al campo, y al cabo de dos años comenzaron a hablarse. Un día el alcalde suspendió rondar al haber tres rondallas diferentes lo que podía provocar enfrentamientos, a pesar de ello salió y fue detenido por la guardia civil a los que les quitó los fusiles a pesar de ser amigos, Mosén intervino explicando que el hecho era grave y que podían castigar al pueblo quitando el cuartel de la guardia civil, por contestación recibió que en su lugar quitarán las cuevas, al final devolvió los fusiles y se gano fama de mozo atrevido.
Se casarón, a pesar de que su madre y su mujer no se llevaban del todo bien, en la boda le recordó que lo había bautizado, dado la primera comunión, confirmado, que bendecía el lecho nupcial y que si Dios lo disponía el lecho mortal, aunque esto último le pareció al novio fuera de lugar.
Caminó de la casa para celebrar la boda, el zapatero le contó al cura que en Madrid el rey se tambalea y si él lo hacía otros con él, aunque tampoco le hizo mucho caso. Ya en la casa llegó Cástulo Pérez, ante la sorpresa de todos con un regalo para los novios, y le hizo el mismo comentario, y que ya se empezaba a hablar de elecciones. Enseguida se fueron situando por jerarquías sociales, y Cástulo se ofreció a llevar a la nueva pareja a la estación del ferrocarril en su automóvil cuando aquellos negociaban con el único chofer de alquiler del pueblo. La noticia de la boda llego al carasol, dónde brindaron con el vino llevado por la Jerónima y el zapatero, a la vez que reían las disputas entre ambos. Lo recordaba cuando llego D. Gumersindo que no sabía por quién era el réquiem, pero al enterarse quiso también pagar la misa recibiendo la misma contestación.
Al volver del viaje de novios fueron las elecciones, hubo sorpresa general los elegidos eran todos jóvenes y según D. Valeriano gente baja. El padre de Paco salió elegido pero se sorprendió porque prácticamente todos sus compañeros eran contrarios al Duque, mientras su hijo lo recibió con gran alegría. El Rey huyo de España, la bandera tricolor ondeaba en el Ayuntamiento, D. Valeriano y D. Gumersindo no salían de sus casas y Cástulo se paseaba con Paco.
Hubo que repetir las elecciones y su padre le cedió el puesto a su hijo, que salio elegido. En Madrid suspendieron los “derechos de señorío” y los cinco municipios por iniciativa de Paco dejar de pagarle las rentas al Duque. Al darle la noticia a D. Valeriano este se negó a escuchar y la pidió por escrito, el Duque al recibirla contesto que sus tierras serían defendidas por las armas de sus guardas, Paco arreglo con el alcalde contratar a los tres guardas que tenía y darle puestos en el sindicato de riegos, estos aceptaron, sus armas pasaron al Ayuntamiento y el ganado entró libremente en las tierras.
D. Valeriano invitó a su casa a Paco para intentar convencerle y negociar la invasión de las tierras, pero fue inútil y al final se fue del pueblo. El cura no olvidaba los arreglos que se hicieron en la iglesia con el dinero del Duque y de su administrador, ni lo que se hablaba en el pueblo de mejorar el mismo y acabar con las cuevas con el dinero que no se pagaba por los arriendos.
Había una ermita en aquellos terrenos en la que celebraba una romería anual, ese día el municipio pagaba la misa al cura y los campesinos le hacían regalos, pero aquel año no la festejaron. Mosén le pidió explicaciones y acabó echándole en cara sus amenazas al Duque, D. Valeriano no jugaba limpió y había contado muchas mentiras al cura. D. Gumersindo también abandono el pueblo y hubo momentos en que el cura también lo pensó, aunque Paco le manifestó el aprecio que le tenía el pueblo.
De pronto los ricos del pueblo volvieron, hablaban mucho con el cura pero no con Cástulo del que no se fiaban y un día de julio la guardia civil abandono el pueblo para concentrarse con otras fuerzas, a los concejales aquello ni les gustaba ni lo entendían. Llegó a la aldea un grupo de señoritos con vergas y pistolas, nunca se había visto gente más desvergonzada. Sus primeros hechos fueron dar una paliza al zapatero y matar a seis campesinos, cuyos cuerpos dejaron en la carretera que unía el pueblo y el carasol, nadie comprendía y no había guardia civil para hacerles frente. El cura protestó ante D. Valeriano por matar a hombres sin darles tiempo a confesar. El pueblo tenía miedo, se preguntaban por Paco, pero solo sabían que había desaparecido y que lo estaban buscando.
En el carasol criticaban a los forasteros y la Jerónima se seguía metiendo con el zapatero. Un día este apareció con la cabeza volada y también aparecieron cuatro cadáveres de cuatro concejales. Recordaba la horrible confusión de aquellos días, tanta sangre y malas pasiones; D. Valeriano se lamentaba pero empujaba a los señoritos de la ciudad a seguir matando gente, al padre de Paco le salvó la intervención de Cástulo y que los ricos esperaban encontrar a su hijo.
Nadie más que su padre sabía dónde se escondía, él acudió a su casa y dio a entender a los padres que sabía dónde estaba, ante ello solo les quedaba agradecerle su silencio, el padre cayo en la trampa y le dijo el escondite sin saber que este lo desconocía. El cura tenía miedo y no sabía de qué, aunque quería dejar claro ante las fuerzas su lealtad a Paco.
Hubo una reunión en el Ayuntamiento, los forasteros quemaron la bandera tricolor y obligaron a los campesinos a saludar brazo en alto cuando lo mandaba el centurión. Nadie entendía nada y se extrañaban al ver en lugares de honor a los D. Valeriano y a D. Gumersindo. A Paco lo buscaban con todos los medios, D. Valeriano le visitó al Mosén y le habló del chico, orgulloso dio a entender que conocía su escondite, en aquel momento llegó el centurión con otros dos que le amenazaron, lo revelo con la promesa de que no lo matarían y de que sería juzgado y si era culpable encarcelarlo pero nunca ajusticiado. Salieron en su búsqueda y al poco llego Cástulo a comunicar riendo que los forasteros habían acabado con el carasol, asesinando a muchas mujeres e hiriendo a otras, alguna no se salvaría ya que el médico estaba encarcelado, entre las que se habían salvado esta la Jerónima.
Al día siguiente el centurión volvió indignado sin Paco, este les había recibido a tiros y había dos de sus hombres heridos, exigiéndole que fuera a parlamentar con él. Lo recordaba mientras veía entrar a Cástulo, que venía también con la misma intención que sus dos predecesores, a la vez que el monaguillo llegaba asustado diciendo que había una mula en la iglesia. Era el potro de Paco, su padre estaba enfermo y las mujeres de la casa medio locas y su hacienda y animales a la deriva. Con gran trabajo consiguieron sacarle del templo e incluso D. Valeriano se atrevió a decir que debían de consagrarlo de nuevo ante tal herejía. Aquello no le quitó de seguir con sus recuerdos, como obligado fue a convencerle para que se entregara, que estaba pesaroso por los disparos y preocupado por si los había matado, le contó el pacto que hizo con el centurión y él le creyó. Lo llevaron atado a culetazos a la cárcel del pueblo y mandaron a los que no habían acudido para verlo a sus casas.
Cuando cayó la noche lo sacaron junto con otros dos campesinos y los llevaron al cementerio a pie. El centurión lo mandó avisar para confesarlos, siendo llevado en el coche de Cástulo hasta allí. Con gran desaliento los confeso y tuvo que oír a Paco recordarle que lo había engañado y que en si bien él disparo en Las Pardinas los otros dos eran inocentes y le rogaba que se lo dijera a los forasteros. Le hablo de la inocencia de Jesucristo y Paco comprendió su final, preguntándole que sería de su mujer embarazada y de sus padres, el cura fuera de sí ante la situación le dio la absolución y se lo llevaron al muro con los otros dos. Allí lo fusilaron sin antes oírle que lo había denunciado. Les dio la extremaunción y le dieron su reloj y un pañuelo para que se lo diese a su familia.
Había pasado un año que pareció un siglo, el reloj y el pañuelo aún estaba en la sacristía ya que no se había atrevido a entregárselos a su familia. Ahora comenzaba la misa de réquiem en la que solo estaban sus tres enemigos, que a la vez se disputaban el pago de la misa.

PROTAGONISTAS:
-- Paco del del Molino. Protagonista central.
-- Mosén Millán. Cura del pueblo que da vida a la historia.
-- Jerónima. Especie de bruja del pueblo y partera.
-- D. Valeriano el más rico del pueblo, alcalde del mismo y administrador del Duque.
-- D. Gumersindo el segundo más rico del pueblo.
-- Sr. Cástulo Pérez, tercer rico del pueblo y que en teoría era amigo de Paco.

LO MEJOR:
Sin duda la capacidad de transmitir toda una vida de un hombre, con un trasfondo político en muy pocas páginas.

LO PEOR:
Al ser corta nada en ella tiene desperdició, requiriendo una gran concentración.



MÁS INFORMACIÓN. Pinchar en enlaces.
Resúmenes de libros Dendecagüelu.



"No se puede defender lo que no se ama, y no se puede amar lo que no se conoce". Proverbio árabe.

1 comentario:

  1. Recientemente he leído este libro, y me he permitido copiar este resumen, esta muy bien hecho y me valdra para tenerlo fresco.

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